viernes, 9 de mayo de 2025

UNA ORACIÓN POR EL PAPA LEÓN XIV




El recién elegido Papa León XIV, nacido como Robert Prevost en Chicago (Estados Unidos), se dirige a la multitud desde el balcón central de la Basílica de San Pedro por primera vez, el 8 de mayo de 2025. | Crédito: TIZIANA FABI / AFP vía Getty Images.

Una oración por el Papa León XIV



Una oración por el Papa

Señor, fuente de vida y verdad eternas,

concede a tu pastor un espíritu de valentía y recto juicio,

un espíritu de conocimiento y amor.

Que, gobernando con fidelidad a quienes le has confiado,

como sucesor del apóstol Pedro

y Vicario de Cristo, edifique tu Iglesia

como sacramento de unidad, amor

y paz para todo el mundo.

Amén.

V/ Oremos por el Papa.

R/ Que el Señor lo conserve, le conceda una larga vida, lo haga dichoso en la tierra y no lo entregue al poder de sus enemigos.

V/ Que tu mano esté sobre tu siervo santo.

R/ Y sobre tu hijo, a quien has ungido.

Padre Nuestro...

Ave María...

Gloria...



Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register. 

PRIMERA HOMILÍA DEL PAPA LEÓN XIV EN LA MISA CON LOS CARDENALES ELECTORES


Primera homilía del Papa León XIV en la Misa con los cardenales electores

El Papa León XIV pronuncia su primera homilía el 9 de mayo durante la Misa celebrada en la Capilla Sixtina. | Crédito: Vatican Media (captura de video)



El 9 de mayo el Papa León XIV celebró en la Capilla Sixtina su primera Misa como Pontífice y en la que estuvieron presentes los cardenales electores que participaron en el cónclave. En su homilía recordó que “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre”.

A continuación, la primera homilía pronunciada por el Papa León XIV:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Con estas palabras Pedro, interrogado por el Maestro junto con los otros discípulos sobre su fe en Él, expresa en síntesis el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia, a través de la sucesión apostólica, custodia, profundiza y trasmite.

Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre.

En Él Dios, para hacerse cercano a los hombres, se ha revelado a nosotros en los ojos confiados de un niño, en la mente inquieta de un joven, en los rasgos maduros de un hombre (cf. CONCILIO VATICANO II, Const. pastoral Gaudium et spes, 22), hasta aparecerse a los suyos, después de la resurrección, con su cuerpo glorioso. Nos ha mostrado así un modelo de humanidad santa que todos podemos imitar, junto con la promesa de un destino eterno que, sin embargo, supera todos nuestros límites y capacidades.

Pedro, en su respuesta, asume ambas cosas: el don de Dios y el camino que se debe recorrer para dejarse transformar, dimensiones inseparables de la salvación, confiadas a la Iglesia para que las anuncie por el bien de la humanidad. Nos las confía a nosotros, elegidos por Él antes de que nos formásemos en el vientre materno (cf. Jr 1,5), regenerados en el agua del Bautismo y, más allá de nuestros límites y sin ningún mérito propio, conducidos aquí y desde aquí enviados, para que el Evangelio se anuncie a todas las criaturas (cf. Mc 16,15).

Dios, de forma particular, al llamarme a través del voto de ustedes a suceder al primero de los Apóstoles, me confía este tesoro a mí, para que, con su ayuda, sea su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia; de modo que esta sea cada vez más la ciudad puesta sobre el monte (cf. Ap 21,10), arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo. Y esto no tanto gracias a la magnificencia de sus estructuras y a la grandiosidad de sus construcciones —como los monumentos en los que nos encontramos—, sino por la santidad de sus miembros, de ese «pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz» (1 P 2,9).

Con todo, por encima de la conversación en la que Pedro hace su profesión de fe, hay otra pregunta: «¿Qué dice la gente —pregunta Jesús—sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» (Mt 16,13). No es una cuestión banal, al contrario, concierne a un aspecto importante de nuestro ministerio: la realidad en la que vivimos, con sus límites y sus potencialidades, sus cuestionamientos y sus convicciones.

«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» (Mt 16,13). Pensando en la escena sobre la que estamos reflexionando, podremos encontrar dos posibles respuestas a esta pregunta, que delinean otras tantas actitudes.

En primer lugar, está la respuesta del mundo. Mateo señala que la conversación entre Jesús y los suyos acerca de su identidad sucede en la hermosa ciudad de Cesarea de Filipo, rica de palacios lujosos, engarzada en un paraje natural encantador, a las faldas del Hermón, pero también sede de círculos crueles de poder y teatro de traiciones y de infidelidades. Esta imagen nos habla de un mundo que considera a Jesús una persona que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar. Y así, cuando su presencia se vuelva molesta por las instancias de honestidad y las exigencias morales que solicita, este mundo no dudará en rechazarlo y eliminarlo.

Hay también otra posible respuesta a la pregunta de Jesús, la de la gente común. Para ellos el Nazareno no es un charlatán, es un hombre recto, un hombre valiente, que habla bien y que dice cosas justas, como otros grandes profetas de la historia de Israel. Por eso lo siguen, al menos hasta donde pueden hacerlo sin demasiados riesgos e inconvenientes. Pero lo consideran sólo un hombre y, por eso, en el momento del peligro, durante la Pasión, también ellos lo abandonan y se van, desilusionados.

Llama la atención la actualidad de estas dos actitudes. Ambas encarnan ideas que podemos encontrar fácilmente —tal vez expresadas con un lenguaje distinto, pero idénticas en la sustancia— en la boca de muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer.

Hablamos de ambientes en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece. Y, sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad.

No faltan tampoco los contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho.

Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).

Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia (cf. CONCILIO VATICANO II, Const. dogmática, Lumen gentium, 1).

Lo digo ante todo por mí, como Sucesor de Pedro, mientras inicio mi misión de Obispo de la Iglesia que está en Roma, llamada a presidir en la caridad la Iglesia universal, según la célebre expresión de S. Ignacio de Antioquía (cf. Carta a los Romanos, Proemio). Él, conducido en cadenas a esta ciudad, lugar de su inminente sacrificio, escribía a los cristianos que allí se encontraban: «en ese momento seré verdaderamente discípulo de Cristo, cuando el mundo ya no verá más mi cuerpo» (Carta a los Romanos, IV, 1). Hacía referencia a ser devorado por las fieras del circo —y así ocurrió—, pero sus palabras evocan en un sentido más general un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo.

Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia.

DIOSIDENCIAS QUE OCURREN - PAPA LEÓN XIV



🚨🔥Diosidencias que ocurren!!


Esto puede ser buscarle coincidencias a las situaciones, sin embargo, el Papa Francisco presidió por última vez la Eucaristía en el jubileo de las fuerzas militares el 9 de febrero, ocasión en la que tuvo que pedirle al maestro de ceremonia que terminara de leer la homilía porque se sentía ya asfixiado. No obstante, el cardenal que le acompañó para la consagración en esa última eucaristía pública fue el entonces cardenal Prevost.


A los 5 días siguientes, el 14 de febrero, el Papa Francisco fue internado en el hospital y ya no volvió a presidir ninguna celebración eucarística pública. Hoy ese cardenal es el Papa León XIV. 

PAPA ELEGIDO LEÓN XIV FUE OBISPO EN CHICLAYO Y TIENE NACIONALIDAD PERUANA

 


PAPA ELEGIDO LEÓN XIV FUE OBISPO EN CHICLAYO Y TIENE NACIONALIDAD PERUANA


Cardenal Robert Prevost (69), de la orden de Los Agustinos y que durante 9 años fue obispo en la ciudad de Chiclayo fue elegido el nuevo Papa y adoptó el nombre de León XIV. Es nacido en EEUU, pero sirvió muchos años en Perú y adoptó la nacionalidad peruana.


El cardenal Robert Francis Prevost sirvió en la diócesis de Chiclayo, Perú, durante aproximadamente ocho años y medio.


📅 Cronología de su servicio en Chiclayo:

3 de noviembre de 2014: Nombrado por el Papa Francisco como administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

12 de diciembre de 2014: Recibió la ordenación episcopal en la catedral de Chiclayo.

26 de septiembre de 2015: Fue nombrado oficialmente obispo de Chiclayo.

30 de enero de 2023: El Papa Francisco lo designó como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, trasladándose a Roma para asumir estos cargos.

Durante su tiempo en Chiclayo, el obispo Prevost se destacó por su enfoque pastoral y su cercanía con las comunidades locales. Además, fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana en 2018 y presidió la Comisión de Educación y Cultura de dicha conferencia entre 2019 y 2023.

Su experiencia en Perú, tanto en Chiclayo como en otras regiones, y su compromiso con la Iglesia latinoamericana, fueron factores clave en su posterior nombramiento como prefecto del Dicasterio para los Obispos y, más recientemente, en su elección como Papa León XIV el 8 de mayo de 2025.

¿SABÍAS QUÉ? LA CRUZ PECTORAL DEL PAPA LEÓN XIV ES UN SÍMBOLO QUE TRASCIENDE EL TIEMPO








 ✨ La cruz pectoral del Papa León XIV: 

Un símbolo que trasciende el tiempo ✨



¿Sabías que el Papa León XIV lleva una cruz pectoral súper especial? 😍 No es una cruz cualquiera: ¡contiene reliquias de San Agustín, Santa Mónica y otros santos agustinos! 🙏✨ Esta belleza fue diseñada por el padre Joseph Sciberras para celebrar el nombramiento de Monseñor Robert Prevost como cardenal. ¡Un detalle con mucho significado! 🎀

La cruz destaca por su increíble diseño: doble cruz en fino muaré y detalles en papel maché que son puro arte. 🎨❤️ No solo es bella, también simboliza la profunda herencia espiritual de la Iglesia y el compromiso con la fe desde el siglo XIII. 📜⛪

Para el Papa León XIV, llevar esta cruz es un recordatorio constante de sus raíces agustinianas y su misión espiritual. 🌿💡 Además, refleja un mensaje de esperanza y luz bajo la guía de la Virgen María y San Agustín. 🌟🙌

Un símbolo que no solo adorna, ¡sino que inspira! 💖

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