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domingo, 12 de mayo de 2024

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 13 DE MAYO DE 2024 - NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

 


Lunes 7 de Pascua

Lunes 12 de mayo de 2024



1ª Lectura (Hch 19,1-8): Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?». Contestaron: «Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo». Él les dijo: «Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?». Respondieron: «El bautismo de Juan». Pablo les dijo: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».

Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres. Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.

Salmo responsorial: 67

R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios.


En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad a su nombre; su nombre es el Señor.


Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

Versículo antes del Evangelio (Col 3,1): Aleluya. Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 16,29-33): En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».




«¡Ánimo!: yo he vencido al mundo»

Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala

(Vic, Barcelona, España)

Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?

Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades.

Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?

Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.




13 de mayo: La Virgen de Fátima

Lunes 13 de mayo de 2024


Texto del Evangelio (Mt 12,46-50): En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».




«Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima, recodando las apariciones de la Virgen María a los tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco. Podríamos decir que aquellas manifestaciones —paradigmáticas en la historia de la Iglesia— son como “horas extras” que, en los últimos tiempos, ha hecho Santa María.

¡Y no es para menos! Tal como Pío XII advirtió, el gran pecado de la modernidad es la pérdida del sentido del pecado. ¡Esto no sale gratis! En efecto, el mundo ha sufrido recientemente las peores guerras de toda la historia de la humanidad: nunca se había matado y maltratado a tanta gente en este mundo como en el siglo XX. La descripción que trazó Joseph Ratzinger —después, Benedicto XVI— es elocuente: «Ninguna época ha librado guerras tan crueles, tan sangrientas, como la nuestra. Han sucedido cosas peores que todo cuanto haya acaecido antes».

Pero Dios es misericordioso, Padre de bondad que no nos abandona, ni que los hombres nos hayamos alejado mucho de su voluntad. Precisamente en este siglo de los “horrores y holocaustos” (en expresión de san Juan Pablo II), Dios ha querido consolar a la humanidad de diversas maneras. Una de ellas han sido las apariciones de María Santísima.

A finales del siglo XIX destaca Lourdes; a comienzos del XX, sobresalen las apariciones de Fátima. Los hechos muestran unos paralelismos providenciales. Por un lado, los interlocutores de la Virgen María han sido muy jóvenes —de condición sencilla, incluso analfabetos—, pero dispuestos a hacer la voluntad del Padre del cielo: a éstos Jesús los reconoce como «mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt 12,50). En segundo lugar, el tema de la petición de María era la reparación por los pecados de los hombres, la penitencia y la oración por los pecadores.

Roguemos, hoy especialmente, para que los hombres y mujeres de este mundo hagamos la voluntad del Padre del cielo y, así, lleguemos a ser más hermanos de Cristo, más hijos del Padre y más hermanos entre nosotros.


EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 DE MAYO DE 2024 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR



Ascensión del Señor (B)

Domingo 12 de mayo de 2024


1ª Lectura (Hch 1,1-11): En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo». Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?». Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».



Salmo responsorial: 46

R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.


Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.


Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.


2ª Lectura (Ef 1,17-23): Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Versículo antes del Evangelio (Mt 28,19.20): Aleluya. Id y enseñad a todas las gentes, dice el Señor: yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 16,15-20): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.




«El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios»

Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet

(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)


Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.

¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).

Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).

Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.

¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe! 

lunes, 6 de mayo de 2024

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 6 DE MAYO DE 2024



 Lunes 6 de Pascua

Lunes 6 de mayo de 2024



1ª Lectura (Hch 16,11-15): Nos hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».



Salmo responsorial: 149

R/. El Señor ama a su pueblo.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.


Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.


Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles.

Versículo antes del Evangelio (Jn 15,26.27): Aleluya. El Espíritu de verdad daré testimonio de mí, dice el Señor; y vosotros daréis testimonio. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».




«También vosotros daréis testimonio»

Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE

(Cobourg, Ontario, Canadá)


Hoy, en el evangelio Jesús anuncia y promete la venida del Espíritu Santo: «Cuando venga el Paráclito (…) que procede del Padre, Él dará testimonio de mí» (Jn 15,26). “Paráclito” literalmente significa “aquél que es llamado junto a uno”, y habitualmente es traducido como “Consolador”. De este modo, Jesús nos recuerda la bondad de Dios, pues siendo el Espíritu Santo el amor de Dios, Él infunde en nuestros corazones la paz, la serenidad en las adversidades y la alegría por las cosas de Dios. Él nos hace mirar hacia las cosas de arriba y unirnos a Dios.

Además Jesús dice a los Apóstoles: «También vosotros daréis testimonio» (Jn 15,27). Para dar testimonio es necesario:

1º Tener comunión e intimidad con Jesús. Ésta nace del trato cotidiano con Él: leer el Evangelio, escuchar sus palabras, conocer sus enseñanzas, frecuentar sus sacramentos, estar en comunión con su Iglesia, imitar su ejemplo, cumplir los mandamientos, verlo en los santos, reconocerlo en nuestros hermanos, tener su espíritu y amarlo. Se trata de tener una experiencia personal y viva de Jesús.

2º Nuestro testimonio es creíble si aparece en nuestras obras. Un testigo no es sólo una persona que sabe que algo es verdad, sino que también está dispuesta a decirlo y vivirlo. Lo que experimentamos y vivimos en nuestra alma debemos transmitirlo al exterior. Somos testigos de Jesús no sólo si conocemos sus enseñanzas, sino —y principalmente— cuando queremos y hacemos que otros lo conozcan y lo amen. Como dice el dicho: «Las palabras mueven, los ejemplos arrastran».

El Papa Francisco nos decía: «Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más». Y añadía: «Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente». Eso es siempre una luz que atrae.

viernes, 3 de mayo de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE MAYO DE 2024



 Domingo 6 (B) de Pascua

Domingo 5 de mayo de 2024



1ª Lectura (Hch 10,25-26.34-35.44-48): Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú». Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea». Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?». Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.



Salmo responsorial: 97

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.


El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.


Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.

2ª Lectura (1Jn 4,7-10): Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Versículo antes del Evangelio (Jn 14,23): Aleluya. Si alguno me ama, guardará mi palabra, dice el Señor; y mi Padre le amará y vendremos a él. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 15,9-17): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.

»Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».







«A vosotros os he llamado amigos»

Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu

(Sabadell, Barcelona, España)


Hoy celebramos el último domingo antes de las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés, que cierran la Pascua. Si a lo largo de estos domingos Jesús resucitado se nos ha manifestado como el Buen Pastor y la vid a quien hay que estar unido como los sarmientos, hoy nos abre de par en par su Corazón.

Naturalmente, en su Corazón sólo encontramos amor. Aquello que constituye el misterio más profundo de Dios es que es Amor. Todo lo que ha hecho desde la creación hasta la redención es por amor. Todo lo que espera de nosotros como respuesta a su acción es amor. Por esto, sus palabras resuenan hoy: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9). El amor pide reciprocidad, es como un diálogo que nos hace corresponder con un amor creciente a su amor primero.

Un fruto del amor es la alegría: «Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros» (Jn 15,11). Si nuestra vida no refleja la alegría de creer, si nos dejamos ahogar por las contrariedades sin ver que el Señor también está ahí presente y nos consuela, es porque no hemos conocido suficientemente a Jesús.

Dios siempre tiene la iniciativa. Nos lo dice expresamente al afirmar que «yo os he elegido» (Jn 15,16). Nosotros sentimos la tentación de pensar que hemos escogido, pero no hemos hecho nada más que responder a una llamada. Nos ha escogido gratuitamente para ser amigos: «No os llamo ya siervos (...); a vosotros os he llamado amigos» (Jn 15,15).

En los comienzos, Dios habla con Adán como un amigo habla con su amigo. Cristo, nuevo Adán, nos ha recuperado no solamente la amistad de antes, sino la intimidad con Dios, ya que Dios es Amor.

Todo se resume en esta palabra: “amar”. Nos lo recuerda san Agustín: «El Maestro bueno nos recomienda tan frecuentemente la caridad como el único mandamiento posible. Sin la caridad todas las otras buenas cualidades no sirven de nada. La caridad, en efecto, conduce al hombre necesariamente a todas las otras virtudes que lo hacen bueno».

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 4 DE MAYO DE 2024



 Sábado 5 de Pascua

Sábado 4 de mayo de 2024


1ª Lectura (Hch 16,1-10): En aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.

Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día. Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.

Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.



Salmo responsorial: 99

R/. Aclama al Señor, tierra entera.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.


Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.


El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

Versículo antes del Evangelio (Col 3,1): Aleluya. Si resucitasteis con Cristo, buscad las cosas que son de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 15,18-21): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».




«Todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado»

Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell

(Agullana, Girona, España)


Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto, Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Karol Wojtyla nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces de aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la contradice el mundo».

Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús. «Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre». Esto nos ha de hacer pensar. Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de Dios».

Esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de tener miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente deseo cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 3 DE MAYO DE 2024 - SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES



3 de mayo: Santos Felipe y Santiago, apóstoles

viernes 3 de mayo de 2024



1ª Lectura (1Cor 15,1-8): Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.



Salmo responsorial: 18

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.


Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Versículo antes del Evangelio (Jn 14,6.9): Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí.

Texto del Evangelio (Jn 14,6-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?

»Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».



«Yo soy el camino, la verdad y la vida. (...) El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»

Rev. D. Joan SOLÀ i Triadú

(Girona, España)


Hoy celebramos la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago. El Evangelio hace referencia a aquellos coloquios que Jesús tenía sólo con los Apóstoles, y en los que procuraba ir formándolos, para que tuvieran ideas claras sobre su persona y su misión. Es que los Apóstoles estaban imbuidos de las ideas que los judíos se habían formado sobre la persona del Mesías: esperaban un liberador terrenal y político, mientras que la persona de Jesús no respondía en absoluto a estas imágenes preconcebidas.

Las primeras palabras que leemos en el Evangelio de hoy son respuesta a una pregunta del apóstol Tomás. «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Esta respuesta a Tomás da pie a la petición de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8). La respuesta de Jesús es —en realidad— una reprensión: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe?» (Jn 14,9).

Los Apóstoles no acababan de entender la unidad entre el Padre y Jesús, no alcanzaban a ver al Dios y Hombre en la persona de Jesús. Él no se limita a demostrar su igualdad con el Padre, sino que también les recuerda que ellos serán los que continuarán su obra salvadora: les otorga el poder de hacer milagros, les promete que estará siempre con ellos, y cualquier cosa que pidan en su nombre, se la concederá.

Estas respuestas de Jesús a los Apóstoles, también nos las dirige a todos nosotros. San Josemaría, comentando este texto, dice: «‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’. Con estas inequívocas palabras, nos ha mostrado el Señor cuál es la vereda auténtica que lleva a la felicidad eterna (...). Lo declara a todos los hombres, pero especialmente nos lo recuerda a quienes, como tú y como yo, le hemos dicho que estamos decididos a tomarnos en serio nuestra vocación de cristianos». 

jueves, 2 de mayo de 2024

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 2 DE MAYO DE 2024



Jueves 5 de Pascua

Jueves 2 de mayo de 2024



1ª Lectura (Hch 15,7-21): En aquellos días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros: «Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».

Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo: «Escuchadme, hermanos: Simón ha contado cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: ‘Después de esto volveré y levantaré de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre: lo dice el Señor, el que hace que esto sea conocido desde antiguo’. Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».



Salmo responsorial: 95

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.


Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.


Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente».

Versículo antes del Evangelio (Jn 10,27): Aleluya. Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 15,9-11): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».





«Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros»

Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés

(Tarragona, España)



Hoy escuchamos nuevamente la íntima confidencia que Jesús nos hizo el Jueves Santo: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros» (Jn 15,9). El amor del Padre al Hijo es inmenso, tierno, entrañable. Lo leemos en el libro de los Proverbios, cuando afirma que, mucho antes de comenzar las obras, «yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo» (Prov 8,30). Así nos ama a nosotros y, anunciándolo proféticamente en el mismo libro, añade que «jugando por el orbe de su tierra, mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8,31).

El Padre ama al Hijo, y Jesús no deja de decírnoslo: «El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él» (Jn 8,29). El Padre lo ha proclamado bien alto en el Jordán, cuando escuchamos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido» (Mc 1,11) y, más tarde, en el Tabor: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle» (Mc 9,7).

Jesús ha respondido, «Abbá», ¡papá! Ahora nos revela, «como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros». Y, ¿qué haremos nosotros? Pues mantenernos en su amor, observar sus mandamientos, amar la Voluntad del Padre. ¿No es éste el ejemplo que Él nos da?: «Yo hago siempre lo que le agrada a Él».

Pero nosotros, que somos débiles, inconstantes, cobardes y —por qué no decirlo— incluso, malos, ¿perderemos, pues, para siempre su amistad? ¡No, Él no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas! Pero si alguna vez nos apartásemos de sus mandamientos, pidámosle la gracia de volver corriendo como el hijo pródigo a la casa del Padre y de acudir al sacramento de la Penitencia para recibir el perdón de nuestros pecados. «Yo también os he amado —nos dice Jesús—. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado» (Jn 15,9.11). 

miércoles, 1 de mayo de 2024

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 1 DE MAYO DE 2024 - SAN JOSÉ OBRERO



 Miércoles 1 de Mayo, 2024

Quinta Semana de pascua

SAN JOSÉ OBRERO



Gén 1,26−2,3: «Hagamos al hombre»

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.

 ________________________

O bien:

Col 3, 14-15. 17. 23-24

Hermanos: Sobre todas las virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.

Todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo. Todo cuanto hagan, háganlo de buena gana, para agradar al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor les dará la herencia en recompensa. El amo a quien sirven es Cristo.


Salmo Responsorial

Del Salmo 89

R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras. 

O bien: 

R. Aleluya.

Desde antes que surgieran los montañas

y la tierra y el mundo apareciesen,

existes tú, Dios mío,

desde siempre y por siempre. R.

R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras. 

O bien: 

R. Aleluya.

Tú haces volver al polvo a los humanos,

diciendo a los mortales que retornen.

Mil años para ti son como un día 

que ya pasó, como una breve noche. R.

R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras. 

O bien: 

R. Aleluya.

Haznos captar lo breve de la vida

y seremos sensatos.

¿Hasta cuando, Señor, vas a tener

compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando? R.

R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras. 

O bien: 

R. Aleluya.

Llénanos de tu amor por la mañana

y júbilo será la vida toda.

Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos, 

puedan mirar tus obras y tu gloria. R.

R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras. 

O bien: 

R. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 67, 20

R. Aleluya, aleluya.

Bendito sea el Señor día tras día,

que nos lleve en sus alas y nos salve.

R. Aleluya.

 

Evangelio: Mt 13,54-58 

«¿No es éste el hijo del carpintero?»

Texto del Evangelio (Mt 13,54-58): En aquel tiempo, viniendo Jesús a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.





«¿De dónde le viene todo esto?»

Rev. D. Xavier PARÉS i Saltor

(La Seu d'Urgell, Lleida, España)



Hoy celebramos la fiesta de san José obrero. Es un día festivo para descansar del trabajo cotidiano, y celebramos la Fiesta del Trabajo. Los trabajadores y sus sindicatos suelen aprovechar este día para hacer sus reivindicaciones en defensa de sus derechos. La Iglesia nos pone, hoy, el ejemplo de san José, el carpintero de Nazaret, que fue un modelo de trabajo para sostener su familia y desarrollar su oficio. Ésta es la forma normal de vivir en este mundo, ganándonos el pan de cada día con el sudor de nuestro trabajo. Los derechos humanos nos dicen que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Es así como cumplimos con nuestros deberes y nos ganamos el salario que nos corresponde. San Ambrosio dice que «es un homicidio negar a un hombre el salario que necesita para vivir». Hoy, la Iglesia reza por el mundo del trabajo, para que todo trabajador pueda cumplir sus deberes y vivir con dignidad.

El mismo Evangelio nos presenta a Jesús como «hijo del carpintero» (Mt 13,56), en su pueblo de Nazaret donde se crió y donde vivió la mayor parte de los años de su vida terrenal. A pesar de todo, la gente de Nazaret no llegó a conocer la persona de Jesús. Se creían que lo conocían, pero nada sabían de Él. Por esto, no se podían explicar de dónde le venía la sabiduría y el poder de hacer milagros.

Y nosotros, los cristianos, ¿conocemos a Jesús? También somos de su pueblo, del pueblo de Dios, de la Iglesia, y nos podría pasar como a los habitantes de Nazaret, que no lo conocían suficientemente. Si de cualquier persona podemos aprender cosas positivas y buenas, mucho más podemos aprender de Jesús de Nazaret. Escuchando el Evangelio de cada día es la manera como conocemos y aprendemos muchas cosas buenas de Jesús. Es así como enriquecemos nuestra vida y nuestra fe. Pidámoslo a san José, que tan bien supo cuidar y amar a Jesús.


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