UN POQUITO DE HUMOR...
Un cura misionero que llegó al pueblito, se dedicaba no sólo a cuidar la salud espiritual de los fieles sino también la salud física. Una tarde un paisano llegó del campo para hacer bautizar a su hijito.
—Mire, padrecito, ando con ganas de cristianar a mi niñito.
—Cómo no, mi amigo, para eso estamos.
Al empezar la celebración el sacerdote vio una infección en el bracito del nene y pensando que era necesaria una curación inmediata, dijo al paisano:
—Mire, señor, a este chico hay que ponerle penicilina.
A lo que el paisano un poco enojado le respondió:
—No, no, no, usted a mi hijo le pone “Ruperto” o ya mismo lo llevo a otro cura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario