San Juan Diego, humilde siervo de nuestra amada Virgen de Guadalupe y a quien eligió de entre los humildes para ser vista y llevar su mensaje hacia todo el mundo. Cuánta dicha habrá para los humildes de corazón, pues Jesús prometió que heredarán la tierra.
Seamos nosotros también, otros Juan Diego, humildes portadores del mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, que no es más que “hagan todo lo que Él les diga”. La llevamos en el pecho al trabajo, al interior de nuestro hogar, en la calle y a donde se necesite.
En aquel tiempo fue una tilma donde La Virgen de Guadalupe plasmó su imagen, hoy la hacemos camiseta. Pero lo importante es ser portadores de ella, embajadores de la embajadora por excelencia. La mediadora de todas las gracias.
Concédenos, Madre de todas las gracias, Virgen de Guadalupe, un corazón humilde y pronto a servir… como el tuyo. Capaz de albergar a Cristo, custodiarlo y compartirlo con el más cercano a nosotros, así como lo hiciste con san Juan Diego, el más pequeño de tus hijos.
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