EL
AMOR DEL PADRE PÍO A LA IGLESIA Y AL PAPA
Reflexión: Ante el “Fenómeno” padre Pío, los fieles de todo el mundo
llegaban a él en mayores grupos para oír sus misas y confesarse con
él.
Sin
embargo, desde diferentes sectores de la misma Iglesia surgieron calumnias y
falsos informes sobre su vida y actividad, y hasta el mismo Santo Oficio de Roma
le prohibió durante un tiempo celebrar en público y confesar.
¿Cómo reacciona el padre Pío? Con humildad, silencio y oración. Nos
cuenta un cohermano suyo: “Al recibir la noticia de la prohibición de celebrar y
confesar en público, el padre Pío dejó entrever unas lágrimas y un gesto de
profundo dolor. Se retiró a la tribuna del coro y a los pies del crucifijo
estuvo orando hasta la medianoche”.
Luego él mismo dijo: La Iglesia es una madre a la que hay que amar y más
cuando nos pega.
A
un admirador e hijo espiritual que quería llevar una protesta públicamente,
dijo: “Si en verdad me amas, no debes continuar lo que estás haciendo por mí. No
se puede amar al hijo, mortificando a la madre Iglesia”.
El
padre Pío amaba al Papa como a Cristo en la tierra, y diariamente ofrecía su
vida por él. Mi primer recuerdo de cada día en la oración de la mañana –decía-
es por el Papa.
La
fundación de los grupos de oración tiene como primera y principal intención orar
por la Iglesia y por el Papa. Yo quiero que mis grupos de oración –decía- oren
siempre según las intenciones del Papa, a quien amo tanto, tanto, como al mismo
Jesucristo.
Oremos: Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, escucha
benignamente las oraciones de tu Iglesia y, por la intercesión de san Pío de
Pietrelcina, concédenos con abundancia cuanto te pedimos con fe. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.
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