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jueves, 5 de julio de 2012

JESÚS ES EL PAN DE VIDA


Autor: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
Jesús se nos da como Pan de Vida
Necesitan un pan espiritual, un pan especial, y, si yo me hago ese pan, calmarán su hambre de todo



Se nos da como Pan de vida. Eso es la Eucaristía: Un Dios que se regala como se regala un pedazo de pan. Cristo nos vio, y nos ve, y tal vez nos seguirá viendo con hambre, mucha hambre y sed. Hambre y sed de felicidad, de vida, de paz y de amor. Hambre, también, de cambiar, de ser fiel, de ser distinto. Entonces Él pensó: "Necesitan un pan espiritual, un pan especial, y, si yo me hago ese pan, calmarán su hambre de todo". Y así, Cristo es la vida, y comemos la vida; Cristo es la verdad, la felicidad, la paz, y, al comerlo a Él, comemos la vida, le verdad, la felicidad y la paz.

Tenemos todo en ese pan de la Eucaristía, pero hay que tomarlo con fe. Yo preguntaría a tantos jóvenes y adultos hambrientos, angustiados, desesperanzados, buscadores de la verdad, del amor y de la felicidad: ¿Dónde van a buscar eso que necesitan? ¿Por qué no le dan a Cristo Eucaristía la oportunidad de que realmente sacie su hambre y su sed? Porqué Él nos dijo: "Venid a mí todos los que andáis fatigados y agobiados por la carga, y yo os aliviaré". ¿Creemos, o no creemos en esas palabras de Dios?

Porque, cuando nos sentimos enfermos, vamos al médico; cuando tenemos hambre, vamos a buscar pan; cuando tenemos sed, vamos a buscar agua, y, cuando por dentro en el alma sentimos hambre y sed, ¿a dónde vamos?, ¿a Jesucristo?, ¿a ese pan de la vida?

¿Qué es el Sagrario para ti?, ¿qué sacas de allí?, ¿sacas paz, energía, valor, amor, celo apostólico? Uno podría decir, si ha comulgado el día de hoy, si de veras he recibido ese Pan de Vida ¡qué felicidad, qué fuerza y qué horno de amor!

jueves, 7 de junio de 2012

CUERPO Y SANGRE DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!
¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
 

Una vez más ante ti, Señor.

Hoy es un día grande para ti, para nosotros, para tu Iglesia. Es la solemnidad donde se exalta y glorifica la presencia de tu Cuerpo, tu Sangre y tu Divinidad en el Sacramento de la Eucaristía.

¡HOY ES CORPUS CHRISTI !

Tu Cuerpo, tu Sangre.... y tu Divinidad. ¿Qué te podemos decir, Señor? Tan solo caer de rodillas y decirte: - ¡Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe!

Tu lo sabes todo, mi Dios, mi Jesús, y sabías cuando te quedaste en el pan y vino, - aparentemente tan solo de pan y vino -, con el único deseo de ser nuestro alimento, que aunque no te corresponderíamos como tu Corazón desea, no te importó y ahí te quedaste para ser nuestro refugio, nuestra fuerza para nuestras penas y dolores, para ser consuelo, para ser el cirineo que nos ayuda a cargar con la cruz de nuestro diario vivir, a veces demasiado pesada y dolorosa, que nos puede hacer desfallecer sin tu no estás.... y también para bendecirte en los momentos de alegría, para buscar que participes en los momentos en que nuestro corazón está feliz.... ¡ahí estás Tu!...¡ Bendito y alabado seas!

Solo a un Dios locamente enamorado de sus criaturas se le podía ocurrir semejante ofrenda... por que no sabemos corresponder a ese amor, no, Jesús, no te acompañamos en la soledad de tus Sagrarios, no pensamos en tu gran amor .... somos indiferentes, egoístas, muchas veces solo nos acordamos de ti cuando te necesitamos porque las cosas no van, ni están, como nosotros queremos...

Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!



¡Señor Jesucristo!

¡Gracias porque te nos diste de modo tan admirable, y porque te quedaste entre nosotros de manera tan amorosa!

Danos a todos una fe viva en el Sacramento del amor. Que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana, la Comunión nos sacie el hambre que tenemos de ti, y el Sagrario se convierta en el remanso tranquilo donde nuestras almas encuentren la paz...
(P. García)







  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    jueves, 20 de octubre de 2011

    REQUISITOS PARA RECIBIR LA COMUNIÓN

    Requisitos para recibir la Comunión:

    a) Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica
    b) Estar en gracia. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.
    c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas).

    jueves, 17 de febrero de 2011

    LA COMUNIÓN ESPIRITUAL O COMUNIÓN DE DESEO

    La Comunión espiritual o Comunión de deseo

    Para cuando no se puede recibir a Jesús en la Eucaristía.

    Consiste en orar con fe y con amor, expresando el deseo recibir a Nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía y pidiendo recibirlo espiritualmente.


    Oración personal para comunión espiritual

    Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos.

    LA EUCARISTÍA Y EL SACERDOTE




    Eucaristía y sacerdote
    Autor: P Antonio Rivero LC


    El cura de Ars es ejemplo de amor a la Eucaristía. Se llamaba Juan María Vianney, nacido en Francia en 1786. Le tocó vivir toda la borrasca revolucionaria francesa y la epopeya de Napoleón. Entró al seminario y le costaron mucho sus estudios, pero la gracia de Dios hizo el resto. A los 29 años fue ordenado sacerdote.

    Lo destinaron a Ars, un pueblito de 230 habitantes, pobres y decaídos, pues llevaban muchos años sin sacerdote, y unos salones de baile hacían sus estragos.

    Llegó confiado en Dios y comenzó a rezar, a celebrar la santa Misa, a pasarse largos ratos ante el Sagrario. Después de diez años, Ars estaba completamente transformada.

    Pobre, sufrido, asceta, piadoso, mortificado y probado por la furia de Satanás, al ver que su confesonario era un imán para muchos pecadores que venían de varias partes de Europa. Se pasaba quince horas diarias confesando.

    Murió a los 63 años de edad, agotado por su intenso trabajo pastoral. Fue canonizado 76 años después de su muerte por Pío XI.

    Se pueden destacar varias virtudes del Cura de Ars, que el beato Juan XXIII en 1959 recoge en una maravillosa encíclica llamada “Sacerdotii nostri primordia”, al festejar el centenario del Cura de Ars. El Papa presenta al cura de Ars como modelo de ascesis, oración y celo pastoral. Quiero detenerme aquí sólo en su oración eucarística.

    Sus últimos treinta años de vida los pasó en la Iglesia, junto al Sagrario. Su devoción a Cristo Eucaristía era realmente extraordinaria. Decía él: “Está allí aquél que nos ama tanto, ¿por qué no le hemos de amar nosotros igual?”.

    El Cura de Ars amaba tanto a Cristo Eucaristía y se sentía irresistiblemente atraído hacia el tabernáculo. “No es necesario hablar mucho, se sabe que el buen Dios está ahí en el Sagrario, se le abre el corazón, nos alegramos de su presencia. Y esta es la mejor oración”.

    No había ocasión en que no inculcase a los fieles el respeto y el amor a la divina presencia eucarística, invitándolos a aproximarse con frecuencia a la Comunión, y él mismo daba ejemplo de esta profunda piedad. “Para convencerse de ello - refieren los testigos – bastaba verle celebrar la Santa Misa o hacer la genuflexión cuando pasaba ante el Sagrario”.

    El ejemplo admirable del Cura de Ars conserva hoy todo su valor. Nada puede sustituir en la vida de un sacerdote, la oración silenciosa y prolongada ante el Sagrario.

    En el Sagrario el sacerdote encuentra la luz para sus sermones y homilías. En el Sagrario el sacerdote encuentra la compañía que necesita para su corazón. ¿A dónde irá a consolar su corazón el sacerdote, si no es en el Sagrario? Cuando tiene que tomar alguna decisión importante, o afrontar algún problema, nada mejor que el Sagrario. Ahí lleva sus alegrías, sus penas, su familia, sus almas.

    El Sagrario es para el sacerdote su lugar de descanso. Vive del Sagrario, de ahí saca la fuerza, el coraje, la decisión, la perseverancia en su vocación. El Sagrario es su punto de referencia para todo. “Él me mira y yo le miro”, como decía ese viejecito en Ars cuando se le preguntó que hacía tanto tiempo frente al Sagrario.

    El Sagrario es escuela para el sacerdote. Ahí aprende de Jesús a inmolarse en silencio, a esconderse, a ser humilde.
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