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domingo, 22 de junio de 2025
CRISTO TE HACE CRECER
Cristo que te hace crecer
Por: Rafael Moya
Hay heridas que el mundo no comprende.
Errores que otros usan para etiquetar.
Y momentos que incluso tú crees imperdonables.
Pero Cristo no se escandaliza de tus quiebres.
Él no se acerca a ti por lo que hiciste bien,
sino porque te ama tal como estás.
Tus heridas no son un obstáculo para su gracia.
Son el terreno donde puede obrar con más fuerza.
Donde otros ven fracaso,
Él ve tierra fértil para un milagro.
DENLES DE COMER - MEDITACIÓN DE CORPUS CHRISTI
Denles ustedes de comer
Hoy es la fiesta del Corpus o de la Eucaristía. Decir Eucaristía es decir algo importantísimo y central en nuestra religión. Se llama del “Corpus” o “del Cuerpo y la Sangre” de Cristo, porque en el lenguaje semita del tiempo de Jesús solían decir “el cuerpo y la sangre” para significar toda la persona. Jesús, al instituir la Eucaristía, consagró primero el pan y luego el vino, como significando su muerte, realidad que representamos en la Misa, aunque Cristo está vivo resucitado. Así nos lo narra hoy san Pablo en la segunda lectura, unos 20 años después, diciendo que era algo muy precioso que había recibido en tradición desde Jesús por medio de los apóstoles.
De hecho la fiesta principal de la Eucaristía es el Jueves Santo, día de la Institución; pero ese día tiene sombras de tristeza porque está inminente la muerte de Jesús en el Viernes Santo. Por eso surgió esta fiesta, al terminar el tiempo de Pascua, tiempo de alegría, para honrar la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía. En este día se saca a Cristo sacramentado en procesión por las calles o junto al templo para que todos le podamos honrar y celebrar con nuestros cantos y actos de fe.
La ocasión para esta fiesta fue un milagro muy célebre, el de Bolsena, cuando un sacerdote, que dudaba de su fe, diciendo Misa, vio cómo la Sagrada Hostia sangraba en abundancia. El papa, al constatar que era un verdadero milagro, ordenó hacer la fiesta y encargó los textos litúrgicos e himnos a Santo Tomás de Aquino. La Eucaristía tiene muchas realidades importantes; pero en esta fiesta celebramos sobre todo la permanencia de Jesús, no sólo en la Misa y cuando comulgamos, sino después cuando permanece en el sagrario para que le visitemos y adoremos. Nuestra fe nos dice que allí está Jesús, no sólo por lo que hizo el jueves santo, sino por el don que les dio a sus apóstoles y sucesores. Así lo ha creído siempre nuestra Iglesia, habiendo muchos que han dado su fe proclamándolo, y Dios ha hecho muchos milagros para confirmarlo.
El evangelio de este año correspondiente al ciclo C, nos habla del milagro de la multiplicación de panes y peces. Siempre se ha visto este milagro como un símbolo de la Eucaristía. San Juan narra el discurso que tiene Jesús anunciando la Eucaristía al día siguiente del milagro. Jesús se quedó entre nosotros, no sólo para que le visitemos, sino principalmente para ser alimento especial para nuestra vida en el espíritu. Desgraciadamente muchos le reciben, siendo enemigos suyos, y en algunos lugares ha sido vilmente ultrajado, habiendo sido derramadas por el suelo y pisoteadas las Sagradas Hostias. Jesús respeta la libertad; pero esta fiesta debe servirnos, en la comunión y en la procesión, para que le desagraviemos. Uniéndonos a Jesús, debemos reparar esos ultrajes, con nuestra fe y sobre todo con nuestro amor.
Este milagro de la multiplicación de panes y peces tiene también un signo comunitario, como lo tiene la Eucaristía. Jesús les dice a los apóstoles que ellos den de comer a la gente. Ellos tienen sólo unos pocos panes y peces; pero lo dan a Jesús. Es su colaboración; pero con ello Jesús alimenta a la multitud. El día del Corpus es día también de la caridad. Por la Eucaristía adquirimos el compromiso de compartir. Y no sólo el de compartir, sino el de reconocer en el otro la dignidad de la persona humana.
En la Misa hay varios momentos especiales en que podemos expresar nuestra fe en la presencia de Cristo. Después de la Consagración, en la elevación miramos a la Hostia Sagrada y miramos al cáliz donde está la Sangre de Cristo, junto con su Cuerpo y Divinidad, y proclamamos que Él es nuestro Señor, que significa estar a sus órdenes en todo, ya que ello es al mismo tiempo nuestra mayor felicidad. Cuando Le recibimos en la Comunión, el sacerdote nos dice: “El Cuerpo de Cristo”, a lo cual nosotros respondemos con el “Amén”, que significa un acto de fe en la presencia de Cristo.
Asistamos este día con dignidad y entusiasmo a la veneración de Cristo presente en la Eucaristía para que un día le veneremos más visiblemente en el Cielo.
P. Silverio Velasco
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 22 DE JUNIO - SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI - CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (C)
Domingo 22 de junio de 2025
1ª Lectura (Gén 14,18-20): En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: «Bendito sea Abram de parte del Dios altísimo, creador de cielos y tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos». Y Abram le dio el diezmo de todo lo que había rescatado.
Salmo responsorial: 109
R/. Tú eres sacerdote para siempre.
Esto ha dicho el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha; yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies».
Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú dominarás al enemigo.
Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba.
Juró el Señor y no ha de retractarse: «Tú eres sacerdote para siempre como Melquisedec».
2ª Lectura (1Cor 11,23-26): Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que os he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Haced esto en memoria mía siempre que bebáis de él». Por eso, cada vez que comáis de este pan y bebáis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Versículo antes del Evangelio (Jn 6,51): Aleluya. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 9,11b-17): En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».
Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
«Dadles vosotros de comer»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
miércoles, 18 de junio de 2025
MEDITACIÓN DE CORPUS CHRISTI - DADLES VOSOTROS DE COMER
«Dadles vosotros de comer»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
domingo, 2 de junio de 2024
SOLEMNIDAD DED CORPUS CHRISTI - MEDITACIÓN
Solemnidad de Corpus Christi
La celebración del jueves santo se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia pero la fiesta del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo) aparece en el año 1264, por santo Tomás de Aquino, a petición del Papa Urbano IV. Es de una gran densidad doctrinal y se redescubre en ella la Eucaristía, “la acción de gracias de la Iglesia y del cielo.”
La narración del evangelio es el de san Marcos que, como siempre, se centra en lo esencial: “Durante la comida, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo.”
Jesús conoce bien la Pascua judía. La ha celebrado cada año en compañía de José y María. Todo les familia: la narración de los acontecimientos, el pan, el vino, el cordero inmolado, las hierbas amargas, las oraciones y los salmos. Pero esa tarde, con los discípulos, da a la fiesta un contenido nuevo: por el don de su vida, será él mismo el Libertador que da a la multitud acceso al pan de la libertad, el pan de la vida sin límite ni frontera.
La Pascua, la liberación: una comida de fiesta que libera de la antigua esclavitud, una comida en la que se recuerda la Alianza que Dios hizo con Moisés y todo el pueblo, el pacto solemne marcado por un rito que significa el compromiso sin vuelta de hoja, sin retorno: el de la sangre. Jesús da esta tarde a la fiesta de Pascua el sentido nuevo del don de su vida libremente consentido por amor.
Sabe que ha debido dar un código secreto a los discípulos para que encuentren una sala, que busquen un cordero y preparen una fiesta porque sabe que va a morir y será la última comida.
Esta tarde se revela a sus discípulos como el verdadero cordero pascual ofrecido para que todos reciban la vida nueva y eterna por el don de la suya: “Esta es mi sangre, la sangre de la Alianza, derramada por todos.”
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P. Felipe Santos SDB
EXPERIENCIA DECISIVA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 2 DE JUNIO - SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE JESÚS
EXPERIENCIA DECISIVA
Como es natural, la celebración de la misa ha ido cambiando a lo largo de los siglos. Según la época, los cristianos han ido destacando algunos aspectos y descuidando otros. La misa ha servido de marco para celebrar coronaciones de reyes y papas, rendir homenajes o conmemorar victorias de guerra. Los músicos la han convertido en concierto. Los pueblos la han integrado en sus devociones y costumbres religiosas…
Después de veinte siglos puede ser necesario recordar alguno de los rasgos esenciales de la última cena del Señor, tal como era recordada y vivida por las primeras generaciones cristianas.
En el trasfondo de esa cena hay una convicción firme: sus seguidores no quedarán huérfanos. La muerte de Jesús no podrá romper su comunión con él. Nadie ha de sentir el vacío de su ausencia. Sus discípulos no se quedan solos, a merced de los avatares de la historia. En el centro de toda comunidad cristiana que celebra la eucaristía está Cristo vivo y operante. Aquí está el secreto de su fuerza.
De él se alimenta la fe de sus seguidores. No basta asistir a esa cena. Los discípulos son invitados a «comer». Para alimentar nuestra adhesión a Jesucristo necesitamos reunirnos a escuchar sus palabras e introducirlas en nuestro corazón; necesitamos acercarnos a comulgar con él identificándonos con su estilo de vivir. Ninguna otra experiencia nos puede ofrecer alimento más sólido.
No hemos de olvidar que «comulgar» con Jesús es comulgar con alguien que ha vivido y ha muerto «entregado» totalmente a los demás. Así insiste Jesús. Su cuerpo es un «cuerpo entregado» y su sangre es una «sangre derramada» por la salvación de todos. Es una contradicción acercarnos a «comulgar» con Jesús resistiéndonos a preocuparnos de algo que no sea nuestro propio interés.
Nada hay más central y decisivo para los seguidores de Jesús que la celebración de esta cena del Señor. Por eso hemos de cuidarla tanto. Bien celebrada, la eucaristía nos moldea, nos va uniendo a Jesús, nos alimenta con su vida, nos familiariza con el evangelio, nos invita a vivir en actitud de servicio fraterno y nos sostiene en la esperanza del reencuentro final con él.
José Antonio Pagola
martes, 21 de mayo de 2024
sábado, 18 de mayo de 2024
domingo, 19 de junio de 2022
PAPA FRANCISCO EN CORPUS CHRISTI: LA EUCARISTÍA ES VERDADERO ALIMENTO Y NOS SACIA
Papa Francisco en Corpus Christi: La Eucaristía es verdadero alimento y nos sacia
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
Vatican Media
Antes del rezo del Ángelus este domingo en el Vaticano, el Papa Francisco recordó que hoy en Italia y en muchos países se celebra la Solemnidad del Corpus Christi, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, y dijo que la Eucaristía es verdadero alimento que no solo nutre, sino que sacia el hambre de todo ser humano.
Meditando en el Evangelio de este domingo que narra el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, el Santo Padre explicó a los miles de fieles presentes que “quien recibe con fe el Cuerpo y la Sangre de Cristo no solo come, sino que es saciado. Comer y ser saciados: se trata de necesidades fundamentales que en la Eucaristía son respondidas”.
“Mientras come, la multitud se da cuenta de Jesús cuida todo. Este es el Señor presente en la Eucaristía: nos llama a ser ciudadanos del Cielo, pero tiene en cuenta el camino que debemos afrontar aquí en la tierra. Si tengo poco pan en la bolsa, Él lo sabe y se preocupa”, precisó el Papa Francisco.
Tras señalar que los católicos no deben “confinar la Eucaristía en una dimensión vaga o lejana”, el Santo Padre dijo que “nuestra adoración eucarística se hace concreta cuando cuidamos al prójimo, como lo hace Jesús”.
Esto, resaltó el Papa Francisco, “porque a nuestro alrededor hay hambre de alimento pero también de compañía, hay hambre de consuelo, de amistad, de buen humor, de atención, hay hambre de ser evangelizados”.
El Santo Padre resaltó luego que “además de la necesidad del alimento, también es necesario ser saciados, de saber que la nutrición se nos da por amor”.
El Señor “no solo nos da su ayuda sino que se da a sí mismo: se hace nuestro compañero de viaje, entra en nuestras circunstancias, visita nuestras soledades, dándonos sentido y entusiasmo”.
“Todo esto nos da eso ‘de más’ que todos buscamos: es decir la presencia del Señor”.
El Papa Francisco destacó de Jesús que “al calor de su presencia nuestra vida cambia: sin Él sería realmente gris”.
Para concluir, el Santo Padre hizo votos para que “la Virgen María nos enseñe a adorar a Jesús vivo en la Eucaristía, a compartirlo con nuestros hermanos y hermanas”.