Riesgo de hundirnos
Muchas parroquias en las grandes ciudades de Europa y Norte América han experimentado cambios drásticos en los últimos sesenta años. Sus templos majestuosos, que una vez cabían miles de personas cada domingo, ya quedan casi vacíos. Tenían a varios curas, que pasaban muchas horas cada semana confesando y visitando a los enfermos. Ahora el número de sacerdotes sirviendo una parroquia se ha reducido en muchos casos a solo uno. Y a veces él pasa gran parte de su día cubriendo las misas en dos o tres lugares. No es exageración decir que la iglesia contemporánea está en una situación precaria como la anticipada en el evangelio hoy.
Para apreciar lo que esta lectura enseña, tenemos que entenderlo como representante de la Iglesia en la segunda parte del primer siglo. La barca de los discípulos sacudida por las olas simboliza la Iglesia amenazada por los varios retos de los tiempos apostólicos. En Israel los cristianos experimentaron el rechazo creciente particularmente después de la destrucción del Templo en Jerusalén. Fueron echados de las sinagogas donde habían rezado con los judíos que no creyeron en Cristo.
Es cierto que los apóstoles tenían éxito evangelizando a otros pueblos. Pero también es cierto que las antiguas comunidades cristianas enfrentaban desafíos nuevos. Doctrinas falsas, la impaciencia con la demora del regreso de Jesús, y la persecución a veces severa pusieron en peligro el evangelio.
La lectura muestra a Jesús viniendo para rescatar su Iglesia apurada. Misteriosamente llega para calmar los elementos contrarios y asegurar a sus seguidores de su acompañamiento. Vemos algo ligeramente semejante ocurriendo hoy en día en eventos como la Jornada Mundial de la Juventud. En Lisboa el Espíritu de Jesús apoyó la fe de los millones que participaron en los eventos y aquellos que los siguieron por los medios. Particularmente la presencia del papa, el vicario de Cristo, levantó el ánimo de la gente. Aunque ya es anciano, el papa Francisco tiene un corazón tan esperanzador como lo del joven de veinte años.
Debemos pensar en Pedro caminando sobre el agua como imagen de los altibajos de los fieles siguiendo a Jesús. Le va bien a Pedro cuando mantiene sus ojos fijos en el Señor. Pero tan pronto que le quite los ojos se encuentra hundiéndose en las aguas caudalosas. Hoy día tenemos que mantener la esperanza en las promesas que nos hizo Jesús y la confianza en su apoyo. Con él podemos transitar aún los problemas más grandes de la actualidad. No vamos a perder el camino a pesar del acosamiento de los gobiernos, el desafecto de otros, aun las traiciones de parte de los clérigos. Pero una vez que abandonemos a Jesús como nuestra meta y nuestro apoyo, ya estamos derrotados.
Para mantenernos sólidos en el camino debemos enseñar su doctrina, practicar su caridad, y rezar al Padre en su nombre. Los cambios caracterizan la historia. Ahora vivimos entre cambios tecnológicos que retan nuestras ánimas. ¿Pueden la inseminación artificial cambiar nuestro entendimiento de la procreación como unión física entre un hombre y una mujer con la ayuda de Dios? ¿Pueden la inteligencia artificial cambiar nuestra vista del ser humano como la imagen de Dios? No son inevitables estos desarrollos siempre que mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús.
-
(P. Carmelo Mele O.P.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario