domingo, 23 de agosto de 2020

¿QUÉ TE TRAERÁ ESTE DÍA?


¿Qué traerá este día?



La oración humilde y confiada conmueve el corazón de Dios. A nosotros también nos enternecen los niños cuando con encantadora espontaneidad nos piden que les ayudemos a hacer un dibujo, a atarles los cordones de los zapatitos, etc., y no podemos negarnos. Su humilde confianza nos impulsa a prestarles cualquier servicio.

¡Lo que tú quieras, Señor!, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza para no desfallecer, caridad perfecta en todo lo que haga, piense y quiera. Dame paciencia y humildad. Dame desprendimiento y un olvido total de mí mismo. Dame, Señor, lo que tú sabes me conviene y yo no sé pedir. ¡Que pueda yo amarte cada vez más y hacerte amar de los que me rodean! ¡Que sea yo grande en lo pequeño! ¡Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento, la mente activa y el pie dispuesto! ¡Derrama, Señor, tus gracias sobre todos los que quiero! Amén.

La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada.


* Enviado por el P. Natalio

¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO? - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23.08.2020


¿Quién dice la gente que soy yo?



Hay que quitar esa gran máscara del cristianismo vergonzante o de falsos respetos que, algunos de nosotros, podemos tener. La fe no la podemos reducir y enclaustrar exclusivamente a una vivencia interna. Con el Señor, en estos domingos precedentes, hemos comido el pan multiplicado, nos ha sacado del fango de las aguas turbulentas, nos ha sanado en numerosas ocasiones como lo hizo con la hija de la mujer cananea.

Viene el Señor, una vez más, y nos pregunta que qué pensamos de todo esto. De nuestra fe y de nuestra esperanza, de nuestro seguimiento y de nuestra entrega, de su persona y de sus palabras.

En un mundo mediatizado por la imagen, el Señor, no nos pregunta por sentirse inseguro. Lo hace porque tal vez, nosotros, no estemos seguros de a quién seguimos, quien es y por qué le seguimos.

Aquí, hoy, podríamos poner encima de la mesa del altar las cartas de la verdad o de la falsedad de nuestras creencias. En nuestras conversaciones... ¿Cuántas veces hablamos de Dios? Con los amigos ¿Cuándo planteamos seriamente nuestra vida cristiana o el hecho de ser católicos y cristianos? Porque, en definitiva, de lo que abunda en el corazón se expresa en los labios.

Jesús espera una respuesta: ¿Qué decimos sobre Él? ¿Le conocemos profundamente o sólo superficialmente? ¿Escuchamos su Palabra o simplemente asistimos a su lectura? ¿Estamos en comunión con Él, o somos unos amigos interesados que sólo lo saben vivir y sentir en ciertas celebraciones solemnes?

Uno de los aspectos más negativos de nuestro tiempo es el relativismo. También, respecto a la persona de Jesús, ha hecho estragos este virus. No es difícil encontrar personas que digan que Jesús es un personaje formidable, fuera de serie, histórico pero olvidan (tal vez no lo han sentido nunca) que...

-Jesús, como Hijo de Dios, es sobre todo Salvador.
-Jesús no ha venido al mundo para ser coreado en pancartas y luego ser olvidado en el estilo de vida de los que nos decimos creyentes.
-Jesús no ha nacido para que nos remitamos a las actas de la historia y comprobemos que, en verdad, existió.
-Jesús no ha irrumpido repentinamente para que lo ensalcemos como un defensor de las causas perdidas.
-Jesús, sobre todo, ha venido para que veamos en Él, la mejor fotografía y el mejor rostro que Dios tiene: el amor.

Hoy, como Pedro entonces, nuestra iglesia (con contradicciones, deficiencias, limitaciones, dificultades, temperamento, carácter, etc.) sigue respondiendo: “Tú, Señor, eres el Hijo de Dios.”


(Padre Javier Leoz)

15 MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO



15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado
Visitas al Stmo. Sacramento, 1. ¿Qué podemos platicarle a Jesús Sacramentado?


Por: San Alfonso Mª de Ligorio | Fuente: Catholic.net








No es menester, hijo mío, saber mucho para agradarme; basta que me ames con fervor. Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, o a tu madre, o a tu hermano.

I. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos: dime al punto qué quisieras hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender a las necesidades ajenas. Háblame con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, entrañable y fervorosa. Recuérdame que prometí escuchar toda súplica salida del corazón, ¿y no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón ama especialmente?

II.Y para ti ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades y léela en mi presencia.

Dime francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez, egoísta, inconsciente, negligente..., y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad..., y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darlo, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer en tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! ¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres haga por tu hermano, hermana, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer por ellos?

¿Y por mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizá olvidados de mí? Dime qué cosa solicita hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y Yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.

III. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Cuéntamelo todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías que, no por ser infundadas, dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora, olvidadas, se alejan de ti sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.

IV. ¿Y no tienes tal vez alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá viste disipados negros recelos, quizá recibiste faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud y decirme sencillamente, como hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, gracias! El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.

V. ¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente, a Dios no; háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a la ocasión aquella de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que avivo tu imaginación? ¿De no tratar más a la persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado como enemiga?

Ahora bien, hijo mío: vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la familia, al estudio...; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda en cuanto puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón hallarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, consuelos nuevos.

PAPA FRANCISCO: QUE LAS OBRAS DE SOLIDARIDAD NO DESVÍEN DEL CONTACTO DE JESÚS


Papa Francisco: “Que las obras de solidaridad no desvíen del contacto con Jesús”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco pidió que las obras de solidaridad de la Iglesia “no desvíen del contacto con el Señor Jesús”.

Durante la reflexión previa al rezo del Ángelus este domingo 23 de agosto desde el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre subrayó que “la caridad es siempre la vía maestra de la perfección”.

Al mismo tiempo, recordó que “la caridad cristiana no es simple filantropía, sino, por un lado, es mirar al otro con los mismos ojos que Jesús y; por el otro, es ver a Jesús en el rostro del pobre”.

El Pontífice invitó a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro a preguntarse: ¿Quién es Jesús? Señaló que la respuesta a esa pregunta no debe ser retórica, sino que debe involucrar la fe, “es decir, la vida. ¡Porque la fe es vida!”, exclamó.


“Una respuesta que nos pide también a nosotros, como a los primeros discípulos, la escucha interior de la voz del Padre y la consonancia con lo que la Iglesia, reunida en torno a Pedro, continúa proclamando. Se trata de entender quién es para nosotros Cristo: si Él es el centro de nuestra vida y el fin de todo nuestro compromiso en la Iglesia y en la sociedad”.

“Es indispensable y loable que la pastoral de nuestras comunidades esté abierta a las muchas pobrezas y emergencias”, afirmó, pero insistió en que en el centro debe estar Cristo.

En ese sentido, recordó el episodio evangélico en el que Pedro profesa su fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios.

“Esta confesión del Apóstol es provocada por el mismo Jesús, que quiere conducir a sus discípulos a dar el paso decisivo en su relación con Él. De hecho, todo el camino de Jesús con los que le siguen, especialmente con los Doce, es un camino de educación de su fe”.

Jesús comienza preguntando: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. La reacción de los discípulos es “hacer una competición en el referir las diferentes opciones, que quizá en gran parte ellos mismos compartían. Básicamente, Jesús de Nazaret era considerado un profeta”.


“Con la segunda pregunta, Jesús les toca directamente: ‘¿quién decís que soy yo?’. A este punto, nos parece percibir algún instante de silencio, porque cada uno de los presentes es llamado a involucrarse, manifestando el motivo por el que sigue a Jesús; por esto es más que legítima una cierta vacilación”.

Es Pedro el primero en romper el hijo y “con ímpetu declara: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’. Esta respuesta, tan plena y luminosa, no le viene de su ímpetu, por generoso que sea, sino que es fruto de una gracia particular del Padre celeste”.

De hecho, “Jesús mismo lo dice: ‘No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos’. Al mismo tiempo, el Señor reconoce la pronta correspondencia de Simón con la inspiración de la gracia y por tanto añade, en tono solemne: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella’”.

Con esta afirmación, “Jesús hace entender a Simón el sentido del nuevo nombre que le ha dado, ‘Pedro’: la fe que acaba de manifestar es la ‘piedra’ inquebrantable sobre la cual el Hijo de Dios quiere construir su Iglesia, es decir su Comunidad. Hoy, escuchamos dirigida a cada uno de nosotros la pregunta de Jesús: ‘¿Y vosotros quién decís que soy yo?’”.

CONOCE A SANTA ROSA DE LIMA, PATRONA DE LIMA, PERÚ, FILIPINAS E ISLAS ORIENTALES


EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE AGOSTO DE 2020



XXI Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 23 de Agosto de 2020
“¿Quién decís que soy yo?“



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (22,19-23):

Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: «Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.»

Palabra de Dios



Salmo
Sal 137,1-2a.2bc-3.6.8bc

R/. Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre. R/.

Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

El Señor es sublime,
se fija en el humilde
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,33-36):

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-20):


En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor



ADHESIÓN VIVA A JESUCRISTO


No es fácil intentar responder con sinceridad a la pregunta de Jesús: «¿Quién decís que soy yo?». En realidad, ¿quién es Jesús para nosotros? Su persona nos llega a través de veinte siglos de imágenes, fórmulas, devociones, experiencias, interpretaciones culturales… que van desvelando y velando al mismo tiempo su riqueza insondable.

Pero, además, cada uno de nosotros vamos revistiendo a Jesús de lo que somos nosotros. Y proyectamos en él nuestros deseos, aspiraciones, intereses y limitaciones. Y casi sin darnos cuenta lo empequeñecemos y desfiguramos, incluso cuando tratamos de exaltarlo.

Pero Jesús sigue vivo. Los cristianos no lo hemos podido disecar con nuestra mediocridad. No permite que lo disfracemos. No se deja etiquetar ni reducir a unos ritos, unas fórmulas o unas costumbres.

Jesús siempre desconcierta a quien se acerca a él con postura abierta y sincera. Siempre es distinto de lo que esperábamos. Siempre abre nuevas brechas en nuestra vida, rompe nuestros esquemas y nos atrae a una vida nueva. Cuanto más se le conoce, más sabe uno que todavía está empezando a descubrirlo.

Jesús es peligroso. Percibimos en él una entrega a los hombres que desenmascara nuestro egoísmo. Una pasión por la justicia que sacude nuestras seguridades, privilegios y egoísmos. Una ternura que deja al descubierto nuestra mezquindad. Una libertad que rasga nuestras mil esclavitudes y servidumbres.

Y, sobre todo, intuimos en él un misterio de apertura, cercanía y proximidad a Dios que nos atrae y nos invita a abrir nuestra existencia al Padre. A Jesús lo iremos conociendo en la medida en que nos entreguemos a él. Solo hay un camino para ahondar en su misterio: seguirlo.

Seguir humildemente sus pasos, abrirnos con él al Padre, reproducir sus gestos de amor y ternura, mirar la vida con sus ojos, compartir su destino doloroso, esperar su resurrección. Y, sin duda, orar muchas veces desde el fondo de nuestro corazón: «Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad».

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (16,13-20)

SANTORAL DE HOY DOMINGO 23 DE AGOSTO DE 2020

Juan Soler García, BeatoJuan Soler García, Beato
Sacerdote y Mártir, 23 de agosto
Tidfil, SantaTidfil, Santa
Patrona de Merthyr, 23 de agosto
Cipriano José (Julián Iglesias Bañuelos), BeatoCipriano José (Julián Iglesias Bañuelos), Beato
Religioso y Mártir, 23 de agosto
Serafina de Ochovi, BeataSerafina de Ochovi, Beata
Mártir, 23 de agosto
Resario de Soano, BeataResario de Soano, Beata
Mártir, 23 de agosto
Felipe Benizi (o Benicio), SantoFelipe Benizi (o Benicio), Santo
Sacerdote , 23 de agosto

FELIZ DOMINGO!!!





viernes, 21 de agosto de 2020

TODAVÍA


Todavía


El paso fugaz del tiempo es percibido por todos. El tiempo es un bien muy valioso. Pero, la verdad es que tendemos a desperdiciarlo, en vez de aprovecharlo con prudencia. Es evidente que no debes emplear demasiado tiempo en tareas pequeñas y, por el contrario, poco tiempo en los asuntos importantes. Pide a Dios le enseñe a valorar este regalo de un día más.

Todavía estás a tiempo de soñar. Todavía estás a tiempo de cambiar. Todavía estás a tiempo de crear, de crecer y de buscar. Todavía estás a tiempo de seguir un ideal. Todavía estás a tiempo de emprender un nuevo camino, de sembrar y cosechar. Todavía estás a tiempo de dar. Todavía estás a tiempo de madurar. Todavía estás a tiempo de perdonar, de probar y de amar. Todavía estás a tiempo de hacer realidad alguno de tus más apreciados sueños. Toda la fuerza para que esto suceda está en tu interior.

Responsabilidad, valor de las pequeñas tareas cotidianas, manifestaciones de bondad, superación del egoísmo, son líneas maestras de un serio programa espiritual que ayuda a crecer y madurar cada día. “Ser maduro es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad.


* Enviado por el P. Natalio

SER CATEQUISTA


Ser catequista


Ser catequista: una misión trascendente, un reto y una gran responsabilidad.

Ser catequista no es cualquier cosa: tienes en tus manos lo más importante de la educación de los niños, pues lo que ellos aprenderán de ti no sólo les ayudará a conseguir una nota aprobatoria o un título universitario, sino que les ayudará a ser verdaderamente felices en esta vida y a conseguir la felicidad eterna. ¿Puede existir algo más importante?

Ser catequista es un reto y una gran responsabilidad, pues el mensaje que estarás transmitiendo a tus alumnos es el mensaje de Jesucristo y estarás influyendo no sólo en su intelecto, sino que llegarás a su espíritu, a su corazón, a su alma y podrás colaborar de una manera eficaz con el Espíritu Santo en la transformación en Cristo y para Cristo del corazón de cada niño.

El catequista debe ser el mejor de los maestros, pero no solamente eso, sino un verdadero apóstol, que sea capaz de ver en sus alumnos a las almas que Jesucristo quiere que guíe hacia Él.

Por todo esto, ser catequista no se puede tomar a la ligera. Para ser educador de la fe, se necesita un compromiso personal, serio, meditado y profundo.

"No son ustedes los que me han elegido a mí, soy Yo el que los ha elegido para que vayan y den fruto, y este fruto permanezca".


Decálogo para el Catequista

1. Cuidar mi vocación de catequista con la oración y la formación permanente.

2. Estudiar y amar la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.

3. Crecer en el amor a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.

4. Desarrollar mi vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a favor de la comunidad cristiana.

5. Dar testimonio de Cristo en toda circunstancia.

6. Trabajar en común unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.

7. Preparar con seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.

8. Participar con entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las catequesis.

9. Servir con humildad y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.

10. Revisar y purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.

¿SABÍAS QUÉ? SANTA ELENA


¿SABÍAS QUÉ? CÓMO INTERVIENE POLÍTICAMENTE LA IGLESIA A FAVOR DE LA PAZ


¿SABÍAS QUÉ? 7 DATOS DE LOS PAPAS


EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 21 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 21 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (37,1-14):

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan."»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados." Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 106,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.

Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.

Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 21 de agosto de 2020
Edgardo Guzmán, cmf.


Queridos amigos y amigas:

El texto en la primera lectura de hoy está compuesto por dos partes: una visión (vv. 1-10) y su explicación (vv. 11-14). El profeta es transportado a una región donde vivieron los israelitas exiliados. El espectáculo es desolador al máximo: una gran cantidad de huesos secos (vv. 2). A la pregunta aparentemente ingenua del Señor: ¿podrán revivir estos huesos? Ezequiel da una respuesta sabia y llena de fe: «Señor, tú lo sabes». Dios puede todo con su voluntad. El Señor le ordena de profetizar a los huesos.

Esos residuos de seres humanos deben ahora escuchar la Palabra de Dios y saber que es el Señor de la vida. Lo que el Señor ordena es algo concreto y lleno de vitalidad: «traer el Espíritu, poner los tendones, hacer crecer la carne, extender la piel, infundir su Espíritu». La palabra de Dios hace lo que dice, se convierte en realidad, como en la creación. Los huesos se ponen de inmediato el movimiento, haciendo un gran rumor, se recomponen, se revisten de músculos y de piel. Reprenden la vida, se alzan en pie y llegan a ser una gran multitud.

Luego viene la explicación, es el Señor que la da explícitamente: los huesos son los exiliados, privados de vida y de esperanza. El Señor les llama con ternura «mi pueblo», contra toda esperanza les asegura que cumplirá el prodigio de la restauración. A la imagen de los huesos secos que retornan a la vida se añade otra realidad que da énfasis y viene a reforzar la potencia del Dios de la vida: «abriré sus sepulcros» y «les haré salir de sus sepulcros». Aunque la situación no parece tener salida, ante los escenarios más desesperantes de muerte, el Señor puede hacer que nazca la vida. Al final, Dios mismo responde la pregunta que le ha hecho al profeta «¿podrán revivir estos huesos?». Sí, «lo he dicho y lo hago». Que bien nos hace escuchar esta lectura en este tiempo de crisis de pandemia mundial, de tantas situaciones en las que parece que vence la muerte. Confiamos en la Palabra del Dios de la vida, Él puede hacer que reviva nuestro mundo.

En el Evangelio vemos que Jesús no cae en la trampa de jerarquizar los mandamientos. Él reclama sobre todo la esencia de la ley, orienta la atención sobre el principio que debe inspirar la disposición interior en la observancia. De esta forma, da una respuesta clara y precisa: la fuente y sentido pleno de la ley es el amor en un doble movimiento: hacia Dios y el prójimo (vv. 37-55). Al hablar del amor a Dios, Jesús retoma Dt 6, 5 donde se subraya la totalidad, la intensidad, la autenticidad: «con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser». La novedad de Jesús es que, coloca al mismo nivel el amor al prójimo. Quien experimenta que ama a Dios con todo su ser y es consciente de ser amado por Él, es capaz de amarse a sí mismo y a los demás, comenzando por los que tiene que más cerca. Aquí está la síntesis de la Ley y los profetas, el mensaje fundamental de la revelación, la voluntad de Dios para todos sus hijos e hijas.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com
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