sábado, 29 de febrero de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 29 DE FEBRERO DE 2020


Lecturas de hoy Sábado después de Ceniza
Hoy, sábado, 29 de febrero de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (58,9b-14):

ESTO dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,
volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;
te llamarán “reparador de brechas”,
“restaurador de senderos”,
para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado,
para no hacer negocios en mi día santo,
y llamas al sábado “mi delicia”
y lo consagras a la gloria del Señor;
si lo honras, evitando viajes,
dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,
entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país
y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 85,1-2.3-4.5-6

R/. Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad

V/. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.

V/. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.

V/. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,27-32):

EN aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 29 de febrero de 2020
Pepe Lillo, cmf


Tercer día después de Ceniza:

Queridos amigos:

El mirar de Dios y el mirar de los seres humanos; el mirar desde el amor y el de los intereses más particulares y egocéntricos; el punto de mira del amor misericordioso y el del prejuicio justiciero de las apariencias.

Una mirada de Dios a cada uno que se vuelve llamada e invitación al seguimiento. Cuando se siente la “mirada de Dios” entonces se produce el milagro de vivir con un corazón sanado de prejuicio, del miedo, y de la egolatría que frecuentemente embarga a esta humanidad. Por eso el prójimo es nuestra mejor medicina, la que Dios nos da.

Te dejo con esta otra llamada por si te sirve para la cuaresma.


LA LLAMADA

Era una de esas personas
que se dicen buenas,
me gustaba alegrar la vida de los demás,
compartir con ellos la felicidad y las risas.
Pero me preguntaba a mí mismo,
¿Qué querrá Dios de mí, si ya soy bueno?
Un día, por despiste,
se me ocurrió asomarme a la ventana
de mi felicidad
y descubrí la mirada triste
del que está solo y marginado,
el llanto del niño que tiene hambre,
el dolor del enfermo,
la lucha del que no tiene trabajo,
la tristeza del que no tiene quien le ame.
....

Todos me tendían las manos,
pero yo no entendía su queja,
y les decía:
“Yo, ya soy feliz y bueno, ¿qué queréis?
Desde la ventana de mi felicidad
te preguntaba:
“Dios ¿Qué hay que hacer para seguir siendo bueno?
Y Tú respondías siempre:

¡ESCUCHA A TUS HERMANOS!,
¡ESCUCHA A TUS HERMANOS!

Miré sus manos, Señor
y oí el gemido de su voz:
“Sé, la carrera del cojo,
la vista del ciego,
la voz del que no habla.
Sé el pan del hambriento,
la fuerza del que lucha,
la alegría del triste,
llora con el desconsolado
y sonríe con el alegre ”
Y yo te pregunté:
Y ¿mi alegría, mi comodidad,mi felicidad?
Y Tú respondías siempre:

ESCUCHA A TUS HERMANOS.

Decidí dejar la ventana de felicidad.
Hice de mi tiempo, el tiempo de ellos,
de mis días, nuestra vida,
de mi sonrisa, nuestra alegría,
de mi fe, tu presencia.
Señor, hoy me presento ante Ti,
con las heridas, el hambre
y los problemas de mis hermanos,
Señor, que no me falten nunca ellos
para poder seguir siendo feliz.
Que tengas buena andadura de Cuaresma.

Pepe Lillo cmf.
lillo.jm@hotmail.com

DIEZ IDEAS DEL PADRE PÍO PARA VIVIR LA CUARESMA




Diez ideas del Padre Pío para Cuaresma


1 – En primer lugar, la necesidad de la guerra espiritual
Que nosotros siempre tengamos ante nuestros ojos el hecho de que aquí en la tierra estamos en un campo de batalla y que en el paraíso es que recibiremos la corona de la victoria; que este es un banco de pruebas y el premio será otorgado arriba; que ahora estamos en una tierra de exilio, mientras que nuestra verdadera patria es el Cielo a la que debemos aspirar continuamente.

Satanás es un león rugiente buscando a quien devorar y debemos tener esto siempre en mente durante la Cuaresma.



2 – El Rosario es el arma recomendada para la batalla
Sujetar con firmeza el Rosario. Ser agradecidos a la Virgen porque fue ella la que nos dio Jesús. Por amor a la Virgen y para merecer su amor, siempre rezar el Rosario y tan a menudo como sea posible.


3 – No tener miedo de humildad
La humildad es interminable. La pureza es poder. Imaginar la pureza y seguirla.

Estas también son armas en la batalla. La humildad y la pureza son las alas que nos llevan a Dios y nos hacen casi divinos.


4 – No hay que esperar un éxito inmediato
La vida espiritual es un viaje largo. Es el trabajo de toda una vida. Tomar un día a la vez y un paso a la vez. Si tropieza y caes, levántate de inmediato y sigue adelante. Nunca te rindas.

En la vida espiritual, debes dar un paso adelante cada día en una línea vertical, de abajo hacia arriba.


5 – Tu infelicidad no es todo y tampoco tu felicidad es todo
No permitas que tus sentimientos determinen tus pensamientos sobre si estás haciendo progreso espiritual o no.

Las normas del mundo sobre la felicidad y el “éxito” son completamente diferentes del progreso espiritual.

Mantén tus ojos fijos en Él, que es tu guía a la patria celestial, donde Él te está guiando.

¿Qué te importa si Jesús desea guiarte hacia el cielo a través del desierto o por el prado, siempre y cuando él está siempre contigo y llegues a una feliz eternidad?


6 – Apaga las pantallas para la Cuaresma 
(detén la televisión, Facebook, la computadora)
Lee buenos libros. Alimenta el alma.

Dijo el Padre Pío: No me considero demasiado exigente si te pido una vez más que establezcas una actividad de gran importancia, ir a los libros sagrados y leer tanto como sea posible. Esta lectura espiritual es necesaria para ti como el aire que respiras.


7 – Presta atención a la Misa
El Señor está presente. No se trata sólo de una “comida familiar” o una charla en la que decidamos cómo vamos a hacer del mundo un lugar mejor.

Es el umbral del cielo y el único sacrificio completo y final puesto en el momento presente, con sus beneficios aplicados a nuestras necesidades.

Renueva tu fe asistiendo a misa. Mantén tu mente enfocada en el misterio que se está desarrollando ante tus ojos.

El ojo de tu mente te transportará al Calvario y medita sobre la víctima que se ofrece a la Justicia Divina, pagando el precio por tu redención.

Si sólo supiéramos cómo Dios se refiere a este sacrificio, no arriesgaríamos nuestras vidas por no estar presentes en una sola misa.


8 – Tu disciplina durante la Cuaresma es un paso para que puedas amar adecuadamente las cosas que son eternas

Por lo tanto, no te desanimes. Haz pequeños sacrificios, pero dales de su importancia.

El que se apega a la tierra permanece unido a ella. Es por la violencia que a veces hay que salir de ella. Es mejor desprenderse un poco a la vez, en lugar de todo a la vez. Tenemos siempre que pensar en el cielo.


9 – No te desanimes, piensa que estás haciendo un buen trabajo porque Dios lo está haciendo dentro de ti

Cuando te des cuenta de esto vas a esforzarse aún más en cooperar con la voluntad de Dios y esto te llevará más lejos en el camino y con más velocidad.

Humillémonos y confesemos que si Dios no fuera nuestra armadura y escudo seríamos traspasados por todo tipo de pecados. Es por eso que tenemos que vivir en Dios, perseverando en nuestras prácticas, y aprender a servirle a nuestro costo.


10 – Debes estar totalmente comprometido con el Señor y que Él no fallará

Recuerda el pasaje de la Biblia: Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. En todos sus caminos reconócelo y Él dirigirá tu camino.

Vamos a tratar de servir al Señor con todo nuestro corazón y voluntad. Él siempre nos dará más de lo que merecemos.

LA CUARESMA CON LA VIRGEN MARÍA


La Cuaresma con María



De la misma manera que el antiguo pueblo de Israel marchó durante cuarenta años por el desierto para poder ingresar a la Tierra Prometida, la Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios, se prepara para vivir y celebrar la Pascua del Señor. A lo largo de cuarenta días nos vamos disponiendo para acoger cada vez más profundamente en nuestras vidas el misterio central de nuestra fe. A este tiempo especial de preparación para la Pascua lo llamamos "Cuaresma".

En efecto, la Cuaresma no es un viejo residuo de anticuadas prácticas ascéticas. Tampoco es un tiempo depresivo y triste. Se trata de un momento especial de purificación, para poder participar con mayor plenitud del misterio pascual del Señor (cf. Rm 8,17).

Tiempo de conversión

La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar con la gracia para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios y, por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal.

En efecto, la vida cristiana no es otra cosa que hacer eco en la propia existencia de aquel dinamismo bautismal, que nos selló para siempre: morir al pecado para nacer a una vida nueva en Jesús, el Hijo de María (cf. Jn 12,24). Esa es la opción del cristiano: la opción radical, coherente y comprometida, desde la propia libertad, que nos conduce al encuentro con Aquel que es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6), encuentro que nos hace auténticamente libres y nos manifiesta la plenitud de nuestra humanidad.

Todo esto supone una verdadera renovación interior, un despojarse del hombre viejo para revestirse del Señor Jesús. En palabras de Pablo VI: "Solamente podemos llegar al reino de Cristo a través de la metanoia, es decir, de aquel íntimo cambio de todo el hombre –de su manera de pensar, juzgar y actuar– impulsados por la santidad y el amor de Dios, tal como se nos ha manifestado a nosotros este amor en Cristo y se nos ha dado plenamente en la etapa final de la historia".

Esta es la gran aventura de ser cristiano, a la cual todo hijo de María está invitado. Camino que no está libre de dificultades y tropiezos, pero que vale la pena emprender, pues sólo así el ser humano da respuesta a sus anhelos más profundos, y encuentra su propia felicidad.

Viviendo la Cuaresma

Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal. Ante todo, está la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre a la acción del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (cf. Lc 1,38).

Asimismo, también debemos intensificar la escucha y meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo que la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno (cf. SC,110).

La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.

De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, la vivencia de la caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: "Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de pecados".

Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. De esta manera, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).

María modelo y compañera

En este camino que nos prepara para acoger el misterio pascual del Señor, no puede estar ausente la Madre. María está presente durante la Cuaresma, pero lo está de manera silenciosa, oculta, sin hacerse notar, como premisa y modelo de la actitud que debemos asumir.

Durante este tiempo de Cuaresma, es el mismo Señor Jesús quien nos señala a su Madre. Él nos la propone como modelo perfecto de acogida a la Palabra de Dios. María es verdaderamente dichosa porque escucha la Palabra de Dios y la cumple (cf. Lc 11,28).

Caminemos en compañía de María la senda que nos conduce a Jesús. Ella, la primera cristiana, ciertamente es guía segura en nuestro peregrinar hacia la configuración plena con su Hijo.

EL AGUA Y LA SANGRE DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: BAUTISMO Y EUCARISTÍA


El Agua y la Sangre del Sagrado Corazón de Jesús: 
Bautismo y Eucaristía
Los primeros Padres de la Iglesia interpretan la sangre y el agua que brotó del Sagrado Corazón como símbolos de la Eucaristía y el Bautismo


Por: Brian Kranick | Fuente: Catholic Exchange // Píldoras de Fe




Fue en la Última Cena, en donde San Juan, el discípulo "a quien Jesús amaba", se reclinó sobre el Sagrado Corazón de Jesús. (Juan 13,23)

Justo unas horas más tarde, al pie de la Cruz, fue San Juan quien vio el Sagrado Corazón de Jesús siendo atravesado por una lanza. Notó que "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" (Juan 19:34).

Los primeros Padres de la Iglesia interpretan la sangre y el agua sacramentalmente, como símbolos de la sangre de la Eucaristía y las aguas del Bautismo.

Los sacramentos y la Iglesia surgieron de la herida del Corazón de Cristo. San Agustín establece que, así como Eva fue sacada del costado de Adán durante su "sueño profundo" (Génesis 2,21), también la Iglesia, la novia de Cristo, fue sacada del costado de Jesús en Su muerte.

Es en las aguas del Bautismo y en la sangre de la Eucaristía donde nace y se sostiene la Iglesia. La Iglesia venera apropiadamente al Sagrado Corazón de Jesús, que "Permitió ser traspasado por nuestros pecados", como el símbolo definitivo del amor divino hacia la humanidad. (CIC 2669)



Jesús: el agua que da vida
La encíclica de 1956, Haurietis Aquas, sobre la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús, comienza con una cita del profeta Isaías, quien escribe sobre las aguas vivificantes del Mesías sufriente. Isaías declara:

"Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación". (Isaías 12,3)

y además, también dice:

"¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también!". (Isaías 55,1)

Los otros profetas también, Joel , Ezequiel y Zacarías, hablan de estas aguas vivificadoras del Salvador.

Jesús mismo cita a los profetas que dicen que quien crea en Él "ríos de aguas vivas fluirán de su interior" (Juan 7,38).

¿Qué es esta agua que da vida?
Los primeros Padres de la Iglesia reconocieron el agua que fluía de su Sagrado Corazón como la gracia de los sacramentos. Es un símbolo del derramamiento del Espíritu Santo.

El agua viva es el agua sacramental del Bautismo, en la cual el Espíritu Santo nos limpia del pecado y viene a morar en nosotros. Jesús le dice a Nicodemo que debemos nacer de nuevo de "agua y espíritu", así como Él le dice a la mujer samaritana en el pozo:

"El que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna". (Juan 4,14)

No es una coincidencia que la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús venga en el calendario litúrgico justo después de Pentecostés, conmemorando el don del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo procede de las profundidades del Corazón de Jesús. La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es también el primer viernes dentro de la Octava del Corpus Christi, que celebra la presencia real del cuerpo y la sangre de Jesús en la Eucaristía. Esto es apropiado, ya que el Sagrado Corazón de Jesús es parte de su cuerpo físico.

En ese sentido, cuando recibimos la Eucaristía, recibimos el Sagrado Corazón de Jesús. (H.A. 122)

La sangre que brota del Sagrado Corazón de Jesús traspasado en el Calvario simboliza la "sangre del nuevo pacto" que Jesús ofrece en la Última Cena, en la cual participamos en cada misa.



Un Sagrado Corazón que trae paz
En el siglo XVII, la Fe estaba en tumulto, particularmente en Francia, lidiando exteriormente con la Revolución Protestante e interiormente con la herejía jansenista. El jansenismo negó la libre voluntad del hombre, defendiendo que solo aquellos predestinados por Dios recibirían la gracia santificante. Estos maestros pretendían un rigor moral, lo que provocaba que a muchas personas se les negara la Sagrada Comunión debido a sus faltas y pecados.

Fue contra el telón de fondo de esta estrecha cosmovisión, restringiendo los sacramentos de la gracia a unos pocos, que Jesús se apareció a Santa Margarita María Alacoque y dijo:

"He aquí este Corazón, que tanto amó a los hombres, que no ha escatimado nada, incluso a agotarse y consumirse a sí mismo, para dar testimonio de su amor".

Jesús muestra que Él se ofrece a sí mismo, no por unos pocos, sino por el amor de todas las personas, y desea que reciban la Sagrada Comunión con frecuencia. Pidió que se estableciera un día de fiesta en honor a Su Sagrado Corazón, y que las personas debieran ir a la Sagrada Comunión el primer viernes de cada mes, así como a la adoración de la Hora Santa.

Jesús, de hecho, renovó la vida de la Iglesia, animando los corazones de los creyentes, con esta devoción a Su Sagrado Corazón.


Promesas del Sagrado Corazón de Jesús
Jesús también hizo una serie de promesas famosas (más de las doce promesas generalmente asumidas) a Santa Margarita María con respecto a aquellos que tendrían devoción a su Sagrado Corazón.

Estas promesas incluían, entre otros, traer paz a sus familias, consolarlos en sus problemas, otorgarles todas las gracias necesarias en sus vidas, ayudarlos a ser más fervientes y perfectos en su fe, y inscribir sus nombres en Su Corazón para siempre.

En una carta de mayo de 1688, Santa Margarita María escribió acerca de "la gran promesa" que Jesús le contó. Él dijo:

"Te prometo que mi amor todopoderoso otorgará a todos los que recibirán la Comunión en los primeros viernes, durante nueve meses consecutivos, la gracia del arrepentimiento final".

Tan maravillosa como es esta promesa, debemos recordar que esto no es una garantía automática para el cielo. Deberíamos discernir cualquier superstición involucrada con esto.

Como el Padre. James Kubicki, S.J., el Director Nacional del Apostolado de la Oración, escribe:

"No es magia sino la consecuencia natural de una vida vivida en unión con el Corazón de Jesús".

No estamos llamados a la superstición, sino a la devoción.

El Sagrado Corazón de Jesús es renovación.
Nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús se expresa más plenamente en nuestra devoción a la Iglesia.

La sangre y el agua de la Eucaristía y el Bautismo nos hacen nuevos. Su Espíritu mora en nosotros dándonos la vida eterna. Este es el cumplimiento de la gran profecía de Ezequiel. La escritura dice:

"Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne". (Ezequiel 11, 19)

Y así es con nosotros. Nuestros corazones son conformados y rehechos en los sacramentos del Sagrado Corazón de Jesús.

Mientras Jesús colgaba de la Cruz, él gritó: "Tengo sed". En la lente del cristianismo, la sed de Jesús es salvar almas. Podemos consolar de una manera muy real el Sagrado Corazón de Jesús y Su sed de salvar almas, a través de nuestra reparación y devoción a Su Sagrado Corazón. (Miserentissimus Redemptor, 13)

Bien entendido, el Bautismo y la Eucaristía nos transforman, que participamos de ellos, en el Cuerpo de Cristo. A través de las aguas vivificantes de Jesús, somos limpios, y por su cuerpo y sangre somos transformados.

En esto, el discípulo amado, San Juan, es nuestro ejemplo; Apoyando nuestras cabezas en el pecho de Jesús, escuchando atentamente los latidos sublimes de Su Sagrado Corazón, Él nos hace nuevas creaciones.

EL PAPA FRANCISCO VUELVE A CANCELAR PARTE DE SU AGENDA DEBIDO A UNA INDISPOSICIÓN


El Papa vuelve a cancelar parte de su agenda debido a una indisposición
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa





El Papa Francisco volvió a cancelar de forma parcial este sábado 29 de febrero su agenda debido a la “leve indisposición” que le afecta desde hace varios días.

Según informó el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, por medio de un comunicado, el Santo Padre celebró Misa y, después, “continuó en la Casa Santa Marta con sus encuentros en agenda”.

Sin embargo, esta vuelta a la normalidad todavía no es plena, por lo que hoy ha debido cancelar las audiencias previstas con los miembros del Grupo Internacional de Bioética y los participantes en el Capitulo General de los Legionarios de Cristo y la Asamblea General de las Consagradas y Laicos del Regnum Christi.

En un comunicado enviado ayer, viernes 28 de febrero, Matteo Bruni ya transmitió un mensaje de tranquilidad al informar de que el Papa había celebrado la Misa matutina en la Casa Santa Marta “y al final, como es costumbre, saludó a los participantes”, aunque pospuso las audiencias oficiales previstas en ese día.

Asimismo, el día anterior jueves 27 de febrero, Bruni había indicado que el Papa, debido a una “leve indisposición”, había decidido no asistir a la liturgia penitencia en la Basílica de San Juan de Letrán, aunque mantenía sus otros compromisos.

Esta “leve indisposición” del Pontífice generó toda una serie de rumores coincidiendo con la epidemia del coronavirus COVID-19 que se ha extendido por algunas regiones de Italia y de otros países de Europa.

Algunos medios de comunicación señalaron que la indisposición del Pontífice se debe a un resfriado, pero el Vaticano no lo ha confirmado ni desmentido.

De acuerdo con la agenda del Papa, hoy recibirá en la Casa Santa Marta a Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, Arzobispo Mayor de Kiev, Ucrania; al Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos; a Mons. Celestino Migliore, Arzobispo de Canosa y Nuncio Apostólico en Francia; y a Mons. Joseph Spiteri, Arzobispo de Serta y Nuncio Apostólico en el Líbano.

Además, está previsto que el Papa participe del 1 al 6 de marzo en la Casa Divino Maestro de la localidad italiana de Ariccia, en los ejercicios espirituales para la Curia Romana.

FELIZ FIN DE SEMANA





viernes, 28 de febrero de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes después de Ceniza
Hoy, viernes, 28 de febrero de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de lsaías (58,1-9a):

ESTO dice el Señor Dios:
«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.
“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.18-19

R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias

V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):

EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 28 de febrero de 2020
Pepe Lillo, cmf


Segundo día después de Ceniza.

Queridos amigos:

Miramos la cuaresma con un colorido peculiar, y que en no pocas ocasiones proyectamos a nuestro alrededor contagiando a la vida misma con un tinte triste, apesadumbrado, doloso, negativo…. victimista. “Oración, ayuno, limosna” es la triple invitación cuaresmal que frecuentemente asumimos como una imposición del tiempo litúrgico, una sobrecarga de la “religiosidad tradicional” para nuestras apretadas agendas personales y sociales; en consecuencia alzamos la mirada al cielo haciendo observar la inutilidad del sacrificio realizado y argumentamos en el entorno sobre la ineficacia del empeño, el atavismo cultural; al tiempo que clamamos en el lamento de un duelo lleno de envidia por quienes no cargan con nuestra penitencia. Somos la viva imagen de aquel cofrade que cargando con su cruz iba echando juramentos a todo el que se asomaba a contemplar la belleza del paso del calvario.

Una espiritualidad y ascéticas vividas como imposición, son inútiles para quien las practica y antitestimoniales para quien las contempla, ¡Auténtica carga de costalero desmotivado y depresivo! ¿Cómo no nos van a echar en cara a muchos de los que nos decimos creyentes ese aire funesto con el que teñimos nuestra vida y pretendemos decolorar la de los otros?

Desde luego, “los amigos del novio” llevan un aire distinto: jovial, entusiasta, rebosante de alegría, gozoso por poder participar de la fiesta a que han sido invitados.

¿Y si diéramos un giro a nuestras oraciones, ayunos y penitencias?

De una oración entendida como tiempo intransigente del rezo obligatorio y de devociones marcadas y labios que pronuncian rutinas para pretender dejar bendito todo lo que vemos y tocamos…A una ORACIÓN que suponga rescatar un breve tiempo para el encuentro personal y con el Padre, sin muchas palabras pero con un deseo enorme de hacerle partícipe de mi vida. Incluyendo en ese encuentro a las personas que amo o digo amar.

Un AYUNO que más allá de alimentario entienda que no puedo dejar mi vida en un frenético pasar los días sin ningún tipo de exigencia personal en provecho propio y ajeno. Ayuno de: apatía, de todo vale a cualquier coste, de derrotismo barato y palabrería para justificarme. A cambio una “DIETA” de austeridad, contra-consumista, que me permita ver dónde están los valores fundamentales; de cercanía a personas a quienes trato con dureza e indiferencia, ayunando de palabras duras e hirientes. …

LIMOSNA que se aleja de la mirada miserable que impongo al mundo a cambio de la acogida en mi vida de la persona del otro, con todos sus problemas -y también sus alegrías-. La auténtica limosna lejos de suponer pérdida de lo mío, significa la ganancia en la riqueza personal del otro.

ORACIÓN, AYUNO, LIMOSNA lejos de ser un castigo porque ha llegado la cuaresma, son una gran oportunidad para descubrir la alegría del Evangelio y disfrutar de la Bienaventuranza del Reino.

Te deseo toda la felicidad del mundo.

Pepe Lillo cmf.
lillo.jm@hotmail.com

BUENAS TARDES!!!





jueves, 27 de febrero de 2020

LOS 3 PILARES DE LA CUARESMA




DECÁLOGO DE CUARESMA: SOBRE LO QUE ES


Decálogo de Cuaresma: sobre lo que es
La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua.


Por: Jesús de las Heras Muela | Fuente: http://www.revistaecclesia.com




La Iglesia católica se dispone a recorrer el tiempo litúrgico y espiritual de la Cuaresma, los cuarenta días de camino hacia la Pascua. La Cuaresma es siempre tiempo y don de Dios para la conversión, para la renovada y permanente toma de conciencia de la obra de la salvación en Jesucristo y por Jesucristo. El ayuno, la limosna y la oración son los tres medios tradicionales y bien fecundos para recorrer este tiempo de gracia, este día –cuarenta días- de salvación. Desde estas claves, ofrecemos a continuación y con una clara finalidad pastoral y catequética los siguientes decálogos.

(1). Lo que la Cuaresma es

1.- La cuaresma nació como desarrollo pedagógico de un aspecto central del misterio cristiano celebrado en el triduo pascual. Destaca la perspectiva de su referencia a Jesucristo.

2.- La cuaresma ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico.

3.- La cuaresma es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios. Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. Llenarse de ella para sea la música y la letra de la pletina de nuestra alma y de la partitura de nuestro corazón.

4.- Toda la liturgia de la cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son el desierto, la luz, la salud, el agua, el perdón, la liberación, la cruz y la resurrección.

5.- Los personajes bíblicos que iluminan el camino cuaresmal son José hijo de Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.

6.- La cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas. La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.

7.- El ayuno es el segundo camino cuaresmal, según el Papa San León Magno. Se trata del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo. El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.

8.- La vigente normativa eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y del ayuno y de la abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden ayudarnos a recorrer esta segunda vía cuaresmal y penitencial, antes citada.

9.- La limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos tradicionales y permanentes de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmal!

10.- La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua. Por ello, para recorrer adecuada y cristianamente la cuaresma debemos buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes. Otras maneras espléndidas y siempre fecundas para recorrer este camino cuaresmal de la oración será practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos y participar en conferencias, charlas y escuelas cuaresmales.

PAPA FRANCISCO EN MIÉRCOLES DE CENIZA: AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES EL PASAPORTE AL CIELO


Papa Francisco en Miércoles de Ceniza: Amor a Dios y al prójimo es el pasaporte al Cielo
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa






El Papa Francisco señaló que “el amor a Dios y al prójimo es el pasaporte al Cielo”, y animó a acercarse al Sacramento de la Reconciliación durante este tiempo de Cuaresma porque “el abrazo del Padre en la Confesión nos renueva por dentro y limpia nuestro corazón”.

Así lo indicó el Santo Padre en la Misa por el Miércoles de Ceniza, día en que inicia la Cuaresma, celebrada este 26 de febrero en la Basílica de Santa Sabina de Roma.

Tras haber dirigido el tradicional momento de oración de la “estación cuaresmal” en la iglesia de San Anselmo en la colina romana del Aventino, el Pontífice realizó la habitual procesión penitencial en la que fue acompañado por cardenales, arzobispos, obispos, monjes benedictinos de San Anselmo, padres dominicos de Santa Sabina y algunos fieles.

Después el Pontífice presidió la Celebración Eucarística en la Basílica de Santa Sabina con el rito de la bendición e imposición de cenizas.

Durante su homilía, el Papa Francisco recordó que la Cuaresma “es un tiempo de gracia, para acoger la mirada amorosa de Dios sobre nosotros y, sintiéndonos mirados así, cambiar de vida”.

“La Cuaresma no es el tiempo para cargar con moralismos innecesarios a las personas, sino para reconocer que nuestras pobres cenizas son amadas por Dios”, advirtió el Papa.

En esta línea, el Santo Padre señaló que “estamos en el mundo para caminar de las cenizas a la vida”. “No pulvericemos la esperanza, no incineremos el sueño que Dios tiene sobre nosotros. No caigamos en la resignación”, alentó.

“La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una maravilla. Y aún así, especialmente en las dificultades y la soledad, solamente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios”, afirmó.

De este modo, el Pontífice explicó que “la ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que tenemos en la mente” y “nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir para ir tras el polvo que se desvanece”.



Por ello, Francisco exhortó a cada uno a preguntarse: “Yo, ¿para qué vivo? Si vivo para las cosas del mundo que pasan, vuelvo al polvo, niego lo que Dios ha hecho en mí. Si vivo solo para traer algo de dinero a casa y divertirme, para buscar algo de prestigio, para hacer un poco de carrera, vivo del polvo. Si juzgo mal la vida solo porque no me toman suficientemente en consideración o no recibo de los demás lo que creo merecer, sigo mirando el polvo”.

“No estamos en el mundo para esto. Valemos mucho más, vivimos para mucho más: para realizar el sueño de Dios, para amar. La ceniza se posa sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se encienda en los corazones. Porque somos ciudadanos del cielo y el amor a Dios y al prójimo es el pasaporte al Cielo, es nuestro pasaporte. Los bienes terrenos que poseemos no nos servirán, son polvo que se desvanece, pero el amor que damos -en la familia, en el trabajo, en la Iglesia, en el mundo- nos salvará, permanecerá para siempre”, destacó el Papa.

Asimismo, el Santo Padre subrayó que “la ceniza que recibimos nos recuerda un segundo camino, el opuesto, el que va de la vida al polvo” porque al mirar a nuestro alrededor “vemos polvo de muerte”, es decir, “vidas reducidas a cenizas. Ruinas, destrucción, guerra. Vidas de niños inocentes no acogidos, vidas de pobres rechazados, vidas de ancianos descartados. Seguimos destruyéndonos, volviéndonos de nuevo al polvo”.

“¡Y cuánto polvo hay en nuestras relaciones! Miremos en nuestra casa, en nuestras familias: cuántos litigios, cuánta incapacidad para calmar los conflictos. ¡Qué difícil es disculparse, perdonar, comenzar de nuevo, mientras que reclamamos con tanta facilidad nuestros espacios y nuestros derechos! Hay tanto polvo que ensucia el amor y desfigura la vida. Incluso en la Iglesia, la casa de Dios, hemos dejado que se deposite tanto polvo, el polvo de la mundanidad”, advirtió.

En este sentido, el Papa alertó sobre el peligro de la hipocresía, que es “la inmundicia que hoy en el Evangelio Jesús nos pide que eliminemos”, porque “el Señor no dice solo hacer obras de caridad, orar y ayunar, sino cumplir todo esto sin simulación, sin doblez, sin hipocresía”.

“Sin embargo, cuántas veces hacemos algo solo para ser estimados, para aparentar, para alimentar nuestro ego. Cuántas veces nos decimos cristianos y en nuestro corazón cedemos sin problemas a las pasiones que nos esclavizan. Cuántas veces predicamos una cosa y hacemos otra. Cuántas veces aparentamos ser buenos por fuera y guardamos rencores por dentro. Cuánta doblez tenemos en nuestro corazón... Es polvo que ensucia, ceniza que sofoca el fuego del amor”, expresó el Papa.

Por ello, el Santo Padre recordó la necesidad de “limpiar el polvo que se deposita en el corazón” y recordó el llamado de San Pablo cuando dijo: “¡Dejénse reconciliar con Dios!”, título del Mensaje del Papa para la Cuaresma de este año.

“La santidad no es asunto nuestro, sino es gracia. Porque nosotros solos no somos capaces de eliminar el polvo que ensucia nuestros corazones. Porque solo Jesús, que conoce y ama nuestro corazón, puede sanarlo. La Cuaresma es tiempo de curación”, explicó.

Finalmente, el Papa Francisco aconsejó realizar dos pasos para esta Cuaresma: “el primero, del polvo a la vida, de nuestra frágil humanidad a la humanidad de Jesús, que nos sana. Podemos ponernos delante del Crucifijo, quedarnos allí, mirar y repetir: ‘Jesús, tú me amas, transfórmame... Jesús, tú me amas, transfórmame...’. Y después de haber acogido su amor, después de haber llorado ante este amor, se da el segundo paso, para no volver a caer de la vida al polvo. Se va a recibir el perdón de Dios, en la confesión, porque allí el fuego del amor de Dios consume las cenizas de nuestro pecado”.

“El abrazo del Padre en la confesión nos renueva por dentro, limpia nuestro corazón. Dejémonos reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados, como enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejémonos amar para amar. Dejémonos levantar para caminar hacia la meta, la Pascua. Tendremos la alegría de descubrir que Dios nos resucita de nuestras cenizas”, concluyó el Papa.

POR LEVE INDISPOSICIÓN PAPA FRANCISCO NO ASISTE A SAN JUAN DE LETRÁN, PERO SE MANTIENEN ACTIVIDADES


Por leve indisposición Papa no asiste a San Juan de Letrán, pero se mantienen actividades
Redacción ACI Prensa
Crédito: Daniel Ibáñez (ACI)




El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, informó que por una “leve indisposición” el Papa Francisco prefirió no asistir a la liturgia penitencial en la Basílica de San Juan Letrán, pero que “los otros compromisos proceden regularmente”.

El Santo Padre tenía previsto ir este 27 de febrero a San Juan de Letrán para participar en la liturgia penitencial con el clero romano en el que, de acuerdo con el programa, el Pontífice escucharía algunas confesiones y concluiría la celebración con algunas palabras.

Sin embargo, Bruni indicó que “debido a una leve indisposición, prefirió permanecer en las habitaciones cercanas a Santa Marta; los otros compromisos proceden regularmente”.

Por su parte, Vatican News informó que este jueves “el Papa presidió por la mañana la Misa en la Santa Casa de Marta y poco después recibió en audiencia a los miembros del ‘Movimiento Católico Global del Clima’ (Global Catholic Climate Movement), un organismo que colabora con la Iglesia para una mayor tutela de la casa común, inspirado en los valores de la Laudato sí”.

De acuerdo a las actividades programadas, el Papa Francisco participará en los ejercicios espirituales para la Curia Romana del 1 al 6 de marzo en la Casa Divino Maestro, en la localidad italiana de Ariccia.

Ayer 26 de febrero el Pontífice realizó la Audiencia General en la Plaza de San Pedro por la mañana y por la tarde fue a la colina del Aventino en donde presidió el rezo de la primera estación cuaresmal en la iglesia de San Anselmo. Después participó en la procesión penitencial hasta la Basílica de Santa Sabina en donde celebró la Misa con el rito de la bendición e imposición de las cenizas.
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