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martes, 17 de noviembre de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 


MISA JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, 
Solemnidad 2020


La Iglesia Católica Romana, de acuerdo con el Calendario General Romano, celebra en Domingo, 2020-11-22 lo siguiente:
Último domingo del Tiempo Ordinario.



PRIMERA LECTURA DE LA MISA
A vosotras, ovejas mías, os voy a juzgar
Lectura del Profeta Ezequiel 34, 11-12. 15-17

Así dice el Señor Dios:
—Yo mismo en persona buscare a mis ovejas siguiendo su rastro.
Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentran las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas; y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad.
Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear —oráculo del Señor Dios—.
Buscaré las ovejas perdidas, haré volver las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré debidamente.
En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Dios:
—He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL
Salmo responsorial Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5-6

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V/. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V/. Me conduce hacia fuentes tranquilas, y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V/. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

SEGUNDA LECTURA DE LA MISA
Devolverá el Reino de Dios Padre para que Dios sea todo en todo
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-26a. 28

Hermanos:
Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte,
por un hombre ha venido la resurrección.
Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto:
primero Cristo como primicia;
después, cuando él vuelva, todos los cristianos;
después los últimos,
cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino,
una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar
hasta que Dios «haga de sus enemigos estrado de sus pies».
—El último enemigo aniquilado será la muerte.
Al final, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo.
Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios


Aclamación del Evangelio
Aleluya Mc 11, 10

(Si no se canta, puede omitirse)
Aleluya, aleluya.
Bendito el que viene en nombre del Señor:
Bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.


EVANGELIO DE LA MISA
Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
—Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán:
—Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?;¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?;¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les dirá:
—Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Y entonces dirá a los de su izquierda:
—Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
Entonces también éstos contestarán:
—Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos ?
Y él replicará:
—Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.
Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
Palabra de Dios





«A Jesucristo Rey de reyes venid y adorémosle»

Es día de proclamar su realeza, de decir entre suspiros: ¡Venga a nosotros tu reino! De decir al Padre: ¡Padre glorifica a tu Hijo!

Jesucristo no es Rey por gracia nuestra, ni por voluntad nuestra, sino por derecho de nacimiento, por derecho de filiación divina, por derecho también de conquista y de rescate.

«Así que Cristo es Rey universal de este mundo por su propia esencia y naturaleza» (Sn. Cirilo de Alejandría), en virtud de aquella admirable unión que llaman hipostática, la cual le da pleno dominio no sólo sobre los hombres, sino sobre los ángeles y todas las criaturas. (Pío XI)

Y ¿qué de extraño tiene sea Rey de los hombres el que fue Rey de los siglos? Pero Jesucristo no es Rey para exigir tributos o para armar un ejército con hierro y pelear visiblemente contra sus enemigos. Es Rey para gobernar los espíritus, para proveer eternamente al mundo, para llamar al reino de los cielos a los que creen, esperan y aman.

Nadie tema vaya a perder algo porque se someta al «suavísimo imperio de Cristo». (Col) No teman las sociedades porque Él es quien las funda y las sustenta. No teman los poderosos porque « no quita los reinos mortales quien da los celestiales». No teman tampoco los individuos porque servir a Cristo es reinar. Es un Rey tal, que no esclaviza, ni esquilma a sus servidores; un Pastor y un Señor que no toma nada de su rebaño, sino que todo lo da, y antes se desvive por los suyos y se les entrega, con todos sus bienes ya desde la tierra, hasta que sean capaces de poseerle y de gozarle más cumplidamente en el cielo.

Piensan los insensatos que les va a privar de la libertad, cuando se la va a acrecentar y perfeccionar, proscribiendo tan sólo el libertinaje, tan fatal para el alma como para los cuerpos, para las naciones como para los individuos, ya que «lo que hace míseros a los pueblos es el pecado». 

Conviene, pues que Él reine, porque su reinado «es eterno y universal, es un reinado de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Quiere ante todo reinar en las inteligencias, en las voluntades y en los corazones de los hombres.

domingo, 24 de noviembre de 2019

EL MUNDO HA DE SABER QUE CRISTO ES REY


El mundo ha de saber que Cristo es el Rey
Hoy festejamos a Cristo Rey


Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net




Último Domingo de Calendario Litúrgico, dedicado a celebrar la festividad de Jesucristo Rey.

Instituida por la Iglesia precisamente en los tiempos de la democracia, para demostrar que la soberanía de Jesucristo no tiene condicionamientos humanos, ni es Jesucristo un Jefe elegido por votación popular, ni va a ser un día echado de su trono o suplantado por otro rival que le venga a privar de sus derechos.

Empezamos por escuchar al mismo Jesús, que reivindica su condición real ante una autoridad civil, la cual le puede hacer pagar caro su atrevimiento de proclamarse Rey.

Condenado ya como blasfemo por la Asamblea del pueblo judío, Jesús es llevado al tribunal de Roma, que no se va a meter en cuestiones religiosas sino en asuntos civiles.

Y empieza Pilato por la pregunta clave:
- ¿Tú eres el rey de los judíos?
Jesús sabe muy bien que esto no lo puede decir Pilato por cuenta suya, sino por otros que se los han ido a contar para prevenirlo en contra del acusado. Así que Jesús le pregunta a su vez:
- ¿Lo dices esto por ti mismo, o porque otros te lo han dicho de mí?
Pilato se molesta un poco, aunque le muestra a Jesús respeto y temor:
- ¿Acaso yo soy judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús le contesta, porque la pregunta es sincera, y, además, se la hace la autoridad:
- Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis vasallos hubiesen luchado por mí, para no ser entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí abajo.
Hay mucha dignidad en estas palabras de Jesús, de modo que Pilato, pagano y que nada sabe de la religión judía, sospecha algo misterioso. Por eso vuelve a la primera pregunta, haciéndosela más concreta:
- Entonces, ¿tú eres rey?
Jesús sigue el diálogo con Pilato en un plano de mucha seriedad y sinceridad:
- Sí; yo soy rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Quien es de la verdad, escucha mi palabra.
Pilato no entiende. Pero se da cuenta de que tiene delante de sí a una persona muy especial. De ahí sus esfuerzos por salvarlo de las iras y del griterío que le viene de la calle, azuzada como está la gente por los jefes del pueblo. Su pecado, como le insinuará después el mismo Jesús, es estar haciendo caso a los enemigos personales de este reo en vez de atender los gritos de su conciencia. Jesús le deja como palabra última a Pilato esta confesión:
- Yo soy rey. Aunque mi reino no es de este mundo.
Y Pilato, que quede tranquilo... Jesús no causará ningún problema a los romanos, desde el momento que le asegura que su reino no es político sino espiritual, no de este mundo sino del otro...

Juan escribe su Evangelio para los cristianos, y más que narrar con taquigrafía el dialogo de Jesús con Pilato, quiere hacer ver que aquella calumnia lanzada contra Jesús --de que había sido condenado por revoltoso contra Roma--, carecía de todo fundamento.

La Iglesia de nuestros días ha reflexionado mucho sobre este hecho de la realeza de Jesucristo. Y ha mantenido y mantiene una fiesta que para muchos es inoportuna.

El mundo -que se aleja de Dios con un laicismo y una secularización tan peligrosos, ha de saber que por encima de los acontecimientos humanos y sobre los gustos de la sociedad hay un Rey que reivindica los derechos de Dios.

Ese mundo debe rendirse a Dios, y Jesucristo se proclama Rey para ser el primer testigo de la verdad.

A su Iglesia la constituye signo visible de esta autoridad que Él mantiene sobre el Reino de Dios en el mundo, y le encarga transformar las estructuras sociales de un modo conforme con el querer de Dios.

Jesucristo es Rey, y por eso hace de nosotros los cristianos un pueblo real, libre de toda esclavitud.

En particular nosotros los seglares --instruidos por el Concilio--, sabemos que participamos de la realeza de Jesucristo; somos reconocidos como encargados de promocionar a la persona humana; y se nos encarga meter el Evangelio en la sociedad como el fermento en la masa, llenando del espíritu de Jesucristo todas las realidades sociales, ya que estamos metidos dentro de todas las vicisitudes del pueblo.

Esta nuestra vocación dentro del Pueblo de Dios es un testimonio de la realeza de Cristo.

Porque, si Jesucristo no fuera Rey y no tuviera el dominio y la soberanía sobre todos los hombres y sobre todas las cosas, ¿con qué derecho y autoridad, o con qué título legítimo, nos presentaríamos nosotros ante los demás para hacerles cambiar de opinión, para mudar sus estructuras y modos de ser, para transformar el mundo conforme a nuestro parecer y nuestros gustos?... Aunque este parecer y estos gustos no son nuestros --afortunadamente--, sino del mismo Jesucristo y de su Iglesia.
¡Jesucristo es Rey!

Lo proclamamos nosotros a los cuatro vientos con humildad gozosa.
Lo proclamaron con valentía ante las balas muchos mártires modernos.

Y esta fe que profesan nuestros labios, la queremos proclamar, sobre todo, con la fidelidad diaria a nuestros deberes cristianos.

¿QUÉ ES LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY?



JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO


Jesucristo, Rey del Universo.



Y ese Universo es nuestro corazón. Jesús, es un rey que ejerce su poder únicamente con la fuerza del amor, del perdón, de la humildad... del acompañamiento, porque no nos quiere abandonar.

 Él está allí, siempre esperándonos, para abrazarnos y decirnos que todo saldrá bien. Según este Mundo, para ser rey has de nacer bajo unas condiciones de recursos materiales y económicos suficientes, pero su reinado es diferente, nace de la debilidad que comparte con nosotros, de ser humano con sentimientos y afectos. 

Y al final del Año litúrgico, este evangelio (Lc 23, 35-43) nos invita a preguntarnos: ¿Cuál es la enseñanza de Cristo para mi vida?

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DE 2019 - JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, SOLEMNIDAD


Lecturas de hoy Domingo 34º del Tiempo Ordinario. Jesucristo Rey del Universo - Ciclo C
Hoy, domingo, 24 de noviembre de 2019


Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3):

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebron y le dijeron:
«Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”».
Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 121,1-2.4-5

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. Qué alegría cuando me dijeron:
¡«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 
(1,12-20):

Hermanos:
Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque en él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo,
y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero:
«Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 
24 de noviembre de 2019

Fernando Torres cmf


¿Jesús Rey? ¿Está usted seguro?

      La lectura del Evangelio que la Iglesia nos propone para este día nos deja un poco confusos. Es el último domingo del año y la liturgia lo dedica a Cristo Rey. La Iglesia quiere que le veamos en triunfo, como aquel en quien llegan a plenitud todas las cosas. Con él, el Reino de Dios dejará de ser un sueño para empezar a ser realidad plena. ¿Cómo es posible que el Evangelio nos presente a Jesús en la cruz? Los condenados a muerte no han triunfado nunca a lo largo de la historia. Como mucho han conseguido que algunos nostálgicos derramaran algunas lágrimas por ellos. Pero nada más. Los gobernantes de cualquier país saben que lo mejor que se puede hacer con la oposición es eliminarla.

      Pero el caso de Jesús es diferente. Da la impresión de que su reinado no es exactamente igual que los gobiernos y reinos de este mundo. Jesús es un hombre que, a punto de morir en la cruz, todavía despierta pasiones opuestas. Unos se ríen de él y otros afirman su inocencia. Más todavía. En el momento de la cruz el mismo Jesús es capaz de prometer el paraíso al hombre que está crucificado a su lado. 

      Es que su reino no es de este mundo. Su reino es el reinado de Dios que junta y recoge a todos sus hijos e hijas dispersos para convertirlos en una familia. En el reino de Dios no somos súbditos. Tampoco somos ciudadanos. Somos hijos. Absolutamente diferente. 

      Desde esa perspectiva entendemos mejor la plenitud a que se refiere la lectura de la carta a los Colosenses. Cuando ahí se afirma la superioridad de Jesús sobre todas las cosas y sobre todas las personas, cuando se nos dice que en él el Reino de Dios va a llegar a su plenitud, no significa que en su tiempo ese reino vaya a ser próspero económicamente. Tampoco significa que se vayan a hacer unas grandiosas obras y monumentos como acostumbran a hacer nuestros gobernantes para perpetuar su memoria. Ni siquiera que vaya a tener el mejor y más poderosos ejército del mundo. Ninguna de esas cosas. En un reino donde todos somos hermanos y Dios, el centro y origen de todo, es nuestro padre, la plenitud se verá al realizarse de verdad la fraternidad, la solidaridad y la justicia entre todos y todas. La plenitud llegará porque, como en una buena familia, todos pondremos nuestra confianza en el padre de quien procedemos y en quien encontramos el amor que nos hace falta para vivir y llegar a nuestra propia plenitud. Y todo eso sin fronteras, sin divisiones por razón de raza, cultura, religión o nacionalidad, porque toda la humanidad, junto con toda la creación, está llamada a participar de esa plenitud. Jesús es el rey de ese reino. Precisamente por eso murió en la cruz. Precisamente por eso, Dios, el Padre que ama la vida, lo resucitó y hoy mantenemos viva la esperanza del Reino. 



Para la reflexión

      ¿Estamos todos los que formamos nuestra comunidad al servicio unos de otros? ¿Nos esforzamos para que entre nosotros reinen la fraternidad, la solidaridad y la justicia? ¿Mantenemos la esperanza a pesar de las dificultades que nos encontramos en el camino? 

¡VIVA CRISTO REY!






domingo, 25 de noviembre de 2018

POR QUÉ JESUCRISTO ES REY?


¿Por qué Jesucristo es Rey?






Desde la antigüedad se ha llamado Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, en razón al supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que:

reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad;

reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos;

reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

Sin embargo, profundizando en el tema, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la potestad, el honor y el reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Ahora bien, que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia –reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, adjudican el título de rey a aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra.

Además, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra".

Por último, aquellas palabras de Zacarías donde predice al "Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino", había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, por el cual ella fue advertida que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin.

El mismo Cristo, luego, dará testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey y públicamente confirmó que es Rey, y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, bastante olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador, ya que con su preciosa sangre, como de Cordero Inmaculado y sin tacha, fuimos redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.

FELIZ SOLEMNIDAD DE CRISTO REY!


¡Feliz Solemnidad de Cristo Rey!
Redacción ACI Prensa



"Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad" (Jn 18, 36-37). Con la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia Católica concluye el Año Litúrgico recordando a los fieles y al mundo que nadie y ninguna ley está por encima de Dios.

La Solemnidad fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejó Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

FELIZ DOMINGO DE CRISTO REY!!!





sábado, 24 de noviembre de 2018

CÓMO ES NUESTRO CRISTO REY?


¿Cómo es nuestro Cristo Rey?
En la fiesta de Cristo Rey, te pido la gracia que establezcas tu Reino de paz en mi corazón.


Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net 




OBJETIVO
Renovar nuestra ilusión de trabajar por Cristo Rey, a fin de llevar su Reino a nuestro alrededor, a nuestra familia, a nuestros amigos.

PETICIÓN
Señor Jesucristo, Rey del Universo, te pido la gracia de que establezcas tu Reino de paz, de verdad, de amor, de esperanza y de pureza, en mi corazón, para que después me lance a llevar bien alta tu bandera, esa bandera cuyos colores me trazaste en las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-8).

PUNTOS DE REFLEXIÓN

1. ¿Cómo es nuestro Cristo Rey? Cuando vino hace dos mil años, vino oculto en pañales, en la humildad, sencillez, pobreza, mansedumbre. No quiso imponerse, sino proponerse. No quiso ser temido, sino acogido y amado. No quiso hacer ruido, sino pasar desapercibido. Se dejó alimentar, enseñar, adoctrinar. Caminó, se cansó, tuvo sed, lloró. Fue amado por uno hasta la locura del martirio. Y odiado por otros, hasta llevarle a la muerte. Un Rey que guardó la espada de su justicia, para desplegar sólo la capa de su misericordia, que tendía a todos los que a Él se acercaban. Un Rey que salió a la conquista del mundo, no con un ejército de fieros guerreros, adiestrados en artes marciales o bélicas; sino con un minúsculo equipo de humildes pescadores, que sólo sabían el arte de pescar y remendar las redes. Un Rey que anunció su Reino maravilloso de paz, de humildad, de pobreza, de pureza, de verdad.

Un Rey que prefirió morir por sus súbditos, y así salvarnos. Pero un Rey que resucitó, se fue al Cielo, nos dejó su presencia viva en la Eucaristía y en los sacramentos. Y un Rey que vendrá Glorioso, al final de los tiempos para desplegar su Justicia y dar su premio a quienes lucharon con Él.

2. ¿Cuál es el objetivo de este Rey? El plan estratégico de Cristo Rey es llevar su Reino a todas partes, no por las armas, ni por la violencia, ni por el engaño, sino por la fuerza del amor. Llevar su Reino de justicia, que destruya toda injusticia. Su Reino de amor, que acabe con los odios y egoísmos. Su Reino de verdad, que aniquile la mentira y los errores doctrinales. Su Reino de paz, que suplante a la guerra. Su Reino de pureza, que limpie toda inmundicia.

Su Reino de vida, que termine con esa terrible cultura de la muerte (aborto, eutanasia, manipulación genética). Su Reino de luz, que desenmascare a las falsas antorchas del liberalismo, neomodernismo, tecnicismo que pretenden iluminar nuestra sociedad y lo único que están logrando es dejarnos bizcos y ciegos para las cosas espirituales y echar de un plumazo a Dios de la esfera política, económica y social. Su Reino de desprendimiento interior, que desate todas esas cadenas que nuestro mundo y del dinero nos pone, arrebatándonos la verdadera libertad interior. Su Reino de esperanza, que anime a los desalentados y desilusionados de la vida. Su Reino de verdadera alegría, que supla esa otra alegría postiza y ligera de los fáciles placeres. Su Reino de fe, que disipe el ateísmo, el agnosticismo y el indiferentismo religioso que cunden en nuestro mundo; y que acabe con esos movimiento pseudorreligiosos que intentan robar nuestra fe y mezclarla con elementos paganos.

3. ¿Cuáles son las exigencias de Cristo Rey? Son tres: negarse a sí mismo, tomar la cruz de cada día y seguir las huellas de este Rey, llevando en la mano y en el corazón su estandarte y su bandera. Negarse a sí mismo significa luchar para contrarrestar esas tendencias desordenadas que todos llevamos dentro desde el pecado original: la tendencia a la ambición, a los apegos, a la vida fácil, al egoísmo, al disfrute sin freno, a la vanidad, a la soberbia, a querer tener la razón, a imponerme. El medio para negarnos es la mortificación de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos...y la búsqueda de cuanto me cuesta por amor a Cristo. Tomar la cruz cada día significa mirar la cruz de frente, no rehuir, ni acortarla, ni cubrirla de terciopelo para que no me moleste, agradecerla todos los días a Dios, llevarla con serenidad, paciencia y, si es posible, con alegría interna...Todos los días, no sólo cuando no me pesa. Seguir las huellas de Cristo significa que tengo que poner mi pie donde Jesús lo ha puesto, pues Él va delante marcando el camino. Llevando su bandera con orgullo, con amor y alegría y clavándola en mi casa, en mi trabajo, en todas partes donde vaya.

4. ¿Cuál es el premio a quienes luchen en su ejército y bajo su bandera? Aquí en la tierra: seguridad de éxito, alegría interior, paz del alma, certeza de la compañía de Jesús, realización en la vida. Y allá arriba, la vida eterna, el premio del cielo.

viernes, 23 de noviembre de 2018

LECTURAS BÍBLICAS DE LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY, DOMINGO 25 NOVIEMBRE 2018


Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (Solemnidad)
25 de noviembre de 2018


Color: Blanco
Santos:
Santa Catalina de Alejandria, Mártir



Lecturas del día:

Primera lectura
Daniel 7:13-14

13 Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia.
14 A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás.


Salmo responsorial
Salmo 93:1-2, 5

1 Reina Yahveh, de majestad vestido, Yahveh vestido, ceñido de poder, y el orbe está seguro, no vacila.
2 Desde el principio tu trono esta fijado, desde siempre existes tú.
5 Son veraces del todo tus dictámenes; la santidad es el ornato de tu Casa, oh Yahveh, por el curso de los días.


Segunda lectura
Apocalipsis 1:5-8

5 y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
6 y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
7 Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso.



Evangelio
Juan 18:33-37

33 Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?»
34 Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»
35 Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?»
36 Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.»
37 Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»






LO DECISIVO
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn (18,33b-37)


El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año 30 un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma.

El evangelio de Juan relata el diálogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento, Jesús hace esta solemne proclamación: «Yo para esto nací y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz».

Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdad, y solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos.

Por eso Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos, que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios, que la defienden por obligación, aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad, sino testigo.

Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio, sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en «voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz» (Jon Sobrino).

Esta voz es más necesaria que nunca en esta sociedad atrapada en una grave crisis económica. La ocultación de la verdad es uno de los más firmes presupuestos de la actuación de los poderes financieros y de la gestación política sometida a sus exigencias. Se nos quiere hacer vivir la crisis en la mentira.

Se hace todo lo posible para ocultar la responsabilidad de los principales causantes de la crisis y se ignora de manera perversa el sufrimiento de las víctimas más débiles e indefensas. Es urgente humanizar la crisis poniendo en el centro de atención la verdad de los que sufren y la atención prioritaria a su situación cada vez más grave.

Es la primera verdad exigible a todos si no queremos ser inhumanos. El primer dato previo a todo. No podemos acostumbrarnos a la exclusión social y la desesperanza en que están cayendo los más débiles. Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en defensa de los últimos. Quien es de la verdad escucha su voz.







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