¿Me amas?
El Evangelio de este domingo nos relata la aparición de Jesús junto al lago, que había sido escenario en el que habían compartido Jesús y sus discípulos momentos memorables: junto al lago escucharon su llamado, allí resonó su predicación, allí realizó numerosos milagros, allí vivieron la terrible experiencia de la tempestad.
Ahora Jesús resucitado vuelve al lago para encontrarse con sus discípulos. El evangelista Juan, autor de este testimonio, después de muchos años recordaba detalles precisos de este encuentro: se trataba de la tercera aparición de Jesús resucitado, estaban reunidos siete discípulos -de los cuales identifica a cinco por su nombre y deja en el anonimato a los otros dos-, recuerda que había ciento cincuenta y tres peces en las redes.
Este relato se caracteriza por un clima de intimidad muy especial: el grupo de amigos pescadores, el silencio de la noche, la conversación con Jesús, la fogata, la cena...
Quisiera invitarlos a profundizar en tres aspectos que son, al mismo tiempo, profundamente humanos y profundamente teológicos: el grupo, el trabajo, la celebración.
1. Exploremos el primer aspecto, el grupo: Los discípulos encuentran a Jesús resucitado dentro de su grupo de amigos. La profunda amistad que había unido a estos sencillos pescadores crea un ambiente muy especial que es aprovechado por Jesús.
¿Qué mensaje nos comunica este hecho? La experiencia de Jesús no puede ser vivida como algo individual, intimista. La experiencia de Jesús resucitado debe ser vivida en comunidad, la cual se constituye, en primera instancia, por los familiares y amigos que son las personas más cercanas.
Las amistades verdaderas son aquellas que nos permiten compartir las alegrías y las tristezas de la vida, y que nos apoyan a lo largo del camino para asumir con paz las responsabilidades.
Las amistades falsas son las que se unen alrededor de intereses oscuros y no generan procesos de superación. Por el contrario, nos presionan para obrar en contra de la conciencia.
2. Hay un segundo aspecto que vale la pena destacar: el grupo de amigos encuentra a Jesús resucitado en medio de sus actividades cotidianas de pesca:
Los discípulos de Jesús tenían la obligación de sostener a sus familias con el fruto de su trabajo. El acompañamiento de Jesús y el proceso de formación que habían vivido no los eximían de esta obligación primaria.
Mediante el trabajo obtenemos los recursos para llevar una vida digna y además colaboramos con la obra creadora de Dios. El trabajo de cada día es oración… es el camino de santidad que nos traza Dios, es el lugar donde se nos manifiesta su plan. Las enseñanzas del evangelio y la tradición de la Iglesia nos invitan a cultivar una espiritualidad muy realista que, en palabras de Ignacio de Loyola, gran maestro espiritual, nos conduzca a "buscar y hallar a Dios en todas las cosas". La espiritualidad no puede ser fuerza que conduzca a una fuga de la realidad sino motivación para un compromiso con la transformación del mundo.
Los discípulos pescadores encontraron a Jesús resucitado en sus quehaceres cotidianos. Nosotros lo debemos encontrar en el hogar, en la oficina, en el sitio de trabajo.
3. Hay un tercer aspecto que nos pone de manifiesto el evangelista Juan: el encuentro de Jesús resucitado con sus amigos pescadores fue ocasión de fiesta y celebración: en una fogata prepararon pescado a las brasas y compartieron el pan. En esta cena íntima a orillas del lago es innegable el clima eucarístico. Los gestos y palabras de Jesús tienen un claro significado de eucaristía. Es el momento más intenso del encuentro del resucitado con los suyos.
Después de compartir el pan, Jesús entabla un diálogo con Pedro. Diálogo cargado de afecto y que da una misión. En tres ocasiones Pedro es interrogado por Jesús acerca de su amor, y en tres ocasiones le es confirmada su misión como supremo pastor de la comunidad de los creyentes.
Es hora de terminar esta meditación dominical sobre la aparición de Jesús a orillas del lago. Que la profunda experiencia de Jesús resucitado que viven estos amigos mientras realizan sus actividades rutinarias de pesca y que tiene como clímax la cena junto a la hoguera, nos ayude a vivir, dentro un ambiente pascual, los lazos afectivos que nos unen a familiares y amigos, y que lo cotidiano sea un espacio para el diálogo con Jesús.
(Padre Jorge Humberto Peláez S.J.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario