Mostrando entradas con la etiqueta ADVIENTO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ADVIENTO. Mostrar todas las entradas

sábado, 30 de noviembre de 2019

CINCO FORMAS DE PREPARAR TU CORAZÓN PARA VIVIR EL ADVIENTO


EL DOMINGO YA EMPIEZA EL ADVIENTO


¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net




Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Mañana será el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.
A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.

PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

viernes, 29 de noviembre de 2019

IDEAS PARA VIVIR UN ADVIENTO DIFERENTE


Conoce esta idea para que los niños vivan un Adviento “diferente” este año
Redacción ACI Prensa





Este domingo 01 de diciembre inicia el Adviento, la temporada de preparación para celebrar la Navidad. Por tal motivo, ACI Prensa presenta una idea que ayudará a los más pequeños del hogar a recibir a Dios con un corazón lleno de amor.

La propuesta es que los niños hagan por sí mismos un calendario de Adviento en el cual, por cada día, escriban sus propios propósitos a cumplir. Los niños a diario revisarán si cumplieron los propósitos para ir preparando su corazón hasta la Navidad.

Se sugieren los siguientes propósitos:

1. Ayudaré en casa en aquello que más me cueste trabajo

2. Rezaré en familia por la paz del mundo antes de comer

3. Ofreceré mi día por los niños que no tienen papás ni un hogar donde vivir.

4. Obedeceré a mis padres y maestros con alegría.

5. Compartiré mi merienda con un compañero que no ha traído comida.

6. Hoy cumpliré con toda mi tarea sin quejarme.


7. Ayudaré a mis hermanos o amigos en algo que necesiten.

8. Hoy no comeré dulces y lo ofreceré por los sacerdotes.

9. Rezaré 3 Ave Marías por el Papa.

10. Pediré por alguien que conozca que este mal o triste.

11. No usaré mi tablet o celular en las comidas.

12. Leeré algún pasaje del Evangelio.

13. Rezaré frente al Santísimo por los que no quieren a Jesús.

14. Hoy pediré a la Santísima virgen por mi país.

15. No comeré dulces entre comidas.

16. En lugar de ver la televisión ayudaré a mi mamá en lo que necesite.


17. Perdonaré como Jesús cuando alguien me moleste.

18. Pediré por los que tienen hambre.

19. Rezaré un Ave María para demostrarle a la Virgen cuanto la amo.

20. Enseñaré a un compañero un tema que no sepa.

21. Saludaré con cariño a alguien que me caiga mal.

22. Daré un juguete o una ropa a un niño que no lo tenga

23. Leeré el nacimiento de Jesús en el Evangelio de S. Lucas 2, 1-20.

24. Iré a misa con mi familia antes de la cena de Navidad.

martes, 19 de noviembre de 2019

¿CÓMO REZAR EL ROSARIO DE ADVIENTO?


Rosario de Adviento
“Adviento, Tiempo de espera”

Indicaciones:

· Ambiente: Capilla

· Símbolo: Una “corona de adviento” con 4 cirios los cuales deberán ser prendidos al inicio de cada una de las primeras cuatro meditaciones; en la quinta meditación se encenderá el cirio de la Virgen. La corona se coloca a los pies de la imagen de la Virgen

Materiales:

· Imagen de la Virgen
· Corona de adviento con sus 4 cirios
· Cirio azul (para la Virgen)
· Cancioneros

T: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo...

MONICION INICIAL:

En comunión con toda la Iglesia celebramos el tiempo litúrgico de Adviento. En este tiempo nos prepararnos para celebrar la Navidad, como conmemoración de la primera venida del Hijo de Dios entre los hombres y, a la vez, mediante esta celebración, nuestra fe se dirige a la segunda venida, ya gloriosa y definitiva al final de los tiempos, del Señor Jesús.

Es un tiempo mariano por excelencia ya que nuestra Madre aparece  cooperando activamente en el misterio de la Reconciliación preparando el nacimiento del Mesías. Es por ello que, en su presencia y compañía, vivimos este tiempo de espera y de conversión.

Iniciemos este Santo Rosario cantando “Esperando”.

PRIMERA MEDITACION:
TIEMPO DE ESPERA Y CONVERSION

El tiempo de Adviento es un tiempo de espera activa en búsqueda del encuentro definitivo con el Señor Jesús.  Espera activa que implica tener deseos de cambiar, de prepararse; es por eso que en este tiempo estamos llamados a la exigencia radical, a la conversión, al cambio de vida, a volver nuestros pasos al camino de Dios;  llamados a la conversión que debe abarcar todo nuestro ser y que debe llevarnos a cambiar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones; poniéndolas en concordancia con la manera de pensar, sentir y actuar de Jesús.

SEGUNDA MEDITACION:
LA ORACIÓN

El Adviento es tiempo de acercamiento sincero al Señor, quien está por venir y que  a la vez ya está entre nosotros. Pero no podemos acercarnos a Él sino lo buscamos, sino estamos en constante tensión por ponernos en su presencia.  La oración, personal y comunitaria, constituye un medio eficaz de búsqueda hacia un encuentro real con el Señor Jesús; mediante la escucha atenta, la meditación y la interiorización de su Palabra, lo que debe constituirse en una exigencia y necesidad en este tiempo de espera.

TERCERA MEDITACION:
LA PENITENCIA

Dios nos envía un Salvador, su propio Hijo. ¿Pero estamos realmente preparados para acogerlo y recibirlo en toda su dimensión? Pongamos todo de nuestra parte, por asumir, sin contemplaciones, durante este tiempo de espera todos los sufrimientos, problemas y dolores que encontramos en nuestro camino de santidad buscando ponernos en forma concreta, en la Cruz del Señor, viviendo estas dificultades en sentido oblativo, de sacrificio y entrega; mediante la penitencia, medio necesario de preparación y espera hacia un encuentro definitivo con el Señor Jesús.

CUARTA MEDITACION:
LA CARIDAD

La caridad, se nos presenta como un excelente medio de espera y conversión en el tiempo de Adviento; ya que sólo a través de nuestra comunión de amor con el Señor, estaremos en condiciones de amar realmente a nuestros hermanos y de practicar la verdadera caridad con ellos. La caridad debe llevarnos durante este tiempo expresarla concretamente a través de la atención de los más pobres y necesitados, buscando su promoción integral y radicalizando nuestra obligación de ser “guardianes del hermano” preocupándonos de colaborar con él para aliviar sus necesidades y problemas. ( Se sugiere cantar el primer Ave María).

QUINTA MEDITACION:
MARÍA NOS EDUCA EN LA ESPERA

María, con su “Fiat”, acepta ser la Madre de Dios y al hacerlo dirige todo su esfuerzo por cumplir a cabalidad tal misión y espera ansiosa aquel momento de máxima felicidad, como es el nacimiento del Señor Jesús; pero esta espera de la Madre no es una espera pasiva, sino por el contrario es una espera activa, demostrada en las acciones de Santa María durante la visita a su prima Isabel.

Reflexionemos sobre nuestra actitud de espera de la llegada de Jesús y dejémonos educar por María en la espera paciente y activa. Cantamos MADRE NUESTRA.(Se sugiere encender el cirio de la Virgen).

MONICION FINAL

En este tiempo de Adviento como cristianos comprometidos estamos llamados a vivir en actitud de tensión y búsqueda de la presencia del Señor Jesús y en espera de su retorno definitivo.  Pidámosle a Santa María que nos enseñe a esperar con su misma fe.  Terminemos rezando La Salve.

viernes, 11 de diciembre de 2015

FRASES PARA EL ADVIENTO


Frases para el Adviento   




*La esperanza del Adviento es saber a quién estamos esperando: A JESÚS.

*El Señor no nos dice cuándo será su venida definitiva pero, en cambio, nos da pistas de cómo hemos de estar a su llegada: VIGILANTES.

*Esperar al Señor implica hacerlo con aquello que Él nos dijo: salir con amor al encuentro del AMOR.

*Estar alerta es descubrir que, de mil maneras, Dios pasa a nuestro lado: DIOS INVISIBLE PERO SENSIBLE.

*El  Adviento es un compás con tres movimientos: VIGILANCIA, ORACIÓN, CONVERSIÓN Y ALEGRÍA.

*Ir al encuentro de Aquel que viene es poner luz en nuestro corazón para disipar las tinieblas que nos impiden verle.

*El problema del mundo es que desespera por todo. La grandeza del cristiano es que espera en medio de toda desesperanza.

*La oración, en Adviento, es un papel en el que el cristiano escribe su carta personal al Dios que viene en Belén.

*La Palabra de Jesús, además de fortalecernos, nos da seguridad en nuestra esperanza: HABLA.

*El mundo se empeña en cambiar las cosas pero, el Señor, va al fondo de las personas: AL CORAZÓN.

*La rutina es enemiga del vigilante. ¿Quieres y deseas un futuro con Dios? PERMANECE EN PIE.

*La sociedad ¿espera en algo? Posiblemente no. Nosotros en cambio esperamos otro nuevo mundo.

*Las mejores autopistas necesitan constantemente arreglos. La llegada del Señor ¿cómo encuentra los caminos de nuestros corazones?

*¡Qué alegría sentimos cuando alguien nos devuelve algo que es nuestro! ¿Sentimos la misma alegría con el nacimiento de Jesús que nos trae y nos devuelve a Dios?

*Amar a María es llenarnos de lo que, en María, fue constitutivo: la Palabra de Dios. ¿La escuchamos y la veneramos? ¿La reflexionamos y la llevamos a nuestra vida?

*Preparar los caminos al Señor es salir a su encuentro; no detenernos en los escaparates que seducen nuestros instintos pero adormecen nuestras ansias de ir a los brazos de Dios.

*Celebremos la primera Navidad pero, además de eso, levantemos un poco más nuestras cabezas: la segunda venida del Señor está al caer. ¿Cuándo? Eso es lo de menos. Lo importante es….la esperanza.

*Sobran palabras y faltan testimonios. En Belén, con pocas palabras y con una presencia, Dios lo dijo todo. ¿Por qué será que a nosotros nos cuesta tanto el hacer y tan poco el hablar?



P. Javier Leoz

miércoles, 10 de diciembre de 2014

NECESITAMOS DE TÍ


Necesitamos de Tí



Necesitamos de Ti, de Ti solamente,
y de nadie más.
Solamente Tú, que nos amas,
puedes sentir por todos nosotros
que sufrimos, la compasión
que cada uno siente
en relación consigo mismo.

Solo Tu puedes medir que grande,
que inconmensurablemente grande
es la necesidad que hay de Ti
en este mundo, en esta hora.

Todos necesitamos de Ti,
también aquellos que no lo saben,
y estos necesitan bastante más
que los que lo saben.

El hambriento piensa
que debe de buscar pan y,
mientras tanto, tiene hambre de Ti.
El sediento juzga necesitar agua,
mientras siente sed de Ti.
El enfermo se ilusiona en desear salud;
su verdadero mal, sin embargo,
es la ausencia de Ti.

Quien busca la belleza del mundo
sin darse cuenta, te busca a Ti,
que eres la belleza plena.

El que en sus pensamientos busca la verdad,
sin darse cuenta te desea a Ti,
que eres la única verdad digna de ser conocida.

El que se esfuerza por conseguir la paz,
esta buscándote a Ti, única paz
donde pueden descansar
los corazones inquietos.

Ellos te llaman sin saber que te llaman,
y su grito es, misteriosamente,
más doloroso que el nuestro.

Te necesitamos. Ven, Señor.

martes, 9 de diciembre de 2014

¿CÓMO ES EL CRISTO QUE TÚ ESPERAS EN NAVIDAD?


¿Cómo es el Cristo que tú esperas en Navidad?
Es el que puede colmar los deseos de paz, de amor, de solidaridad y de salvación para todos los hombres.
Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net



Era tiempo de adviento y soplaban vientos nuevos.

Jerusalén se había corrompido, su olor era nauseabundo, los olores que despedía el templo eran la grasa gorda, el dinero, las finanzas, el influyentísimo y el ascenso hasta los primeros puestos para asegurar una buena posición económica. La esposa del Señor se había prostituido y ya no había que buscar nada en aquella ciudad que había perdido su frescura y su antiguo esplendor. Hoy Dios ya no quería nada en aquella ciudad. Vientos nuevos, que impulsaron a una ruptura total y nuevos derroteros para que Dios pudiera habitar entre los suyos, entre los hombres. Dios buscaba una nueva esposa. Y fue elegido para encontrarla el secretario de Relaciones Exteriores del Señor, el Arcángel San Gabriel, y se escogió una aldea perdida en las montañas de Galilea, donde habitaban los marginados, los despreciados, los palurdos, casi casi paganos, aunque pertenecieran al mismo pueblo hebreo.

Y fue escogida la más sencilla de las mansiones y la más fresca de las chamaquitas de Galilea. Trece o catorce años. Muchachita de campo, curtida por el sol y las limitaciones de la pobreza y casada con obrero pobre de su misma comunidad, aunque él fuera descendiente del Rey David. . La diferencia que se obró en un momento no podía ser más significativa: un ángel de luz, ataviado para las grandes ocasiones y una muchachita que oraba y se alegraba por la llegada ya inminente del Dios de los cielos para honrar a los suyos.

El saludo fue particularmente significativo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Bendita palabra, la alegría no se separaría nunca más de los hombres, porque Dios se complace en vivir entre los pobres y los más desarrapados de los hombres. Nunca más la alegría podría deshacerse entre las manos de los hombres.

Y a continuación vino la embajada. El ángel le anuncia que si ella quisiera, podría convertirse en la madre del Señor, la madre de Jesús, quien sería grande y sería llamado Hijo del Altísimo, que tendría el trono de David su padre y reinaría por todos los siglos.

Es el gran anuncio, y es el Evangelio de la ternura y de la delicadeza del Creador que propone y no se impone a su criatura. Ante tantas mujeres que son maltratadas, vejadas, prostituidas, Dios estuvo pendientísimo de la respuesta de aquella mujer que no cabe en sí de asombro ante tal cometido: proporcionarle un cuerpo humano al Hijo de Dios, y proporcionarle al Dios altísimo la oportunidad de acercarse para siempre a los hombres y salvarlos pero desde dentro de su condición de humanos.

María pregunta, inquiere, se informa de las condiciones pero no para poner ninguna condición más sino para poder dar una respuesta plenamente satisfactoria al Dios que la llamaba. El ángel responde adecuadamente: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra", y el hijo de sus entrañas sería santo, consagrado y sería para siempre hijo del Altísimo.

María no necesita más explicaciones, si Dios se las ha dado, ha sido por su generosidad, su ternura, y el deseo ardentísimo de que María aceptara el altísimo cometido. Y la respuesta fue clara, tajante, luminosa, al grado que ha servido desde entonces y por siglos y siglos, de inspiración para pintores, escultores y artistas que quisieran dejar plasmado ese momento clave en la vida de los hombres, en que María, en nombre de la humanidad quiso convertirse en la nueva esposa del Señor, aceptando el don de la Maternidad que terminó para siempre el largo Adviento, para hacer presente entre los hombres al primero de todos ellos, el más bello, el más comprometido, el más solidario con todos los hombres, aquél que tuvo como gran honor permanecer cercano a los que nada esperan para ser él el que pueda colmar los deseos de paz, de progreso, de solidaridad y de salvación para todos los hombres.


¿Es ese el Cristo que tú estás esperando en esta Navidad?

domingo, 7 de diciembre de 2014

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO: EL SALVADOR VENDRÁ, ÉL ESTÁ POR LLEGAR


El Salvador vendrá, Él está por llegar
Adviento

Santa María de la alegría y la esperanza, danos deseos de recibir a tu Hijo Jesucristo levantando los ojos a lo alto. 


Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net



Segundo domingo de Adviento

En el siglo II antes de Cristo, el profeta Jeremías sostenía la fe del pueblo hebreo, deportado en tierras extrañas, y su secretario, su amanuense, Baruc, también se sintió con derecho a dejarnos por escrito un librito consolador, alentando la esperanza del pueblo en el día de su retorno a la tierra prometida, al añorado templo de Jerusalén, después de amargos años en la deportación.

No le salió tan mal el verso al secretario, pues en sus páginas podemos vivir la ilusión del pueblo que regresa entre cantos de victoria y alabanza, y a nosotros nos permite vivir hoy con María, los días previos a la venida de su Hijo Jesucristo.

Podemos ir desgranando algunos de sus renglones, con el cariño con que María fue preparando pobremente la ropita de su hijo para el momento de su nacimiento.

“Jerusalén, despójate de tus vestidos de luto y aflicción, y vístete para siempre con el esplendor de la gloria que Dios te da; envuélvete en el manto de la justicia de Dios y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu grandeza a cuantos viven bajo el cielo”.

¡Cómo me gustaría hoy que todos los jóvenes, que gustan vestir de negro, pintando sus propios labios de negro, dirigiéndose a espectáculos donde se encuentran de todo menos la paz, el sosiego y el silencio, pudieran escuchar al Profeta!

No puede haber luto y aflicción donde está el Hijo del Altísimo, donde está el que dejó su gloria para darnos a nosotros el amor y la paz. Deja, joven, que Dios te dé su manto, y adorne tu frente con diadema de gloria y esperanza.

“Ponte de pie, Jerusalén, sube a la altura, levanta los ojos y contempla a tus hijos, reunidos de oriente y de occidente, a la voz del Espíritu, gozosos porque Dios se acordó de ellos. Salieron a pie, llevados por los enemigos, pero Dios te los devuelve llenos de gloria, como príncipes reales”. 

Pienso en las madres, que llenas de angustia, después de haber insistido inútilmente con sus hijos de preferir la tranquilidad de la casa paterna, suelen ir en desbandada, en grupos, a los “antros” o a las “disco”, incapaces de oponerse, casi arrastrados, por los enemigos, el placer, la diversión, la violencia, el desenfreno, la lujuria, los excesos en la bebida.

Ponte de pie... sube a la altura... levanta los ojos, Dios te los regresa, llegan no buscando el jergón, la cobija, la oscuridad para medio descansar después de una noche de aventura... Dios te los devuelve... como príncipes reales.

Eso es lo que hace con nosotros el Señor, después de la noche del pecado, Cristo acompaña a nuestra humanidad, a cada uno de los hombres, y nos hace hijos de la luz, de la esperanza, del amor, del gozo que nadie podrá arrebatarnos, porque es fruto de su amor, de su entrega, de su donación.

El Salvador vendrá, Él está por llegar, pero ya Baruc, y luego Juan el Bautista, invitarían a su pueblo, y es la invitación de la Iglesia, a preparar los caminos, abrir los corazones, para que la ayuda que nos viene del exterior, encuentre causes para llegar hasta el último de los moradores.

¡Qué difícil es llegar con la ayuda, con los víveres y las medicinas, después de una inundación o de un terremoto, cuando no existen carreteras ni caminos!

Por eso, “Dios ha ordenado que se abajen todas las montañas y todas las colinas, que se rellenen los valles hasta aplanar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios”. 

Aún hay en nuestro corazón muchas montañas de orgullo, de vanidad, de autosuficiencia, y muchas hondonadas, muchos precipicios oscuros a los que el Señor tiene que llegar, para que vengan con él la luz y la paz del corazón.

“Los bosques y los árboles fragantes le darán sombra por orden de Dios. Porque el Señor guiará a Israel en medio de la alegría y a la luz de su gloria, escoltándolo con su misericordia y su justicia”. 

Él nos guiará, esa es su misión, es la misión de Cristo entre nosotros, guiar, conducir, alentar, vigorizar los corazones, desentumecer las rodillas, como gusta decir Juan Pablo II, que ya no puede moverse físicamente, pero que alienta, que conduce, hasta elevar nuestras miradas al Salvador.

Y aquí conectamos con San Pablo, que recomienda que el amor de Cristo “Siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual. Así podrán escoger siempre lo mejor y llegarán limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios”.

Eso es lo que nos hace falta: crecer más y más en Cristo Jesús para poder escoger siempre lo mejor y llegar limpios.

Escoger siempre lo mejor, no contentarnos con espuma, con barro, con estiércol, con tinieblas, con oscuridades, buscar mejor la paz interior, el consuelo, la dicha y la paz, cosas todas ellas en las que María es experta.

Esa mujer a quien contemplaremos el próximo día 8 de diciembre, en su Concepción Inmaculada, y luego entre los mexicanos y en toda América, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, la primera evangelizadora de América, la mujer de la Luz, la mujer de la Paz, la mujer de la Esperanza.


"Santa María de la Alegría y la Esperanza, danos deseos de recibir a tu Hijo Jesucristo levantando los ojos a lo alto, de donde nos vendrá la Salvación."


 

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA VIRGEN MARÍA, LA QUE ESPERA



María, la que espera
Adviento
María nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-Niño.
Por: María de Lourdes Rodero Elizondo, o.p. | Fuente: Catholic.net




El adviento es tiempo de espera para la gran celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús es el gran acontecimiento largamente esperado por el Pueblo de Israel que durante tantos años vivió anhelando el cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de que le enviaría un Salvador.

Nuestra cultura no está habituada a esperar y nos es difícil comprender que el Pueblo de Israel haya esperado siglos y siglos para el cumplimiento de esta promesa. La nuestra es la cultura de la prisa, de lo inmediato, de lo "express". Esperar implica acomodarse al tiempo de otro y es realmente difícil aceptar los tiempos de “otro” cuando no coinciden con los nuestros, incluso si son tiempos de Dios.

El Adviento nos invita a esperar el tiempo de Dios; la venida de Jesús.

El adviento no es aún la fiesta, sino espera, preparación y expectación para la gran fiesta.
El gozo propio del adviento es de quien ha recibido una promesa y espera ilusionado su cumplimiento y verificación. Sin embargo, hoy ya no lo vivimos esperando una promesa. Hemos adelantado la fiesta y hemos perdido el clima de "espera", "de promesa", de "don".

Lo anticipamos todo: durante el adviento, nos damos regalos, los abrimos, comemos pavo, dulces, etc. No sabemos esperar. Esta anticipación del festejo nos ha "robado" el tiempo de preparación espiritual propuesto por la Iglesia para una celebración profunda de la Navidad, que tendría que ser para cada cristiano, un encuentro “de corazón a corazón” con el Dios-niño, tan sencillo y pequeño, que se encuentra al alcance de todos. Actualmente hay muchos festejos “navideños” que nada tienen que ver con el misterio de la Navidad y muchas veces para el 24 de diciembre, ya nos encontramos cansados y agobiados; incluso "saturados" de tantos compromisos; agotados por la prisa y el estrés. La forma en la que solemos vivir el adviento, en lugar de prepararnos para celebrar la Fe en un clima de paz y gozo espiritual, muy probablemente nos acelera, dispersa y distrae para lo esencial.

María, la Madre que supo esperar con verdadera esperanza y gran amor, es el gran personaje del Adviento que nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-niño.

Tres actitudes muy hermosas de María que nos pueden ayudar a vivir este adviento son: la espera, la preparación del corazón y la acogida sincera.

1. María espera con gozo, con profunda esperanza, la llegada de Jesús a su vida.

2. María prepara su corazón con vivos sentimientos de ternura para con el Niño Jesús que viene y de gratitud profunda para con Dios que cumple sus promesas.

3. María cultiva en su corazón una acogida generosa, abriéndolo de par en par para que realmente entre Jesús a su vida. Ella lo esperaba sinceramente, no lo acoge sólo de palabra, sino que le ofrece su corazón.

Que María nos enseñe a vivir este adviento en una espera gozosa; a aprovechar este tiempo para preparar nuestro corazón para que Jesús realmente encuentre en él un lugar donde quedarse y desde el cual podamos descubrirlo como verdadero Salvador: como el Dios que viene a iluminar lo que en nuestra vida está oscuro; a sanar lo que en nuestra vida está enfermo; y a liberarnos de todo lo que nos impide vivir en el gozo de su Amor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO


La grandeza de lo pequeño
Un par de peregrinos tocarán a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda nacer. 


Por: H. Christian David Garrido F. L.C. | Fuente: Catholic.net



En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: « Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. »
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: « ¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
 (Lc. 10. 21-24)

“Yo te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeños.” Estas palabras encierran un misterio y una paradoja para la lógica humana. Los más grandes acontecimientos de su vida, Cristo no los quiso revelar a quienes, según el mundo, son “los sabios y prudentes”. Él tiene una manera diferente para calificar a los hombres.

Para Dios no existen los instruidos y los iletrados, los fuertes y los débiles, los conocedores y los ignorantes. No busca a las personas más capaces de la tierra para darse a conocer, sino a las más pequeñas, pues sólo estas poseen la única sabiduría que tiene valor: la humildad.

Las almas humildes son aquellas que saben descubrir la mano amorosa de Dios en todos los momentos de su vida, y que con amor y resignación se abandonan con todas sus fuerzas a la Providencia divina, conscientes de que son hijos amados de Dios y que jamás se verán defraudadas por Él. La humildad es la llave maestra que abre la puerta de los secretos de Dios. Es la gran ciencia que nos permite conocerle y amarle como Padre, como Hermano, como Amigo.

El adviento es tiempo de preparación, un momento fuerte de ajuste en nuestras vidas. Esforcémonos, pues, por ser almas sencillas, almas humildes que sean la alegría y la recreación de Dios. Cristo niño volverá a nacer en medio de la más profunda humildad como lo hiciera hace más de dos mil años. Un par de peregrinos tocarán a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda nacer. ¿Cómo podremos negarle nuestro corazón a Dios, que nos pide un corazón humilde y sencillo en el cual pueda nacer?


“Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven, porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que oyen, y no lo oyeron.”

 

jueves, 4 de diciembre de 2014

EMPEZAR A PREPARARNOS PARA NAVIDAD Y LA VIDA ETERNA



Empezar a prepararnos para Navidad y la vida eterna...
Dejemos de poner nuestro corazón en las cosas pasajeras y pensemos más en los bienes eternos.
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net



Estamos en tiempo de Adviento Es el tiempo santo de preparación que la Iglesia Católica celebra desde el principio de los cuatro domingos anteriores a la Navidad.

Siempre que vamos a tener un gran acontecimiento en nuestras vidas, nos preparamos. Así se preparaban en los tiempos antiguos para la llegada del MESÍAS.

Así nosotros hemos de prepararnos para esta Nochebuena, para esta Navidad en que celebraremos la llegada del Niño-Dios.

Esto es una conmemoración pero también se nos pide una preparación muy especial para la segunda llegada de Jesucristo como Supremo Juez, también llamada Parusía en la que daremos cuenta del provecho que hayamos sacado de su Nacimiento y de su muerte de Cruz.

El día en que hemos de morir es el acontecimiento más grande e importante para el ser humano. No resulta agradable hablar de ello ni pensar en esto. Tal vez por ser lo único cierto que hay en nuestra vida: la muerte. Es más agradable quedarnos en la fiesta, en la alegría de una hermosa Navidad.

Pero no olvidemos que este episodio ya fue. El otro está por venir. Aún no llega, pero... llegará. Velen, pues, y hagan oración continuamente para que puedan comparecer seguros ante el Hijo del Hombre Juan 21, 25-28,34-36. Estas son las palabras de Jesús a sus discípulos, en aquellos tiempos y nos las está repitiendo continuamente en nuestro presente.

Dejemos de poner nuestro corazón en las cosas pasajeras y pensemos más en los bienes eternos. ¿Quién podrá comparecer seguro ante el Hijo del Hombre? Tan solo el pensamiento de este Juicio nos hace estremecer.

Pero recobremos la esperanza sabiendo que seremos juzgados con gran misericordia y amor si en este tiempo de Adviento nos preparamos rebosante de amor mutuo y hacia los demás como dice San Pablo en su carta a los tesalonicenses, porque tuve sed y me disteis de beber, porque tuve hambre y me disteis de comer...

Pensemos en los demás. Olvidemos en este tiempo de Adviento nuestro "pequeño mundo" y volvamos los ojos a los que nos necesitan, a los que nada tienen, a los que podemos hacer felices dándoles nuestra compañía, nuestro amor y apoyo, una palabra de ternura y aliento, una sonrisa... Siempre está en nuestra mano hacer dichoso a un semejante. Solo así podremos estar seguros ante la presencia y el Juicio de Nuestro Señor Jesucristo que lleno de amor y misericordia unirá a nuestras pobres acciones los méritos de su pasión y muerte.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

DELICIAS DE NAVIDAD

Delicias de Navidad
Gastronomía Alemania
Durante este periodo se enciende una vela de la corona de adviento cada domingo y se invita a los amigos y familiares a tomar té y a degustar las galletas de producción casera 


Por: Angeles Nevado | Fuente: dw-world.de



El mes de diciembre en Alemania tiene un aroma muy especial a galletas recién horneadas. De todos los tamaños, formas y sabores, constituyen uno de los elementos representativos de la Navidad germana.

Esta dulce costumbre es el componente básico de los cuatro domingos que preceden a la Nochebuena, denominado el periodo de Adviento. Durante este periodo se enciende una vela de la corona de adviento cada domingo hasta llegar al día 24, en el que se encenderán todas en homenaje a la llegada de la Navidad y se invita a los amigos y familiares a tomar té y a degustar las galletas de producción casera.

Pero además de estas galletas con función de pastas acompañantes del té, los alemanes crean sus casitas de pan de jengibre y galletas alusivas a la Navidad que sirven de verdaderos adornos para decorar el árbol y se conocen mundialmente como obras de arte de la repostería.


Orígenes

La tradición de las galletas tiene su origen en Roma y viene de la costumbre navideña de repartir panes y bollitos de miel. En ese imperio, durante las Saturnales, se eliminaban las barreras entre esclavos y hombres libres. Los papeles se invertían por unos días y los señores agasajaban a sus servidores con manjares, entre otras cosas, porque si no lo hacían atraían la mala suerte. Del siglo XIX data el horneo de galletas en su forma actual y en los siglos anteriores sólo las personas acaudaladas se podía permitir comprar estos dulces a los vendedores ambulantes o a los panaderos.

Hay una cantidad ingente de tipos de galletas, por ejemplo las "Springerle" que son galletas de anís y su receta es una de las más antiguas del país, las "Butterplätzen" galletas de mantequilla, las "ZimtSterne" unas galletas en forma de estrella con sabor a canela y que contienen almendras y nueces. Pero sin duda las más populares son las dos siguientes ya que poseen una historia propia y se las puede encontrar en todos los mercados de Navidad.


"Lebkuchen"

El pan de jengibre es un clásico en las mesas alemanas por Navidad. En la época griega se hacía en Rodas, y los mercaderes que paraban allí trajeron esta delicia a Nuremberg. Desde la Edad Media, los pasteleros de Nuremberg elaboran el Lebkuchen según su receta y la mantienen secreta.


"Spekulatius"

El nombre de esta galleta proviene del apodo "especulador" que recibe San Nicolás y para honrarle se hornean las galletas en su día el 6 de diciembre. Las "Spekulatius" son de pastaflora y se hornean en moldes de diferentes motivos los más usuales son los de Nicolás, molinos, elefantes, cisnes y demás, que se corresponden con los elementos de la historia de San Nicolás.

ADVIENTO, ALGUIEN LLEGA


Adviento. Alguien llega
En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo.
Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net




Adviento. Sí, llegada de Alguien importante, para algo importante, por algo importante, a un lugar importante. Descubramos el sentido profundo de este tiempo litúrgico tan sencillo, austero y propicio para la meditación y la esperanza.

En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo en su carne sencilla, prestada por María, hace más de dos mil años. Y al mismo tiempo ese adviento, todo adviento, nos lanza y nos proyecta y nos hace desear la última venida de Cristo al final de los tiempos en toda su gloria y majestad, como nos describe san Mateo en el capítulo 25: “Ven, Señor Jesús”. Pero también en cada adviento, si vivimos en clave de amor y de fe, podemos recibir y descubrir la venida intermedia de Cristo en su Eucaristía –detrás de ese pan y vino, que ya no es pan ni vino, sino el Cuerpo y la Sangre de Cristo-, en el prójimo necesitado –pregunten, si no, a san Martín de Tours cuando dio la mitad de su manto a ese pobre aterido de frío en pleno invierno francés hace ya muchos, muchos años, y en la noche Cristo se le apareció vestido con esa mitad del manto para agradecerle ese hermoso gesto de caridad-, o también descubrir el rostro de Cristo detrás de ese dolor o adversidad de la vida. Cristo continúa viniendo. El adviento es continuo y eterno. El hombre vive en perpetuo adviento. Cristo viene siempre, cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora y cada minuto. Basta estar atento y no embotado en las mil preocupaciones.

Quién llega: Es Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Salvador, el Redentor del mundo, el Señor de la vida y de la historia, mi Amigo, El Agua viva que sacia mi sed de felicidad, el Pan de vida que nutre mi alma, el Buen Pastor que me conoce y me ama y da su vida por mí, la Luz verdadera que ilumina mi sendero, el Camino hacia la Vida eterna, la Verdad del Padre que no engaña, la Vida auténtica que vivifica.

Cómo llega: Llegó humilde, pobre, sufrido, puro hace más de dos mil años en Belén. Llega escondido en ese trozo de pan y en esas gotas de vino en cada Eucaristía, pero que ya no son pan ni vino, sino el Cuerpo sacrosanto y la Sangre bendita de Cristo resucitado y glorioso. Y llega disfrazado en ese prójimo enfermo, pobre, necesitado, antipático, a quien podemos descubrir con la fe límpida y el amor comprensivo. Y llega silencioso o con estruendo en ese accidente en la carretera, en esa enfermedad que no entiendemos, en esa muerte del ser querido, para recordarnos que Él atravesó también por esas situaciones humanas y les dio sentido hondo y profundo.

Por qué llega: porque quiere hacernos partícipes de su amor y amistad. Quiere renovar una vez más su alianza con nosotros. El amor es el motor de estas continuas venidas de Cristo a nuestro mundo, a nuestra casa, a nuestra alma. No hay otra razón.

Para qué llega: para dar un sentido de trascendencia a nuestra vida, para decirnos que somos peregrinos en este mundo y que hay que seguir caminando y cantando. Llega para enjugar nuestras lágrimas amargas. Llega para agradecernos esos detalles de amor que con Él tenemos a diario. Llega para hablarnos del Padre, a quien Él tanto ama. Llega para alimentar nuestras ansias de felicidad. Llega para curar nuestras heridas, provocadas por nuestras pasiones aliadas con el enemigo de nuestra alma. Llega para recordarnos que no estamos solos, que Él está a nuestro lado como baluarte y sostén. Llega para pedirnos también una mano y nuestros labios y nuestro corazón, porque quiere que prediquemos su Palabra por todos los rincones del mundo.

Dónde llega: llega a nuestro mundo convulso y desorientado y hambriento de paz, de calor, de caridad y de un trozo de pan; a nuestras familias tal vez divididas o en armonía; a nuestros corazones inquietos como el de san Agustín de Hipona, corazón que sólo descansó en Dios. Quiere llegar a todos los parlamentos internacionales y nacionales para dar sentido y moralidad a las leyes que ahí se emanan. Quiere llegar al palacio del rico, como a la choza del pobre. Quiere llegar junto al lecho de un enfermo en el hospital, como también a ese salón de fiestas, dónde él no viene a aguar nuestras alegrías humanas sino a purificarlas y orientarlas. Quiere llegar al mundo de los niños, para cuidarles su inocencia y pureza. Quiere llegar al mundo de los jóvenes, para sostenerles en sus luchas duras y enseñarles lo que es el verdadero amor. Quiere llegar al mundo de los adultos para decirles que es posible la alegría y el entusiasmo en medio del trabajo agotador y exhausto de cada día. Quiere llegar a cada familia para llevarles el calor del amor, reflejo del amor trinitario. Quiere llegar al mundo de los ancianos para sostenerles con el báculo del aliento y la caricia de la sonrisa. Quiere llegar al mundo de los gobernantes para decirles que su autoridad proviene de Dios, que deben buscar el bien común y que deberán dar cuenta de ella.

Cuántas veces llega: si estamos atentos, no hay minuto en que no percibamos la venida de Cristo a nuestra vida. Basta estar con los ojos de la fe bien abiertos, con el corazón despierto y preparado por la honestidad, y con las manos siempre tendidas para el abrazo de ese Cristo que sabe venir de mil maneras. Por tanto, podemos decir que siempre es adviento. Es más, nuestra vida debe ser vivida en actitud de adviento: alguien llega. No vayamos a estar somnolientos y distraídos.

Cómo prepararnos: nos ayudará en este tiempo leer al profeta Isaías, meditar en san Juan Bautista que encontramos al inicio de los evangelios y contemplar a María. Isaías con su nostalgia del Mesías nos prepara para la última venida de Cristo. San Juan Bautista nos prepara para esas venidas intermedias de Cristo en cada acontecimiento diario y sobre todo en la Eucaristía. Y María nos hará vivir, rememorar en la fe ese primer adviento que Ella vivió con tanta esperanza, amor y silencio, para poder abrazar a ese Niño Jesús sencillo, envuelto en pañales y recostado en un pesebre.

Adviento, tiempo de gracia y bendición. Llega alguien, sí. Llega Dios. Y Dios es todo. Dios no quita nada. Dios da todo lo que hace hermosa a una vida. Y hay que abrirle la puerta y Él entrará y cenará con nosotros y nosotros con Él. Y nos hará partícipes de su amor y felicidad. ¡Qué triste quien no le abra la puerta a Cristo, dejándolo fuera, helándose y despreciado, con sus Dones entre sus Manos benditas! ¿Habrá alguien así, desalmado y sin sentimientos? ¡No lo creo! Al menos no lo quiero creer.


P. Antonio Rivero LC

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...