lunes, 30 de diciembre de 2013

EL DESALIENTO


EL DESALIENTO

 desaliento nos ata los brazos y así nos impide la acción apostólica. Es el arma preferida utilizada por Satanás, porque a quien no puede hacer caer en pecado, trata de desanimarlo y desalentarlo para que sea inofensivo. Estemos en guardia contra esto y recurramos a la oración, sabiendo que Dios vence en la debilidad, y que aunque nos salgan mal los apostolados o con poco o ningún fruto, Dios siempre premia el trabajo realizado, no los resultados.

No nos atemos a los resultados porque la mayoría de las veces no veremos los frutos de nuestro trabajo apostólico en este mundo. De vez en cuando Dios nos mostrará algún triunfo para darnos coraje, pero esto será una excepción, así que deberemos acostumbrarnos a trabajar a ciegas, empujados solos por el gran amor a Dios y a las almas.

Y este amor a Dios y a las almas se consigue orando incesantemente, especialmente con el Santo Rosario, ya que rezándolo nos enardecemos y nos encendemos de celo apostólico, y mientras lo rezamos descargamos en él nuestras penas y problemas, incluso nuestros desalientos; y así nos vamos recobrando del desánimo y tomamos nuevas fuerzas para seguir sin bajar los brazos.

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