LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Julio 1
Quizá hoy te encontraste con una ambulancia y quizá ello te obligó a pensar en el dolor; en ese pobre enfermo que iba en camino al hospital, en ese médico, en ese enfermero, que viven dedicados plenamente a atender al enfermo y hacerle más llevadero su dolor. Esa ambulancia ha sido para ti un verdadero despertador de la espiritual modorra que engendra el no pensar en el mundo del dolor. Por eso, Dios permitió que la ambulancia se cruzara en tu camino.
Esta mañana te levantaste sano, y esta noche te acuestas sano; no pensaste en esa riqueza inmensa que es la salud y te quejaste porque no tenías otras cosas. ¿No hubiera sido más justo que agradecieras por lo que tienes y que no te quejaras por lo que te falta? ¿Qué vieras al Dador de todos los bienes y no al negador de ciertas comodidades?
Y si Dios permitió que en el día de hoy sintieras algún dolor, ¿no hubiera sido mejor que unieras tu dolor al dolor redentor de Cristo y al de tantos otros hombres, que hacen posible que los hombres miren un poco más hacia el Padre, en los cielos?
“Cristo, que era de condición divina, no retuvo esa igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente, sino que se anonadó a sí mismo, tomando condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó” (Flp 2,6-9)
* P. Alfonso Milagro
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