domingo, 9 de agosto de 2020

SANTORAL DE HOY DOMINGO 9 DE AGOSTO DE 2020

Michal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, BeatosMichal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 9 de agosto
Juan de Fermo (o de la Verna), BeatoJuan de Fermo (o de la Verna), Beato
Presbítero, 9 de agosto
Teresa Benedicta de la Cruz, SantaTeresa Benedicta de la Cruz, Santa
Memoria Litúrgica, 9 de agosto
Narciso Sitjà Basté, BeatoNarciso Sitjà Basté, Beato
Sacerdote y Mártir, 9 de agosto
Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdomo, BeatoGaspar (Luis Modesto) Páez Perdomo, Beato
Religioso y mártir, 9 de agosto
Melquíades (Ramón) Ramírez Zuloaga, BeatoMelquíades (Ramón) Ramírez Zuloaga, Beato
Religioso y mártir, 9 de agosto
Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, BeatoEsteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Beato
Religioso y mártir, 9 de agosto
Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, BeatoEugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar, Beato
Religioso y mártir, 9 de aggosto
Juan Bautista (José) Velásquez Peláez, BeatoJuan Bautista (José) Velásquez Peláez, Beato
Religioso y mártir, 9 de agosto
Arturo (Luis) Ayala Niño, BeatoArturo (Luis) Ayala Niño, Beato
Religioso y mártir, 9 de agosto
Julián Pozo Ruiz de Samaniego, BeatoJulián Pozo Ruiz de Samaniego, Beato
Sacerdote y Mártir, 9 de agosto
Florentino Asensio Barroso, BeatoFlorentino Asensio Barroso, Beato
Obispo y Mártir, 9 de agosto
Rubén de Jesús López Aguilar, BeatoRubén de Jesús López Aguilar, Beato
Religioso Mártir, 9 de agosto
Guillermo Plaza Hernández, BeatoGuillermo Plaza Hernández, Beato
Presbítero y Mártir, 9 de agosto
Germán (José María) Garrigues Hernández, BeatoGermán (José María) Garrigues Hernández, Beato
Presbitero y Mártir, 9 de agosto
Francisco (Franz) Jägerstätter, BeatoFrancisco (Franz) Jägerstätter, Beato
Mártir Laico, 9 de agosto
Cándida María de Jesús, SantaCándida María de Jesús, Santa
Fundadora, 9 de agosto
Román, SantoRomán, Santo
Abad, 28 de febrero
Faustino Oteiza, BeatoFaustino Oteiza, Beato
Presbítero y Mártir, 9 de agosto

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN Y LOS DEMONIOS QUE EXPULSÓ CON EL ROSARIO DE LA VIRGEN


Santo Domingo de Guzmán y los demonios que expulsó con el Rosario de la Virgen
Redacción ACI Prensa






Cuenta San Luis María Grignion de Montfort, en su libro “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, que en una ocasión estaba Santo Domingo de Guzmán predicando el Rosario y le llevaron un hereje albigense poseso por demonios, a quien exorcizó en presencia de una gran muchedumbre.

El santo les hizo a los malignos varias preguntas y ellos, por obligación, le dijeron que eran 15 mil los que estaban en el cuerpo de ese hombre porque este había atacado los quince misterios del Rosario (Los misterios luminosos, con los que aumentan a 20, fueron introducidos recién en 2002 por San Juan Pablo II).

Durante el exorcismo, los demonios le dijeron al santo que con el Rosario que predicaba, llevaba el terror y el espanto a todo el infierno, y que él era el hombre que más odiaban en el mundo a causa de las almas que les quitaba con esta devoción.

Santo Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó a cuál de los santos del cielo temían más y cuál debía ser más amado y honrado por los hombres. Los enemigos, ante estas interrogantes, dieron gritos tan espantosos que muchos de los que estaban allí presentes cayeron en tierra por el susto.

Los malignos, para no responder, lloraban, se lamentaban y pedían por boca del poseso a Santo Domingo que tuviera piedad de ellos. El santo, sin inmutarse, les contestó que no cesaría de atormentarlos hasta que respondieran lo que les había preguntado. Entonces ellos dijeron que lo dirían, pero en secreto, al oído y no delante de todo el mundo. El santo, en cambio, les ordenó que hablaran alto, pero los diablos no quisieron decir palabra alguna.


Entonces el P. Domingo, puesto de rodillas, hizo la siguiente oración: “Oh excelentísima Virgen María, por la virtud de tu salterio y Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que contesten mi pregunta”.

De pronto, una llama ardiente salió de las orejas, la nariz y la boca del poseso. Los demonios seguidamente le rogaron a Santo Domingo que, por la pasión de Jesucristo y por los méritos de su Santa Madre y los de todos los santos, les permitiera salir de ese cuerpo sin decir nada porque los ángeles en cualquier momento que él quisiera se lo revelarían.

Más adelante, el santo volvió a arrodillarse y elevó otra plegaria: “Oh dignísima Madre de la Sabiduría, acerca de cuya salutación, de qué forma debe rezarse, ya queda instruido este pueblo, te ruego para la salud de los fieles aquí presentes que obligues a estos tus enemigos a que abiertamente confiesen aquí la verdad completa y sincera”.

Apenas terminó de pronunciar estas palabras, el santo vio cerca de él una multitud de ángeles y a la Virgen María que golpeaba al demonio con una varilla de oro, mientras le decía: “Contesta a la pregunta de mi servidor Domingo”. Aquí hay que tener en cuenta que el pueblo no veía, ni oía a la Virgen, sino solamente a Santo Domingo.

Los demonios comenzaron a gritar: “¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!”.

“¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros”.


“Un solo suspiro que ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores”.

De igual manera los malignos confesaron que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. “¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!”.

Luego añadieron que “nadie que persevere en el rezo del Rosario se condenará. Porque ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos”.

Es así que Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo muy lenta y devotamente, y en cada Avemaría que rezaban, salían del cuerpo del poseso una gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos.

Cuando todos los enemigos salieron y el hereje quedó libre, la Virgen María, de manera invisible, dio su bendición a todo el pueblo, que experimentó gran alegría. “Este milagro fue causa de la conversión de gran número de herejes, que incluso se inscribieron en la Cofradía del Santo Rosario”, concluyó San Luis María Grignion de Montfort.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 9 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 19º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 9 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19,9a.11-13a):

En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!»
Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (9,1-5):

Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-33):

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»

Palabra del Señor




«Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»



Los discípulos son de nuevo presa de oleadas y tormentas semejantes a la primeras (Mt 8,24) que se desataron contra ellos; pero entonces tenían a Jesús con ellos, mientras que esta vez se encuentran solos y entregados a sí mismos... Pienso, que el Salvador quería así reavivar su corazón dormido; haciéndolos vivir en la angustia, les causaba un vivo deseo de su presencia y hacía su recuerdo constantemente presente en su pensamiento. Por ello no acudió inmediatamente en su socorro, pero «Al final de la noche, fue hacia ellos caminando sobre el mar"...

    Pedro, siempre tan enérgico, adelantándose a los demás discípulos, le dice: "Señor, si eres tú, dame la orden de ir hacia ti sobre las aguas "... No le dice: "dame la orden de caminar sobre las aguas" sino "de venir a ti", porque nadie amaba a Jesús como él. Hizo lo mismo después de la resurrección: no pudiendo soportar ir tan lentamente como los demás en la barca, se ha arrojado al agua para adelantarse y satisfacer su amor por Cristo... Descendiendo, por tanto de la barca, Pedro fue hacia Jesús, más feliz de ir hacia Él, que de caminar sobre las aguas. Pero después de superar un peligro tan grande, como el del mar, sucumbió a uno menor, el del viento. Así es la naturaleza humana: con frecuencia, después de haber superado peligros graves, sucumbimos en los menos importantes... Pedro, no estaba exento de cualquier temor...a pesar de la presencia de Cristo cerca de él. No sirve de nada estar junto a Cristo, si no se está próximo a Él por la fe. Esto es lo que marca la distancia entre  el maestro y el discípulo...

    «Hombres de poco de fe, ¿por qué dudáis?» Por consiguiente, si la fe de Pedro no hubiera disminuido, habría resistido el viento sin dificultad. Y la prueba de ello es que Jesús agarra a Pedro, cuando el viento deja de soplar... Al igual que la madre sostiene las alas de sus pequeños pajarillos cuando salen del nido antes del tiempo, cuándo van a caer en tierra, y los conduce de nuevo al nido, así ha hecho Cristo con respecto a Pedro.


FELIZ DOMINGO!!!!



viernes, 7 de agosto de 2020

12 COSAS MEMORABLES


12 cosas memorables


El paso fugaz del tiempo es percibido por todos. “Ay, cómo huye el tiempo irreparable”, constató el poeta Virgilio. También el salmista (S. 90) dice que, aun si llegamos a los 70 y 80 años, al fin tenemos la impresión de que han pasado a prisa, como volando. Por eso pide a Dios te enseñe a valorar el tiempo para actuar con sabiduría. Es lo primero para recordar…

1. El valor del tiempo.
2. El triunfo de la perseverancia.
3. El placer de trabajar.
4. La dignidad de la sencillez.
5. El mérito del buen carácter.
6. El poder de la bondad.
7. La influencia del ejemplo.
8. La tranquilidad del deber cumplido.
9. La sabiduría de la economía.
10. El perfeccionamiento del talento.
11. La alegría de crear.
12. La virtud de la paciencia

¿No has comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo semanas de amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en un momento de enojo te evitará cien días de dolor”. Por la mañana pídele al Señor toda la paciencia que necesites. Dile: “Concédeme hoy fortaleza, paciencia y serenidad. Que nada ni nadie me perturbe”. Que así sea.


* Enviado por el P. Natalio

HOY ES PRIMER VIERNES DEL MES DE AGOSTO, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - EXPLICACIÓN Y ORACIONES


Primer Viernes de mes: Cómo ganar el Cielo en 9 meses
Devoción de los nueve viernes dedicados al Sagrado Corazón.


Por: El equipo de voluntarios de IESVS.org | Fuente: www.iesvs.org/




"Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento."

Eso le dijo el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque (cuyo cuerpo permanece incorrupto a pesar de los 330 años transcurridos), el 16 de junio de 1675. Ver Catecismo: punto 478 y 2669


Aprovechemos las innumerables gracias que Jesús concede a quienes desagravian su Sagrado Corazón los primeros Viernes de mes.



Las Doce Promesas del Sagrado Corazón

1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
2. Les daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus penas.
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.





Condiciones para ganar esta gracia:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción (obviamente, sin estar en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical). Se sugiere confesión con intención de reparar las ofensas al Sagrado Corazón.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.





ORACIÓN PARA DESPUÉS DE CADA UNA DE LAS COMUNIONES DE LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES

Jesús mío dulcísimo,
que en vuestra infinita y dulcísima misericordia
prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos,
acordaos de esta promesa
y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e
intención,
concededme que muera detestando todos mis pecados,
creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo
Corazón.
Amén.




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS VIERNES

Jesús mío, os doy mi corazón, os consagro toda mi vida, en vuestras manos pongo la eterna suerte de mi alma y os pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros Viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de vuestras promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a veros y gozaros en el cielo. Amén.




ORACIONES PARA LOS NUEVE VIERNES

PRIMER VIERNES
Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.

¡Oh buen Jesús, que prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima, vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


SEGUNDO VIERNES
Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

Jesús misericordioso, que prometisteis, a cuantos invoquen confiados vuestro Sagrado Corazón, darles las gracias necesarias a su estado: os ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de vuestro Corazón Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la Virgen María.

Siendo constante en invocar la valiosa providencia de María, Ella me alcanzará el amor a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


TERCER VIERNES
Pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón.

Jesús amantísimo, que prometisteis bendecir las casas donde se venera la imagen de vuestro Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos y por la intercesión de Vuestra Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las manos de buenas obras.

¡Oh Jesús, que os complacéis en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades y la miseria! Haced que, vuestra vida sea una no interrumpida acción de gracias por tantos beneficios. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...

CUARTO VIERNES
Seré su consuelo en todas las tribulaciones.

Jesús mío, que prometisteis consuelo a cuantos a Vos acuden en sus tribulaciones: os ofrezco mi Comunión del presente día para alcanzar de vuestro Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Santísima la gracia de venir al Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. ¡Oh Jesús, oh María, consolad y salvad a los que sufren! ¡Haced que ninguno de sus dolores se pierda para el cielo!
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...

QUINTO VIERNES
Derramaré copiosas bendiciones en todas sus empresas.

Jesús mío, que prometisteis bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados Vuestro Divino Corazón: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestra Santísima Madre la gracia de que bendigáis mis estudios, mis exámenes, mi oficio, y todos los trabajos de mi vida.

Renuevo el inquebrantable propósito de ofreceros cada mañana al levantarme, y por mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día..., y de trabajar con empeño y constancia para complaceros y alcanzar en recompensa el cielo.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...

SEXTO VIERNES
Los pecadores hallarán en mi Corazón un océano de misericordia.

Sagrado Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos infinitos y por los de vuestra Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Os suplico, ¡buen Jesús!, inundéis su corazón de un gran dolor de haberos ofendido. Haced que os conozcan y os amen. Dispensadme la gracia de amaros más y más y en todos los instantes de mi vida, para consolaros y reparar la ingratitud de quienes os olvidan.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


SÉPTIMO VIERNES
Las almas tibias hallarán fervor. Las almas fervorosas llegarán presto a la perfección.

Sin vuestro auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor, por mediación de la Virgen María, os ofrezco la comunión de este día para que avivéis en mi alma el amor a vuestro Corazón Sagrado y concedáis este amor a cuantos no lo sienten. Ayudado de vuestra divina gracia lucharé, Señor, para que cada semana, cada mes, avance un poco en la virtud que más necesito.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


OCTAVO VIERNES
Daré a cuantos trabajan por la salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos.

Sagrado Corazón de Jesús, que prometisteis inspirar a los que trabajan por la salvación de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los corazones; os ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de volver a Vos, Señor, a los que os han abandonado.

¡Dulce Salvador mío, concededme y ayudadme a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno! Haced, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en llevarlos conmigo al cielo.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


NOVENO VIERNES
Guardaré recuerdo eterno de cuanto un alma haya hecho a mayor gloria de mi Corazón. Los que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, de donde no será borrado.

Os ofrezco, Jesús mío, la Comunión del presente día para alcanzar la gracia de saber infundir en el alma de cuantos me rodean ilimitada confianza en vuestro Corazón Divino. Dadme cuanto necesito para llevar a Vos a los que luchan, a los que lloran, a los caídos, a los moribundos. Y dignaos, ¡oh Jesús!, escribir hoy mi nombre en vuestro Corazón y decir a los ángeles que rodean vuestro Tabernáculo: Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho, quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 7 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 7 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Nehemías (2,1.3;3,1-3.6-7):

Mirad sobre los montes los pies del heraldo que pregona la paz, festeja tu fiesta, Judá;
cumple tus votos, porque el criminal no volverá a pasar por ti, pues ha sido aniquilado. Porque el Señor restaura la gloria de Jacob y la gloria de Israel; lo habían desolado los salteadores, habían destruido sus sarmientos. Ay de la ciudad sangrienta, toda ella mentirosa, llena de crueldades, insaciable de despojos. Escuchad: látigos, estrépito de ruedas, caballos al galope, carros rebotando, jinetes al asalto, llamear de espadas, relampagueo de lanzas, muchos heridos, masas de cadáveres, cadáveres sin fin, se tropieza en cadáveres. Arrojaré basura sobre ti, haré de ti un espectáculo vergonzoso. Quien te vea se apartará de ti, diciendo: «Desolada está Nínive, ¿quién lo sentirá?; ¿dónde encontrar quien te consuele?»

Palabra de Dios


Salmo
Dt 32,35cd-36ab.39abcd.41

R/. Yo doy la muerte y la vida

El día de su perdición se acerca
y su suerte se apresura,
porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.

Pero ahora mirad: yo soy yo,
y no hay otro fuera de mí;
yo doy la muerte y la vida,
yo desgarro y yo curo. R/.

Cuando afile el relámpago de mi espada
y tome en mi mano la justicia,
haré venganza del enemigo
y daré su paga al adversario. R/.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,24-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy viernes, 7 de agosto de 2020
Juan Carlos Rodriguez, cmf


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue s sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla?

Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad."

Queridos hermanos:

¿Verdad que queremos acertar en la vida?, ¿verdad que no deseamos malgastarla, malograrla, desperdiciarla? 

Tú y yo, discípulos del Maestro de Nazaret, nos venimos entrenando ya hace tiempo en ese juego evangélico del “gana-pierde”.

¿Por qué razón? Sencillo. En la escuela del Maestro hemos ido cursando una asignatura cuyo contenido solamente se va entendiendo en la medida en que en la vida de cada día uno se va descentrando. Dicho de otro modo, en el ir pasando con más libertad y ligereza de retener la vida para sí, de cerrar los ojos, las manos y el corazón a las necesidades de cualquier otro -cercano o lejano- a una manera de desvivirse, sin ningún tipo de aspaviento, en la que priman los otros (muy especialmente los pobres y excluidos, con sus nombres y apellidos, con sus rostros e historias). Es ir cursando en lo concreto la incondicionalidad del seguimiento que cuenta con la cruz. ¡No hay otra!

Eso sí. Nada de cruces inventadas, sino las que se nos dan; nada de cruces buscadas, sino las que aparecen inexorablemente cuando en el centro de la existencia están aquellos a los que se les niega permanentemente la vida o la dignidad y, consecuentemente, nos ponemos a su lado, de su parte, con todos los costes añadidos. Asumiendo con consciente libertad que las fuerzas del anti-reino no se van a quedar inactivas… Discípulos de un hombre ajusticiado en una cruz… aprendices de esa locura de amor: sabiduría que parece necedad, fortaleza con trazas de debilidad.

Nos queda hoy, de nuevo, machaconamente, volver a confesar que la mejor manera de no malograr la vida es entregarla como Él y con Él… Porque “quien entrega su vida por amor, la gana para siempre” –dice el Señor-.

Vuestro hermano.
Juan Carlos, cmf
jcracmf@gmail.com
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