INVOQUEMOS A LA VIRGEN MARÍA
La Virgen María tiene para sus devotos una solicitud especial, y en la hora del peligro vela sobre ellos. “Un verdadero siervo de María no puede perecer”, dice San Anselmo. “Siguiendo a María –declara san Bernardo– no puedes extraviarte; invócala, es imposible que desesperes; pensando en Ella, no puedes perder. Mientras Ella te sostenga, no caerás, mientras te defienda, nada tendrás que temer; mientras Ella te proteja, no perecerás.”
A fin de que la Virgen bendita te conserve la gracia santificante, invócala a menudo y reza cada día, mañana y tarde, tres Avemarías seguidas de esta invocación: “¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”
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