LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
15 septiembre
A Cristo debo escucharlo con agrado, voluntariamente y con gusto.
A Cristo se lo escucha en la oración.
A Cristo se lo escucha en los numerosas inspiraciones que su Espíritu deposita en nuestra interior.
A Cristo se lo escucha en la lectura de libros, que tratan de darlo a conocer, de ahondar en su acción redentora y santificadora; pero más que nada en el Evangelio.
A Cristo se lo escucha cuando los hermanos nos hablan de él.
A Cristo se lo escucha de un modo muy particular, cuando por medio de algún sacramente nos unimos a él íntimamente, ya que el sacramento no es sólo signo que simboliza o recuerda: produce la donación de Cristo a mí, a través de su gracia.
P. Alfonso Milagro
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