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sábado, 29 de marzo de 2014
CRISTO QUE NOS LLAMA A LA CONVERSIÓN DEL ESPÍRITU
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
Cristo que nos llama a la conversión del espíritu
Sábado tercera semana Cuaresma. ¿Qué esfuerzo he hecho para que Cristo sea el centro de mi vida?
La experiencia de buscar convertir nuestro corazón a Dios, que es a lo que nos invita constantemente la Cuaresma, nace necesariamente de la experiencia que nosotros tengamos de Dios nuestro Señor. La experiencia del retorno a Dios, la experiencia de un corazón que se vuelve otra vez a nuestro Señor nace de un corazón que experimenta auténticamente a Dios. No puede nacer de un corazón que simplemente contempla sus pecados, ni del que simplemente ve el mal que ha hecho; tiene que nacer de un corazón que descubre la presencia misteriosa de Dios en la propia vida.
Durante la Cuaresma muchas veces escuchamos: “tienes que hacer sacrificios”. Pero la pregunta fundamental sería si estás experimentando más a Dios nuestro Señor, si te estás acercando más a Él.
En la tradición de la Iglesia, la práctica del Vía Crucis —que la Iglesia recomienda diariamente durante la Cuaresma y que no es otra cosa sino el recorrer mentalmente las catorce estaciones que recuerdan los pasos de nuestro Señor desde que es condenado por Pilatos, hasta el sepulcro—, necesariamente tiene que llevarnos hacia el interior de nosotros mismos, hacia la experiencia que nosotros tengamos de Jesucristo nuestro Señor.
Tenemos que ir al fondo de nuestra alma para ahí ver la profundidad que tiene Dios en nosotros, para ver si ya ha conseguido enraizar, enlazarse con nosotros, porque solamente así llegamos a la auténtica conversión del corazón. Al ver lo que Cristo pasó por mí, en su camino a la cruz, tengo que preguntarme: ¿Qué he hecho yo para convertir mi corazón a Cristo? ¿Qué esfuerzo he hecho para que mi corazón lo ponga a Él como el centro de mi vida?
Frecuentemente oímos: “es que la vida espiritual es muy costosa”; “es que seguir a Cristo es muy costoso”; “es que ser un auténtico cristiano es muy costoso”. Yo me pregunto, ¿qué vale más, lo que a mí me cuesta o lo que yo gano convirtiéndome a Cristo? Merece la pena todo el esfuerzo interior por reordenar mi espíritu, por poner mis valores en su lugar, por ser capaz de cambiar algunos de mis comportamientos, incluso el uso de mi tiempo, la eficacia de mi testimonio cristiano, convirtiéndome a Cristo, porque con eso gano.
A la persona humana le bastan pequeños detalles para entrar en penitencia, para entrar en conversión, para entrar dentro de sí misma, pero podría ser que ante la dificultad, ante los problemas, ante las luchas interiores o exteriores nosotros no lográramos encontrarnos con Cristo.
Nosotros, que tenemos a Jesucristo todos los días si queremos en la Eucaristía; nosotros, que tenemos a Jesucristo si queremos en su Palabra en el Evangelio; nosotros, que tenemos a Jesucristo todos los días en la oración, podemos dejarlo pasar y poner otros valores por encima de Cristo. ¡Qué serio es esto, y cómo tiene que hacer que nuestro corazón descubra al auténtico Jesucristo!
Dirá Jesucristo: “¿De qué te sirve ganar todo el mundo, si pierdes tu alma? ¿Qué podrás dar tú a cambio de tu alma?” Es cuestión de ver hacia dónde estamos orientando nuestra alma; es cuestión de ver hacia dónde estamos poniendo nuestra intención y nuestra vida para luego aplicarlo a nuestras realidades cotidianas: aplicarlo a nuestra vida conyugal, a nuestra vida familiar, a nuestra vida social; aplicarlo a mi esfuerzo por el crecimiento interior en la oración, aplicarlo a mi esfuerzo por enraizar en mi vida las virtudes.
Cuando en esta Cuaresma escuchemos en nuestros oídos la voz de Cristo que nos llama a la conversión del espíritu, pidámosle que sea Él quien nos ayude a convertir el corazón, a transformar nuestra vida, a reordenar nuestra persona a una auténtica conversión del corazón, a una auténtica vuelta a Dios, a una auténtica experiencia de nuestro Señor.
EL ANILLO
El anillo
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ?Qué puedo hacer para que me valoren mas?
El maestro sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tu a mi, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E...encantado, Maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
-Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: -Toma el caballo que esta allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas-y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro.
Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
-Maestro- dijo- lo siento, no se pudo conseguir lo que me pediste.
Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.
Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?
Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con el anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA,,, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-58 MONEDAS!!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven.
-Sí, replicó el joyero-yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.
EL SENDERO DE LA AMISTAD
EL SENDERO DE LA AMISTAD
La amistad es un sendero del que puedes disfrutar paseos largos y bellos llenos de felicidad. Es un camino tan lindo y adornado sin igual con las flores más bonitas que puedes imaginar.
La amistad es un sendero al que debes implantar el cariño, la alegría sinceridad y bondad.
Y por cosas de la vida aunque sea bueno y demás, tiene sus piedras pequeñas que te hacen tropezar.
La amistad es un sendero por el que hay que caminar con el corazón abierto y sabiendo perdonar.
Siembra tu mejor semilla y así podrás cultivar de las flores, las más bellas y crecerán muchas más.
La amistad es un sendero que al andarle sin cesar con los años se convierte en una eterna... hermandad.
EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 29 DE MARZO DEL 2014
Autor: Juan Pablo López C | Fuente: Catholic.net Venimos ante Ti, como el publicano | |
Lucas 18, 9-14. Cuaresma. Pidamos a Cristo que nos enseñe a orar con espíritu humilde y sencillo. | |
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Oración introductoria Señor, hoy como el publicano y el fariseo, me acerco a Ti a orar. Me acerco, porque sé que sin Ti nada puedo, como Tú mismo nos lo dijiste. Señor, yo llevo en mi interior un fariseo y un publicano. Tú conoces mi debilidad y cómo a veces, sin yo quererlo, caigo y te ofendo; otras, me esfuerzo por hacer tu Voluntad, pero cuántas veces en este interés por agradarte me busco a mí mismo. Señor, sin Ti nada puedo, y como me doy cuenta de ello, me acerco una vez más para presentarme como soy y dejar que Tú lleves las riendas de mi vida. Tú toma lo bueno que me has dado, para mayor gloria tuya, pero también hazte cargo de mi debilidad y utilízala también en favor tuyo; pues, como San Pablo decía, "cuando soy débil es cuando soy fuerte", porque Tú tienes un mayor protagonismo. Señor, yo sólo quiero ser tu instrumento. Petición Señor, toma mi vida y guíala por el camino que lleva a Ti; que en cada momento mi actuar vaya dirigido a cumplir tu Voluntad con alegría y sencillez. Meditación del Papa Francisco El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre se reconoce necesitado del perdón de Dios. La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que "sube hasta las nubes", mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad. A la luz de esta Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y se requiere sencillez. (S.S. Francisco, 27 de octubre de 2013). Reflexión Este tiempo de cuaresma nos invita a la conversión. Sin duda, todos tenemos necesidad de transformación interior, de volver nuestro rostro a Dios. Durante nuestra vida, nosotros también nos comportamos algunas veces como el publicano o como el fariseo. En ambas situaciones, tenemos necesidad de poner los ojos en Dios y reconocer lo que de verdad somos; Él sí nos conoce y sabe de qué barro estamos hechos. Esta cuaresma es una nueva invitación que nos hace a fijarnos en Él, en dejar de lado todo lo que nos distancia de su presencia. Con un corazón humilde acudamos a su presencia y renovémosle nuestro amor, pidamos perdón por nuestras faltas y ofrezcámonos a ser cirineos en el camino al Calvario, para alivianar la carga de Jesús. La humildad, la sencillez, la docilidad al Espíritu Santo son esenciales para abrir el corazón de Cristo. A los hombres nos gusta que nos aprecien, que nos estimen, que nos tomen en cuenta, que nos amen. Buscamos llamar la atención de quien nos rodea, de quien queremos que nos ame. ¿No queremos de igual forma llamar la atención de Cristo? ¿No queremos que Cristo nos vea y nos manifieste su amor? Pues estas virtudes serán el motivo para que Dios pose su mirada en nosotros. Siempre lo hace pero si nos esforzamos en vivir estas virtudes lo hará de manera especial. Por el contrario, la soberbia, el orgullo, la vanidad nacen del egoísmo y lo que parecería oración no es otra cosa más que alabanza a nosotros mismos. Come el fariseo que agradecía a Dios no ser como los demás hombres porque no cometía sus mismos errores y pecados que ellos. Los dos hombres estaban en oración pero qué oraciones tan distintas. Una hecha con presunción personal y la otra con humildad, con el corazón triste por haber fallado a Dios. ¿Quiere decir entonces que para hacer buena oración forzosamente debemos golpearnos el pecho y debamos hacer exámenes personales de autocrítica, rayando casi con un pesimismo? Seguramente Cristo no quiere esto. Él más bien nos pide que como niños nos acerquemos a su corazón reconociendo las cualidades que nos ha dado pero tan bien con la humildad necesaria para reconocer nuestras faltas. Recordemos lo que dice el Catecismo respecto a la oración, dice que la piedad de la oración no está en la cantidad de las palabras sino en el fervor de nuestra alma. Pidamos a Cristo que nos enseñe a orar con espíritu humilde y sencillo como el publicano que el evangelio nos presenta el día de hoy. Propósito Haré una visita al Santísimo en la que, con humildad, le pediré al Señor me enseñe a amarle más y a cumplir su Voluntad. Diálogo con Cristo Señor, hoy como el publicano nos acercamos a Ti, pues nos reconocemos débiles y necesitados de Ti, que eres la fuente de toda gracia. Señor, Tú conoces nuestro corazón y sabes que sin Ti nada podemos; por eso, queremos pedirte que te quedes con nosotros, que nos acompañes en todo momento de nuestro día. Señor, queremos amarte, pero a veces no conocemos bien el camino, o nos dejamos llevar por nuestros intereses; por eso, como el publicano, te pedimos: ¡Ten compasión de nosotros! Y escucha nuestra oración. El cimiento de la oración va fundado en la humildad, y mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. (Santa Teresa de Avila) |
viernes, 28 de marzo de 2014
JORNADA DE 24 HORAS CON EL SEÑOR
JORNADA DE 24 HORAS CON EL SEÑOR
28 Y 29 DE MARZO DEL 2014
El Papa Francisco llama a participar en la Jornada 24 horas con el Señor, una celebración en toda la Iglesia desde la tarde del viernes 28 a la tarde del sábado 29 de marzo, con adoración eucarística permanente y confesiones sacramentales. 24 horas con el Señor será una fiesta del perdón y de la fuerza de la oración ante el Señor Sacramentado.
Estas fueron las palabras del Papa Francisco, tras el ángelus del domingo 23 de marzo, animando a la participación en la jornada:
“El Viernes y sábado próximos viviremos un momento especial penitencial, llamado “24 horas para el Señor”. Iniciará con la Celebración en la Basílica de San Pedro, el viernes por la tarde, después en la noche algunas iglesias del centro de Roma estarán abiertas para rezar y para las confesiones. Será una fiesta del perdón, que tendrá lugar también en muchas diócesis y parroquias del mundo”.
Recursos para la Jornada:
Oración 24 horas con el Señor 1
Oración 24 horas con el Señor 2
Del desierto al jardín
Parábolas de conversión y perdón
Cuaresma Vocacional
Orar para vivir
El perdón es una forma de vida (Reflexión)
Meditación del Perdón (Video)
Me dispongo a perdonar
Oración de perdón
Amad a vuestros enemigos
Oración 24 horas con el Señor 2
Del desierto al jardín
Parábolas de conversión y perdón
Cuaresma Vocacional
Orar para vivir
El perdón es una forma de vida (Reflexión)
Meditación del Perdón (Video)
Me dispongo a perdonar
Oración de perdón
Amad a vuestros enemigos
La oración de la rana (Tony de Mello)
Haznos tierra permeable
El secreto es Cristo en nosotros
Examen de conciencia Bienaventuranzas
Reconciliación y proyecto de fraternidad
Reconoce y perdónate
Renuévame (MP3)
Jesús te pide todo
Haznos tierra permeable
El secreto es Cristo en nosotros
Examen de conciencia Bienaventuranzas
Reconciliación y proyecto de fraternidad
Reconoce y perdónate
Renuévame (MP3)
Jesús te pide todo
LA FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Fiesta del Inmaculado Corazón de María .
Ésta fiesta está íntimamente vinculada con la del Sagrado Corazón de Jesús, la cual se celebra el día anterior, viernes. Ambas fiestas se celebran, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo de Corpus Christi. Los Corazones de Jesús y de María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad desde el momento de la Encarnación. La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de María. Por eso nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.
La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes". Esta fiesta se celebra en la Iglesia todos los años el sábado siguiente al segundo domingo después Pentecostés.
Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue ejerciendo a favor nuestro su amorosa intercesión. El amor de su corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús le confió al morir; y así la alabamos por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos su ayuda maternal en nuestro camino a su Hijo.
Una práctica que hoy en día forma parte integral de la devoción al Corazón de María, es la Devoción a los Cinco Primeros Sábados. En diciembre de 1925, la Virgen se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima y le dijo: "Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte del Rosario, con intención de darme reparación". Junto con la devoción a los nueve Primeros Viernes de Mes, ésta es una de las devociones más conocidas entre el pueblo creyente.
El Papa Juan Pablo II recientemente declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María, será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional". Es decir, por primera vez en la Iglesia, la liturgia para esta celebración debe de realizarse en todo el mundo Católico.
Entreguémonos al Corazón de María diciéndole: "¡Llévanos a Jesús de tu mano! ¡Llévanos, Reina y Madre, hasta las profundidades de su Corazón adorable! ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!
LA DEVOCIÓN DE LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES DEDICADOS AL CORAZÓN DE JESÚS
Devoción de los nueve Primeros Viernes
dedicados al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Una de las prácticas principales vinculadas a la devoción del Sagrado Corazón es la devoción a los nueve Primeros Viernes de mes, la cual se deriva de una de las doce promesas que el Corazón de Jesús hizo a Santa Margarita María. La Iglesia siempre ha consagrado los viernes a nuestro Señor Jesucristo, en conmemoración de su dolorosa Pasión. Hoy se le consagra aún de un modo más especial, desde que Jesús mismo se apareció a Santa Margarita María , haciéndole la gran promesa de la comunión en los Primeros Viernes de mes. Debido a esta maravillosa promesa, esta devoción es hoy en día una de las más populares en la Iglesia.
jueves, 27 de marzo de 2014
ANTE LAS TENTACIONES
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Ante las tentaciones | |
¿Por qué somos tentados? Porque somos libres, porque se abren ante nosotros mil posibilidades. | |
La tentación nos resulta algo familiar. Tenemos tentaciones en casa o en el trabajo, durante el día o en medio de la noche, en verano o en invierno, a solas o con otros. Cada tentación nos ofrece algo que se presenta como agradable, ventajoso, más o menos fácil. Se trata de saltarse una norma para ser más eficaces, o de apartarse del deber para disfrutar un rato placentero, o de pisotear a un rival para empezar la conquista de un anhelado puesto de trabajo. Ante la promesa de un resultado ventajoso, el corazón cae fácilmente en el diálogo con la tentación. Surgen las preguntas y los razonamientos. ¿De verdad es algo tan malo? ¿No seré un poco escrupuloso? Total, no hago mucho daño a otros. Además, hoy en día todos lo hacen. Por una vez no pasa nada... Tras la caída, la tentación nos muestra su mentira. Porque no es hermoso lograr un triunfo a costa de la herida que hemos causado en un familiar cercano. Ni siente uno alegría verdadera si, después de haber visto una película divertida, recuerda que ha dejado de lado la petición de ayuda de un enfermo. Otras veces no somos capaces de reconocer el veneno escondido en cada tentación, ni siquiera tras la caída. Porque en el fondo de nuestras almas hay un deseo extraño de independencia, de rebeldía, de vivir al margen de Dios. En unas líneas de su libro "Jesús de Nazaret", Benedicto XVI explicaba otras dimensiones propias de la tentación que facilitan el engaño: Es propio de la tentación adoptar una apariencia moral: no nos invita directamente a hacer el mal, eso sería muy burdo. Finge mostrarnos lo mejor: abandonar por fin lo ilusorio y emplear eficazmente nuestras fuerzas en mejorar el mundo. Además, se presenta con la pretensión del verdadero realismo. Lo real es lo que se constata: poder y pan. Ante ello, las cosas de Dios aparecen irreales, un mundo secundario que realmente no se necesita. Luego el Papa Ratzinger señalaba ese núcleo profundo que se esconde en cada tentación: La cuestión es Dios: ¿es verdad o no que Él es el real, la realidad misma? ¿Es Él mismo el Bueno, o debemos inventar nosotros mismos lo que es bueno? La cuestión de Dios es el interrogante fundamental que nos pone ante la encrucijada de la existencia humana. ¿Qué debe hacer el Salvador del mundo o qué no debe hacer?: ésta es la cuestión de fondo en las tentaciones de Jesús. Sí: detrás de cada tentación se esconde la pregunta sobre Dios. ¿Cómo lo veo? ¿Cómo pienso mi vida ante Él? Algunos no pueden responder, simplemente porque han excluido a Dios del horizonte humano. Otros no quieren responder, porque prefieren lanzarse al activismo sin tener que confrontarse con Alguien a quien rendir cuentas. Pero en el fondo, ni la negación de Dios ni el activismo salvaje resuelven el problema de las tentaciones. ¿Por qué somos tentados? Porque somos libres, porque se abren ante nosotros mil posibilidades, porque hay en cada corazón un desorden que intenta arrastranos hacia el mal, la injusticia, el egoísmo. Las tentaciones no son, ciertamente, la última palabra de la historia humana. Más allá de ellas, una voz respetuosa y cercana nos invita a aceptar el Amor de Dios y a vivir según el hermoso ideal del cristianismo. Desde que Cristo vino al mundo, es posible no sólo levantarse tras una caída, sino también decir un "no" claro y firme ante cada tentación. Un "no" que es, en el fondo, un gran "sí": un "sí" al amor a Dios y a los hermanos. |
GANAR LA BATALLA
Ganar la batalla
Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de duda. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, "Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos. El destino se revelará".
Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba. Era cara.
Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general,
"Nadie puede cambiar el destino".
"Es verdad", contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.
Obviamente la historia es irreal en el sentido de que una moneda no puede decidir nuestro futuro, sin embargo, nos deja muy claro que muchas veces, hemos perdido la batalla porque antes de iniciar nos creemos incapaces.
Es usual cuando hay exámenes por ejemplo, que muchos lo han perdido antes de iniciar, pues su actitud así lo propicia.
Todos tenemos muchas situaciones hoy en nuestra vida, y podemos enfrentarlas solos, con miedo, con angustia y creyéndonos perdedores. O podemos confiar en un Jesús que prometió estar con nosotros siempre, y enfrentar con valentía lo que venga.
Por mas cansado que te encuentres, por más difícil que veas la situación, aunque ya no sientas que tienes fuerzas. Puedes ganar, puedes vencer, puedes seguir adelante. Jesús está contigo.
GLORIA AL PADRE...
Gloria al Padre!...
Autor: Pbro. Matías Castaño
Aunque estuviéramos las 24 horas de cada día de rodillas con los brazos en cruz, dando gracias a Dios por el amor que nos da y alabando su nombre por los bienes que nos regala a manos llenas, no sería suficiente para pagar nuestra deuda.
¡¡Gloria al Padre!! Que nos ha regalado la maravilla del universo, que cuida hasta de vestir los lirios y alimentar a los pájaros, que envía el sol y la lluvia sobre justos y pecadores en amorosa igualdad, que no deja sin recompensa hasta un vaso de agua que ofrezcamos al sediento, que amó tanto a los hombres que nos entregó a su propio Hijo para salvarnos con su luminosa y sencilla enseñanza, su impactante testimonio y su sangre a borbotones, que acaricia en su corazón de padre-madre el logro de un mundo feliz en la tierra para todos los hombres sin distinción alguna.
¡¡Gloria al Hijo!! Que, ante la inanidad de las ofertas humanas, ofrece su cuerpo: ‘aquí estoy yo para hacer tu voluntad’, que está ansioso de que llegue el momento de ser bautizado con el bautismo de sangre, que viene a prender fuego de amor en la tierra y no descansará hasta que toda ella arda, que nos invita a ser como Él manso y humilde de corazón y a que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado, que para llenar de amor el corazón lo vació de todo egoísmo anonadándose hasta ponerse en el último escalafón de la humanidad pasando por blasfemo y delincuente, que anda entre pecadores y corruptos y ofrece el perdón total al ladrón arrepentido que agonizaba a su lado, que se obliga a garantizar que no les falte nada a los que se dediquen a construir el Reino o Tierra Nueva y que nos promete enviar y poner al Espíritu Santo a nuestro servicio para iluminarnos, fortalecernos y hacer de los que lo acogen a corazón abierto los mejores del mundo.
¡¡Gloria al Espíritu Santo!! Que recorre la tierra como un ciclón silencioso, repartiendo sus dones sobre todo corazón noble que encuentra para transformarlo en el Hombre Nuevo del amor y hacerlo artífice valioso del Reino de Dios o Tierra Nueva, que hace obras de arte con despojos humanos llamados Magdalena, Zaqueo, Dimas y millones más, que logra hacer de los Doce ineptos, cobardes y ambiciosos las columnas de la Iglesia naciente, que se vuelca en los hijos (Saulo) y en los perros (Cornelio y familia) para transformarlos en imágenes vivas del mismo Jesús, que no hace distinción ninguna ni siquiera por razón de sus creencias derramando sus dones en ateos, en Budas, en Gandhis lo mismo que en Agustines y Fransciscos de Asís y Teresas de Jesús, que se vuelca en las gentes sencillas e incultas y pasa de sabios hinchados del mundo y que se dedica a cambiar en beneficio de los que se le entregan todo lo que les suceda, hasta las mayores tragedias, que no descansará hasta lograr que los hombres con su ayuda construyan el mundo feliz para todos, el Reino de Dios en la tierra.
ALCANZAR LA INALCANZABLE ESTRELLA
Autor: Antonio Gil-Terrón Puchades | Fuente: www.antoniogilterron.com
Alcanzar la inalcanzable estrella
La felicidad no estriba en tener, sino en dar; en dar y darse, desinteresadamente, con amor y sin condiciones
Había un hombre que todos los días –al rezar- le decía a Dios: “¿Cómo permites, Señor, que haya tanta injusticia y maldad en el Mundo, sin hacer nada por remediarlo? Y un día Dios le respondió: - «El mal, como el bien, nace de la propia libertad de elección del hombre. Y sí que hago por remediarlo: Te he enviado a ti y a otros muchos como tú, siglo tras siglo, para que despertéis la conciencia de los hombres, luchéis contra la injusticia, y defendáis al oprimido. ¿Qué has hecho tú?».
Para un servidor, la felicidad es más un camino que una meta. Una vez que aceptemos y seamos capaces de dar sentido a los sinsabores de la vida, es entonces cuando realmente podremos llegar a alcanzar la estrella inalcanzable; un estado de paz con nosotros mismos que nos liberará de todo miedo y ansiedad. Y si eso aún no fuera la felicidad, lo cierto es que comenzará a asemejársele.
No es lo mismo amar que querer. Amar es generosidad y entrega incondicional. El verbo querer es activamente posesivo, y así podemos llegar a creer – equivocadamente - que la felicidad estriba en la posesión particular de personas o cosas, cuando – realmente - la posesión en sí misma, no el amor, lleva la espina de la amargura en su esencia; el miedo a la pérdida de lo poseído.
No, no es eso. La felicidad no estriba en tener, sino en dar; en dar y darse, desinteresadamente, con amor y sin condiciones.
En esta vida podemos luchar contra el dolor, o sufrirlo. Nosotros, con nuestros actos u omisiones, somos los que elegimos entre ayudar o ser objeto de ayuda. Entre dar, o tener que pedir.
La primera elección, la de "ayudar", es consciente y voluntaria; la segunda, la de "ser objeto de ayuda", es involuntaria, al acabar "siendo objeto de ayuda", precisamente todos aquellos que – desde siempre y en su insolidaridad - intentan escurrir el bulto frente a la desgracia ajena.
Tú eliges. Eres libre.
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 28 DE MARZO DEL 2014
Autor: Andrés González Cristóbal, LC | Fuente: Catholic.net El primer precepto: Amarás a Dios | |
Marcos 12, 28-34. Cuaresma. En esta Cuaresma, sigamos el camino de Cristo a su Pascua, de entrega, de amor total. | |
En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas. Oración introductoria Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo. A mí me gusta estar a tu lado y agradarte. Y para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos. Ya que Tú me pides que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo. Por eso, te doy las gracias, Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta de la primacía que tiene el amor en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo. Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú me has amado. Petición Enséñame a amar a mi prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tengo contigo. Meditación del Papa Francisco En esencia, con el "no está lejos", Jesús quería decirle al escriba: Sabes muy bien la teoría, pero todavía te falta una distancia hacia el Reino de Dios, es decir, debes caminar para transformar en realidad este mandamiento, ya que la confesión de Dios se hace en el camino de la vida. No basta decir: ´Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios´. Está bien, pero ¿cómo vives este camino de vida? Porque podemos decir: ´El Señor es el único Dios, solamente, no hay otro´, pero a la vez vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras deidades a nuestra disposición... Es el peligro de la idolatría: la idolatría que llega a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto, era claro: el espíritu del mundo, no. Y en la última Cena Jesús pide al Padre que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría. La idolatría es sutil, tenemos nuestros ídolos ocultos y el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios, implica descubrir los ídolos ocultos.(Cf. S.S. Francisco, 6 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). Reflexión Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo". No sin razón el Papa Benedicto XVI recalcó en sus mensajes para cuaresma la necesidad urgente de defender el derecho a la vida de los no nacidos, de los ancianos, de los enfermos y de todo hombre sobre esta tierra. Porque también ellos son nuestro prójimo y como tal debemos respetarlos y amarlos. Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día. Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan partido para ellos. La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese camino es de entrega, de amor total. El Santo Padre nos ha mencionado que tenemos que llenarnos completamente del amor de Dios. Esto se puede lograr, ya que San Pablo nos da un gran ejemplo cuando dice: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí». Es verdad. Todos los que están con Jesús y saben amarlo al igual que al prójimo, pueden parecerse a Jesús, que siempre nos muestra un gran ejemplo de amor al Padre y a los demás. Por eso, en este día, Cristo nos quiere invitar a acercarnos más al Reino de los cielos sabiendo amarle por medio del prójimo. Propósito Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser amados por Dios para que Él los cuide. Diálogo con Cristo Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo, te doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita. "No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo". (Madre Teresa de Calcuta) |
LOS PERSONAJES DE LA PASIÓN: ¿EN CUÁL TE REFLEJAS?
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