lunes, 30 de enero de 2012

EL PAN DE VIDA...

El pan de vida
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


Había un capitán de un barco que todo lo que tenía de sabiduría le faltaba de dominio propio. A pesar de que comulgaba todos los días, no lograba dominar su genio. Cansados los marineros de soportarle, le dijo uno de ellos: “Más valdría que no comulgara, ya que nos trata así”. A lo que el capitán respondió: “Gracias a que comulgo cada día porque, si no, los hubiera tirado a todos al mar”.

            La Eucaristía es comida, fuerza para navegar por la vida. La forma que Cristo pensó para darse en la Eucaristía fue la comida. Comer y beber con otros, sobre todo para las culturas orientales, están cargados de un gran significado.

El pueblo judío practicó el lenguaje simbólico de la comida. Cada año celebraban en la cena pascual la salvación del éxodo.

Jesús se sirvió del lenguaje “comer con” en su anuncio del Reino. Él comparte la mesa con otros: Lázaro, Mateo, Simón, Zaqueo... Los discípulos tuvieron el privilegio de comer con el Resucitado (Hch 10,40-42).

En nuestras comidas sellamos nuestra amistad, contratos, negocios... Invitamos a comer a un amigo, a alguien que queremos que nos conozca.

            La Eucaristía es comida. Necesitamos comer y beber para alimentarnos, poder vivir y trabajar. Compartir la misma mesa conlleva amistad, familiaridad. Esto mismo Pablo lo aplicará en sentido espiritual: “Somos un pan y un cuerpo, porque todos participamos del mismo Pan” (1 Co 10,16).

            Cristo en la comida pascual escogió el pan y el vino. El pan es la comida común en muchas culturas. Es símbolo de hambre y de alimento, de alegría, de fuerza. Es fruto de la tierra y del trabajo del ser humano. Éste tendrá que “ganar el pan con el sudor de su frente”.

            Jesús es el pan de vida. Lo repite Juan varias veces en el capítulo sexto de su evangelio: “Si uno come de este pan vivirá para siempre” (Jn 6,51). El que come a Cristo tendrá la vida que brota de él, vida abundante, vida verdadera y vida eterna. El que no come su carne ni bebe su sangre no tiene vida. Sin él, sin estar unido a él, no se puede tener vida.

Quien come a Cristo aumenta la fe; para comerlo se necesita fe. La Eucaristía no es el algo mágico; sólo tiene sentido desde la fe en el Hijo del Hombre y en la acción del Espíritu.

            “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56). Somos lo que comemos; nos convertimos en lo que comemos. Quien come a Cristo permanece en él, en su amistad, en su amor. La Eucaristía nos cristifica, nos hace cristianos.
            La Eucaristía no sólo es comida y bebida, es también reunión de creyentes. Al comulgar con Cristo hemos de comprometernos a comulgar con los hermanos. Es fácil decir sí a Cristo, pero es más difícil decir sí al hermano. No puede haber Eucaristía sin fraternidad, sin una actitud de apertura, de entrega y de unión con los demás.

LA SEGUNDA TENTACIÓN

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
La segunda tentación
Ésta paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, nos aparta de Dios.
 
La segunda tentación
Llega una tentación. De avaricia o de lujuria, de envidia o de soberbia, de pereza o de egoísmo, de vanidad o de ira.

Si no estuvimos atentos, si no recurrimos a la ayuda divina, la tentación penetra, poco a poco, en el alma. Luego crece desde las pasiones, entre dudas y ansiedades. Al final, sucumbimos. Hemos pecado.

Entonces puede insinuarse la segunda tentación. Esa que nos hace pensar que no ha pasado nada. O esa que nos dice que es imposible volver a empezar. O esa que nos aparta de Dios: si hemos sido tan malos, ¿con qué cara podemos pedir misericordia?

La segunda tentación es terrible: paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, prepara el terreno a nuevos pecados, nos aparta de Dios.

Si el pecado ha vencido en nuestras vidas, si nos ha robado la amistad con Dios y la unión con los hermanos, necesitamos más que nunca pedir la gracia del perdón. No podemos permitir que la segunda tentación nos hunda más y más en el mal cometido. No podemos dejar crecer el monstruo de la desconfianza que destruye tantas vidas. No podemos abrir las puertas al pecado diabólico por excelencia: pensar que ni siquiera Dios es capaz de perdonarnos.

Resistir la primera tentación es posible sólo con Dios. Si el pecado se hizo presente por nuestra culpa, necesitamos más que nunca volver a Dios para resistir al más terrible de los males: la segunda tentación.

Para ello, hemos de aprender a ver nuestro pecado como Dios lo ve: como la herida en un hijo. Porque para Dios el hijo no deja de serlo si está enfermo. Somos también suyos en medio del lodo del pecado.

La mirada paterna del Dios de misericordia nos da fuerzas para reemprender la lucha, para acudir al sacramento de la confesión, para amar más porque hemos sido muy amados, para perdonar a mis hermanos porque también yo, mil y mil veces, he sido perdonado...



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    domingo, 29 de enero de 2012

    EL PENSAMIENTO DEL DÍA


    PENSAMIENTO DE GANDHI

    PENSAMIENTO DE GANDHI

    Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
    Si me das fortuna, no me quites la razón
    Si me das éxito, no me quites la humildad.
    Si me das humildad, no me quites la dignidad
    Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
    Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
    Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
    Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
    Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso, si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
    ¡Señor.....si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí !

     Mahatma Gandhi.

    NO PIENSES MAL DE TI...

    No pienses mal de ti
    Autor: Walter Ríso



    Se más benigno con tus acciones.
    Afortunadamente no eres perfecto.

    No te insultes ni te irrespetes.
    Lleva un registro sobre tus autoevaluaciones negativas. Detecta cuáles son justas, moderadas y objetivas.

    Si descubres que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
    Reduce tus autoverbalizaciones a las que realmente valgan la pena.

    Ejerce el derecho a equivocarte.
    Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo-error.

    Algunas personas creen que el aprendizaje humano debe ser por
    ensayo-éxito. Eso es mentira.
    El costo de crecer como ser humano es equivocarse y "meter la pata" . Esta ley universal es inescapable.

    Decir: "No quiero equivocarme", es hacer una pataleta y un berricheinfantiles.
    Es imposible no equivocarte, como lo es que no haya aceleración de la gravedad.

    Los errores no te curten. Sólo te recuerdan que eres humano.
    Nuestra cultura pareciera preferir personas psicológicamente perturbadas pero exitosas, a personas psicológicamente sanas pero fracasadas. Sin embargo, el éxito aquí es secundario. De nada sirve si no se puede disfrutar de él.

    La insatisfacción frente a los propios logros y la ambición desmedida actúan como un motor, pero por funcionar de manera sobreacelerada, suele quemarse antes de tiempo.

    Eres una máquina especial dentro del universo conocido, no te maltrates.
    Exígete, pero dentro de límites razonables.
    No reniegues de tiSe más benigno con tus acciones.
    Afortunadamente no eres perfecto.

    No te insultes ni te irrespetes.
    Lleva un registro sobre tus autoevaluaciones negativas. Detecta cuáles son justas, moderadas y objetivas.

    Si descubres que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
    Reduce tus autoverbalizaciones a las que realmente valgan la pena.

    Ejerce el derecho a equivocarte.
    Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo-error.

    Algunas personas creen que el aprendizaje humano debe ser por ensayo-éxito.
    Eso es mentira. El costo de crecer como ser humano es equivocarse y "meter la pata". Esta ley universal es inescapable.

    Decir: "No quiero equivocarme", es hacer una pataleta y un berriche infantiles. Es imposible no equivocarte, como lo es que no haya aceleración de la gravedad.

    Los errores no te curten. Sólo te recuerdan que eres humano.
    Nuestra cultura pareciera preferir personas psicológicamente perturbadas pero exitosas, a personas psicológicamente sanas pero fracasadas. Sin embargo, el éxito aquí es secundario. De nada sirve si no se puede disfrutar de él.

    La insatisfacción frente a los propios logros y la ambición desmedida actúan como un motor, pero por funcionar de manera sobreacelerada, suele quemarse antes de tiempo.

    Eres una máquina especial dentro del universo conocido, no te maltrates. Exígete, pero dentro de límites razonables.
    No reniegues de ti

    "Test" para saber si me salvo

    Autor: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
    "Test" para saber si me salvo
    Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas
     


    Lo único necesario, según Dios, es nuestra salvación eterna. Pero uno se puede preguntar, se debe preguntar: ¿Ese último día, el día en que se van a repartir los puestos del cielo, de la felicidad eterna o de la infelicidad eterna, ¿dónde estaré yo? ¿Estaré a la derecha? ¿Estaré a la izquierda?

    Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas. Una vez que se responden, puede uno, de manera relativamente segura, adivinar si ese día estará a la derecha o estará a la izquierda.

    La primera pregunta es: ¿Qué me dice mi pasado? Por pasado se puede entender toda la vida desde el uso de razón: aproximadamente desde los siete u ocho años hasta el día de ayer. ¿Qué me dice esa vida? ¿Me deja tranquilo, no me preocupa? ¿Puedo seguir igual, o debería cambiar radicalmente, para lograr un día llegar a la puerta del cielo?. Esa sería la primera pregunta: ¿Qué me dice mi pasado? Para los más jóvenes este pasado es breve, para otros es el período quizá más largo; por lo tanto ese pasado tiene mucho que decirme.

    La segunda pregunta es: ¿Qué me dice mi presente? Por presente podemos tomar en cuenta lo que llevamos de este año. ¿Qué me dice ese presente? ¿Puedo decir que es el mejor año; puedo decir que está siendo ya un año muy malo, el peor incluso? ¿Puedo continuar igual y no habrá problemas, o realmente debo de dar un cambio radical?.

    Tercera pregunta: ¿Qué me dice mi futuro? Ciertamente el futuro no se puede adivinar fácilmente; sin embargo, hay una manera de auscultarlo, una manera de adivinarlo y es el preguntarme si, a medida que pasa el tiempo, voy mejorando o voy empeorando; porque la línea tiende a seguir en la misma dirección. Si voy mejorando, lo normal es que continúe mejorando. Si voy cada vez peor, lo normal es que la línea siga bajando, que siga empeorando. Por eso uno puede adivinar el futuro de su propia vida, viendo cómo va esa línea. Va hacia arriba, va hacia abajo: así tenderá a seguir.

    La cuarta pregunta puede ser ésta: ¿Qué me dice mi ambiente? Por ambiente tomo todo el entorno social en que me muevo, comenzando por mi familia, mi esposo, esposa, mis hijos, mis otros parientes, lecturas que tengo, lugares de diversión, lugares de esparcimiento, viajes, trabajo profesional, amistades y todo lo que me rodea. ¿Qué me dice ese ambiente?, o dicho de otra manera, si sigo con ese ambiente, yendo a esos lugares, leyendo lo que leo, viendo lo que veo, teniendo los amigos que tengo, ¿qué va a ser de mí? Muchas veces sucede aquello de :"dime con quién andas, y te diré quién eres”. Muchas veces ocurre que un buen ambiente mejora a las personas, pero también se da el caso de que personas muy buenas y muy sanas se van corrompiendo, cada vez más, con un ambiente adverso.

    ¿Qué me dice mi pasado, mi presente, mi futuro? ¿Qué me dice mi ambiente? Cada uno puede responder a esas cuatro preguntas, y adivinar, de una manera más o menos convincente, dónde se encontrará ese día: a la derecha o a la izquierda.

    Recordemos, para concluir, que Dios no dice: “Hay una cosa muy importante”, sino: “hay una sola cosa necesaria, que es nuestra salvación”. El que logra arreglar este punto, ha logrado arreglar todo; pero el que arregla todo menos esto, su propia salvación, podría recordar aquella frase del mismo Maestro, ¿"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma ¨?.


    ¿Qué te dice tu pasado, tu presente, tu futuro, tu ambiente? Tú lo sabes. Sabes ahora que lo más probable es que te salves... o que no te salves.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC

    sábado, 28 de enero de 2012

    FELIZ FIN DE SEMANA


    ORACIÓN A SANTO TOMÁS DE AQUINO

    Oración a Santo Tomás de Aquino

    Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría;

    ¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría.

    ¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza. Amén.

    HAZ UN DOBLE CLICK EN TU VIDA

    HAZ UN DOBLE CLICK EN TU VIDA






    a. ARRASTRA a Jesús a tu DIRECTORIO PERSONAL.
    b. Guárdalo en todos tus ARCHIVOS PERSONALES.
    c. SELECCIÓNALO como tu DOCUMENTO MAESTRO.
    d. Que Él sea tu MODELO para FORMATEAR tu vida.
    e. JUSTIFICALO y ALINEALO a la derecha y a la izquierda, sin INTERRUPCIONES en tu camino.
    f. Que Jesús no sea solamente un ICONO, un ACCESORIO, una HERRAMIENTA, un PIE DE PÁGINA,sino también el ENCABEZADO, la LETRA PRINCIPAL, la BARRA DE ARRASTRE de tu caminar.

    g. Que Él sea la FUENTE de gracia para tu ÁREA DE TRABAJO, la BROCHA DE PINTURA para COLOREAR tu sonrisa, la CONFIGURACIÓN de tu vida.
    h. Que sea la NUEVA VENTANA para VISUALIZAR el TAMAÑO de su amor, el PANEL DE CONTROL para impedir tus RETROCESOS, compartir tus RECURSOS y ACCEDER al corazón de tus amistades.
    i. COPIA todo lo que es bueno, BORRA tus errores.
    j. No dejes al MARGEN a nadie, abre los BORDES de tu corazón, saca de él los VIRUS del egoísmo. Y antes de CERRAR, pon a Jesús en tus FAVORITOS y tu vida será el ACCESO DIRECTO a la felicidad.
    Ahora, haz CLICK sobre OK para ACTUALIZAR tus CONTENIDOS...


    web católico Javier 

    Valerse de los errores del pasado

    Valerse de los errores del pasado
    (Pequeñas Semillitas)


    Siempre que uno pasa por un problema fuerte, ya sea amoroso o laboral, quisiera que luego de pasada la tormenta este recuerdo desapareciera de nuestra memoria como por arte de magia; creemos que así podríamos evitar todo el sufrimiento que esto nos acarrea.

    Asimismo, los arrepentimientos por haber tomado una mala decisión también nos hacen desear retroceder en el tiempo para hacer bien las cosas, y en otras ocasiones deseamos olvidar todas las oportunidades que desperdiciamos para no sufrir con el recuerdo.

    A menudo, el no haber concretado nuestros sueños o alcanzado nuestras metas nos hace sentirnos tristes y deprimidos, por la falta de éxito o porque nunca tuvimos el trabajo que soñamos. Sin embargo, olvidarlo todo no es la solución al problema, pues podemos sacar provecho de todas estas experiencias.

    Lamentarnos todo el tiempo por lo que perdimos o dejamos de hacer en su momento, lo único que nos va a traer son remordimientos y atraso; en cambio, si tenemos presente los errores pasados con una mirada optimista, nos ayudarán a no cometerlos nuevamente.
    Si aprendemos a aceptar las situaciones como tales, es más probable que aprendamos a ser felices y logremos una familia feliz. Lo único que hay que tener en cuenta es que si nos quedamos esclavos de nuestros recuerdos y frustraciones, nos vamos a estancar.

    Según algunos expertos, el tratar de olvidar algo, no hace desear más lo que no queremos recordar; por ello es muy importante que cuanto antes superemos el asunto.

    Ojo que el hecho de aceptar nuestra situación tal como es no implica actuar de forma conformista, pues mientras más conozcamos nuestros defectos y errores pasados, más sabremos cómo enfrentar los nuevos retos y decisiones que se nos presenten.

    Por último, agradece a Dios por lo que has logrado hasta el momento si ya no estás en posibilidad de cambiar tu futuro; en cambio, aprovecha para ayudar a tus seres queridos a lograr sus objetivos en la vida y a llevar una mejor relación de pareja.

    viernes, 27 de enero de 2012


    Mi alma me habló

    Mi alma me habló

    Mi alma me habló y dijo:

    "No te alegres con el elogio y no te angusties con el reproche".


    Antes de que mi alma me aconsejara yo dudaba del mérito de mi trabajo.

    Ahora me doy cuenta de que los árboles florecen en primavera y dan sus frutos en verano sin esperar elogio, y dejan caer sus hojas en otoño y quedan desnudos en invierno sin temor al reproche.

    Mi alma me habló y me hizo ver que no soy más que el pigmeo ni menos que el gigante.
    Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de hombres:
    una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o resistía desafiante.

    Pero ahora aprendí que soy como ambos y estoy hecho de los mismos elementos.
    Mi origen es su origen, mi conciencia su conciencia, mi pretensión su pretensión y mi peregrinaje su peregrinaje.

    Mi alma me habló y me dijo:

    la linterna que llevas no es tuya y la canción que cantas no fue compuesta en lo profundo de tu corazón, porque aunque sostengas la luz no eres la luz, y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas no eres el ejecutante.

    Mi alma me habló, hermano, y me enseñó muchas cosas.

    Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado.

    Porque tú y yo somos uno y no hay diferencia entre nosotros, salvo que yo proclamo lo que hay en mi ser íntimo, mientras que tú lo guardas como un secreto de tu intimidad.

    Pero en tu reserva hay una especie de virtud.


    Khalil Gibran

    Ramos de flores a los enfermos

    Ramos de flores a los enfermos
    Autor:  Padre Justo López Melús


    Está bien llevar ramos de flores a las tumbas de los seres queridos. Pero estaría mejor llevarlos antes de morir, para que puedan oler el perfume de nuestro cariño. Pero aún estaría mejor consolarlos y alegrarlos en su enfermedad. Que nadie se nos vaya sin sentir nuestro cariño y cercanía. Esto vale más que los homenajes y elogios póstumos.

    Unos indios de la selva ecuatoriana lloraban sentados alrededor de su abuela moribunda. Un forastero les preguntó por qué lloraban delante de ella si todavía estaba viva. Y ellos le contestaron: «para que sepa que la queremos mucho. Que no se nos vaya sin saber nuestro cariño. Que lo sepa a tiempo. Que vea el amor que le hemos tenido y ahora se lo expresamos con pena al saber que ya no va a quedarse con nosotros».

    ¿PUEDE UN HOMBRE CONDENARSE CUANDO DIOS LO AMA TANTO?

    Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Puede un hombre condenarse cuando Dios lo ama tanto?
    Dios existe y me ama. San Pablo lo decía gritando de júbilo: “Me amó y se entregó a la muerte por mí”
     
    ¿Puede un hombre condenarse cuando Dios lo ama tanto?

    El pecado ha crucificado a Cristo: el pecado es terrible, terrible: un Dios crucificado, azotado, escupido, golpeado; terrible. No hay palabras; el corazón prefiere callar: sólo el amor de un Dios pudo permitir esto a los hombres: realmente los amaba.

    ¿Pero todavía puede un hombre condenarse cuando Dios lo ama tanto? ¿Habrá realmente gente en el infierno? Sí consta que hay gente allí: hay ángeles convertidos en demonios; lo lógico es que también haya hombres; si se quiere, únicamente los que despreciaron hasta el final el amor y la redención.

    El pecado dispara al hombre hacía el infierno, lo arroja del Paraíso; por donde pasa deja una desolación de muerte, arrasa con todo, mata todo brote de vida; sólo si pasa detrás la sangre de Cristo, ese valle de muerte recupera su esplendor.

    El paso del pecado por una alma es desolador, pero el paso de Cristo Redentor por la misma alma resucita todo: ‘Yo soy la resurrección y la vida’. Muchas almas se parecen a Sodoma después del fuego del cielo: se eleva de sus ruinas el hedor de los cadáveres y el humo de los tizones.

    Es necesario el paso de Cristo por tantos valles de la muerte, para que la vida surja de nuevo. ¿Fuiste un valle del Paraíso o un valle de la muerte?

    Los amores de los hombres en versos sublimes se escribieron. ¡Cuántos poemas de amor escritos con tinta que el agua borró!

    Escrito con clavos de fuego, con sangre indeleble en el Parnaso del Calvario, está el amor de Dios. ¡Qué suerte que no es poesía, sueño dulce que al despertar desaparece! Debemos contemplar despiertos el amor de Cristo, y ver que no se desvanece; pasan los siglos y no se erosiona; llega el invierno y no se enfría; el pecado, su gran verdugo, no lo ha matado.

    Amor inmortal, delicado y tierno como ninguno; amor de aquí, amor de allá. ¿Sabes tú lo que posees?

    Un amor eterno que es tuyo, un amor crucificado, un amor que te persigue dulcemente, un amor que te perdona todo de un golpe; pero no hace ruido, no se impone, te pide permiso. A base de respetar tu libertad, puedes atreverte a decirle que no. Muchas veces le has rehusado tu pobre amor. No sabes lo que has hecho. ¿Te atreves contra el amor eterno, maravilloso de Dios?

    No lo mereciste, lo has perdido mil veces, y aún te atreves a negarlo. ¿Qué locura se ha adueñado de tu mente, qué atrevimiento es el tuyo?

    Uno puede acumular errores, pero éste sería el mayor de todos. Puede uno cometer ingratitudes, ésta sería la más grande. Pueden encontrarse maravillas en la vida, ésta es la maravilla de las maravillas: Dios existe y me ama. San Pablo lo decía gritando de júbilo: “Me amó y se entregó a la muerte por mí”





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  • P. Mariano de Blas LC

    jueves, 26 de enero de 2012

    IMAGEN DE JESÚS EUCARISTÍA


    HUYE DEL DESIERTO...

    Huye del desierto


    Hablemos de los desiertos para valorar los oasis. Según los entendidos estos son los más extensos del planeta:

    1. El Sahara, en Africa, con una extensión de 9.000.000 de Km cuadrados.

    2. El de Arabia, en Asia, con 2.590.000 Km cuadrados.

    3. El de Gobi, en China y Mongolia, con un millón de Km cuadrados. Pero hay desiertos más secos e invivibles que los anteriores y son los que creamos con el desamor.

    Parece absurdo, pero hay quienes soportan relaciones muertas debido al orgullo y al egoísmo. Relaciones áridas y sin vida sostenidas por la inercia, mantenidas por la costumbre y apoyadas en las apariencias.

    Relaciones enfermizas que deben tener dos salidas: Acabarlas o renovarlas buscando ayuda. Dios quiera que centrados en Ser más que en tener, elijamos amarnos y amar para hacer de la vida un oasis de paz.

    Es de locos crear infiernos de egoísmo en lugar de crear el cielo con el amor. ¡Animo! elige vivir y huye del desierto del egoísmo.

    SE DIGNO DE CONFIANZA...

    Se digno de confianza
    Autor: L.Ronald Hubbard



    A menos que uno pueda tener confianza en la integridad de aquellos que le rodean, uno mismo corre un riesgo. Cuando aquellos con los que uno cuenta le decepcionan, su propia vida puede volverse desordenada e incluso su propia supervivencia puede ser puesta en peligro.

    La confianza mutua es el pilar fundamental más firme de las relaciones humanas. Sin ésta, toda la estructura se viene abajo.

    El ser digno de confianza es un bien altamente estimado. Cuando lo tiene, uno es considerado valioso. Cuando lo ha perdido, a uno se le puede considerar inservible.

    Uno debería lograr que otros a su alrededor lo demuestren y lo merezcan. Como consecuencia se volverán mucho más valiosos para ellos mismos o para otros.

    Cumple con tu palabra una vez dada. Como uno acepta un compromiso o hace una promesa o un juramento, uno debe hacer que se vuelva realidad. Si uno dice que va a hacer algo , debe hacerlo. Si uno dice que no va a hacerlo , no lo debe hacer.

    El respeto de uno hacia otro está basado , en una pequeña medida, en si la persona mantiene o no su palabra. Hasta los padres , por ejemplo, se sorprenderían de la medida en que desmerecen ante la opinión de sus hijos, cuando una promesa no se cumple.

    A la gente que cumple con su palabra se le tiene confianza y se le admira. A la gente que no lo hace, se le considera irresponsable y hay hasta quienes les llame basura. Aquellos que rompen su palabra frecuentemente, nunca obtienen otra oportunidad.

    Una persona que no cumple con su palabra puede encontrarse pronto enredada y atrapada en toda clase de «garantías» y «restricciones», y hasta puede encontrarse a sí misma aislada de las relaciones normales con otros. No hay auto-exilio más completo de los compañeros de uno que el dejar de cumplir las promesas una vez hechas.

    Uno nunca debería permitir que otro dé su palabra a la ligera. Y uno debería insistir en que, cuando se hace una promesa, ésta se debe cumplir. La vida de uno mismo puede volverse muy desordenada al tratar de asociarse con gente que no cumple con sus promesas. No es cosa del azar.

    El camino a la felicidad es mucho más fácil de recorrer con gente en la que uno puede confiar.

    SEÑOR DESEO AMARTE TODAVÍA MÁS EN LA EUCARISTÍA...


    Autor: P. Cristóforo Fernández | Fuente: Catholic.net
    Señor deseo amarte todavía más en la Eucaristía
    Cuando Cristo en la Eucaristía es amado, se convierte en la gran fuerza del alma, consuelo en el dolor, compañía en la soledad.



    Señor deseo amarte todavía más en la Eucaristía

    Algunos cristianos, que alguna vez han llegado a sufrir en carne propia dolores escruciantes, -por ejemplo, el de una gran soledad-, han percibido el consuelo que dimana de los Sagrarios donde está presente el Señor, en medio del olvido de los hombres, incluidos los más cercanos y amados, se sintieron confortados íntimamente por la compañía del amigo, del que permanece fiel en el tiempo y en la eternidad.

    En los campos de concentración, durante la segunda guerra mundial, algunos de los prisioneros celebraban a escondidas la Santa Misa; a los moribundos se les iluminaba el rostro. Cuando Pío IX, acosado por as tropas de Napoleón, tuvo que huir por la puerta trasera del Palacio de Letrán, bajo su disfraz de párroco, llevaba a Jesús Sacramentado, oculto y colgado de un hostiario sobre el pecho, como único compañero de su destierro.

    Percibir, pues, con tan viva emoción la presencia de Dios es el resultado de esa experiencia de fe intensa, y también, de un amor muy personal y cercano a ese Cristo del Tabernáculo. Exactamente lo contrario a la lejana, nebulosa, fría idea de Dios y de su presencia, que se percibe en los que visitan las grandes catedrales y se impresionan por su belleza, pero no reparan en el insondable amor de Dios que está encerrado en el Sagrario; igual a como lo está en otros miles de ellos, quizás pobres y sencillos, alrededor del ancho del mundo.

    Cuando Cristo en la Eucaristía es amado, se convierte en la gran fuerza del alma. En la historia de los mártires del coliseo romano se puede leer cómo ellos se robustecían con el Pan de la Vida antes de salir a la arena al encuentro de las fieras y cómo dejaban admirado al pueblo vociferante, por la alegría y la luz que irradiaban sus rostros y que manifestaban también sus jubilosos cantos y sus vestidos festivos.: ¿qué tiene está religión que hace a los cristianos enfrentarse así a la muerte? se preguntaban todos. Nosotros sabemos que Cristo, al que previamente habían recibido en la comunión, les daba esa alegría. Y ese mismo Cristo es el que aún está con nosotros, para dar a todos cuantos le siguen hoy también la capacidad, incluso heroica, de las virtudes cristianas, de la virginidad y del martirio cuando son necesarios. Cristo está allí, en el tabernáculo, a nuestra disposición, para cuando lo queramos.

    La Eucaristía, don de amor

    Juan introduce los relatos de la Última Cena y de la Pasión con un pensamiento sobre el amor de Jesucristo a los hombres: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1): ¡fue su manifestación superior!.

    La institución sacramental de esa divina presencia en el pan y el vino la describen los Evangelistas y contemplando la de Lucas 22, 14-20, el corazón no puede menos que temblar
    - de amor: amor es la respuesta al amor;
    - de gratitud: sintiendo, sobre todo, la falta de cualquier merecimiento y comprendiendo que todo es dignación divina;
    - de respeto: pues nos llena de silencio, admiración, adoración.

    Él había dicho: Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos (Jn 15, 13). Jesús en la Cena del jueves llevó a cabo, de manera real aunque misteriosa pero real, la entrega que, luego el Viernes, fue todo dolor y muerte. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados...... (Mt 26, 27-28): ese “derramada” está indicando la identidad entre el Jueves y el Viernes Santo.

    Pablo exclamaba emocionado: Me amó y se entregó por mí. (Gal 2, 20). Amó a su Iglesia, y se entregó por ella (Ef 5, 25).

    La Eucaristía, don de presencia y compañía.

    Haced esto en recuerdo mío (Lc 22, 19). Estas palabras siguieron a las anteriores y conforme a ellas las primeras comunidades cristianas se reunían asiduamente para la "fracción del pan", la celebración más expresiva de su fe en Jesucristo y de su comunión con Él y entre sí . desde el inicio hasta hoy así ha sido entre nosotros los cristianos.

    La Eucaristía es, pues, también ese don de la presencia de Cristo viviente en medio de nosotros: Cristo resucitado y vivo, palpitante como entonces en Palestina, sólo que en forma diversa, pero igualmente verdadera. En aquel Jueves Santo, Él sabía que tenía que partir, pero supo maravillosamente inventar el modo de irse y de quedarse a la vez. Por eso parece hermosa la manera de cerrar la narración de la vida de Jesús que usa San Mateo en su Evangelio: "Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20). Lo comprendemos muy bien al lado de Jesús Eucaristía, aunque es verdad que ésta no es la única forma de su presencia entre nosotros, pero sí ciertamente la más viva, la más intensa, la más activa, la más salvífica.

    La Eucaristía, don de fortaleza y fecundidad.

    El dolor de la soledad. Es claro que no se trata de soledad por ausencias físicas, sino por incorrespondencias de amor: no se visita a Jesús en el Sagrario, pero es por inderefencia en el amor, o por tibieza en él.

    Aún así, el amor de Jesús es inmutable: porque los montes cambiarán de lugar y las colinas se desplazarán, pero mi amor no se apartará de tu lado, y mi alianza de paz no se moverá: así dice el Señor, que tiene compasión de tí (Is 54, 10). ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella pudiera olvidarse, yo no te olvido, pues te llevo tatuado en las palmas de mis manos (Is 46, 15-16)

    ¡Qué verdad es todo esto en la Eucaristía!: yo me olvido de ese amor palpitante, pero ¡Él no se da por vencido, y su amor terminará por vencer! ¡por vencerme! Allí es Él el gran adorador; allí es el gran santificador. Puede ser verdad que muchos no lo visiten y que otros lo ignoren, pero igualmente lo es que cuantos se acercan a ÉL para verle saben por experiencia el gran consuelo que Él derrama, que de verdad se muestra como "el compañero" que hace "más breve su dolor" desde ese puesto vigilante, amoroso. Como un dulce amigo, o como una buena madre.

    Sabía de antemano que se le iba a necesitar porque el camino de la felicidad es duro: es a ratos la experiencia de estar solos, de ser las excepciones en el ambiente general, y lo sufrimos por Él, solamente por Él y Él lo sabe y por eso está ahí para sostenernos. La verdad es que se necesita ese pan de los fuertes.

    miércoles, 25 de enero de 2012

    ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS EUCARISTÍA

    ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS EUCARISTIA

    ¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

    Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?

    Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.

    Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

    No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.

    Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

    Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

    Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.

    Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

    Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

    Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo. Amén.

    viernes, 20 de enero de 2012

    RISOTERAPIA

    Risoterapia
    Autor:  Juan Jesús Priego


    Reír es una actividad de lo más saludable. Según el psicólogo estadounidense William Fry, «cinco minutos de risa equivalen a 45 minutos de ejercicio físico. Reír aumenta la capacidad pulmonar, ayuda a la circulación de la sangre, da un masaje vibratorio a todo el cuerpo, aleja temores, elimina toxinas y potencia el sistema inmunológico». Una buena carcajada hace tanto bien como ir a dar una vuelta a trote ligero al parque Tangamanga.

    La risa alivia el ansia, saca de la depresión (de la prisión), reduce el estrés, aminora el cansancio, vuelve menos espesa la bruma que nos hace verlo todo negro y aumenta el gozo de vivir.

    El llanto, como se sabe, es hijo de la impotencia; cuando sentimos que el mundo nos viene demasiado grande, tan grande que nos aplasta, lloramos: llorar es confesar que no podemos. En cambio, la risa es un grito de victoria; sólo los liberados ríen, es decir, aquellos que reconocen haber podido. John Moned, filósofo de la Universidad de South Florida, dice que «la primera vez que el hombre rió debió ser como un gesto de alivio después de haber pasado por algún peligro». Sí, seguramente así debió haber sido. Como en los buenos chistes, que antes hay que oírlos para reírlos, la risa viene siempre después. Es un gesto de liberación, una especie de «¡uf!» que suele exhalar el cuerpo cuando el peligro se ha ido.

    Para Peter L. Berger, el famoso sociólogo de la religión, la risa es un anticipo de la vida redimida. Reímos porque de alguna manera nos consideramos salvados, porque la amenaza de la muerte ha sido abolida, porque el peligro ha quedado atrás. La risa es una garantía de la salvación, una especie de sacramento de la hilaridad que reinará en el cielo.

    Tan saludable es la risa que William Fry ha decidido crear con ella un método de curación llamado risoterapia. Esto significa que muy pronto empezarán a multiplicarse los maestros y los libros que nos invitarán a reír a carcajada abierta como una manera de conservarnos sanos. Cosa que, siendo sincero, ya no me gusta tanto, porque me parece que si le quitamos a la risa su gratuidad, eso que los filósofos llamarían su incondicionalidad, de la risa no queda nada. La verdad es que no me imagino a alguien riéndose solo, o desternillándose a carcajadas frente a otro únicamente para relajar sus maltrechos pulmones.

    Imagine que vamos usted y yo por una calle de la ciudad y que de repente empiezo a ejecutar la terapia que me haya impuesto el risoterapeuta o como se llame el especialista de esta nueva «ciencia». Usted podría pensar, por ejemplo: «Vaya, después de todo no soy tan desagradable como había pensado que era (en el fondo, todos, en algún momento, hemos pensado que acaso éramos desagradables); miren cómo se ríe este señor por lo que acabo de decirle. En mi próxima reunión de trabajo volveré a contar esta anécdota aprovechando que no es tan mala, a juzgar por ver la gracia que ha ocasionado». En el fondo usted se alegraría por haberme hecho pasar un buen rato. Pues bien, ¿qué sentiría si le confesara que no es ni su persona ni sus historias lo que me han hecho doblar de risa sino la necesidad de poner en práctica el ejercicio número 14, según el cual entre las 10:29 y las 11:45 debo reírme por lo menos 2 minutos?

    La risa debe ser, ante todo, la celebración del otro. La celebración de su palabra y de su presencia. Pero si la celebración se convierte en un pretexto para la disminución de mi estrés o para el fortalecimiento de mi sistema inmunológico, entonces la risa queda transformada en uno de los recursos de mi egoísmo, es decir, en una burla.

    A mi entender, la verdadera risoterapia, o curación a través de la risa, tendría que ser aquella que nos invite a alegrarnos de vivir, de estar contentos por habitar un mundo que es gobernado por Dios con amor y cuidado, por ser eternos, por haber sido redimidos y estar rodeados de seres a los que podríamos encontrar y querer.

    La risa, para que sea de veras curativa, tiene que ser una risa profunda, nacida –como dijo Berger- de la convicción de que el mundo está en orden y de que somos amados en él. Y si de la meditación de lo que todo esto significa brota una sonora carcajada, mejor que mejor.


    Fuente: elobservadorenlinea.com
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