miércoles, 25 de diciembre de 2013

NAVIDAD EN BELÉN


Navidad en Belén


Acercarse a Belén , 
es acercarse al mundo de los sueños más hermosos.
Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, 
sino un rincón del corazón humano.

En Belén hemos nacido todos, 
en Belén se apacienta nuestra infancia.
Aquí giró la historia.
Aquí nació la vida.
Hasta Belén, ser hombre
era nacer para vivir rodando
por la cuesta del tiempo.
Desde Belén , ser hombre 
es aprender la enorme
aventura de escalar las alturas.
Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios.
Aquí, el Dios de los cielos 
inició la locura de volverse pequeño.
Por eso las campanas de Belén están locas,
replican y replican para explicarle al mundo
la alegría del cielo,
para que todos sepan que el hombre está a salvado
ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros.
Mirar, mirar las casas de Belén, apiñadas,
apretadas las unas a las otras, 
lo mismo que un rebaño aterido,
como un coro de monjas asustadas.
Mirar su letanía de agudos campanarios
que señalan al cielo con sus dedos alzados
para decir a todos: Por aquí vino Dios.
Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres,
sus pobres baratijas, sus comidas caseras.
El Dios de las alturas nunca fue un exquisito,
ni una ciudad fría de gélidos burócratas,
sino en pobreza de los pobres más pobres ,
en calles malolientes donde el hombre agita,
en un triste pueblo despreciado de todos.
No busquemos en Belén hermosas catedrales,
iglesias esplendentes, basílicas radiantes,
la flecha luminosa de las agujas góticas,
las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo.
Todo en Belén es pobre
como el Dios que lo habita.
Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta
que conduce a la gruta.
Una puerta que tiene la estatura de un niño
y en la que hay que agacharse para poder entrar.
Porque para llegar hasta el Dios de los cielos
sólo hay dos caminos:
la puerta de la infancia
y la humildad.
Para ver a Jesús, es necesario
doblar el espinazo del orgullo,
agachar la cabeza de nuestras importancias, 
hacerse niños como El se hizo.

Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio,
aquí una virgen-Madre iluminó la tierra,
aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios,
aquí la sangre humana se vio multiplicada,
aquí un diminuto corazón de chiquillo
fue, por primera vez, el corazón de Dios.
Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra,
entre dos animales asustados y atónitos,
nació aquel cuerpo y sangre
que el hombre comería por los siglos de los siglos.

Alejar nuestros ojos de los falsos adornos
que camuflan la gruta,
no contemplemos ;
las lámparas ni las raídas de sedas
que quieren ocultar
el oro santo de la sencillez.
Cerrar más bien los ojos y asombrémonos.
Dejar que sea el corazón quien mire.

Y , después , alegrémonos igual que los pastores
que en esta misma gruta escucharon su anuncio:
gloria a Dios en el cielo.
paz a los hombres de buena voluntad.

Levantar nuestras manos para dar también gloria 
y dejad que la paz penetre en nuestra alma
como la gran nevada de la misericordia.
Dejar que, dos mil años depuse, 
el Niño vuelva a nacer en nosotros,
convertir nuestras almas en el portal viviente.
Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.

EL EVANGELIO DE HOY: 25-12-2013

Autor: Víctor Hugo Gamboa, L.C. | Fuente: Catholic.net
¡Jesús ha nacido!
Juan 1, 1-18. Navidad. Hoy es un día de gozo, en que Dios se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos.
 
¡Jesús ha nacido!
Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

Oración introductoria

Señor, sabes que no soy el mejor, conoces toda mi miseria, pero por esto mismo vengo ante ti con la confianza de que me escucharás y me enseñarás el camino. Señor, ayúdame a creer. Quiero confiar plenamente en ti. Dame la gracia de esperarlo todo de ti y en ti. Enséñame a amar a los demás, para mostrarte el amor que te tengo.

Petición

Señor, que me dé cuenta del amor que me tienes y que me has mostrado al hacerte como uno de nosotros.

Meditación del Papa Francisco

La Navidad es el encuentro de Dios con su pueblo. Y también es una consolación, un misterio de consolación. Muchas veces, después de la misa de Nochebuena, pasé algunas horas solo, en la capilla, antes de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda consolación y paz. (Entrevista con papa Francisco sobre la Navidad, martes, 10 de diciembre)

Reflexión

¡Dios me ama! Cada uno de nosotros, podemos partir de esta breve frase para comenzar a hablar con Dios. Cuántas veces hemos escuchado tantos reclamos hacia Dios de por qué en el mundo hay tanto mal, por qué Dios permite esto o aquello y por qué no hace nada. Y Dios, en su silencio taladrador, nos dice: "Te he hecho a ti". Dios ha querido que estemos aquí porque nos ama, porque es el Amor con mayúsculas. Y sabiendo que somos débiles, que a veces no respondemos con el mismo amor, Dios nos recuerda, a través de la liturgia y de manera cíclica, que se ha hecho carne, se ha hecho hombre.

Este Hombre-Dios, que nos enseña el camino que debemos seguir, que nos invita a participar de su vida divina, que no muestra que el camino de cruz, es quien más nos hace felices: no por el dolor, sino por lo que hay detrás de la cruz.

Hoy es un día de gozo, en que Dios mismo se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos de verdad en nuestro corazón. Viene indefenso, para que podamos defenderle y ayudarle a mitigar el frio de la indiferencia. Y nos muestra que Él, siendo Dios, ha querido estar con la humanidad herida por el pecado, para levantarnos como a la mujer pecadora; para invitarnos a cambiar de vida y vivir de manera plena como lo hizo Él con los primeros cristianos. Por esto, en este día de navidad, podemos sentirnos amados por Él, porque no se ha olvidado de nosotros. No te olvides de Él. Gracias Señor por tanto amor.

Propósito

Este día de Navidad ayudaré a mi prójimo en la necesidad que le surja. Mostraré la alegría que el Señor me dado y la compartiré con los demás, para comunicarles ese amor de Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, te doy gracias por el don de la vida y de la fe. También te agradezco por el amor que nos tienes, por la inmensa e inmerecida gracia de ser tu apóstol en la tierra. Muéstrame el camino para agradarte. Ayúdame a compartir tu amor con los demás, amor verdadero y profundo como el tuyo. Dame la fuerza para luchar cada día contra la inconciencia de vivir apartado de ti. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado.



"Tú eres la última y la única razón de mi amor. No tengo otras. ¿Cómo tendría alguna esperanza sin ti? ¿En qué se apoyaría mi alegría si nos faltases tú? ¿En qué vino insípido se tornarían todos mis amores si no fueran reflejo de tu amor? Eres tú quien da fuerza y vigor a todo. Y yo sé sobradamente que toda mi tarea de hombre es repetir y repetir tu nombre. Y retirarme" (José Luis Martín Descalzo)




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Víctor Hugo Gamboa, L.C. 

    martes, 24 de diciembre de 2013

    EN ESTA NAVIDAD


    LLEGA LA NAVIDAD


    Llega la Navidad

    Por cada lágrima que brota
    llega la Navidad.

    Por cada ser que se enamora
    llega la Navidad.

    Por todos los que van sin suerte
    llega la Navidad.

    Por los que sólo ven la muerte
    llega la Navidad.

    Es la noticia de vida,
    es la palabra de luz,
    es la esperanza atrevida
    que anuncia al Niño Jesús.
    Es la luz entre la sombras,
    es cosecha de verdor,
    imagen del pueblo nuevo,
    aliento liberador.

    Por los que caminan de prisa
    y no hay donde llegar...

    Por quienes van indiferentes
    sin reir o llorar...

    Por los que ocultos en sus bienes
    se olvidan de dar pan...

    Y por quienes se sienten solos
    llega la Navidad.

    EN NAVIDAD


    EN NAVIDAD...

    Si buscas a Dios
    Hoy lo encontrarás.

    Si tienes tinieblas... encuentra tu lámpara
    La Navidad es luz.

    En todos los momentos de tu vida
    Haz esto y serás feliz.

    Si tienes errores... reflexiona.
    La Navidad es Verdad.

    Si tienes enemigos... reconcíliate
    La Navidad es paz.

    Si tienes tristeza... alégrate
    La Navidad es goce.

    Si tienes pecados... conviértete.
    La Navidad es gracia.

    Si tienes odio... olvídalo.
    La Navidad es amar.

    Si tienes amigos... búscalos.
    La Navidad es encuentro.

    Si tienes felicidad... compártela.
    La Navidad es darse.

    Si tienes deudas... págalas.
    La Navidad es justicia.

    Si tienes soberbia... sepúltala.
    La Navidad es humildad.

    Si tienes pobres a tu lado... ayúdalos.
    La Navidad es paz.

    Si no tienes a Dios
    hoy lo encontrarás en cada persona...
    pues el Niño Jesús quiere nacer en ti hoy.

    BENDICIONES DE LA MESA DE NOCHEBUENA


    BENDICIONES DE LA MESA DE NOCHEBUENA

     Celebración familiar (con un cirio en la mesa)

    Padre/Madre (P):
     Hoy, Nochebuena, tenemos, de manera especial y como centro de nuestra familia a Jesucristo, nuestro Señor. Vamos a encender un cirio en medio de la mesa para que nos haga pensar en Jesús y vamos a darle gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo. 
    Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo.
    Todos (T): Señor, te damos gracias.

    P: Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás,
    T: Señor, te damos gracias. 

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir,
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús.
    T: María, te damos gracias.

    P: Gracias San José, por cuidar de Jesús y María.
    T: San José, te damos gracias.

    P: Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo, te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar, y bendigas las manos que los prepararon. 

    Niño Dios, tú que llegaste al mundo para salvar, te pedimos la paz. 
    Niño Dios, tú que naciste en un pesebre, te pedimos que no haya más miserias en el mundo.
    Niño Dios, tú que naciste de una madre Virgen, te pedimos belleza en este mundo.
    Niño Dios, tú que eres Salvador, cuídanos de los desastres que nos provoca la naturaleza.
    Niño Dios, tú que nos diste la vida para vivirla, que la vivamos de acuerdo a tu gloriosa Vida.

    T: ¡Amén!



    Otra bendición sencilla

    Bendice, Señor, nuestra mesa.
    Por una noche al menos,
    quisiéramos que el mundo fuera una gran familia:
    sin guerras, sin miseria, sin hambre, sin dolor...;
    y con algo más de música y de justicia.
    Que este hogar, Jesús,
    acoja tu palabra de amor y de perdón
    y siempre estés tú presente.
    Consérvanos unidos.
    Danos durante todo el año paz y trabajo.
    Danos fuerzas para ser personas justas,
    comprensivas, entrañables, comprometidas
    por un mundo mejor. 
    Así habrá muchas “noches-buenas”
    y “días-buenos”.
    Eres bienvenido, Señor, siempre a esta casa.
    Y confiamos que Tú nos reúnas también
    un día en tu Casa para celebrar la eterna Navidad.
    Amén.

    HISTORIA DEL PRIMER BELÉN



    Historia del primer Belén

    La tradición de poner el Pesebre en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Greccio.

    En esta localidad, San Francisco de Asís que siempre había sentido un amor especial por la Navidad recibió esta inspiración del Señor.

    Se acercaba Nochebuena y decidió representar la humildad del pesebre tal como sucedió en Belén, ¡hasta con un burrito y un buey en una pobre gruta en medio de un bosque!. Y así lo hizo, cuando de pronto, en la noche de Navidad, la gente del pueblo se acercó con antorchas encendidas a la gruta que Francisco y sus amigos habían preparado.

    Cuál no sería la maravilla de todos los presentes cuando, según dice la tradición, sucedió un milagro: el Niño Jesús quiso estar de cuerpo presente en medio de ellos. Todos los asistentes pudieron alabar al recién nacido en ese pobre pesebre, mientras los ángeles entonaban alabanzas y cantos: tal como sucedió en Belén. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.

    Desde aquel día, se celebra Nochebuena, imitando la inspiración de San Francisco de Asís, en torno a un humilde pesebre que recibe al Hijo de Dios. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

    EL NACIMIENTO DE CRISTO, ES MI NACIMIENTO




    Autor: Pedro García, misionero Claretiano |
     Fuente: Catholic.net
    Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
    El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio 
    nacimiento a la vida celestial.


    Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
    El chiquitín ha venido en medio de la noche callada. En un silencio total. En una soledad absoluta. Sólo su joven Madre y el bueno de José, a la luz de una lámpara de aceite, contemplan la carita celestial del recién nacido. En medio de tanta pobreza y humildad, están gozando como no ha disfrutado hasta ahora nadie en el mundo. -

    ¡Mi niño!, grita María mientras le estampa enajenada su primer beso... -¡Qué lindo, qué bello!, exclama extasiado José. Entre tanto --vamos a hablar así--, Dios no se aguanta más. Tiene prisa por anunciar a todos el nacimiento de su Hijo hecho hombre, y manda a sus ángeles que lo pregonen bien. Se avanza un ángel y desvela a los pastores, mientras les grita con alborozo:

    - ¡Os anuncio una gran alegría! ¡Os ha nacido en Belén un salvador!

    Se rasgan entonces los cielos, aparece todo un ejército de la milicia celestial, que van cantando por el firmamento estrellado:

    - ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres amados de Dios!...

    A este Jesús, le felicitamos de corazón: -¡Cumpleaños feliz! ¡Por muchos años! ¡Por años y por siglos eternos!...

    Hasta aquí, todos de acuerdo, ¿no es así?
    Pero, ¿es verdad que nos podemos felicitar también nosotros, y que nos felicitamos de hecho nuestro propio cumpleaños?... Dos antiguos Doctores de la Iglesia, y de los más grandes, como son Ambrosio y León Magno, lo expresaron de la manera más elocuente y precisa.

    San Ambrosio exclama en su Liturgia de Navidad:
    -¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra salvación! ¡Hoy hemos nacido todos los salvados!... Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero: -Hoy en Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo.

    Y el Papa San León Magno, con su elegancia de siempre, dice también:
    - ¿Sólo el nacimiento del Redentor? ¡También nuestro propio nacimiento! El nacimiento de Cristo es el nacimiento de todo el pueblo cristiano. Cada uno de los cristianos nace en este nacimiento de hoy.

    Tiene razón la Iglesia al cantar en uno de los prefacios de Navidad: -De una humanidad vieja nace un pueblo nuevo y joven...
    Porque el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nos hace a todos los hombres hijos de Dios. El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. Es nuestro cumpleaños también. ¡La enhorabuena a todos!...

    Una felicitación de la que no es excluido nadie, desde el momento que todos somos llamados a la salvación. Ese mismo Papa de la antigüedad y Doctor de la Iglesia, San León Magno, felicita a todos con un párrafo que es célebre:
    - ¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios.

    Una familia cristiana de Viena, a mitades del siglo dieciocho, celebró la Navidad de una manera singular. Aquel matrimonio tan bello recibía cada hijo como el mayor regalo de Dios. Apenas la esposa sentía los primeros síntomas, el esposo sacaba del armario los cirios de los niños anteriores y quedaban prendidos durante todo el rato que se prolongaba la función augusta del alumbramiento. Los cirios correspondían a los ángeles custodios de los hijos, que velaban este momento solemne. Cuando había llegado el bebé, se apagaban los cirios y se guardaban hasta que viniese otro vástago al hogar. En esta Navidad se prendieron nueve cirios. El primero se había hecho bastante corto, pues había alumbrado la estancia muchas veces anteriormente. El más alto, el prendido ahora por primera vez, correspondía a Clemente, el niño que venía entre las alegrías navideñas, bautizado a las pocas horas, y conocido hoy en la Iglesia como San Clemente María Hofbauer...

    Este niño, que iba a ser un gran santo, es el símbolo de una realidad que se repite tantas veces en las familias cristianas. Con nuestra venida al mundo en el seno de la Iglesia, al recibir el Bautismo, repetimos todos el hecho de Belén. Cristo nace en un nuevo cristiano. Jesús y nosotros celebramos nuestro cumpleaños en el mismo día...

    ¡Felicidades a todos! ¡Felicidades!
    Y que repitamos este cumpleaños, el de Jesús y nuestro, por muchas Navidades más.... 

    EL EVANGELIO DE HOY: 24.12.2013

    Autor: Juan Pablo López Castellanos, L.C. | Fuente: Catholic.net
    Bendito sea el Señor porque ha redimido a su pueblo
    Lucas 1, 67-79. Adviento. Hoy como hace más de dos mil años, Cristo viene a nacer a nuestro corazón. Cumple su promesa, mostrándonos su misericordia.
     
    Bendito sea el Señor porque ha redimido a su pueblo
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79

    En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa alianza.
    El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados. Y por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en las tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.


    Oración introductoria

    Gracias, Jesús, por venir a nacer entre nosotros. Este día, más que pedirte, quiero agradecerte por cumplir lo que habías prometido desde antiguo. Gracias por venir a quedarte con nosotros, gracias por mostrarnos tu misericordia. Ilumínanos y sácanos de las tinieblas en que vivimos, para que descubramos el camino de la paz. Y permítenos vivir sin temor, en santidad y justicia en tu presencia.

    Petición

    Señor, qué gran don nos has hecho con tu venida. Dispón nuestro corazón para recibirte como es debido y Tú que decidiste nacer en una cueva, acepta el cálido rincón de nuestro corazón.

    Meditación del Papa Francisco

    "Festejad... gozad... alegraos", dice el Profeta. Es una gran invitación a la alegría. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo de esta invitación a la alegría? Porque el Señor hará derivar hacia la santa Ciudad y sus habitantes un "torrente" de consolación, un torrente de consolación –así llenos de consolación-, un torrente de ternura materna: "Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán". Como la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así el Señor hará con nosotros y hace con nosotros. Éste es el torrente de ternura que nos da tanta consolación. "Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo".
    Todo cristiano, y sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla. (S.S. Francisco, 7 de julio de 2013).

    Reflexión 

    Hoy como hace más de dos mil años, Cristo viene a nacer a nuestro corazón. Él, como dice el evangelio, cumple su promesa, mostrándonos su misericordia, para sacarnos de las tinieblas en que vivimos y guiarnos por el camino de la paz. Él viene para ser luz y para dar paz. Él es la estrella que brilla en medio de la oscuridad de nuestro caminar por esta vida. Pero para encontrar esa luz, debemos apagar todo lo que nos impide ver la estrella de Belén que nos guía a Él. Y para encontrar esa paz, debemos salir del barullo y ruido de la ciudad, para encontrarlo en una cueva.

    En la Navidad todo mundo sabe que hay alegría y fiesta, pero no todos saben el motivo. Muchas veces escuchamos y decimos: "¡Feliz Navidad!" a toda persona que nos encontramos; pero algunas veces nos olvidamos de felicitar al festejado. La Navidad es un tiempo de amor, gozo y paz. Pero no debemos perder de vista que la gran alegría, noticia y don, es que Dios se hizo hombre por nosotros. En esta Navidad, recordemos al Recién Nacido y con los pastores, ofrezcámosle lo mejor que tenemos.

    Propósito

    Me prepararé para recibir con un corazón limpio a Nuestro Señor y le agradeceré que venga a quedarse conmigo.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, esta noche vamos a contemplar tu cuerpecito envuelto en pañales y buscando calor. Déjame esta Navidad, ofrecerte un corazón caliente, amoroso, que te proteja del frío de la noche. Gracias por hacerte uno como nosotros; permítenos esta noche a nosotros hacernos como Tú: niños, que aprendamos a ver en todo el amor de tu Padre, incluso en el frío y soledad de la noche, como tu primera noche hecho hombre. Esta noche, sí queremos estar junto a ti y deseamos que esta vez sí seas Tú el centro de la fiesta.


    "Navidad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a la sociedad humana y para de nuevo conducirla a sus altos destinos, se hizo presente con María su Madre, con José, su padre putativo, que está allí como la sombra del Padre Eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la familia no podrá lograr más influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belén" (Juan XXXIII, Alocución del 25 de diciembre de 1959)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Juan Pablo López Castellanos, L.C. 

    lunes, 23 de diciembre de 2013

    CARTA DE JESÚS ANTES DE LA NAVIDAD


    Carta de Jesús antes de la Navidad


    Queridos amigos:

    Les agradezco su carta, la hemos leído con José y María y la hemos comentado todos en el cielo.

    Me han escrito "No vale la pena que vuelvas....." Aquí se equivocan porque ya estoy entre ustedes y más aun, dentro de ustedes. Búsquenme y me encontrarán.

    Ahora ya en vísperas de 25 de Diciembre, quiero recordarles algunas maneras de celebrar la Navidad. Muchos cristianos, más de lo que imaginan, la celebran y muy bien.

    = Cada vez que piensan en los otros, entienden la NAVIDAD.
    = Cada vez que rezan y ayudan a rezar, descubren la NAVIDAD.
    = Cada vez que admiran y quieren la belleza, la vida, la justicia, la bondad, quieren y admiran la NAVIDAD.
    = Cada vez que se deciden a perdonar, consolar, comprender, crear alegría, anticipan la NAVIDAD.
    = Cada vez que descubren sus miserias y las aceptan y cuentan conmigo, desean la NAVIDAD.
    = Cada vez que se preparan o son ya un buen profesional honrado y capaz, aseguran una vida de NAVIDAD.
    = Cada vez que buscan a los pobres, a los que no tienen nombre, a los necesitados, celebran y hacen celebrar la NAVIDAD.
    = Cada vez que los mayores ven a los pequeños semejantes a mi: cada vez que los pequeños saben ver en los mayores a mi Padre, hacen venir la NAVIDAD.

    Estoy con ustedes y con cada uno de ustedes siempre.

    Jesús

    ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO


    ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO

    Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.

    A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

    Ayudad a mis hermanos y parientes. 
    Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
    Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
    Ayudad a cuantos debo amor y oración. 
    Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
    Ayudad a los que han faltado contra mí. 
    Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
    Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
    Ayudad a los que os desean más ardientemente.
    Ayudad a los que sufren más.
    Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
    Ayudad a los que menos auxilio reciben. 
    Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
    Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
    Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
    Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
    Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
    Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
    Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
    Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
    Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
    Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado. 
    Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
    Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
    Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
    Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
    Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
    Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
    Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
    Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
    Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
    Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
    Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
    Ayudad a los defensores de la santa fe. 
    Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
    Ayudad a los sepultados en los mares.
    Ayudad a los muertos repentinamente.
    Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

    V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
    R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
    V. Que en paz descansen. 
    R. Amén.

    NUNCA TE QUEJES


    Nunca te quejes
    Autor: Pablo Neruda


    Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tu has  hecho lo que querías en tu vida. 

    Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar 
    corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su  error. 

    Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y 
    acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre has de ganar. 

    No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. 

    No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente. 

    Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán. 

    Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tu mismo eres tu destino. 

    Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. 
    Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, lucha, camina,  decídete y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es: el pretexto de los fracasados.

    NAVIDAD EN TU INTERIOR



    Navidad en tu interior

    Navidad significa nacimiento, y el símbolo de la Navidad es una estrella, una luz en la obscuridad que sirvió de guía para encontrar al salvador. No veamos más esta estrella fuera de nosotros, sino brillando en nuestro cielo interno y aceptémosla como símbolo de que ha llegado el tiempo del Cristo; el tiempo de reconocer nuestra verdadera identidad.

    Dentro de cada uno de nosotros existe un Salvador que conoce nuestra totalidad, nuestra esencia. Es una sabiduría innata que, si la utilizamos como una guía, nos conducirá siempre a experiencias de paz, armonía y amor. Es algo muy especial que está en todos y es para todos. Si no sacamos el mayor provecho de ella es sólo porque no la podemos entender y mucho menos aceptar.

    Esta esencia en nosotros es la que conoce nuestra totalidad o nuestra santidad. 

    Pero como un amigo fiel, no llegará a donde no se ha le ha invitado. Por lo tanto, vamos a comenzar nuestras fiestas navideñas abriéndole la puerta a este invitado tan especial. 

    No temamos abrirle la puerta y recibámosle sin expectativas. El sabrá orientarnos, sin equivocarse y nos traerá regalos que no podremos encontrar en ningún lugar del mundo.

    Tan pronto recibamos ese invitado tan especial, estaremos listos para preparar la gran fiesta. Pero, ¿cómo va a ser esta fiesta de Navidad?

    Nuestro amigo no pide nada. No exige sacrificios de ningún tipo. Por lo tanto, en esta Navidad, cerremos las puertas a todo sacrificio estéril, a la culpa, al miedo a la escasez y demos paso a lo único que tiene sentido en nuestras vidas, a ese regalo del cual derivan su existencia todas las cosas: el amor.

    Para muchas personas, las estampas de la Navidad traen sentimientos de gozo y alegría. Para otras, esta época puede ser difícil, solitaria, aumentando los sentimientos de culpa y depresión. Continuamente leemos artículos sobre cómo disfrutar las fiestas, sin embargo muchos no podemos imaginar cómo salir de ese estado de inmensa soledad en que algunos nos sumergimos. A veces podemos sentirnos atrapados entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer. Nos sentimos culpables porque deseamos quedarnos en casa en vez de salir a visitar familiares por compromiso.

    También podemos sentirnos perdidos porque no tenemos la familia que quisiéramos tener. Muchos de nosotros, año tras año esperamos que la mágica Navidad nos regale una persona que pueda llenar el vacío del solitario corazón, causando honda desesperación cuando no sucede. Recuerda que no estás solo(a). Que hay muchas personas compartiendo tus mismos sentimientos.

    SI TE SIENTES FELIZ EN NAVIDAD



    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    Si te sientes feliz en Navidad...
    La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño, el niño inocente que fuiste alguna vez.



    Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes. 
    Tienes derecho y razón de ser feliz. 
    Si en Navidad sientes deseos de hacer las paces con todo el mundo, hazlo sin dudar. 

    Los ángeles te lo indican: 
    Paz a los hombres de buena voluntad. 
    Si tienes deseos 
    de hacer las paces con Dios en Navidad, 
    ¿por qué esperar? 

    Es el momento más adecuado. 
    No todos los días sientes los mismos deseos. 
    Es mejor pedir perdón a un Niño 
    que a un Hombre. 

    Mejor acudir al tribunal de la Misericordia 
    que al de la Justicia. 
    Si te sientes triste en Navidad, 
    no has entendido. 

    ¿Triste cuando Dios viene a tu encuentro 
    lleno de amor y ternura? 
    Si sigues odiando en Navidad, 
    no has comprendido. 
    Navidad es la fiesta del Amor, 
    del Perdón, de la Paz, 
    por si no lo sabías. 

    Si sigues siendo un pecador en este tiempo, 
    la Navidad no existe para ti. 
    La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño, el niño inocente que fuiste alguna vez. 

    Al nacimiento de Jesús fueron invitados unos pastores, 
    gente sencilla y buena. 
    No fueron invitados los cortesanos de Herodes, 
    ni los fariseos, ni los miembros del Sanedrín. 

    No fueron los grandes de este mundo, 
    sino los pastores. 
    Por humildes y sencillos, 
    por ser dóciles al mensaje Divino. 

    Hoy siguen siendo invitados los humildes, 
    los que aceptan a Dios y sus mandamientos, 
    los sencillos, los pobres de espíritu. 

    Jesús es el patrón de los desamparados, 
    de los sin techo, de los emigrantes, 
    de todos los miserables, enfermos, hambrientos… 
    Cristo nace como un gitano. 

    Para el Creador del mundo un establo de animales. 
    No había lugar para Él en ninguna casa de Belén. 
    Para enseñarnos que las cosas materiales 
    no son la felicidad del hombre sino las celestiales. 
    ¡Qué contraste tan brutal con ese afán nuestro 
    de poseer más y más cosas! 

    Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. 
    "He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir"... 
    Ojalá que esta Navidad, 
    tú también puedas decir eso: 
    He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir... 

    Porque de lo contrario, 
    "aunque Cristo naciese mil veces en Belén, si no nace en ti, seguirás eternamente perdido". 

    EL EVANGELIO DE HOY: 23.12.2013

    Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
    Nacimiento de Juan Bautista
    Lucas 1, 57-66. Adviento. Dios cura con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos.
     
    Nacimiento de Juan Bautista
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66

    Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

    Oración introductoria

    Mi Dios y Señor, en vísperas de la Noche Buena quiero encontrarme contigo en la oración. Mis debilidades y caídas me apartan de Ti, confío en tu piedad y en tu misericordia. Ven, Señor Jesús, e ilumina esta meditación para prepararme a recibirte en mi pobre y débil corazón.

    Petición

    Señor, acrecienta mi fe para saberte buscarte y escucharte en mi silencio de esta oración.

    Meditación del Papa Francisco

    Isabel y su hijo se regocija en el vientre al escuchar las palabras de María. Es todo alegría, la alegría que es fiesta. Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas.
    Él que nos da la alegría es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos guía. Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas.
    El gran Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. No se puede. Esta actitud un poco fúnebre, ¿no? Muchas veces los cristianos tienen un rostro que es más bien para ir a una procesión fúnebre, que para ir a alabar a Dios, ¿no? Y de esta alegría viene la alabanza, esta alabanza de María, esta alabanza que dice Sofonías, la alabanza de Simeón, de Ana: ¡la alabanza de Dios!
    El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Usted que está aquí en la misa, ¿alaba a Dios, o solo le pide a Dios y le agradece? ¿Acaso alaba a Dios? Aquello es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando. (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).

    Reflexión

    Zacarías está mudo. El ángel lo ha dejado sin poder contar ni una palabra a Isabel de lo que le ha ocurrido. Nueve meses largos de espera en silencio es tiempo suficiente para recobrar la paz y la serenidad. Zacarías había aceptado con dolor este sufrimiento y había aprendido a ser humilde. Por eso su lengua se "desata" en el momento oportuno. Ni él ni nadie lo esperaba. Sucede de improviso, como de improviso llegó aquel día el ángel, pero esta vez el anciano sacerdote supo cómo responder. La gratitud y la alabanza a Dios son sus primeras palabras en un canto de júbilo emocionado.

    Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos... "la mano del Señor estaba con él..." sí, y también con nosotros. Porque Dios quiere engendrar en cada uno de nosotros a un hombre nuevo. Mediante la humildad, el crecimiento de nuestra fe, y de nuestra confianza. Por medio de la donación y la entrega generosa. Porque sin amor no podemos hacer nada meritorio. El hombre nuevo que coopera a la acción de Dios es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa "mano" divina le sostiene.

    El anuncio de la Navidad, con su nuevo nacimiento tan cercano ya, nos debe estimular. Quien nace es también como en el caso de Zacarías un hombre nuevo, un hombre tocado por Dios. Salgamos al encuentro de Jesús, preparemos nuestro espíritu, no dejemos que todo se vaya en lo exterior, porque es un tiempo precioso para crecer, para engendrar a Jesús más y más en el corazón. La medida de nuestra felicidad, de nuestra gratitud y alegría, como la de Zacarías, dependerá de habernos dejado a nosotros mismos y haber aceptado el querer de Dios. La oración es el medio para fortalecer estas convicciones, la caridad el instrumento para hacerlas creíbles a los ojos de los demás.

    Propósito

    Prepararme para la Navidad pidiendo perdón por las veces en que no he sabido obedecer la voluntad de Dios que se manifiesta a través de su Iglesia.

    Diálogo con Cristo

    Zacarías pudo hablar sólo cuando dijo «sí» al plan de Dios y aceptar que el niño se llamará Juan. Yo también quiero decir «sí» a lo que Tú dispongas, confiando plenamente en que será para mi felicidad presente y futura. Ayúdame a caminar en la Iglesia, con valentía y fidelidad, el camino que me puede llevar a la santidad.

    _____________________________ 

    domingo, 22 de diciembre de 2013

    JESÚS NACE


    JESÚS NACE

    Jesús nace en un camino, precisamente quien ha venido a mostrarnos el camino. Quiere ser colocado en un pequeño pesebre. 
    Aquel que ha venido a prepararnos la grandeza del reino de los cielos. No quiere ser envuelto en paños dorados y de seda, sino en pobres pañales.

    Quien ha venido a restituirnos el vestido de la inmortalidad. Prefirió ser sometido a estar en un trono.

    Quien se ha apresurado a desatarnos manos y pies para que hagamos obras buenas.

    ¿Qué debemos decir entonces?
    Digamos con el salmista: ¿Qué daré al Señor, en cambio de todo lo que me ha dado?

    EL VERDADERO VALOR DE LAS COSAS


    El verdadero valor de las cosas


    Sólo faltaban cinco días para la Navidad. Aún no me había atrapado el espíritu de estas fiestas. Los estacionamientos llenos, y dentro de las tiendas el caos era mayor. No se podía ni caminar por los pasillos. ¿Por qué vine hoy? Me pregunté. Me dolían los pies lo mismo que mi cabeza. En mi lista estaban los nombres de personas que decían no querer nada, pero yo sabía que si no les compraba algo se resentirían.

    Llené rápidamente mi carrito con compras de último minuto y me dirigí a las colas de las cajas registradoras. Escogí la más corta, calculé que serían por lo menos 20 minutos de espera.

    Frente a mí había dos niños, un niño de 10 años y su hermana de 5 años. Él estaba mal vestido con un abrigo raído, zapatos deportivos muy grandes, a lo mejor 3 tallas más grande. Los jeans le quedaban cortos. Llevaba en sus sucias manos unos cuantos billetes arrugados. Su hermana lucía como él, sólo que su pelo estaba enredado. Ella llevaba un par de zapatos de mujer dorados y resplandecientes.

    Los villancicos navideños resonaban por toda la tienda y yo podía escuchar a la niñita tararearlos. Al llegar a la caja registradora, la niña le dio los zapatos cuidadosamente a la cajera, como si se tratara de un tesoro. La cajera les entregó el recibo y dijo: son $6.09. El niño le entregó sus billetes arrugados y empezó a rebuscarse los bolsillos. Finalmente contó $3.12 y dijo:

    - Bueno, pienso que tendremos que devolverlos, volveremos otro día y los compraremos.

    Ante esto la niña dibujó un puchero en su rostro y dijo:

    - "Pero a Jesús le hubieran encantado estos zapatos".

    - Volveremos a casa trabajaremos un poco más y regresaremos por ellos. No llores, vamos a volver.

    Sin tardar, yo le completé los tres pesos que faltaban a la cajera. Ellos habían estado esperando en la cola por largo tiempo y después de todo era Navidad. En eso un par de bracitos me rodearon con un tierno abrazo y una voz me dijo:

    - "Muchas gracias señora".

    Aproveché la oportunidad para preguntarle qué había querido decir cuando dijo que a Jesús le encantarían esos zapatos. Y la niña con sus grandes ojos redondos me respondió:

    - "Mi mamá está enferma y yéndose al cielo. Mi papá nos dijo que se iría antes de Navidad para estar con Jesús. Mi maestra dice que las calles del cielo son de oro reluciente, tal como estos zapatos. ¡Creo que mi mamá se verá hermosa caminando por esas calles con estos zapatos!"

    Mis ojos se inundaron al ver una lágrima bajar por su rostro radiante. Por supuesto que sí, le respondí. Y en silencio le di gracias a Dios por usar a estos niños para hacerme recordar el verdadero valor de las cosas.

    Desconozco su autor
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