domingo, 14 de abril de 2024

DE VERDAD HA RESUCITADO



 De verdad ha resucitado


En estos domingos de Pascua, los textos litúrgicos nos presentan escenas de la primera comunidad cristiana, que reacciona ante el hecho de que Jesús ha resucitado.

 

La resurrección de Jesús es una experiencia que viven los miembros de la comunidad en diversos escenarios. Esta experiencia es tan intensa que los transforma. Si la resurrección de Jesús hubiera sido un montaje fabricado por unos cuantos discípulos, al poco tiempo se habría descubierto. Imposible que millones de seres humanos, a lo largo de dos mil años de historia de la Iglesia, hubieran apostado sus vidas –y las siguen apostando hoy– a una fábula.

 

Lo que comunican a través de la catequesis es la persona de Jesús, presente en medio de la comunidad. Su experiencia de Jesús resucitado se convierte en un testimonio que anuncia esta realidad que cambia el sentido de la existencia humana. Por eso, para la comunidad apostólica la fe es adhesión a la persona de Jesús y a su proyecto de vida; y la predicación es comunicación de esa experiencia.

 

Infortunadamente, muchos cristianos han dado la espalda a este legado de la comunidad apostólica y han hecho del Cristianismo un discurso jurídico, moralizante, sociológico y filosófico; discurso lleno de palabras técnicas incomprensibles para las grandes mayorías. La fe deja de ser adhesión a la persona de Jesús para convertirse en adhesión a unos conceptos por profundos y ciertos que éstos sean… Aprovechemos este tiempo de Pascua para redescubrir el sentido de la fe que vivía la primera comunidad, que vibraba de entusiasmo ante la realidad de Jesús resucitado.

 

El relato pascual que nos trae el evangelista Lucas en el día de hoy nos permite asomarnos a los sentimientos y reacciones que suscita la presencia del resucitado. Recorramos algunas de las expresiones del evangelista Lucas:

 

- “Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: no teman; soy yo”. Con frecuencia, la experiencia de la trascendencia nos asusta, pues nos encontramos ante realidades que nos desbordan o, como dicen los científicos sociales, son variables que no podemos controlar.

 

- Continúa el evangelista Lucas: “¿Por qué surgen dudas en su interior?”. Los discípulos dudan. Se trata de un mecanismo profundamente humano, que no debe ser mirado con sospecha. Las dudas nos invitan a avanzar en el conocimiento de la verdad. Una fe adulta no se contenta con respuestas simplistas. Las dudas son una magnífica oportunidad para afianzar nuestras convicciones religiosas.

 

- Jesús les dice a los atemorizados discípulos: “Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona”. Las manos y los pies con la marca de los clavos son una prueba de la identidad de Jesús; no se trata de un “doble”. Son muy actuales estas palabras de Jesús. En medio de la crisis de valores que vive nuestra sociedad, hay una sobreoferta de soluciones espirituales comercializadas por charlatanes muy insistentes. No nos dejemos engañar. Cerciorémonos de que estamos siguiendo al Jesús real y no a una falsificación. Así como el mercado ofrece licores adulterados, lociones adulteradas, marcas de ropa adulteradas, también hay propuestas religiosas falsas que desorientan y que además hacen un magnífico negocio explotando las necesidades espirituales de los ingenuos.

 

- Lucas nos dice que “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Finalmente, la paz y la alegría del resucitado impregnaron las vidas de los miembros de la comunidad. Esta descripción del evangelista Lucas nos permite vislumbrar el camino de maduración en la fe que vivieron los miembros de las primeras comunidades cristianas. Pasaron por diversas etapas, fueron sacudidos por diversos sentimientos.

 

Pidámosle al buen Jesús que se manifieste en medio de nuestra sociedad, tan golpeada por la pobreza y la violencia; necesitamos su paz para poder construir un futuro diferente, en reconciliación y solidaridad. Pidámosle al buen Jesús que sepamos reconocerlo en medio de la agitada vida moderna. Pidámosle al buen Jesús que superemos la desconfianza que nos impide abrirnos a su Palabra y que nos frena en nuestras relaciones familiares y sociales. Pidámosle al buen Jesús que descubramos que la fe es adhesión a Él, que es el camino, la verdad y la vida.

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P. Jorge Humberto Peláez SJ

PAPA FRANCISCO TRAS ATAQUE DE IRÁN A ISRAEL: BASTA CON LA GUERRA, SÍ AL DIALOGO Y SÍ A LA PAZ


El Papa Francisco tras ataque de Irán a Israel: “¡Basta con la guerra! ¡Sí al dialogo y sí a la paz!”
Por Walter Sánchez Silva
14 de abril de 2024



En sus palabras luego del rezo del Regina Caeli este domingo 14 de abril en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco se refirió al ataque que Irán lanzó contra Israel y pidió que pronto cese el fuego en Gaza; y que se ponga fin a la guerra y la violencia en Tierra Santa, a través del diálogo.

“Sigo en la oración, con preocupación y también dolor, las noticias de las últimas horas sobre el agravamiento de la situación en Israel a causa de la intervención de parte de Irán”, dijo el Papa Francisco en el Vaticano.

“Hago un fuerte llamado a que se detenga toda acción que pueda alimentar una espiral de violencia con el riesgo de arrastrar a Medio Oriente a un conflicto bélico aún más grande”, continuó el Santo Padre.

“Ninguno debe amenazar la existencia de otros. Que en cambio todas las naciones se pongan de parte de la paz y ayuden a los israelíes y a los palestinos a vivir en dos estados, lado a lado, con seguridad, es su profundo y licito deseo; y es su derecho, dos estados vecinos”.

El Papa Francisco hizo votos también para “que se llegue pronto a un cese al fuego en Gaza y que se recorra el camino de la negociación, con determinación. Que se ayude a esa población que ha sido precipitada a una catástrofe humanitaria. Que se libere pronto a los rehenes secuestrados hace meses. ¡Cuánto sufrimiento! Rezamos por la paz”.

“¡Basta con la guerra! ¡Basta con los ataques! ¡Basta con la violencia! ¡Sí al diálogo y sí a la paz!”, subrayó el Santo Padre.

Tras recordar luego que el 25 y 26 de mayo se celebrará la I Jornada Mundial de los Niños, el Papa Francisco dijo: “Rezamos por los niños que sufren la guerra, son tantos en Ucrania, en Palestina, en Israel, en otras partes del mundo como Myanmar. Recemos por ellos y por la paz”.

En un mensaje enviado a la cadena de televisión Al Arabiya el viernes 12 de abril, en ocasión del fin del Ramadán musulmán, el Santo Padre señaló: “Dios es paz y quiere la paz. Quien cree en Él no puede sino repudiar la guerra, que nunca resuelve sino que aumenta los conflictos”.

El ataque de Irán contra Israel

El sábado 13 de abril, el ejército de Israel informó que Irán lanzó decenas de misiles y drones desde su territorio, la mayoría de los cuales fueron interceptados fuera del territorio israelí por los sistemas de defensa antiaéreos de este país.

Según refiere CNN en Español, el ejército de Israel indicó que se lanzaron en total más de 200 “amenazas” y que aún sigue interceptando estos ataques.

De acuerdo a diversas autoridades de Irán, como el Ministerio de Asuntos Exteriores, el ataque lanzado contra Israel sería en respuesta a un ataque de Israel contra el consulado de Irán en Damasco (Siria) a inicios de este mes de abril.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, señaló en un comunicado que "consultará con aliados y socios en la región y en todo el mundo en las próximas horas y días" tras el ataque de Irán contra Israel.

"Estados Unidos condena en los términos más enérgicos el ataque de Irán a Israel", precisó.

"Aunque no busquemos una escalada, continuaremos apoyando la defensa de Israel y, como dejó claro el presidente (Joe Biden), defenderemos al personal estadounidense".

 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 14 DE ABRIL DE 2024 - III DOMINGO DE PASCUA

 



Domingo 3 (B) de Pascua

Domingo 14 de abril de 2024


 1ª Lectura (Hch 3,13-15.17-19): En aquellos días, Pedro dijo a la gente: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados».



Salmo responsorial: 4

R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.


Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?».


En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

2ª Lectura (1Jn 2,1-5): Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.

Versículo antes del Evangelio (Lc cf. 24,32): Aleluya. Señor Jesús, explícanos las Escrituras; haz arder nuestro corazón cuando hablas. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 24,35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».




«Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo»

Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós

(Barcelona, España)



Hoy, el Evangelio todavía nos sitúa en el domingo de la resurrección, cuando los dos de Emaús regresan a Jerusalén y, allí, mientras unos y otros cuentan que el Señor se les ha aparecido, el mismo Resucitado se les presenta. Pero su presencia es desconcertante. Por un lado provoca espanto, hasta el punto que ellos «creían ver un espíritu» (Lc 24,37) y, por otro, su cuerpo traspasado por los clavos y la lanzada es un testimonio elocuente de que se trata del mismo Jesús, el crucificado: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo» (Lc 24,39).

«Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor», canta el salmo de la liturgia de hoy. Efectivamente, Jesús «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc 24,45). Es del todo urgente. Es necesario que los discípulos tengan una precisa y profunda comprensión de las Escrituras, ya que, en frase de san Jerónimo, «ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo».

Pero esta compresión de la palabra de Dios no es un hecho que uno pueda gestionar privadamente, o con su congregación de amigos y conocidos. El Señor desveló el sentido de las Escrituras a la Iglesia en aquella comunidad pascual, presidida por Pedro y los otros Apóstoles, los cuales recibieron el encargo del Maestro de que «se predicara en su nombre (...) a todas las naciones» (Lc 24,47).

Para ser testigos, por tanto, del auténtico Cristo, es urgente que los discípulos aprendan -en primer lugar- a reconocer su Cuerpo marcado por la pasión. Precisamente, un autor antiguo nos hace la siguiente recomendación: «Todo aquel que sabe que la Pascua ha sido sacrificada para él, ha de entender que su vida comienza cuando Cristo ha muerto para salvarnos». Además, el apóstol tiene que comprender inteligentemente las Escrituras, leídas a la luz del Espíritu de la verdad derramado sobre la Iglesia.

CON LAS VÍCTIMAS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 14 DE ABRIL DE 2024





CON LAS VÍCTIMAS


Según los relatos evangélicos, el Resucitado se presenta a sus discípulos con las llagas del Crucificado. No es este un detalle banal, de interés secundario, sino una observación de importante contenido teológico. Las primeras tradiciones cristianas insisten sin excepción en un dato que, por lo general, no solemos valorar hoy en su justa medida: Dios no ha resucitado a cualquiera; ha resucitado a un crucificado.


Dicho de manera más concreta, ha resucitado a alguien que ha anunciado a un Padre que ama a los pobres y perdona a los pecadores; alguien que se ha solidarizado con todas las víctimas; alguien que, al encontrarse él mismo con la persecución y el rechazo, ha mantenido hasta el final su confianza total en Dios.


La resurrección de Jesús es, pues, la resurrección de una víctima. Al resucitar a Jesús, Dios no solo libera a un muerto de la destrucción de la muerte. Además «hace justicia» a una víctima de los hombres. Y esto arroja nueva luz sobre el «ser de Dios».


En la resurrección no solo se nos manifiesta la omnipotencia de Dios sobre el poder de la muerte. Se nos revela también el triunfo de su justicia sobre las injusticias que cometen los seres humanos. Por fin y de manera plena triunfa la justicia sobre la injusticia, la víctima sobre el verdugo.


Esta es la gran noticia. Dios se nos revela en Jesucristo como el «Dios de las víctimas». La resurrección de Cristo es la «reacción» de Dios a lo que los seres humanos han hecho con su Hijo. Así lo subraya la primera predicación de los discípulos: «Vosotros lo matasteis elevándolo a una cruz… pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos». Donde nosotros ponemos muerte y destrucción, Dios pone vida y liberación.


En la cruz, Dios todavía guarda silencio y calla. Ese silencio no es manifestación de su impotencia para salvar al Crucificado. Es expresión de su identificación con el que sufre. Dios está ahí compartiendo hasta el final el destino de las víctimas. Los que sufren han de saber que no están hundidos en la soledad. Dios mismo está en su sufrimiento.


En la resurrección, por el contrario, Dios habla y actúa para desplegar su fuerza creadora en favor del Crucificado. La última palabra la tiene Dios. Y es una palabra de amor resucitador hacia las víctimas. Los que sufren han de saber que su sufrimiento terminará en resurrección.


La historia sigue. Son muchas las víctimas que siguen sufriendo hoy, maltratadas por la vida o crucificadas injustamente. El cristiano sabe que Dios está en ese sufrimiento. Conoce también su última palabra. Por eso su compromiso es claro: defender a las víctimas, luchar contra todo poder que mata y deshumaniza; esperar la victoria final de la justicia de Dios. 


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

FELIZ DOMINGO!!!!!





 

domingo, 7 de abril de 2024

PARA APRENDER EN EL CURSO DE RELIGIÓN - SIGNIFICADO DE LOS ORNAMENTOS RELIGIOSOS









 

MEDITACIONES DIARIAS DE SAN JOSÉ - MES DE ABRIL



Abril 1

San José, el divino corazón de nuestro adorable redentor, tuvo que sufrir lo indecible hasta la muerte y muerte de cruz.

Y Tú, sabiendo muy bien todo esto, tuviste que acompañarlo en sus primeros años de vida, sabiendo que estaba destinado para el sacrificio supremo.

Danos también a nosotros ese cariño y ese amor hacia nuestro Señor. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 2

Glorioso patriarca, Dios Padre nos ha creado con su poder, Dios Hijo nos ha redimido con su sangre, Dios Espíritu Santo nos ha santificado con su amor y con su gracia; no permitas por tanto, que usemos mal de esa libertad; sino que coincidamos siempre con su divina voluntad. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 3

El Hijo de Dios se ofrece a su Padre para venir a la tierra, se encarna en la Santísima Virgen María y se hace hombre.

Y sufre como hombre y como Dios dándole a su sacrificio un valor infinito.

San José, concédenos la gracia de estar siempre unidos a Jesús como sarmiento a la vid. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 4

Glorioso patriarca, padre adoptivo de nuestro Redentor, y poderoso abogado nuestro en toda tribulación, en toda necesidad y en todo peligro; te elegimos por patrono y abogado para toda la vida y la muerte.

Te pedimos humildemente con toda el alma que nos recibas como perpetuos siervos y esclavos vuestros. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 5

San José con tu poderoso patrocinio alcánzanos la continua protección de tu esposa la Inmaculada Virgen María y las misericordias de Jesús. Asístenos siempre y bendice nuestras palabras, acciones, pensamientos y deseos para que en todo nos conformemos con la voluntad divina, para que sirviéndote constantemente logremos con tu protección, una feliz muerte. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 6

Le damos infinitas gracias a Dios por haberte elegido san José, entre tantos santos, para ser padre adoptivo de su unigénito hijo sobre la tierra y para guía segura del mismo y de su santa Madre. Sé Tú también nuestra guía segura hasta el fin de nuestras vidas. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 7

Tú que has sido el tutor del que es el Camino, la Verdad y la Vida, guíanos siempre en el venturoso viaje hacia la eternidad; y alcánzanos la gracia de purificar con frecuencia nuestra alma en el sacramento de la penitencia. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 8

Glorioso patriarca san José, Dios te concedió el favor de guardar de la persuasión de Herodes a Jesucristo verdadero pan de vida. Te suplicamos nos alcances la gracia de recibirle dignamente y con frecuencia. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 9

Patriarca san José concédenos la gracia de poder unirnos cada día más con nuestro redentor; Tú que tuviste la dicha de fortalecerte y santificarte con el frecuente contacto y trato íntimo con Él. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 10

San José te pedimos muy encarecidamente no nos dejes morir sin el auxilio espiritual de la santa Unción de los enfermos, que alivia la enfermedad corporal y alimenta el alma, preparándola para el eterno descanso. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 11

Danos también la gracia de imitar siempre tu prudencia en los juicios, Tú que viviste una fe sin titubeos, creyendo que era obra del Espíritu Santo el fruto de tu purísima esposa, y dejando a un lado todo juicio para Dios. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 12

Esta fe única que nos participas en el misterio divino de la encarnación del Verbo nos recuerda que debemos pedirte la perseverancia final para vivir y morir con la mayor firmeza en la fe de la Iglesia que nos acoge. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 13

Te suplicamos san José la gracia de poder imitarte sirviendo fiel y constantemente a Dios y a su divina Madre, Tú que fuiste elegido para fiel ministro de Jesús y María en la tierra. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 14

San José, el Señor te ha concedido la inmensa gracia de ser asistido en el último trance por Jesús y María. Por tu inefable felicidad te suplicamos que nos alcances la gracia de partir de este mundo verdaderamente abrazados por estos tres amores: Jesús, María y Jose. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 15

Por el privilegio que tuviste de resucitar con Jesús y subir en cuerpo y alma a la gloria eterna, te suplicamos, patrono de la buena muerte, nos alcances la gracia de encontrarnos bien dispuestos a la hora de nuestra muerte y merecer así el descanso eterno de los santos. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 16

Eterno padre, por medio del corazón de María y san José, nos ofrecemos al Sagrado Corazón de Jesús con todo su amor y sufrimiento; para expiar todos los pecados que hemos cometido, para purificar todo el bien que hemos hecho, para suplir todo el bien que hemos omitido. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 17

Quisiéramos que todas las vidas de los hombres se emplearan en el servicio de María y José; y tener todas las vidas de los santos y santas del cielo para amar a la Madre de Dios y a san José, con aquel amor con que ellos actualmente los aman. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 18

Deseamos con todo nuestro corazón que todos los países, provincias, ciudades, hombres, mujeres, niños y niñas que en ellos hay, conozcan, amen, sirvan y alaben a María y a san José, con aquel fervor con que lo hacen los cortesanos del cielo. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 19

San Antonio María Claret alcanzó la gracia de morir y ser acompañado por amor y reverencia de María, Virgen Madre de Dios, y de san José, tutor y guía de Jesús y María. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 20

Como San Antonio María Claret, deseamos que Jesús nos conceda la fortaleza y la gracia que necesitamos para atravesar todas las pruebas que se nos presentan a diario en el camino. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 21

Es el amar mi destino, el padecer mi consuelo y el gozar en este suelo que me parece desatino. San José que es mi patrono me recompensará a porfía, preparándome un trono junto al corazón de María.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 22

Alabado y glorificado sea el Hijo divino por haber elegido entre todos los santos al glorioso patriarca san José para ser su padre adoptivo y nutricio, muriendo en sus divinos brazos y en los de su santísima Madre. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 23

Alabado y glorificado sea el Hijo divino por haber elegido entre todos los santos al glorioso patriarca san José para ser su padre adoptivo y nutricio, muriendo en sus divinos brazos y en los de su santísima Madre. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 24

Dulcísima María, Madre de Jesús y nuestra, por intercesión de san José te pedimos nos alcances un amor tierno, grande y perfecto a Jesús; y a la perseverancia en Él hasta la muerte. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 25

Alabado y glorificado sea el Espíritu Santo por haber santificado tan admirablemente a san José para que fuese digno esposo de María y Padre de Jesús, concediéndole los dones de su gracia con más abundancia que a los demás santos y, ensalzándole en el cielo sobre todos ellos en un trono solo inferior al de María.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 26

Reina del cielo, por intercesión de san José ayúdanos poder obtener las inspiraciones de la gracia y, llegar así al grado de santidad al que Dios nos llama para alcanzar la vida eterna. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf


Abril 27

Santos esposos María y José, que después de haber vivido en la tierra compartiendo los trabajos de la vida, amando con ardiente caridad a Jesús, ahora que están en el cielo gozando junto a Él de una gloria incomprensible, rogamos nos hagan partícipes algún día de esa misma gloria. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 28

Desde el trono de la exaltación, María y José recuerden siempre a los humildes devotos que luchan todavía con los enemigos del alma, expuestos continuamente a ser vencidos por ellos. Lo pedimos por el amor que tienen a Jesús. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 29

Utiliza tu valimiento ante Jesús para que libres de pecado, y sufriendo con paciencia los trabajos de nuestra peregrinación, lleguemos finalmente a gozar de vuestra compañía en el cielo; a cuyo fin decimos con toda confianza: Jesús, José y María les doy el corazón y el alma mía. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf)


Abril 30

Jesús, nuestro modelo, nos enseñó a hacer el bien a todos, enseñando la Palabra y realizando milagros como prueba de su divinidad, ya que solo Dios puede hacer milagros; que te conozcan a ti Padre y a su enviado, decía; porque si le conocemos le amamos; y si le amamos le servimos eternamente con María y José. Así sea.

(P. Florentín Brusa, cmf) 




HAZ LA PROMESA


Haz la promesa...


✸ De ser tan fuerte, que nada ni nadie pueda perturbar la Paz de tu Espíritu... 

✸ De hablar de salud, progreso y felicidad a todos los que encuentres...

✸ De hacer sentir a tus amigos que algo grande existe dentro de ellos...

✸ De ver todo por el lado noble y hermoso, haciendo que tu optimismo sea sincero...

✸ De pensar solo lo mejor y esperar solo lo mejor...

✸ De tener tanto entusiasmo por el éxito de los demás como por el tuyo propio...

✸ De olvidar los errores del pasado y luchar por las grandes realizaciones del porvenir...

✸ De llevar todo el tiempo un semblante alegre y tener siempre una sonrisa para todos...

✸ De emplear tanto tiempo en tu mejoramiento, que no tengas lugar para criticar a los demás...

✸ De ser tan GRANDE para la pena, tan NOBLE para la cólera...tan FUERTE, para el miedo... que tu felicidad no tema la presencia del dolor y así el dolor desaparezca. 

EXPLICACIÓN DE LOS TIPOS DE TEMPLOS - IMÁGENES








 

RECORRIDO HACIA LA FE - EVANGELIO COMENTADO DEL DOMINGO 7 DE ABRIL DE 2024



RECORRIDO HACIA LA FE


Estando ausente Tomás, los discípulos de Jesús han tenido una experiencia inaudita. En cuanto lo ven llegar se lo comunican llenos de alegría: «Hemos visto al Señor». Tomás los escucha con escepticismo. ¿Por qué les va creer algo tan absurdo? ¿Cómo pueden decir que han visto a Jesús lleno de vida, si ha muerto crucificado? En todo caso, será otro.

Los discípulos le dicen que les ha mostrado las heridas de sus manos y su costado. Tomás no puede aceptar el testimonio de nadie. Necesita comprobarlo personalmente: «Si no veo en sus manos la señal de sus clavos… y no meto la mano en su costado, no lo creo». Solo creerá en su propia experiencia.

Este discípulo, que se resiste a creer de manera ingenua, nos va a enseñar el recorrido que hemos de hacer para llegar a la fe en Cristo resucitado a los que ni siquiera hemos visto el rostro de Jesús, ni hemos escuchado sus palabras, ni hemos sentido sus abrazos.

A los ocho días se presenta de nuevo Jesús. Inmediatamente se dirige a Tomás. No critica su planteamiento. Sus dudas no tienen para él nada de ilegítimo o escandaloso. Su resistencia a creer revela su honestidad. Jesús le entiende y viene a su encuentro mostrándole sus heridas.

Jesús se ofrece a satisfacer sus exigencias: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano, aquí tienes mi costado». Esas heridas, antes que «pruebas» para verificar algo, ¿no son «signos» de su amor entregado hasta la muerte? Por eso Jesús le invita a profundizar más allá de sus dudas: «No seas incrédulo, sino creyente».

Tomás renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo experimenta la presencia del Maestro, que lo ama, lo atrae y le invita a confiar. Tomás, el discípulo que ha hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús, llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: «Señor mío y Dios mío». Nadie ha confesado así a Jesús.

No hemos de asustarnos al sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas, vividas de manera sana, nos rescatan de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, sin crecer en confianza y amor. Las dudas nos estimulan a ir hasta el final en nuestra confianza en el Misterio de Dios encarnado en Jesús.

La fe cristiana crece en nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo rostro podemos vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas. «Dichosos los que crean sin haber visto».


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 7 DE ABRIL DE 2024 - II DOMINGO DE PASCUA - DOMINGO DE LA MISERICORDIA



Domingo 2 de Pascua

Domingo de la Misericordia - Domingo 7 de abril de 2024



1ª Lectura (Hch 4,32-35): En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Salmo responsorial: 117

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.


La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.


Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

2ª Lectura (1Jn 5,1-6): Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Versículo antes del Evangelio (Jn 20,29): Aleluya. Porque me has visto, Tomás, has creído, dice el Señor; bienaventurados los que sin haber visto han creído. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 20,19-31): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.




«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.

Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.

La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros. 

EN EL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA EL PAPA FRANCISCO ALIENTA A ABRIR EL CORAZÓN DE JESÚS PARA TENER VIDA VERDADERA



En el Domingo de la Divina Misericordia el Papa Francisco alienta a abrir el corazón a Jesús para tener vida verdadera

Por Walter Sánchez Silva

7 de abril de 2024




Antes del rezo de la oración mariana del Regina Caeli (Reina del Cielo), que en Pascua sustituye al Ángelus, y recordando que hoy es el Domingo de la Divina Misericordia, el Papa Francisco animó a abrir el corazón a Jesús para tener vida verdadera.

Ante unos 15 mil fieles presentes en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Santo Padre recordó que hoy, segundo domingo de ´Pascua, está dedicado a la Divina Misericordia por un deseo del Papa San Juan Pablo II.

El Papa Francisco meditó en el evangelio de hoy que habla de la vida eterna y explicó qué se puede hacer para tener vida auténtica: “Todos queremos tener vida, pero existen diversos puntos de vista sobre cómo lograrlo. Por ejemplo, hay quien reduce la existencia a una carrera frenética para gozar y poseer muchas cosas: comer y beber, divertirse, acumular dinero y objetos, sentir emociones fuertes y nuevas, etc.”.

Este, advirtió el Papa, “es un camino que a primera vista parece atractivo, pero que no sacia el corazón. No es así como se ‘tiene vida’, porque siguiendo los caminos del placer y del poder no se encuentra la felicidad”.

“De hecho, quedan sin respuesta muchos aspectos de la existencia como, por ejemplo, el amor, las experiencias inevitables del dolor, las limitaciones y la muerte. Y, además, no se hace realidad el sueño que todos tenemos en común: la esperanza de vivir para siempre, de ser amados sin fin”.

“Hoy, el Evangelio dice que esta plenitud de vida, a la que cada uno de nosotros está llamado, se realiza en Jesús: es Él quien nos da la vida plena. Pero, ¿cómo acceder a ella, cómo experimentarla?”, cuestionó el Papa Francisco.

En el caso de los 12 Apóstoles, ellos se dejaron interpelar por Cristo resucitado y recibieron el don del Espíritu Santo, e interrogó a todos: “Les pregunto, ¿tienen esperanza? Que cada uno se pregunte: ¿cómo va mi esperanza?”.

Entonces, continuó el Papa Francisco, para tener vida cada día “basta con fijar la mirada en Jesús crucificado y resucitado, encontrarlo en los sacramentos y en la oración, reconocerlo presente, creer en Él, dejarse tocar por su gracia y guiar por su ejemplo, experimentar la alegría de amar como Él”.

El Santo Padre resaltó entonces que “cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida. Hay que buscar a Jesús, dejarse encontrar –porque Él nos busca–, abrir el corazón al encuentro con Jesús”.

El Papa Francisco también preguntó a todos: “¿creo en el poder de la resurrección de Jesús, creo que ha resucitado? ¿Creo en su victoria sobre el pecado, el miedo y la muerte? ¿Me dejo implicar en la relación con el Señor, con Jesús? ¿Y dejo que Él me empuje a amar a los hermanos y las hermanas, y a tener esperanza todos los días?”.

Para concluir, el Pontífice alentó a que “María nos ayude a crecer cada vez más en la fe en Jesús resucitado, para que ‘tengamos vida’ y difundamos la alegría de la Pascua”. 

HOY SE CELEBRA EL DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA - 7 DE ABRIL


 La Divina Misericordia, es el regalo de amor que Jesús dio al “buen ladrón”, perdón y cielo, recibido por el único mérito de creer y confiar en su amor; es el abrazo del Padre al hijo pródigo tras su arrepentimiento; es la Asunción de María para ocupar una silla al lado de su hijo amado.


He visto su misericordia.

Cuando mi esposa enfermó, pedíamos un milagro. Todos queríamos que sanara. Yo mismo pedía a Dios que me la diera completamente sana, pues sé que para Él no hay imposibles. Tan solo con desearlo, el milagro sería hecho. Pero después, pedía perdón por anteponer mis deseos a sus deseos y mi oración cambiaba, deseaba de todo corazón que su voluntad misericordiosa obrara en ella y así fue.

Hoy reconozco su Divina Misericordia en todo, …en los años que pude compartir con una gran mujer; misericordia fueron dos hermosas hijas que me dejó; misericordia fue el fracaso de mis empresas y el éxito de mi vida; misericordia fue conocerle, creer en Él y amarle; misericordia es tener la conciencia de mis errores y el deseo de enmendarlos; misericordia es el pan del cielo que me hace soportar el camino.

¡Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío! Tu expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente para las almas y el océano de Misericordia se abrió por todo el mundo.


Jesús, en ti confío.

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