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viernes, 17 de agosto de 2012
OLVÍDALO...
Olvídalo
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Las resacas que dejaron las tormentas de este año...¡Olvídalas!
Los pasos tambaleantes, los pasos retrasados, los pasos hacia atrás...¡Olvídalos!
Las veces que pasaste ignorada, inadvertida, lastimada... ¡Olvídalas!
Los sueños consumidos, las ilusiones
hechas cenizas, los intentos hechos polvo y el amor hecho recuerdo... ¡Olvídalos!
Las veces que latió tu corazón y nadie se dio cuenta, que quisiste hacer y no te dejaron, que
abriste los ojos y te cerraron los párpados... ¡Olvídalas!
Las estrelladas apagadas, los días opacos, el tiempo en blanco, la luna dividida y las horas de
cerrazón... ¡Olvídalas!
El manto de insignificancia, de masa, de anonimato... de rutina... ¡Olvídalo!
Las espinas largas y hondas, los secretos angustiosos y tristes, las piedras altas e insalvables... ¡Olvídalas!
Las semillas que se te quedaron dormidas, los vuelos que se te quedaron a ras de tierra,
las rosas que se secaron antes de tiempo...¡Olvídalas!
La cáscara de la semilla, el lucimiento de la vanidad, la máscara del hombre y el ropaje de la
verdad... ¡Olvídalo!
No vivas hacia atrás. No comiences recargado de sombras. No des la espalda a la luz.
No te reflejes en lo que pasaste. No te aferres al mismo punto de partida. Párate en la proa de tu
barco, levanta de nuevo las velas, mira hacia lo largo y lo ancho del mar... cuando te convenzas
de su inmensidad encontrarás otro camino, y cuando mires al cielo parecerás gaviota que
apartándose de todo encuentra el camino, y va dar a Dios.
Con el pasado aprendes, con el presente renaces y con el futuro sueñas.
Vivir empezando, es la forma de llegar. Lo demás... ¡Olvídalo!
BUSQUEDA Y ENCUENTRO
Búsqueda y encuentro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Hay encuentros planificados y los hay fortuitos. El encuentro de san Cristóbal con Jesús fue muy especial. Un niño le pidió que lo llevara al otro lado del río. Cristóbal aceptó con mucho gusto y lo colocó sobre su hombro. Al preguntarle por qué pesaba tanto, el niño le respondió: “Es que soy el Creador del mundo. Soy Jesús, que he tomado la forma de niño para que tuvieras el gusto de llevarme sobre tus hombros”.
Jesús sale a nuestro encuentro y se “disfraza” de mil formas para enamorarnos, para que nos encontremos con él a gusto. Es entonces cuando se cumple lo que dice Jeremías: “Me buscaréis y me hallaréis, cuando me solicitéis de todo corazón” (Jr 29,13).
Toda nuestra vida es búsqueda y encuentro. A veces buscamos y no encontramos; otras, las menos, encontramos sin buscar.
La búsqueda nace del deseo, de querer algo que nos inquieta o interesa. Es el corazón el que mueve, empuja y dispone para el encuentro. Es en el corazón donde se producen todos los encuentros. Es el motor de la búsqueda y del encuentro. Quien busca de corazón, encuentra, porque pone alma y vida.
Muchas veces buscamos a tientas, sin ser conscientes de lo que queremos. Deseamos sin desear, navegamos sin saber a dónde, andamos a gatas en la noche. Y claro, no encontramos. No encontraremos hasta que no nos dejemos motivar por Dios, hasta que no caigamos en la cuenta de que Él es el que nos busca desde toda la eternidad. Cuando nos encontramos con Él, nos encontramos con nosotros mismos y con los otros. Dejamos de huir, aunque seguimos heridos y llagados por el mismo encuentro.
¿Cómo sabemos que Dios nos busca? Dios nos busca cuando sentimos inquietud interior o una soledad que no podemos nombrar. También a través del diálogo, de la visita, de la oración, emergen preguntas y respuestas que van llenando la vida de sentido, de alegría y paz, de esperanza para seguir buscando en momentos de oscuridad.
¿Cómo sabemos que estamos buscando a Dios? Hay síntomas como reflexionar sobre lo que nos mueve por dentro, que nos permite enfrentarnos a toda clase de miedos, ansiedades y preocupaciones. Buscar a otros semejantes que desean lo mismo...
La Escritura nos habla de esta búsqueda y encuentro, de personas buscadas y encontradas por Dios. Zaqueo, ansioso y curioso por conocer a Jesús, inicia esta búsqueda sin medir las consecuencias. De repente Jesús lo mira y le dice: “Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy voy a tu casa” (Lc 19,1-10). Una mujer llevaba enferma viarios años. Buscaba el encuentro con Jesús. Un día se decidió, “vino por detrás y le tocó el manto” (Mc 5,27). Otra mujer lo buscaba sin darse cuenta. Buscaba la verdad, la alegría, la felicidad y la vida, pues nadie se las había dado. Cuando se encontró con Jesús, inmediatamente corrió a decir lo que le había ocurrido (Jn 4,1-42).
El camino de búsqueda y encuentro es un viaje lento y complejo que exige mucha fe, paciencia y perseverancia.
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Hay encuentros planificados y los hay fortuitos. El encuentro de san Cristóbal con Jesús fue muy especial. Un niño le pidió que lo llevara al otro lado del río. Cristóbal aceptó con mucho gusto y lo colocó sobre su hombro. Al preguntarle por qué pesaba tanto, el niño le respondió: “Es que soy el Creador del mundo. Soy Jesús, que he tomado la forma de niño para que tuvieras el gusto de llevarme sobre tus hombros”.
Jesús sale a nuestro encuentro y se “disfraza” de mil formas para enamorarnos, para que nos encontremos con él a gusto. Es entonces cuando se cumple lo que dice Jeremías: “Me buscaréis y me hallaréis, cuando me solicitéis de todo corazón” (Jr 29,13).
Toda nuestra vida es búsqueda y encuentro. A veces buscamos y no encontramos; otras, las menos, encontramos sin buscar.
La búsqueda nace del deseo, de querer algo que nos inquieta o interesa. Es el corazón el que mueve, empuja y dispone para el encuentro. Es en el corazón donde se producen todos los encuentros. Es el motor de la búsqueda y del encuentro. Quien busca de corazón, encuentra, porque pone alma y vida.
Muchas veces buscamos a tientas, sin ser conscientes de lo que queremos. Deseamos sin desear, navegamos sin saber a dónde, andamos a gatas en la noche. Y claro, no encontramos. No encontraremos hasta que no nos dejemos motivar por Dios, hasta que no caigamos en la cuenta de que Él es el que nos busca desde toda la eternidad. Cuando nos encontramos con Él, nos encontramos con nosotros mismos y con los otros. Dejamos de huir, aunque seguimos heridos y llagados por el mismo encuentro.
¿Cómo sabemos que Dios nos busca? Dios nos busca cuando sentimos inquietud interior o una soledad que no podemos nombrar. También a través del diálogo, de la visita, de la oración, emergen preguntas y respuestas que van llenando la vida de sentido, de alegría y paz, de esperanza para seguir buscando en momentos de oscuridad.
¿Cómo sabemos que estamos buscando a Dios? Hay síntomas como reflexionar sobre lo que nos mueve por dentro, que nos permite enfrentarnos a toda clase de miedos, ansiedades y preocupaciones. Buscar a otros semejantes que desean lo mismo...
La Escritura nos habla de esta búsqueda y encuentro, de personas buscadas y encontradas por Dios. Zaqueo, ansioso y curioso por conocer a Jesús, inicia esta búsqueda sin medir las consecuencias. De repente Jesús lo mira y le dice: “Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy voy a tu casa” (Lc 19,1-10). Una mujer llevaba enferma viarios años. Buscaba el encuentro con Jesús. Un día se decidió, “vino por detrás y le tocó el manto” (Mc 5,27). Otra mujer lo buscaba sin darse cuenta. Buscaba la verdad, la alegría, la felicidad y la vida, pues nadie se las había dado. Cuando se encontró con Jesús, inmediatamente corrió a decir lo que le había ocurrido (Jn 4,1-42).
El camino de búsqueda y encuentro es un viaje lento y complejo que exige mucha fe, paciencia y perseverancia.
DAME UN POCO DE TU TIEMPO
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Dame un poco de tu tiempo | |
Sufrir en soledad no es nada fácil. Sufrir con alguien nos permite sentir que en el dolor somos valiosos. | |
La enfermedad, el dolor, pueden ser aislantes. El que sufre siente la tentación de encerrarse en sí mismo, de guardar el dolor dentro de su alma, de no desvelar un secreto que le pertenece a él, que no puede ser comprendido del todo por los otros. Pero otras veces la enfermedad nos impulsa a pedir ayuda. Sufrir en soledad no es nada fácil. Sufrir con alguien nos permite sentir que en el dolor somos valiosos, que nuestra incapacidad, nuestra pequeñez, nuestra nulidad, no resultan un obstáculo para que otros nos cuiden, nos amen, nos apoyen. Las manos de muchos hombres y mujeres que sufren nos aprietan con firmeza. Nos piden una parte de nuestra vida. El enfermo necesita amor, cariño, cercanía, a veces tanto o más que una medicina, que una nueva dosis de calmante. El médico que sabe acariciar la frente de sus enfermos, que les conoce, que les da no sólo su ciencia y su técnica, sino su corazón, hace un bien incalculable. El enfermero o la enfermera que peina a una anciana, que le ayuda a refrescarse la boca, que le cuenta una historia del periódico o le pregunta por sus nietos, ofrece un bálsamo profundo, que llega al corazón. El familiar, el amigo, que pasa horas y horas junto al trabajador o al estudiante víctima de un accidente inesperado, hace un gesto de amor y de cariño que sólo los que han sufrido saben apreciar en toda su grandeza. Es cierto que vivimos en un mundo de prisas. Es cierto que tenemos mil cosas por hacer. Es cierto que desde muy temprano hemos de luchar contra el tráfico, en medio de mil tensiones y problemas. Pero también es cierto que somos más hombres cuando podemos darnos al que sufre, para que su dolor no sea vacío, para que su pena no lo hunda en la soledad, para que su angustia no lo lleve a la desesperación. Cuando algún enfermo nos apriete la mano y no nos deje ir, no tengamos miedo. Nos pide un poco de tiempo, pero sobre todo nos pide un poco de amor. Nos ofrece también, quizá sin saberlo, la oportunidad de ser un poco más buenos, de sentir lo hermoso que es ser hombre cuando el amor se convierte en lo más importante. Quizá incluso el enfermo sepa amarnos más de lo que nosotros le amemos. Entonces, de un modo misterioso, nuestro dar se convierte en recibir. Los dos somos así un reflejo de Dios, que supo amar sin buscar recompensa, que dio su sangre en una Cruz porque nos quiso, que ha iluminado cada lecho de hospital con un rayo de esperanza, con una lágrima de alegría. Lágrima de un enfermo y de un sano que supieron dejar algo de sí mismos para vivir, generosos, buenos, junto al que sigue allí, a nuestro lado. |
jueves, 16 de agosto de 2012
NUNCA EN LA OTRA ORILLA...
Nunca en la otra orilla
Autor: Phil Bosmans
¿Porqué miras siempre hacia el otro lado?
¿Porqué piensas siempre que los otros, amigos, conocidos y vecinos, son mas dichosos?, y dices con ligereza:
- "A los otros les va mucho mejor, y yo doy
lo mejor de mi y no llego a nada"
La otra orilla siempre es mas bella. Yace muy lejos.
Como petrificado, miras fijamente hacia la bella claridad.
Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha mas felicidad, pues ellos solo ven tu parte agradable.
Tus pequeñas y grandes preocupaciones no las conocen.
Vivir feliz es un arte, para ello conviene sentirse satisfecho...
"La felicidad no esta en la otra orilla, está en ti".
Autor: Phil Bosmans
¿Porqué miras siempre hacia el otro lado?
¿Porqué piensas siempre que los otros, amigos, conocidos y vecinos, son mas dichosos?, y dices con ligereza:
- "A los otros les va mucho mejor, y yo doy
lo mejor de mi y no llego a nada"
La otra orilla siempre es mas bella. Yace muy lejos.
Como petrificado, miras fijamente hacia la bella claridad.
Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha mas felicidad, pues ellos solo ven tu parte agradable.
Tus pequeñas y grandes preocupaciones no las conocen.
Vivir feliz es un arte, para ello conviene sentirse satisfecho...
"La felicidad no esta en la otra orilla, está en ti".
NUESTRO LIBRO...
Nuestro libro
El día de tu nacimiento, cuando solo sabías llorar, recibiste mil besos y caricias, pero también un libro con las hojas en blanco, sin estrenar:
¡EL LIBRO DE TU VIDA! .
Desde aquel instante comenzaste a escribir la historia de tu vida.
Ya llevas varias páginas.
¿Que has escrito hasta ahora?.
A veces escribimos y escribimos y nunca ojeamos las páginas escritas.
Toma el libro de tu vida y repásalo durante unos minutos.
Tal vez encuentres capítulos o páginas que te gustaría besar, algunas escenas te harán llorar, y al abrir alguna página amarilla o reciente, te entraran ganas de arrancarla.
Se ve negra con salpicaduras de tinta.
Pero Pilatos te diría: ¡Lo escrito, amigo, escrito esta!.
Tú lo has escrito con tu puño y letra.
No con la tinta de un "bolígrafo" o de una pluma, sino con la tinta de tu libertad.
"Tu mismo has forjado tu propia aventura", decía el manco Lepanto.
"Porque veo al final de mi duro camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino", sentencia Amado Nervo, quien prefiere la metáfora del arquitecto.
No arranques esas páginas, pide perdón si cometiste un error, para que así se borren todos tus garabatos y así podrás continuar escribiendo tu historia mejor que ayer.
¿Por qué no almacenar el libro de tu vida entre los Best Seller del mundo?.
Aprovecha tu tinta porque tarde o temprano se te va acabar, y ¡no se venden repuestos ni en los kioscos ni en las librerías!
La vida es una y se vive una sola vez.
La muerte cerrara tu libro.
Y al final solo pedirán tu libro, y alguien lo leerá o lo pasara en video, como las aventuras.
Todos somos arquitectos y novelistas, así que, amigo, borrón y cuenta nueva.
Comienza cuanto antes Tu Best Seller.
El día de tu nacimiento, cuando solo sabías llorar, recibiste mil besos y caricias, pero también un libro con las hojas en blanco, sin estrenar:
¡EL LIBRO DE TU VIDA! .
Desde aquel instante comenzaste a escribir la historia de tu vida.
Ya llevas varias páginas.
¿Que has escrito hasta ahora?.
A veces escribimos y escribimos y nunca ojeamos las páginas escritas.
Toma el libro de tu vida y repásalo durante unos minutos.
Tal vez encuentres capítulos o páginas que te gustaría besar, algunas escenas te harán llorar, y al abrir alguna página amarilla o reciente, te entraran ganas de arrancarla.
Se ve negra con salpicaduras de tinta.
Pero Pilatos te diría: ¡Lo escrito, amigo, escrito esta!.
Tú lo has escrito con tu puño y letra.
No con la tinta de un "bolígrafo" o de una pluma, sino con la tinta de tu libertad.
"Tu mismo has forjado tu propia aventura", decía el manco Lepanto.
"Porque veo al final de mi duro camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino", sentencia Amado Nervo, quien prefiere la metáfora del arquitecto.
No arranques esas páginas, pide perdón si cometiste un error, para que así se borren todos tus garabatos y así podrás continuar escribiendo tu historia mejor que ayer.
¿Por qué no almacenar el libro de tu vida entre los Best Seller del mundo?.
Aprovecha tu tinta porque tarde o temprano se te va acabar, y ¡no se venden repuestos ni en los kioscos ni en las librerías!
La vida es una y se vive una sola vez.
La muerte cerrara tu libro.
Y al final solo pedirán tu libro, y alguien lo leerá o lo pasara en video, como las aventuras.
Todos somos arquitectos y novelistas, así que, amigo, borrón y cuenta nueva.
Comienza cuanto antes Tu Best Seller.
EUCARISTIA Y GENEROSIDAD
Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net Eucaristía y generosidad | |
Es
el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a
nuestra generosidad con Él y con el prójimo. | |
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente. ¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados. Manifestaciones de una persona generosa. Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad. Generosidad, primero, por parte de Dios. Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él. Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico. Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo. Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla. Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia. Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor. Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántos vienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía. Y en todas partes, latitudes, continentes, países, ciudades, pueblos, villas que se esté celebrando una misa, Él, omnipotente, se da a todos y todo Él. Y no por ser un pequeño pueblito escondido en las sierras deja de darse completamente. ¿Puede haber alguien más generoso que Dios? Segundo, generosidad por parte de nosotros. Aquí, a la Eucaristía, hemos venido trayendo también nuestra vida, con todo lo que tiene de luces y sombras, y se la queremos dar toda entera a Dios. Le hemos dado nuestro tiempo, nuestro cansancio, nuestro amor, nuestros cinco panes y dos pescados, como el niño del evangelio. Es poco, pero es lo que somos y tenemos. Hemos venido con espíritu generoso para dar, en el momento de las lecturas, toda nuestra atención, reverencia, docilidad, obediencia, respeto. En el momento del ofertorio hemos puesto en esa patena todas nuestras ilusiones, sueños, alegrías, problemas, tristezas. En el momento de la colecta se nos ofrece una oportunidad para ser generosos. En el momento de la paz se nos ofrece una oportunidad para saludar a quien tal vez está a nuestro lado y hace tiempo que no saludamos. Salimos con las manos llenas para repartir estos dones de la eucaristía. En fin, la Eucaristía es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. Jesús eucaristía, abre nuestro corazón a la generosidad. |
miércoles, 15 de agosto de 2012
TARSICIO, MARTIR - 15 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Tarsicio, Mártir
Mártir, 15 de agosto.
Tarsicio, Mártir
Mártir
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257).
Murió mártir durante la persecución de Valeriano. Su figura de niño héroe cristiano ha servido de estímulo y ejemplo durante dieciocho siglos a las generaciones de bautizados desde que han ido despertando a la fe. Su generosidad en la ayuda al prójimo y su disposición al servicio, impregnado de un amor generoso a Jesucristo en la Eucaristía han ayudado a la fantasía de los creyentes posteriores a renovar su veneración al Santísimo Sacramento. También los mayores han aprendido de él a vivir con coherencia la fe eucarística y a vigorizar las actitudes de adoración y culto que secularmente han practicado los discípulos del Señor.
El relato de los hechos con todos los rasgos de verosimilitud histórica es así:
Los cristianos no podían vivir la fe con manifestaciones externas. No tenían derecho a expresar la jubilosa explosión de felicidad que tenían dentro por saberse hijos de Dios con un culto externo. Era preciso esconderse para alabar al único Dios verdadero como discípulos del Señor Jesucristo; por no disponer de locales amplios donde pudieran reunirse, lo hacían a la orilla del Tiber, en los cementerios. Galerías largas y muy entrecruzadas; de vez en cuando se ve una lámpara encendida donde recordaban que se encontraba el cadáver de un mártir, la lámpara era la señal. Ellos conocían bien los largos corredores y los múltiples vericuetos; allí, en un ensanchamiento han tenido el buen gusto de poner en la piedra alguna inscripción y la figura del Pastor cargando una oveja en sus hombros; más adelante, en otro lugar, puede verse en la roca algo que se parece a un cestillo lleno de panes y peces; son símbolos de una historia pasada que se hace viva cada domingo y da más vida, alegría y fuerza a los discípulos de Jesús. Ahora se ve una especie de sala espaciosa, agrandada por las galerías que en ella convergen, donde hay una mesa grande cubierta por manteles muy blancos, con unos cirios encendidos sobre unos candelabros de plata o al menos, así lo parece.
Es un día especial. Sixto es el sacerdote; sí, lo nombraron como sucesor del pontífice Esteban al que habían matado los perseguidores. Todos cantan salmos, en medio de un gran silencio se leen algunos trozos del Evangelio y hace Sixto una sabia reflexión. El diácono Lorenzo pone pan y vino sobre la mesa y el anciano sacerdote comienza la fórmula de la consagración. Antes de comulgar todos se dan el ósculo de la paz.
Poco antes de dispersarse hay un recuerdo para los encarcelados; son los confesores de la fe; no han querido renegar; aman a Jesús más que a sus vidas. Es conveniente rezar por ellos y ayudar a sus familiares en la tribulación. Es también preciso hacerles partícipes de los santos misterios para que le sirvan de fortaleza en la pasión y en los tormentos.
¿Quién puede y quiere afrontar el peligro? Hace falta un alma generosa. Todos quieren; lo piden con los ojos: ancianos, maduros, mujeres y muchachas jóvenes con el rostro cubierto con un velo. Delante del nuevo papa Sixto un niño ha extendido la mano; hay cierta extrañeza en el sacerdote que parece no comprender tamaña decisión, a simple vista disparatada. "¿Y por qué no, Padre? Nadie sospechará con mis pocos años".
Jesús eucaristizado es envuelto en un fino lienzo y depositado en las manos del niño Tarsicio que sólo tiene once años y es bien conocido en el grupo por su fe y su piedad; no se ha amilanado en la furia de la persecución por más que vió aquella noche cómo mataban al papa Esteban mientras hacía los misterios del Señor.
Por entre las alamedas del Tiber va como portador de Cristo, se sabe un sagrario vivo, es una sensación extraña en él -entre el gozo y el orgullo- que nunca había experimentado. Pasa, sin saludar, embelesado con su tesoro. Unos amigos le invitan a participar en el juego; Tarsicio rehúsa; ellos se le acercan; Tarsicio oprime el envoltorio; le hacen un cerco y llega la temida pregunta: "¿Qué llevas ahí? Queremos verlo". Aterrado quiere echar a correr, pero es tarde. Lo agarran y fuerzan a soltar el atadijo que cada vez agarra con más tesón y fuerza, lo zarandean y lo tiran al suelo, le dan pescozones y puntapiés pero no quiere por nada del mundo dejar al descubierto al Señor; entre las injurias y amenazas acompañadas de empellones y puños, Tarsicio sigue diciendo "¡Jamás, jamás!". Uno de los que se ha acercado al grupo del alboroto se hace cargo de la situación y dice: "Es un cristiano que lleva sortilegios a los presos". Pequeños y mayores emplean ahora, bajo excusa de la curiosidad, con furia y saña, palos y piedras.
Recogieron el cuerpo destrozado de Tarsicio y lo enterraron en la catacumba de Calixto.
Cuando pasó la persecución, el papa Dámaso mandó poner sobre su tumba estos versos:
"Queriendo a san Tarsicio almas brutales
de Cristo el sacramento arrebatar,
su tierna vida prefirió entregar
antes que los misterios celestiales".
EL TRANSITO DE MARÍA (DORMICIÓN)
EL TRANSITO DE MARÍA (DORMICIÓN)
El Tránsito de María (Dormición ) es, en el catolicismo, la glorificación del cuerpo de la Virgen María mediante la definitiva donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte, es decir, al contrario que sucede en la muerte humana, la intervención divina de su hijo hizo que cuerpo y alma glorificados no se separasen en espera del juicio final y ascendieran unidos a los cielos. Según el dogma establecido por Pío XII el 1 de noviembre de 1950: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado; que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste».
En el lenguaje procesional, se llama Virgen en dormición aquella representada en un lecho amortajada tapada por ropa de cama; y la Virgen en tránsito aquella representada en un lecho amortajada pero no tapada por ropa de cama y por lo general rodeada de flores todo el perímetro.
La festividad se celebra el día 15 de agosto.
Oriente y Occidente
En el cristianismo católico romano, la Asunción de la Virgen es un dogma de fe desde 1950. Si bien el dogma no se pronuncia explícitamente sobre la muerte de la Santísima Virgen, la tradición mayoritaria considera que la Virgen murió pero fue resurrecta inmediatamente y asunta a los Cielos, en cuerpo y alma.
En el cristianismo ortodoxo también se comparte la creencia de la asunción y se agrega la creencia de fue dormida, lo que se conoce como la «santísima dormición de la Virgen María», lo que habría sucedido antes de ser asunta al cielo.
En el lenguaje procesional, se llama Virgen en dormición aquella representada en un lecho amortajada tapada por ropa de cama; y la Virgen en tránsito aquella representada en un lecho amortajada pero no tapada por ropa de cama y por lo general rodeada de flores todo el perímetro.
La festividad se celebra el día 15 de agosto.
Oriente y Occidente
En el cristianismo católico romano, la Asunción de la Virgen es un dogma de fe desde 1950. Si bien el dogma no se pronuncia explícitamente sobre la muerte de la Santísima Virgen, la tradición mayoritaria considera que la Virgen murió pero fue resurrecta inmediatamente y asunta a los Cielos, en cuerpo y alma.
En el cristianismo ortodoxo también se comparte la creencia de la asunción y se agrega la creencia de fue dormida, lo que se conoce como la «santísima dormición de la Virgen María», lo que habría sucedido antes de ser asunta al cielo.
LA ASUNCIÓN DE MARIA A LOS CIELOS , 15 DE AGOSTO
LA ASUNCIÓN DE MARIA A LOS CIELOS
15 DE AGOSTO
María, llegado el fin de su vida terrenal, por gracia de Dios, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba en cinta, y gemía con dolores de parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un grandragón… que se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, paradevorara suhijo tan pronto naciera. Y la mujer dio a luz un hijo varón, el ceul ha de gobernar a todas las naciones… Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer. Entonces oí una voz fuerte en el cielo que decía: ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías. nuestros hermanos lo han vencido con la sangre derramada del cordero” Apocalipsis 12, 1-3.7.12
Reflexión: Esta lectura delapocalipsis representa en lenguaje figurado el triunfo de Cristo, sobre las fuerzas del mal. María luego de su vida terrenal fue elevada (asunta) en cuerpo y alma al cielo. María ya comparte la vida plenamente con Dios, lo que hace que este dogma sea una realidad para ella y una romesa de vida eterna para nosotros.
A qué nos invita María hoy? Agradezcamos a Dios por la vida de aquellas personas que dejaron una huella positiva en nosotros, y que están en el cielo, meditando al mismo tiempo que huella estamos dejando nosotros a nuestro paso.
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba en cinta, y gemía con dolores de parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un grandragón… que se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, paradevorara suhijo tan pronto naciera. Y la mujer dio a luz un hijo varón, el ceul ha de gobernar a todas las naciones… Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer. Entonces oí una voz fuerte en el cielo que decía: ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías. nuestros hermanos lo han vencido con la sangre derramada del cordero” Apocalipsis 12, 1-3.7.12
Reflexión: Esta lectura delapocalipsis representa en lenguaje figurado el triunfo de Cristo, sobre las fuerzas del mal. María luego de su vida terrenal fue elevada (asunta) en cuerpo y alma al cielo. María ya comparte la vida plenamente con Dios, lo que hace que este dogma sea una realidad para ella y una romesa de vida eterna para nosotros.
A qué nos invita María hoy? Agradezcamos a Dios por la vida de aquellas personas que dejaron una huella positiva en nosotros, y que están en el cielo, meditando al mismo tiempo que huella estamos dejando nosotros a nuestro paso.
lunes, 13 de agosto de 2012
EL SEÑOR PROMETE
El Señor Promete..
El
Señor promete la felicidad eterna a sus fieles. El perdón de los
pecados será concedido a todos aquellos que permanecieron en la
fidelidad a la fe recibida, en el testimonio del Señor y en el servicio a
los hermanos más necesitados.
Todas nuestras ropas de pecaminosidad serán lavadas y purificadas por la gracia divina.
Nuestros nombres brillarán como estrellas eternas en el libro de la vida.
Seremos, de acuerdo a la promesa hecha, reconocidos y llamados por el propio nombre delante de la grandeza de Dios. Por tanto, vigilemos y trabajemos por el bien de tantos hermanos y hermanas que aún no obtuvieron esa certeza y que aún viven en el pecado.
Sergio J. De Souza
PENSAMIENTO MARIANO 16
Pensamiento Mariano
"María: haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida"
Juan Pablo II
ME GUSTARIA...
ME GUSTARIA...
¿Me gustaría poder corregir el mal hecho o rectificar un error teniendo la oportunidad de hacer algo otra vez?
Lo cierto es que cada día puede ser un nuevo comienzo. Todos los días Dios me brinda la oportunidad de un nuevo día, que puedo convertir en algo satisfactorio. Tengo tiempo (veinticuatro horas nuevas) y la capacidad (un don de Dios) para hacer todo lo necesario.
Cada relación se renueva a medida que le aporto más comprensión, ternura y amor. Hasta las responsabilidades rutinarias empiezan a despertar mi interés cuando reconozco que, haga lo que haga, hago lo mejor que puedo.
Realizo un nuevo comienzo en lo emocional, lo físico y lo espiritual declarando y respetando esta verdad: Dios me proporciona cada día un comienzo nuevo.
Lo cierto es que cada día puede ser un nuevo comienzo. Todos los días Dios me brinda la oportunidad de un nuevo día, que puedo convertir en algo satisfactorio. Tengo tiempo (veinticuatro horas nuevas) y la capacidad (un don de Dios) para hacer todo lo necesario.
Cada relación se renueva a medida que le aporto más comprensión, ternura y amor. Hasta las responsabilidades rutinarias empiezan a despertar mi interés cuando reconozco que, haga lo que haga, hago lo mejor que puedo.
Realizo un nuevo comienzo en lo emocional, lo físico y lo espiritual declarando y respetando esta verdad: Dios me proporciona cada día un comienzo nuevo.
El apostolado... ¿una obligación?
El apostolado... ¿una obligación?
San Marcos nos narra que el día de la Ascensión, Jesucristo dijo a sus discípulos: Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las criaturas (Mc 16,15).
Jesús no lo dijo solamente para los once apóstoles que estaban ahí presentes, sino para todos los cristianos de todas las épocas. El Señor nos envía, a cada uno de nosotros, a evangelizar a los pueblos.
"Apóstol" significa “enviado”, así que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que todos los cristianos, por haber sido enviados a predicar el Evangelio, estamos llamados a ser apóstoles.
Tenemos la obligación de ser apóstoles desde el día de nuestro Bautismo y reafirmamos este compromiso el día que recibimos el Sacramento de la Confirmación. Que debemos ser apóstoles, no hay duda. Otra cosa es si de verdad lo somos.
¿Qué es lo que debe hacer un apóstol?
Conocer
Un apóstol, como enviado, no debe representar sus propios intereses, sino los de Aquél quien lo envió. Como enviados de Jesucristo debemos, antes que nada, conocer qué es lo que a Él le interesa: a través del Evangelio, del Magisterio de la Iglesia, del Catecismo, de la oración. Cuanto mejor conozcamos a Jesucristo y su mensaje, mejor podremos cumplir nuestra misión.
Vivir
No basta con conocer el Evangelio, también debemos ponerlo en práctica. Los cristianos tenemos que proclamar el Evangelio, ante todo, viviéndolo. El testimonio es lo que convence a los hombres y es el mejor medio para anunciar el mensaje de Cristo.
Transmitir
Transmitir, es la tercera misión del apóstol. Con nuestro ejemplo, con los hechos, y por la palabra, hablando de Jesucristo, predicándole a los hombres: enseñándoles cuán feliz puede uno ser, siendo seguidor de Cristo.
Conocer el Evangelio, vivirlo, transmitirlo, son las tres misiones del apóstol.
Si el mundo entero todavía no es cristiano al cabo de 2000 años, no se debe a que el cristianismo sea una religión falsa. Se debe solamente a que no todos los cristianos hemos sabido dar testimonio de lo que realmente somos.
¿Quieres ser un verdadero apóstol? No es necesario que hagas tu maleta y te compres un billete de avión rumbo a Sudáfrica. Para hablar del Evangelio no se necesita ir lejos. Debemos lograr que Cristo llegue, a través de mí y de ti, a nuestras familias, a nuestros ambientes de trabajo, de estudio, de entretenimiento. Y entonces, el mundo irá volviendo su mirada insatisfecha hacia la Verdad y se iluminará con la felicidad que sólo el Dios verdadero puede dar.
Fuente: Catholic.net
Autor: Lucrecia Rego de Planas
HAY. HAY ALGO. HAY ALGUIEN
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Hay. Hay algo. Hay alguien | |
Hay vida ante mis ojos y esperanza en mi corazón. Hay un poco de cielo que desvela misterios de estrellas. | |
Hay. Hay algo. Hay alguien. Hay viento, hay lluvia, hay calor. Ocurre. Ocurrió, o tal vez ocurrirá. Lo que existe viene de un pasado. A veces podemos comprender el hilo de los hechos. Otras veces nos resulta difícil indagar por qué se produjo un accidente, por qué existe un edificio, por qué un hombre y una mujer un día se casaron. Con o sin explicaciones, hay cosas ante nosotros. Además, nuestras acciones promueven nuevas cadenas de acontecimientos. Somos creadores de historia. Hay algo, hay alguien. Yo mismo existo, pienso, actúo. ¿Hacia dónde dirijo mis pasos? ¿Desde dónde surgen mis pensamientos? ¿Qué esperanzas me guían? ¿Qué miedos me paralizan? Mañana otros encontrarán nuevos edificios, nuevos problemas, nuevas soluciones, nuevos caminos. Muchos dependerán de lo que ahora tenemos y de lo que ahora decidimos. Lo que habrá mañana surge desde lo que hay ahora. Pero más allá de las decisiones humanas, con sus errores y sus aciertos, hay un Dios que mueve, de maneras misteriosas, los hilos de la historia. Ese Dios sigue hoy su "tarea", como dice una poesía. Desde su Amor nacimos. Hacia su cielo caminamos. Con su Palabra ilumina. Con su respeto deja en las manos de cada hombre el rumbo que tomarán sus pasos y lo que "habrá" en el futuro. Hay una tórtola que canta desde un techo. Hay vida ante mis ojos y esperanza en mi corazón. Hay un poco de cielo que desvela misterios de estrellas. Hay arroyos que refrescan tierras necesitadas de consuelo. Hay un Dios que trabaja en la historia y que me acompaña en la marcha, misteriosa y apasionante, de mi existencia humana. |
viernes, 10 de agosto de 2012
SI QUIERES PUEDES CURARME...
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net Si quieres puedes curarme | |
Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma si tienes fe. | |
Si quieres puedes cuarme. Esta breve y sincera oración quería decir muchas cosas a Jesús: "¿Qué te cuesta, qué le cuesta a quien ha creado un mundo de la nada curar un cuerpo enfermo?" Hoy te presentas ante Él con el cuerpo y el alma enfermos: Eres la impotencia suplicante de rodillas ante el que lo puede todo. Si quieres... ¿Querrás? ¿Tendrás que pensar mucho si devuelves la salud a un desgraciado? ¿Puede tu amor resistir que un alma salida de tus manos en un gesto de amor, se pierda para siempre? ¿Querrás? ¿Puedes curarme? Más que decírselo a Él, que lo sabe muy bien, debes decirlo y gritarlo a ti mismo, para estar cada vez más seguro de que puede, de que no le cuesta. Si te piden fe, di que la tienes; no tienes salud pero tienes fe, toda la que necesita el milagro para hacerse realidad, pero auméntala hasta que se convierta en un grano de mostaza; entonces moverás montañas. Si quieres, puedes curarme. Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma. Quiero, queda limpio" esas palabras anhela tu alma. Y quedó curado el leproso. Así quieres quedar tú curado, el otro leproso del alma. Quieres sentirte limpio y puro, sentir tu alma de niño, como cuando salió de sus manos un día que te amó infinitamente. |
jueves, 9 de agosto de 2012
EL AMOR ES...
El amor es...
El amor es la razón para vivir soñando, para seguir creyendo, para continuar esperando. El amor es la razón para mirar con ternura,
para tratar con dulzura, para sentir el alma pura .
El amor es la razón para tener fuerza en la vida,
para sanar toda herida, para levantarse después de una caída. El amor es la razón de que seamos aceptados sin condiciones, de que Dios responda nuestras oraciones, de que me inspire en poemas y canciones.
El Amor es la energía que nos llena día con día, es la inmensa alegría que nos alienta a seguir cada día, es una cita esperada como tu mejor melodía, es ir del brazo de tu amado o amada Todo El día
El amor es expresar la alegría de tu corazón, en vivir con gozo cada momento aún sin razón, es dar más que recibir para asegurar la salud de nuestro corazón. Es mostrar Al Mundo Nuestro Dios que Vive en el Corazón
El Amor Es Cristo Mismo, Y Su Evangelio De Amor. Es Su Espíritu Llenando Nuestro Corazón. Es Su Gloria que nos regala día con día , llenándonos de Esperanza . alegría y amor.
El amor es la razón del calvario cruel tornado en redención, de la inmerecida Gracia de Su perdón, del raudal de gozo que Nos llena El corazón.
A PESAR DE TODO....
A pesar de todo...
SONRÍO....
Aunque la vida me golpee,
Aunque no todos los amaneceres sean hermosos,
Aunque se me cierren las puertas. Sonrío...
SUEÑO....
Porque soñar no cuesta nada y alivia mi pensamiento,
Porque quizás mi sueño pueda cumplirse,
Porque soñar me hace feliz.
LLORO...
Porque llorar purifica mi alma y alivia mi corazón,
Porque mi angustia decrece, aunque sólo sea un poco,
Porque cada lágrima es un propósito de mejorar mi existencia.
AMO...
Porque amar es vivir,
Porque si amo, quizás reciba amor,
Porque prefiero amar y sufrir, que sufrir por no haber amado nunca.
COMPARTO....
Porque al compartir crezco,
Porque mis penas, compartidas, disminuyen,
Y mis alegrías se duplican.
¡¡¡Sonrío, sueño, lloro, amo, comparto, vivo.!!! Y por esto cada día doy
gracias a Dios que me da un día más...
SONRÍO....
Aunque la vida me golpee,
Aunque no todos los amaneceres sean hermosos,
Aunque se me cierren las puertas. Sonrío...
SUEÑO....
Porque soñar no cuesta nada y alivia mi pensamiento,
Porque quizás mi sueño pueda cumplirse,
Porque soñar me hace feliz.
LLORO...
Porque llorar purifica mi alma y alivia mi corazón,
Porque mi angustia decrece, aunque sólo sea un poco,
Porque cada lágrima es un propósito de mejorar mi existencia.
AMO...
Porque amar es vivir,
Porque si amo, quizás reciba amor,
Porque prefiero amar y sufrir, que sufrir por no haber amado nunca.
COMPARTO....
Porque al compartir crezco,
Porque mis penas, compartidas, disminuyen,
Y mis alegrías se duplican.
¡¡¡Sonrío, sueño, lloro, amo, comparto, vivo.!!! Y por esto cada día doy
gracias a Dios que me da un día más...
BROTARÁ LA ESPERANZA
Brotará la esperanza
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Durante la Segunda Guerra Mundial, Victor Frank llegó al campo de concentración. La secreta razón por la que él no quería suicidarse era que tenía dos metas específicas: encontrarse con su familia y escribir un libro.
“El error de la gente, dice Frank, es preguntarse: ¿Qué puedo esperar de la vida? Cuando el acierto está en preguntarse: ¿Qué está esperando la vida de mí?”.
Vivimos de rentas. A veces almacenamos esperanza, pero poco a poco vamos agotándola y no la reponemos en nuestro caminar. Es preciso, pues, soñar; pero es, sobre todo, necesario renovar nuestra esperanza en Dios y seguir trabajando.
Isaías fue un profeta soñador. Soñó que todas las naciones se dejarían instruir por Dios y desde ahí podrían caminar por las sendas de la paz y del amor. Soñó que todas las personas se podrían dar la mano, podrían hacer de las lanzas podaderas, que a los niños se les enseñaría a cuidar y defender la paz y no a adiestrarse para la guerra.
La historia ha tenido grandes soñadores. También cuentan los pequeños, los que con su vida purifican el aire de odio, rencor, violencia... Estos soñadores esperan un presente y un futuro mejor. Así, hay madres que esperan ver al niño que llevan en las entrañas, jóvenes enamorados que se desean y se buscan, enfermos que anhelan una buena noticia del médico...
Si hay gente y lugares de esperanza, también hay rostros que de alguna forma proclaman con sus vidas que no es posible la esperanza. Son personas abatidas, destrozadas, sin ganas de respirar ni de vivir. Se han cansado de caminar, de luchar y, por supuesto, de soñar. Hay infinidad de rostros como el del ludópata que se ha arruinado, el del padre de familia que perdió el trabajo, el del hincha que contempla la derrota de su equipo, el del enfermo que no tiene cura, el del drogadicto que, a pesar de las promesas, no logra salir de la adicción. Toda esta gente manifiesta una angustiosa búsqueda de sentido, necesidad de interioridad, deseo de aprender nuevas formas y de encontrar esperanza.
La esperanza es gozosa, paciente y confiada. Gozosa por el bien que se espera y por la ilusión con que se espera. La alegría y la paciencia son dos alas que nos permiten volar por encima de todas las dificultades.
La esperanza cristiana tiene un fundamento último en Dios que no nos puede fallar, porque “es imposible que Dios mienta” (Hb 6,18), porque “Él permanece fiel” (2 Tm 2,13).
Debemos esperar con paciencia y confianza un mundo mejor, y debemos hacerlo con una espera activa y colectiva. Debemos esperar como la madre, el enfermo, el preso... como tanta gente que vive de esperanza. Es necesario que brote la esperanza en nuestras vidas. “Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma, y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones. Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados” (San Agustín).
Y junto a esos deseos hay que pedir, también, al Señor, que fortifique los corazones, que haga fuertes las rodillas de los débiles, que cure las heridas de los enfermos, que devuelva la alegría y la esperanza a los tristes y deprimidos.
Si abrimos la puerta a la esperanza, todo recobra luz y color; todo se llena de sentido y la vida brota en pleno invierno. Cada día se nos repite: Brotará un renuevo del tronco de Jesé. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. Y Él podrá llenarlo todo de espíritu nuevo, de ideales nuevos, de valores nuevos, de gracia. Esperamos un cielo nuevo y una nueva tierra que, entre todos, podemos hacer realidad.
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Durante la Segunda Guerra Mundial, Victor Frank llegó al campo de concentración. La secreta razón por la que él no quería suicidarse era que tenía dos metas específicas: encontrarse con su familia y escribir un libro.
“El error de la gente, dice Frank, es preguntarse: ¿Qué puedo esperar de la vida? Cuando el acierto está en preguntarse: ¿Qué está esperando la vida de mí?”.
Vivimos de rentas. A veces almacenamos esperanza, pero poco a poco vamos agotándola y no la reponemos en nuestro caminar. Es preciso, pues, soñar; pero es, sobre todo, necesario renovar nuestra esperanza en Dios y seguir trabajando.
Isaías fue un profeta soñador. Soñó que todas las naciones se dejarían instruir por Dios y desde ahí podrían caminar por las sendas de la paz y del amor. Soñó que todas las personas se podrían dar la mano, podrían hacer de las lanzas podaderas, que a los niños se les enseñaría a cuidar y defender la paz y no a adiestrarse para la guerra.
La historia ha tenido grandes soñadores. También cuentan los pequeños, los que con su vida purifican el aire de odio, rencor, violencia... Estos soñadores esperan un presente y un futuro mejor. Así, hay madres que esperan ver al niño que llevan en las entrañas, jóvenes enamorados que se desean y se buscan, enfermos que anhelan una buena noticia del médico...
Si hay gente y lugares de esperanza, también hay rostros que de alguna forma proclaman con sus vidas que no es posible la esperanza. Son personas abatidas, destrozadas, sin ganas de respirar ni de vivir. Se han cansado de caminar, de luchar y, por supuesto, de soñar. Hay infinidad de rostros como el del ludópata que se ha arruinado, el del padre de familia que perdió el trabajo, el del hincha que contempla la derrota de su equipo, el del enfermo que no tiene cura, el del drogadicto que, a pesar de las promesas, no logra salir de la adicción. Toda esta gente manifiesta una angustiosa búsqueda de sentido, necesidad de interioridad, deseo de aprender nuevas formas y de encontrar esperanza.
La esperanza es gozosa, paciente y confiada. Gozosa por el bien que se espera y por la ilusión con que se espera. La alegría y la paciencia son dos alas que nos permiten volar por encima de todas las dificultades.
La esperanza cristiana tiene un fundamento último en Dios que no nos puede fallar, porque “es imposible que Dios mienta” (Hb 6,18), porque “Él permanece fiel” (2 Tm 2,13).
Debemos esperar con paciencia y confianza un mundo mejor, y debemos hacerlo con una espera activa y colectiva. Debemos esperar como la madre, el enfermo, el preso... como tanta gente que vive de esperanza. Es necesario que brote la esperanza en nuestras vidas. “Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma, y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones. Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados” (San Agustín).
Y junto a esos deseos hay que pedir, también, al Señor, que fortifique los corazones, que haga fuertes las rodillas de los débiles, que cure las heridas de los enfermos, que devuelva la alegría y la esperanza a los tristes y deprimidos.
Si abrimos la puerta a la esperanza, todo recobra luz y color; todo se llena de sentido y la vida brota en pleno invierno. Cada día se nos repite: Brotará un renuevo del tronco de Jesé. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. Y Él podrá llenarlo todo de espíritu nuevo, de ideales nuevos, de valores nuevos, de gracia. Esperamos un cielo nuevo y una nueva tierra que, entre todos, podemos hacer realidad.
LA CALUMNIA
La calumnia
Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: "Quiero arreglar todo lo que hice, ¿como puedo hacerlo?", a lo que el hombre sabio respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde quiera que vallas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y en el cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el hombre sabio contestó: "Esa era la parte fácil...ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna.
Al volver el hombre sabio le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho.
Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de reversar lo que hiciste".
UNA LUZ EN LA NOCHE
Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net Una luz en la noche | |
Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la esperanza. | |
Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la Esperanza.... Cuando eso sucede hay noches en las que parece que el tiempo se ha detenido y jamás veremos el amanecer... en ellas oímos el palpitar de nuestro corazón y cada latido nos duele.... Noches de negrura espiritual en las que todo parece agrandarse, nuestra pena, nuestra angustia y nuestro malestar. Nos pesa la vida y en el silencio de esa noches nos parece que no hay pena como nuestra pena. Pero...si hay un poco de esperanza en nuestro corazón, estamos salvados. Sabemos de casos que esa gran "desesperanza" ha llegado a tal límite, a tal profundidad que no se ha encontrado otra solución que el buscar la "puerta falsa". Es el escape, el terminar con algo que pesa demasiado y el sentirse sumergido en las tinieblas de una noche "sin mañana"... sin esperanza. ¡Eso fue lo que les faltó a esas vidas: LA ESPERANZA. La Esperanza es un mañana mejor, la Esperanza es la luz que puede romper las negras sombras cuando parece que todo está perdido. Sin Esperanza no se puede vivir. Cuando hay Esperanza a pesar de la desilusión y del dolor, siempre habrá otro camino que no sea el de la desesperación y el total aniquilamiento del verdadero yo. Es cierto que hay situaciones en la vida que son como la más oscura de las noches, noches en que las horas parecen no pasar... pero cuando hay fe, cuando sabemos que tenemos un Dios que sabe de nuestro sufrimiento, cuando nos sabemos amados por El, a pesar de que nuestro sentimiento de soledad sea inmenso, si nos dejamos arropar y abandonar en sus brazos y en los de nuestra Madre María Santísima, la Esperanza, de saber que Dios nos ama, llegará con su luz que sabe consolar. Quien se siente amado no puede caer en la desesperación y Dios nos ama. La ESPERANZA, es una virtud que tenemos que cultivar como la flor más delicada y valiosa. Tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, cuyo objeto directo es Dios Sin ellas es muy difícil caminar por la vida y no podemos olvidar que la Esperanza siempre será la luz en nuestras noches cuando las penas y las dificultades las hagan muy oscuras. |
miércoles, 8 de agosto de 2012
MENTALIDAD TRIUNFADORA
Mentalidad triunfadora
Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Las personas somos lo que creemos ser y nuestras “etiquetas” se forman con el recuerdo de nuestras “últimas experiencias”.
Cuando el conductor de un automóvil sufre un accidente grave, su primera reacción es no volver a conducir. Quien se cae de la bicicleta no querrá volver a pedalear. Si persiste en la deserción, quedará marcado para siempre.
Todos los “no puedo” tienen el mismo origen: un fracaso no superado, una caída tras la que no se realizó otro intento, un error que se fijó como la “última experiencia”.
Nuestras expectativas en deporte, estudios, oratoria y hasta en relaciones humanas o amorosas, están determinadas por nuestras “últimas experiencias”.
Toda información nueva, al penetrar en la mente, tiende a sustituir la información antigua relacionada con el mismo tema. El que sufrió un revés, no quiere intentarlo de nuevo. El que tuvo éxito está dispuesto a volver a tenerlo.
La clave para ser hábil en una disciplina no es practicarla cuando sale bien, sino volver a intentarlo cuando sale mal.
Hay un dicho deportivo que versa: “Si no duele, no hace bien”. Sólo pueden ganar competencias importantes los atletas, estudiantes, profesionistas, empresarios y jefes de familia que lo entienden. En la pugna, todos los contendientes comienzan a sufrir al alcanzar el borde de la fatiga. Es una frontera clara en la que muchos abandonan la carrera, convencidos de que han llegado a su límite. Pero quienes no desfallecen, quienes hacen un esfuerzo consciente por aceptar el dolor que otros evaden, de pronto rompen el velo y entran en un terreno nuevo que se llama “segundo aire”. En el segundo aire, la energía regresa en mayores cantidades, los pulmones respiran mejor, el sistema cardiovascular trabaja con más eficiencia y el cerebro agudiza sus sentidos. Sólo en el segundo aire se triunfa; sólo en este terreno se hacen los grandes inventos; sólo aquí se realizan las obras que trascienden y las empresas que dejan huella. Debemos llegar siempre a nuestro segundo aire. Debemos insistir y resistir. Sabemos que dando más de lo que debemos dar recibiremos más de lo que esperamos recibir. Sabemos que nuestros resultados son superiores porque están dados después de la fatiga, porque no fueron fáciles ni gratuitos, porque ocupamos este sitio tras haber hecho un esfuerzo extra en la vereda. Nuestro amor por lo bien hecho nos une, nuestra complicidad por haber llegado juntos a la línea de sufrimiento y haberla traspasado para permanecer juntos en el segundo aire, donde ya no se sufre, donde todo son resultados.
Somos lo que creemos. Valemos lo que tenemos en la mente y en el alma. Alcanzamos lo que soñamos con toda intensidad
Nadie triunfa por casualidad. Cada hombre exitoso posee una filosofía de vida que lo lleva a tomar decisiones correctas en los momentos precisos.
Mañana sólo vas a cosechar aquello por lo que te partiste el alma hoy.
Sólo los de mente arcaica piden limosna; son inútiles, aunque tengan veinte años de edad... Pero tú eres joven mentalmente. Tú puedes lograr tus sueños.
Comienza a hacer lo que te corresponde, hoy mismo. Haz que tu mejor esfuerzo se convierta en tu mejor plegaria.
Ora así: “Señor, lo que tengo que hacer, lo haré lo mejor que pueda, pondré mi mayor cuidado y entusiasmo. Obsérvame en la entrevista o en el examen. Te brindo mi mejor esfuerzo este día y dejo en tus manos el resultado”.
Tienes inteligencia, voluntad, conciencia; todos los elementos para triunfar. Si no logras tus anhelos es que no pagaste el precio.
¡Actúa! ¡Deja de suspirar y hacerte el mártir! ¡Si no triunfas, es porque no quieres! No inventes excusas. Sal al campo de batalla. Hazte oír, hazte valer.
Si no crees en ti, nadie lo hará; si no levantas la mano por temor a la crítica, podrías morirte y nadie te echaría de menos.
¡Lucha! ¡Incluso un poeta luchador es mejor que un poeta aislado! El hombre que se dice intelectual y se retira permanentemente, en realidad es un perezoso.
Los seres ordinarios tienen pereza de pagar el precio. Quieren llegar a la cima sin prepararse ni moverse.
Los mediocres ven al triunfador y lo minimizan, pero no se dan cuenta de que el triunfador ha dado la vida por sus anhelos.
Las ideas te hacen libre o esclavo. De ideas positivas te sostienes para salir del fango, como si fueran ramas de un árbol que se inclinan hacia ti.
La medicina para superar tropiezos es esforzarse, cambiar de actitud, lograr una nueva mentalidad y un incremento en tu autoestima.
¿Estás abatido? El árbol podrido en que te refugiabas fue tragado por el pantano; caíste al fango y has permanecido en él. Sacúdete el lodo, ten el coraje, la fuerza y la fe para mover tus alas anquilosadas hasta que logres elevar el vuelo rumbo al bosque fértil que te está esperando.
No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importan las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad; siempre estamos a tiempo para decir “basta”, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar muy alto y muy lejos del pantano.
Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Las personas somos lo que creemos ser y nuestras “etiquetas” se forman con el recuerdo de nuestras “últimas experiencias”.
Cuando el conductor de un automóvil sufre un accidente grave, su primera reacción es no volver a conducir. Quien se cae de la bicicleta no querrá volver a pedalear. Si persiste en la deserción, quedará marcado para siempre.
Todos los “no puedo” tienen el mismo origen: un fracaso no superado, una caída tras la que no se realizó otro intento, un error que se fijó como la “última experiencia”.
Nuestras expectativas en deporte, estudios, oratoria y hasta en relaciones humanas o amorosas, están determinadas por nuestras “últimas experiencias”.
Toda información nueva, al penetrar en la mente, tiende a sustituir la información antigua relacionada con el mismo tema. El que sufrió un revés, no quiere intentarlo de nuevo. El que tuvo éxito está dispuesto a volver a tenerlo.
La clave para ser hábil en una disciplina no es practicarla cuando sale bien, sino volver a intentarlo cuando sale mal.
Hay un dicho deportivo que versa: “Si no duele, no hace bien”. Sólo pueden ganar competencias importantes los atletas, estudiantes, profesionistas, empresarios y jefes de familia que lo entienden. En la pugna, todos los contendientes comienzan a sufrir al alcanzar el borde de la fatiga. Es una frontera clara en la que muchos abandonan la carrera, convencidos de que han llegado a su límite. Pero quienes no desfallecen, quienes hacen un esfuerzo consciente por aceptar el dolor que otros evaden, de pronto rompen el velo y entran en un terreno nuevo que se llama “segundo aire”. En el segundo aire, la energía regresa en mayores cantidades, los pulmones respiran mejor, el sistema cardiovascular trabaja con más eficiencia y el cerebro agudiza sus sentidos. Sólo en el segundo aire se triunfa; sólo en este terreno se hacen los grandes inventos; sólo aquí se realizan las obras que trascienden y las empresas que dejan huella. Debemos llegar siempre a nuestro segundo aire. Debemos insistir y resistir. Sabemos que dando más de lo que debemos dar recibiremos más de lo que esperamos recibir. Sabemos que nuestros resultados son superiores porque están dados después de la fatiga, porque no fueron fáciles ni gratuitos, porque ocupamos este sitio tras haber hecho un esfuerzo extra en la vereda. Nuestro amor por lo bien hecho nos une, nuestra complicidad por haber llegado juntos a la línea de sufrimiento y haberla traspasado para permanecer juntos en el segundo aire, donde ya no se sufre, donde todo son resultados.
Somos lo que creemos. Valemos lo que tenemos en la mente y en el alma. Alcanzamos lo que soñamos con toda intensidad
Nadie triunfa por casualidad. Cada hombre exitoso posee una filosofía de vida que lo lleva a tomar decisiones correctas en los momentos precisos.
Mañana sólo vas a cosechar aquello por lo que te partiste el alma hoy.
Sólo los de mente arcaica piden limosna; son inútiles, aunque tengan veinte años de edad... Pero tú eres joven mentalmente. Tú puedes lograr tus sueños.
Comienza a hacer lo que te corresponde, hoy mismo. Haz que tu mejor esfuerzo se convierta en tu mejor plegaria.
Ora así: “Señor, lo que tengo que hacer, lo haré lo mejor que pueda, pondré mi mayor cuidado y entusiasmo. Obsérvame en la entrevista o en el examen. Te brindo mi mejor esfuerzo este día y dejo en tus manos el resultado”.
Tienes inteligencia, voluntad, conciencia; todos los elementos para triunfar. Si no logras tus anhelos es que no pagaste el precio.
¡Actúa! ¡Deja de suspirar y hacerte el mártir! ¡Si no triunfas, es porque no quieres! No inventes excusas. Sal al campo de batalla. Hazte oír, hazte valer.
Si no crees en ti, nadie lo hará; si no levantas la mano por temor a la crítica, podrías morirte y nadie te echaría de menos.
¡Lucha! ¡Incluso un poeta luchador es mejor que un poeta aislado! El hombre que se dice intelectual y se retira permanentemente, en realidad es un perezoso.
Los seres ordinarios tienen pereza de pagar el precio. Quieren llegar a la cima sin prepararse ni moverse.
Los mediocres ven al triunfador y lo minimizan, pero no se dan cuenta de que el triunfador ha dado la vida por sus anhelos.
Las ideas te hacen libre o esclavo. De ideas positivas te sostienes para salir del fango, como si fueran ramas de un árbol que se inclinan hacia ti.
La medicina para superar tropiezos es esforzarse, cambiar de actitud, lograr una nueva mentalidad y un incremento en tu autoestima.
¿Estás abatido? El árbol podrido en que te refugiabas fue tragado por el pantano; caíste al fango y has permanecido en él. Sacúdete el lodo, ten el coraje, la fuerza y la fe para mover tus alas anquilosadas hasta que logres elevar el vuelo rumbo al bosque fértil que te está esperando.
No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importan las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad; siempre estamos a tiempo para decir “basta”, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar muy alto y muy lejos del pantano.
SE AMANTE DEL SILENCIO
Sé amante del silencio
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
La palabra que no va precedida de una preparación, de una reflexión en silencio, corre el riesgo de ser vana.
El silencio no está de moda, dicen algunos. Nunca lo ha estado, afirman otros.
La verdad es que vivimos en un mundo de ruidos; estamos tan acostumbrados a ellos que no sabemos vivir sin ruidos. El silencio nos aterra, nos espanta y lo consideramos propio de monjes y ermitaños. Sin embargo, aunque vivimos inmersos en una cultura del ruido, el silencio es importante. El ser humano contemporáneo, aún inconscientemente, está gritando con Verlaine: “Dadme silencio y el amor del misterio”.
El silencio no es contrario a la palabra. Ésta tiene que reposar en aquél, porque “el resonar de la palabra auténtica puede brotar sólo desde el silencio” (Heidegger).
¿Qué es el silencio?
“Existe la ausencia de ruido, escribe Le Chevalier, y existe el silencio. El silencio es la paz; la ausencia de ruido, a veces, es la nada angustiosa”.
“El silencio, ha escrito Picard, pertenece a la estructura fundamental del hombre”. En él, afirma Guardini, se realiza el conocimiento auténtico”. Para Gandhi, “el silencio dilata el espacio de tiempo de nuestra vida”; para Psichari, es “un gran maestro de verdad”; para Lavelle, “es la forma más perfecta del pudor”; para san Pablo de la Cruz, “la llave de oro que conserva el tesoro de las virtudes”; para Bossuet, “el guardián del alma”. El silencio es algo más que callar la palabra, es el fruto de un convencimiento de concentración, meditación, reflexión y oración.
El silencio puede asumir múltiples significados. Hay silencios positivos de aceptación, de promesa, creativos... Pero no todo en el silencio es positivo. Así como existe la palabra vana e hiriente, se da el silencio negativo y destructivo. Existe el silencio falso, como existe la palabra falsa. Existe el silencio de amenaza, de cólera, de odio, rencor... “Algunos, ha escrito Canetti, consiguen la cima de su maldad en el silencio”. Otros, con el silencio, callan la injusticia, el robo, la mentira...
Para progresar en el silencio hay que dominar la lengua, los impulsos, los deseos... ya que el lenguaje que escucha es el del amor.
El silencio prepara el camino para el encuentro con Dios, para escuchar a los otros y para escucharse uno mismo. Quien desee progresar en los caminos del Espíritu deberá hablar poco a las criaturas y mucho a Dios. Tendrá que guardar silencio al trabajar, al andar; silencio de los ojos, de los oídos, de la voz; silencio de la imaginación, de la memoria... Es necesario guardar el silencio de la mente, callar los pensamientos inútiles...
“Por el silencio se reconoce a los que llevan a Dios en el corazón” (G. Tersteegen).
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
La palabra que no va precedida de una preparación, de una reflexión en silencio, corre el riesgo de ser vana.
El silencio no está de moda, dicen algunos. Nunca lo ha estado, afirman otros.
La verdad es que vivimos en un mundo de ruidos; estamos tan acostumbrados a ellos que no sabemos vivir sin ruidos. El silencio nos aterra, nos espanta y lo consideramos propio de monjes y ermitaños. Sin embargo, aunque vivimos inmersos en una cultura del ruido, el silencio es importante. El ser humano contemporáneo, aún inconscientemente, está gritando con Verlaine: “Dadme silencio y el amor del misterio”.
El silencio no es contrario a la palabra. Ésta tiene que reposar en aquél, porque “el resonar de la palabra auténtica puede brotar sólo desde el silencio” (Heidegger).
¿Qué es el silencio?
“Existe la ausencia de ruido, escribe Le Chevalier, y existe el silencio. El silencio es la paz; la ausencia de ruido, a veces, es la nada angustiosa”.
“El silencio, ha escrito Picard, pertenece a la estructura fundamental del hombre”. En él, afirma Guardini, se realiza el conocimiento auténtico”. Para Gandhi, “el silencio dilata el espacio de tiempo de nuestra vida”; para Psichari, es “un gran maestro de verdad”; para Lavelle, “es la forma más perfecta del pudor”; para san Pablo de la Cruz, “la llave de oro que conserva el tesoro de las virtudes”; para Bossuet, “el guardián del alma”. El silencio es algo más que callar la palabra, es el fruto de un convencimiento de concentración, meditación, reflexión y oración.
El silencio puede asumir múltiples significados. Hay silencios positivos de aceptación, de promesa, creativos... Pero no todo en el silencio es positivo. Así como existe la palabra vana e hiriente, se da el silencio negativo y destructivo. Existe el silencio falso, como existe la palabra falsa. Existe el silencio de amenaza, de cólera, de odio, rencor... “Algunos, ha escrito Canetti, consiguen la cima de su maldad en el silencio”. Otros, con el silencio, callan la injusticia, el robo, la mentira...
Para progresar en el silencio hay que dominar la lengua, los impulsos, los deseos... ya que el lenguaje que escucha es el del amor.
El silencio prepara el camino para el encuentro con Dios, para escuchar a los otros y para escucharse uno mismo. Quien desee progresar en los caminos del Espíritu deberá hablar poco a las criaturas y mucho a Dios. Tendrá que guardar silencio al trabajar, al andar; silencio de los ojos, de los oídos, de la voz; silencio de la imaginación, de la memoria... Es necesario guardar el silencio de la mente, callar los pensamientos inútiles...
“Por el silencio se reconoce a los que llevan a Dios en el corazón” (G. Tersteegen).
CUANDO TIENES QUE LANZAR EL ANCLA
Cuando tienes que lanzar el ancla
Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
Cuando tu fe, esperanza y caridad son reales y prácticas, estás preparado para enfrentar la tempestad que sea...
Cuando tienes que lanzar el ancla
La vida nos deparará muchas sorpresas, muchas de ellas llegarán de forma intempestiva e inesperada, es como una tormenta que llega de repente sin avisar; en ese instante, utilizamos todos los recursos a nuestro alcance y dependiendo de la agilidad y astucia con que nos movamos, saldremos airosos y vencedores de estos momentos de angustia.
Todo sería tan fácil como seguir los consejos de este buen escritor inglés: lanza tu ancla y asegura tu barco, así la tempestad pasará sin dañarte.
Un escritor inglés, del siglo pasado, cuenta en una de sus obras que en la playa cerca de su casa, una cosa muy interesante podía ser vista con frecuencia:
Un navío lanzando su ancla en el mar enfurecido.
Difícilmente existe una cosa más interesante o sugestiva que esa. El navío danza sobre las olas, parece estar bajo el poder y a la merced de ellas.
El viento y el agua se combinan para hacer del navío su juguete. Parece que va a haber destrucción; pues si el casco del navío fuera lanzado sobre lasrocas, sería despedazado.
Pero observamos que el navío mantiene su posición. Aunque a primera vista parece un juguetito desamparado a merced de los elementos, el navío no es vencido.
¿Cuál es el secreto de la seguridad de este navío?, ¿cómo puede resistir las fuerzas de la naturaleza con tanta tranquilidad?
¡Existe seguridad para el navío en medio de la tempestad, porque él está anclado! La cuerda a la cual él está amarrado no depende de las aguas, ni de cualquier otra cosa que fluctúe dentro de ellas, ella las atraviesa y está fijada al fondo sólido del mar.
No importa cuán fuerte el viento sople o cuán altas sean las olas del mar... su seguridad depende del ancla que está inmóvil en el fondo del océano.
Muchas veces nos sentimos en medio de una tormenta, siendo tirados por las olas de la vida para arriba y para abajo y azotados por el viento de la adversidad.
Nos parece, algunas veces, que no conseguiremos sobrevivir a determinados períodos de nuestras vidas.
Sin una vida espiritual, sin una fe sólida, sin una esperanza gozosa y un amor desinteresado, nuestra vida es como un navío sacudido por el mar enfurecido por las circunstancias incontrolables de la vida; mas, confiando en Dios, experimentamos su presencia y amor como el ancla de nuestra vida, nos sentimos fortalecidos y esperanzados.
Esa esperanza mantiene segura y firme nuestra vida, así como el ancla mantiene seguro el barco.
Cuando tu fe, esperanza y caridad son reales y prácticas, estás preparado para enfrentar la tempestad que sea... Pide al Señor que te las dé, fortalécelas mediante actos concretos, pero sobre todo, lanza tu ancla y clávala en DIOS...
PENSAMIENTO DEL DÍA
Siempre estarás gozoso y contento, si en todos los momentos diriges a Dios tu vida, y si la esperanza del premio suaviza y alivia las penalidades de este mundo.
San Basilio
martes, 7 de agosto de 2012
3 PASOS PARA ORAR CON LA SENCILLEZ DE UN NIÑO
Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.la-oracion.com Tres pasos para orar con la sencillez de un niño | |
Enséñame cómo buscarte...porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí. | |
Señor Dios, enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto. Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco… Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí. Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre (San Anselmo de Canterbury) *** En días pasados estuve en un campamento de verano con 64 niños de diez y once años. ¡Toda una experiencia! Intenté, junto con otros varios sacerdotes y monitores laicos, que disfrutasen y, en mi caso algo importante, que se acercasen más a Dios. Personalmente, creo que ambas cosas se dieron... Uno de esos días, un niño llamado Miguel se me acercó y me dijo que tenía que decirme algo muy importante y que no podía ser más tarde. Estaba nervioso y, por un momento, me imaginé lo peor: un niño se cayó, alguien se hizo daño, etc. Pero la noticia que Miguel me iba a contar era mucho más seria; algo que, según sus propias palabras, «me ha dejado alucinado, padre». ¿Qué pasó? Le doy la palabra a Miguel: «Esta mañana, padre, después de ducharme, me fui a la capillita que tenemos en el campamento. Ahí coincidí con Álvaro, que está aquí conmigo. No nos pusimos de acuerdo para nada, ¿eh? Lo que fui a pedirle a Jesús, padre, es que hoy me llamaran mis papás por teléfono, pues los echaba de menos. Álvaro ha hecho lo mismo. Pues, ¿sabe qué, padre? ¡Han llamado! Mis padres y sus padres. Jesús escucha realmente y responde. ¡Estoy que no me lo creo!». No sé a ustedes, pero a mí la experiencia de Miguel y Álvaro me ha emocionado. Por dos motivos: porque una vez más he aprendido de la candidez que siempre emana de los niños, esa sencillez que nos hace ver el mundo bajo otra perspectiva. No por nada Cristo mismo nos invitaba a hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos. Y segundo, porque he podido tocar de una manera muy sensible la cercanía de un Dios que nos ama profundamente, que quiere comunicarse con nosotros, que espera que le hablemos y confiemos en Él. Y ¿qué hacer para llegar a esta sencillez? El camino nos lo traza San Anselmo en la bellísima oración que les he puesto al inicio de este artículo: 1. Reconocerse débil y necesitado: « enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto». 2. Agradecer los beneficios recibidos por Dios: «Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco...». 3. Buscar y no cansarse en la oración, aunque cueste: «Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí» o aquella otra, más bella aún: «Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre». Sí, el resultado último es el enamoramiento. Porque el amor es esa fuerza que nos hace capaces de cosas grandes. Y grande es la oración. Además, cuando alguien ama, vuelve a repetir los mismos pasos: se sabe débil ante los peligros que pueden apartarle de su amor; agradece siempre lo que la persona amada le da; y busca seguir amándola con locura. Es un círculo virtuoso que nos eleva cada vez que lo empezamos. Y voy más allá. Estos pasos reflejan, de manera muy nítida, la actitud de cualquier niño. Se sabe débil y por eso acude a los "brazos todopoderosos" de su madre. Agradece lo que recibe con los detalles típicos de un niño: un beso, una flor cortada en un campo, etc. Y, por último, está siempre buscando a sus padres, no puede estar solo, pues intuye que sería su perdición. Pregunta: ¿qué tan niños somos en nuestra oración? Si aún te falta algo por llegar, aquí están tres pasos sencillos; pasos que han sido vividos ya por otros, como San Anselmo... y como mis queridos maestros de 10 años llamados Miguel y Álvaro. |
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