domingo, 21 de marzo de 2021

V DOMINGO DE CUARESMA 2021 - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY 21 DE MARZO 2021

 


«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto»

Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell

(Agullana, Girona, España)



Hoy, la Iglesia, en el último tramo de la Cuaresma, nos propone este Evangelio para ayudarnos a llegar al Domingo de Ramos bien preparados en vista a vivir estos misterios tan centrales en la vida cristiana. El Via Crucis es para el cristiano un "via lucis", el morir es un volver a nacer, y, más aun, es necesario morir para vivir de verdad.

En la primera parte del Evangelio, Jesús dice a los Apóstoles: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). San Agustín comenta al respecto: «Jesús se dice a Sí mismo "grano", que había de ser mortificado, para después multiplicarse; que tenía que ser mortificado por la infidelidad de los judíos y ser multiplicado para la fe de todos los pueblos». El pan de la Eucaristía, hecho de grano de trigo, se multiplica y se parte para ser alimento de todos los cristianos. La muerte del martirio es siempre fecunda; por esto, «quienes aman la vida», paradójicamente, la «pierden». Cristo muere para dar, con su sangre, fruto: nosotros le hemos de imitar para resucitar con Él y dar fruto con Él. ¿Cuántos dan en silencio su vida por el bien de los hermanos? Desde el silencio y la humildad hemos de aprender a ser grano que muere para volver a la Vida.

El Evangelio de este domingo acaba con una exhortación a caminar a la luz del Hijo exaltado en lo alto de la tierra: «Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). Tenemos que pedir al buen Dios que en nosotros sólo haya luz y que Él nos ayude a disipar toda sombra. Ahora es el momento de Dios, ¡no lo dejemos perder! «¿Dormís?, ¡el tiempo que se os ha concedido pasa!» (San Ambrosio de Milán). No podemos dejar de ser luz en nuestro mundo. Como la luna recibe su luz del sol, en nosotros han de ver la luz de Dios.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 21 DE MARZO DEL 2021 - V DOMINGO DE CUARESMA



 Lecturas de hoy Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo B

Hoy, domingo, 21 de marzo de 2021



Primera lectura

Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 50


R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado. R/.


Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu. R/.


Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti. R/.



Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (5,7-9):


Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando es su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.


Palabra de Dios


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33):


En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»

Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»

La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.

Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.


Palabra del Señor




«Si alguno me sirve, que me siga»

Fr. Vimal MSUSAI

(Ranchi, Jharkhand, India)



Hoy escuchamos un pasaje evangélico cuyas palabras —de la mano del discípulo amado— debieron transmitir un fuerte coraje en el camino de la fe durante las persecuciones que sufrieron los primeros cristianos. En aquellos días de las fiestas judías, algunos griegos acudieron a Jerusalén para rendir culto y quisieron ver a Jesús. Pidieron ayuda a los discípulos.

“Ver a Jesús” no significa simplemente mirarle, cosa que probablemente pretendían aquellos griegos. “Ver a Jesús” es entrar totalmente en su modo de pensar; significa entender por qué Él tenía que sufrir y morir para resucitar. Como el grano de trigo, Jesucristo tiene que dejarlo todo, incluso su propia vida, para poder traer vida para Él y para muchos otros.

Si no captamos esto como el núcleo de la vida de Cristo, entonces no le hemos visto realmente. En palabras de san Atanasio, sólo podemos ver a Jesús a través de la muerte mediante la Cruz con la cual Él trae muchos frutos para todos los siglos. “Ver a Jesús” quiere decir rendirse ante una inmerecida muerte que trae los dones de la fe y de la salvación para la humanidad (cf. Jn 12,25-26). Mahatma Gandhi refleja la misma idea diciendo que «el mejor camino para encontrarse con uno mismo es perderse en el servicio a los demás».

Las palabras de Jesús recuerdan a sus discípulos que deben seguir sus pasos, incluso hasta la muerte. El grano, por supuesto, realmente no muere sino que se transforma en algo completamente nuevo: raíces, hojas y frutos (la Pascua). De manera similar, la oruga deja de ser oruga para transformarse en algo distinto —y a la vez— frecuentemente mucho más bonito (una mariposa).

Y, si nosotros queremos “ver a Jesús”, tenemos que andar su camino. «Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor» (Jn 12,26). Esto supone recorrer con Jesucristo y con María todo el camino del Calvario, dondequiera que se encuentre cada uno de nosotros. Jesús, que dejó todas las cosas por nosotros, nos llama a estar con Él todo el recorrido, imitando su entrega y procurando que se cumpla la voluntad de su Padre.


FELIZ DOMINGO!!!





 

HOY 21 DE MARZO DE 2021 ES EL QUINTO DOMINGO DE CUARESMA


Hoy es el Quinto domingo de Cuaresma


Este 21 de marzo la Iglesia celebra el quinto domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 12:20-33.




 

viernes, 19 de marzo de 2021

SAN JOSÉ EN EL ESCRITORIO DEL PAPA FRANCISCO

 



 San José en el escritorio del Papa


El 16 de enero de 2015, el santo Padre fue recibido por miles de familias en la Palacio de Deportes ‘Mall of Asia Arena’ de Manila. Y entre otras cosas les recordó algo “muy personal”: les habló de la imagen de San José dormido que guarda en su habitación y bajo la que pone -escritos en papeles- los problemas y las dificultades con las que se encuentra.

Bergoglio tiene una gran devoción por San José y justamente sobre su escritorio en su habitación de la Casa Santa Marta, hay una estatua del santo dormido, debajo de la cual el Papa deja papelitos con peticiones de gracias escritas por él mismo. Cuando los papelitos se vuelven demasiados, porque «el Santo Padre hace trabajar mucho a San José», la estatua se levanta un poquito…

En Manila ha dicho lo siguiente, saliéndose de su discurso en inglés y empleando el castellano:

“Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Él puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema”…

“Al igual que san José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar, en familia hay que levantarse y actuar. La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él. Es muy importante”…

“Del mismo modo que el don de la sagrada Familia fue confiado a san José, así a nosotros se nos ha confiado el don de la familia y su lugar en el plan de Dios. Lo mismo que con san José. A san José el regalo de la Sagrada Familia le fue encomendado para que lo llevara adelante. A cada uno de ustedes, y de nosotros, porque yo también soy hijo de una familia, nos entregan en plan de Dios para llevarlo adelante. El ángel del Señor le reveló a José los peligros que amenazaban a Jesús y María, obligándolos a huir a Egipto y luego a instalarse en Nazaret”…

“Y pedirle a san José, que es amigo del ángel, que nos mande la inspiración de saber cuándo podemos decir sí, y cuándo debemos decir no. Las dificultades de las familias son muchas”…

“José escuchó al ángel del Señor, y respondió a la llamada de Dios a cuidar de Jesús y María. De esta manera, cumplió su papel en el plan de Dios, y llegó a ser una bendición no sólo para la sagrada Familia, sino para toda la humanidad. Con María, José sirvió de modelo para el niño Jesús, mientras crecía en sabiduría, edad y gracia” (cf. Lc 2,52).

(Fuente: “Primeros cristianos”)

PAPA FRANCISCO ELIGE A SAN JOSÉ CUSTODIO DE LAS VOCACIONES



Papa Francisco elige a San José “custodio de las vocaciones”

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

Crédito: Wikimedia Commons y Daniel Ibañez / ACI Prensa




En su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2021 el Papa Francisco escribió este 19 de marzo que “le gusta pensar en San José, el custodio de Jesús y de la Iglesia, como custodio de las vocaciones” y destacó su disponibilidad en el servicio y la fidelidad en su vocación.

La 58ª Jornada Mundial de Oración para las Vocaciones se llevará a cabo el 25 de abril de 2021, cuarto Domingo de Pascua, con el tema: “San José: el sueño de la vocación”.

En el texto difundido por el Vaticano este 19 de marzo, Solemnidad de San José, el Pontífice destacó que San José es “una figura extraordinaria, y al mismo tiempo tan cercana a nuestra condición humana”. “San José no impactaba, tampoco poseía carismas particulares ni aparecía importante a la vista de los demás. No era famoso y tampoco se hacía notar, los Evangelios no recogen ni una sola palabra suya. Sin embargo, con su vida ordinaria, realizó algo extraordinario a los ojos de Dios”, explicó.

Además, el Santo Padre recordó que el pasado 8 de diciembre comenzó el Año dedicado especialmente a San José con motivo del 150º aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia universal. Ocasión en la que escribió la carta apostólica Patris corde para “que crezca el amor a este gran santo”.

El Papa señaló que, así como “San José reconoció un corazón de padre, capaz de dar y generar vida en lo cotidiano. Las vocaciones tienden a esto: a generar y regenerar la vida cada día” y agregó que “el Señor quiere forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza”.

“Esto es lo que el sacerdocio y la vida consagrada necesitan, especialmente hoy, en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida. San José viene a nuestro encuentro con su mansedumbre, como santo de la puerta de al lado; al mismo tiempo, su fuerte testimonio puede orientarnos en el camino”, afirmó el Papa.


Tres palabras sobre San José

En esta línea, el Santo Padre destacó tres palabras claves sobre San José que pueden ayudar a toda vocación: sueño, servicio y fidelidad.

El Papa dijo que “todos en la vida sueñan con realizarse” sin embargo, advirtió que sobre los “objetivos efímeros -como el éxito, el dinero y la diversión-, que no son capaces de satisfacernos” y añadió que “es el amor el que da sentido a la vida, porque revela su misterio. La vida, en efecto, solo se tiene si se da, sólo se posee verdaderamente si se entrega plenamente”.

Luego, el Pontífice recordó que los Evangelios narran cuatro sueños de San José que eran “llamadas divinas, pero no fueron fáciles de acoger” ya que “después de cada sueño, José tuvo que cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios”.

De este modo, el Papa describió que “los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. El primero desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías; el segundo lo hizo huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia; el tercero anunciaba el regreso a su patria y el cuarto le hizo cambiar nuevamente sus planes llevándolo a Nazaret, el mismo lugar donde Jesús iba a comenzar la proclamación del Reino de Dios. En todas estas vicisitudes, la valentía de seguir la voluntad de Dios resultó victoriosa”.

“Así pasa en la vocación: la llamada divina siempre impulsa a salir, a entregarse, a ir más allá. No hay fe sin riesgo. Sólo abandonándose confiadamente a la gracia, dejando de lado los propios planes y comodidades se dice verdaderamente ‘sí’ a Dios. Y cada ‘sí’ da frutos, porque se adhiere a un plan más grande, del que sólo vislumbramos detalles, pero que el Artista divino conoce y lleva adelante, para hacer de cada vida una obra maestra”.

En este sentido, el Papa subrayó que “San José representa un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios” por lo que rezó para que “él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos; que inspire la iniciativa valiente para decir ‘sí; al Señor, que siempre sorprende y nunca decepciona”.

Después, el Santo Padre destacó que los Evangelios demuestran la importancia del servicio en la vida de San José “que vivió enteramente para los demás y nunca para sí mismo” y añadió que es un modelo para el sacerdocio y la vida consagrada porque “cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración”.

Así, el Papa indicó que “para San José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana”.

“¡Qué hermoso ejemplo de vida cristiana damos cuando no perseguimos obstinadamente nuestras propias ambiciones y no nos dejamos paralizar por nuestras nostalgias, sino que nos ocupamos de lo que el Señor nos confía por medio de la Iglesia! Así, Dios derrama sobre nosotros su Espíritu, su creatividad; y hace maravillas, como en José”, dijo el Papa.

Asimismo, el Santo Padre explicó que “además de la llamada de Dios -que cumple nuestros sueños más grandes- y de nuestra respuesta -que se concreta en el servicio disponible y el cuidado atento-, hay un tercer aspecto que atraviesa la vida de San José y la vocación cristiana, marcando el ritmo de lo cotidiano: la fidelidad”.

Por ello, el Papa destacó que San José “en el silencio laborioso de cada día persevera en su adhesión a Dios y a sus planes... Cultiva todo con paciencia. Sabe que la existencia se construye solo con la continua adhesión a las grandes opciones. Esto corresponde a la laboriosidad serena y constante con la que desempeñó el humilde oficio de carpintero, por el que no inspiró las crónicas de la época, sino la vida cotidiana de todo padre, de todo trabajador y de todo cristiano a lo largo de los siglos. Porque la vocación, como la vida, solo madura por medio de la fidelidad de cada día”.

En esta línea, el Santo Padre recordó que “las primeras palabras que San José escuchó en sueños fueron una invitación a no tener miedo, porque Dios es fiel a sus promesas”.

“No temas: son las palabras que el Señor te dirige también a ti, querida hermana, y a ti, querido hermano, cuando, aun en medio de incertidumbres y vacilaciones, sientes que ya no puedes postergar el deseo de entregarle tu vida. Son las palabras que te repite cuando, allí donde te encuentres, quizás en medio de pruebas e incomprensiones, luchas cada día por cumplir su voluntad. Son las palabras que redescubres cuando, a lo largo del camino de la llamada, vuelves a tu primer amor. Son las palabras que, como un estribillo, acompañan a quien dice sí a Dios con su vida como San José, en la fidelidad de cada día”, destacó el Papa.

Por último, el Santo Padre señaló que “la fidelidad es el secreto de la alegría” porque “era la alegría cotidiana y transparente de la sencillez, la alegría que siente quien custodia lo que es importante: la cercanía fiel a Dios y al prójimo”.

“¡Qué hermoso sería si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales! Es la alegría que deseo para ustedes, hermanos y hermanas que generosamente han hecho de Dios el sueño de sus vidas, para servirlo en los hermanos y en las hermanas que les han sido confiados, mediante una fidelidad que es ya en sí misma un testimonio, en una época marcada por opciones pasajeras y emociones que se desvanecen sin dejar alegría. Que san José, custodio de las vocaciones, los acompañe con corazón de padre”, concluyó el Papa.

MEDITACIÓN DE CUARESMA, DÍA 31, 19 DE MARZO

 


MEDITACIÓN DE CUARESMA

Día 31º. 19 de marzo

Pureza. "Por defender su pureza, San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal , San Bernardo se zambulló en un estanque helado... Tú, ¿Qué has hecho?", escribía el beato José María.

Así huyeron de las ocasiones, y cortaron las tentaciones los santos. Tú, como ellos, tienes tentaciones. Madre mía, que como ellos sea fuerte para no ponerme en ocasión de pecado (no ver la tele solo, por ejemplo) y para cortar desde el principio las tentaciones. Cuando las tenga, rezará un bendita sea tu pureza, y, así contigo, seré más fuerte.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

AÑO DE SAN JOSÉ, DÍA 19 DE MARZO

 



Año de San José 

San José, hombre justo y modelo de virtudes,

es el Patrono Universal de la santa Iglesia,

y por lo tanto de todos nosotros.

Es el santo que tuvo en la tierra

la misión más grande y noble:

proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.

 

Marzo 19

Considerando glorioso patriarca las inefables y sublimes gracias que constantemente recibimos de ti, nos inclinamos a tus pies humildemente, seguros de que es el mejor camino, después de María, para llegar a Jesús. Amén.

(P. Florentín Brusa, cmf) 

HOY 19 DE MARZO CELEBRAMOS A SAN JOSÉ



 Celebramos a San José


Celebramos hoy a san José, el hombre que más cerca estuvo de Jesucristo, y de la Virgen María haciendo las veces de padre en la tierra del Hijo de Dios hecho hombre. Hoy nos habla el evangelio del anuncio que hace Dios a san José para que admita como esposa a María y se haga cargo de su hijo como si fuese hijo propio.

Tuvo que ser tremendo para san José el darse cuenta de que María iba a ser madre. Quizá fuese cuando María volvió de visitar a su prima Isabel. Quizá se enteró por las habladurías de la gente y hasta quizá fue cuando alguien le felicitó por ello.

Resulta que entre los judíos existían unas leyes, para nosotros extrañas, leyes casi sólo tenidas por la costumbre, sobre el momento del matrimonio: una cosa era el contrato y otra la cohabitación. Entre estos dos momentos solían pasar unos cuantos meses. Parece ser que José y María habían hecho el contrato. Por eso se dice en la Anunciación que María estaba desposada con José. Pero parece que aún no cohabitaban pues hoy al final del evangelio dice que “José se llevó a María a su casa”. También por ello pudo estar María tres meses con su prima Isabel.

El caso es que durante esos meses se llamaban esposos, pero era mal visto que pudieran ya esperar un hijo, aunque en realidad era aceptado. De tal manera que, si alguno tenía una relación carnal con otra persona, se consideraba ya un adulterio. San José sabía que él no había tenido parte en esa paternidad; pero también sabía de la santidad de María.

Por eso tuvo que ser grande su angustia. ¿Qué hacer? La podía acusar como adúltera; pero san José era “bueno”, como dice el evangelio. Algunas veces se traduce como “justo”; pero esta palabra puede tener dos sentidos. Si se trata de una justicia, como la señalada por las leyes de los judíos, debía acusarla; pero Jesús nos enseñó otra clase de justicia, que llamamos santidad. Por ella uno debe tender a hacer el bien. Por eso san José pensó sacrificarse él mismo y prefirió dejarla y marcharse lejos, abandonado en las manos de Dios.

Alguno pensará que por qué no hablaron y por qué María no explicó todo como le había dicho el ángel. Esto es muy difícil explicarlo y mucho más difícil creerlo, si no hay una intervención de Dios. Por eso Dios intervino y le anunció a José todo lo que había sucedido. El evangelio habla de un “sueño”. Es una forma bíblica para expresar que hubo una manifestación extraordinaria de Dios. De alguna manera fue un ángel o mensajero de Dios.

No sólo le explica lo que ha sucedido con María, sino que le da a José un encargo muy especial: el poner el nombre al niño. En lenguaje bíblico quería decir que fuese responsable del niño como si fuese su padre. Poner el nombre era aceptar que se responsabilizaba de la educación y crianza de aquel niño. El nombre que debía ponerle era “Jesús”, que significa salvador. Pero no salvador del poder de los enemigos externos, sino salvador de los pecados, para darnos su gracia.

Hoy san José nos da un ejemplo magnífico de entrega en las manos de Dios. Se fía de Dios. Y cuando uno se fía de Dios, pueden venir muchas dificultades, que serán purificadoras; pero al final brilla la luz. No fue todo fácil en la vida de san José para hacer de padre de Jesús: el tener que dejar su tranquilidad de Nazaret para el nacimiento de Jesús, la huida a Egipto, el volver a comenzar el trabajo, la oscuridad de la fe para comprender a Jesús al quedarse en el templo y en la vida ordinaria.

Pero san José es el hombre que más cerca ha estado de Jesús y eso le reportaría un sin fin de gracias. Hoy san José sigue estando junto a Jesús en el cielo y, como decía santa Teresa, no puede haber cosa que desee y que le niegue Jesús. Por eso debemos invocarle con mucha fe para nosotros mismos, para la unión en las familias, para el bien de la Iglesia y para que todos podamos tener, como él, una santa muerte en los brazos de Jesús y de María. 

Pongamos nuestros trabajos en las manos de Dios, como san José, y un día podremos gozar para siempre de su compañía en el cielo.


(P. Silverio Velasco)

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO POR LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 2021 - 19 DE MARZO

 



Mensaje del Papa Francisco por la Jornada mundial de Oración por las Vocaciones 2021

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Vaticano publicó este 19 de marzo, Solemnidad de San José, el mensaje del Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2021 con el tema: San José: el sueño de la vocación.

La 58ª Jornada Mundial de Oración para las Vocaciones se llevará a cabo el 25 de abril de 2021, cuarto Domingo de Pascua.

“Me gusta pensar entonces en san José, el custodio de Jesús y de la Iglesia, como custodio de las vocaciones. Su atención en la vigilancia procede, en efecto, de su disponibilidad para servir”, escribió el Papa.

A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:

San José: el sueño de la vocación

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado 8 de diciembre, con motivo del 150º aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia universal, comenzó el Año dedicado especialmente a él (cf. Decreto de la Penitenciaría Apostólica, 8 de diciembre de 2020). Por mi parte, escribí la Carta apostólica Patris corde para «que crezca el amor a este gran santo». Se trata, en efecto, de una figura extraordinaria, y al mismo tiempo «tan cercana a nuestra condición humana». San José no impactaba, tampoco poseía carismas particulares ni aparecía importante a la vista de los demás. No era famoso y tampoco se hacía notar, los Evangelios no recogen ni una sola palabra suya. Sin embargo, con su vida ordinaria, realizó algo extraordinario a los ojos de Dios.

Dios ve el corazón (cf. 1 Sam 16,7) y en san José reconoció un corazón de padre, capaz de dar y generar vida en lo cotidiano. Las vocaciones tienden a esto: a generar y regenerar la vida cada día. El Señor quiere forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza. Esto es lo que el sacerdocio y la vida consagrada necesitan, especialmente hoy, en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida. San José viene a nuestro encuentro con su mansedumbre, como santo de la puerta de al lado; al mismo tiempo, su fuerte testimonio puede orientarnos en el camino.

San José nos sugiere tres palabras clave para nuestra vocación. La primera es sueño. Todos en la vida sueñan con realizarse. Y es correcto que tengamos grandes expectativas, metas altas antes que objetivos efímeros -como el éxito, el dinero y la diversión-, que no son capaces de satisfacernos. De hecho, si pidiéramos a la gente que expresara en una sola palabra el sueño de su vida, no sería difícil imaginar la respuesta: “amor”. Es el amor el que da sentido a la vida, porque revela su misterio. La vida, en efecto, sólo se tiene si se da, sólo se posee verdaderamente si se entrega plenamente. San José tiene mucho que decirnos a este respecto porque, a través de los sueños que Dios le inspiró, hizo de su existencia un don.

Los Evangelios narran cuatro sueños (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Eran llamadas divinas, pero no fueron fáciles de acoger. Después de cada sueño, José tuvo que cambiar sus planes y arriesgarse, sacrificando sus propios proyectos para secundar los proyectos misteriosos de Dios. Él confió totalmente. Pero podemos preguntarnos: “¿Qué era un sueño nocturno para depositar en él tanta confianza?”. Aunque en la antigüedad se le prestaba mucha atención, seguía siendo poco ante la realidad concreta de la vida. A pesar de todo, san José se dejó guiar por los sueños sin vacilar. ¿Por qué? Porque su corazón estaba orientado hacia Dios, ya estaba predispuesto hacia Él. A su vigilante “oído interno” sólo le era suficiente una pequeña señal para reconocer su voz. Esto también se aplica a nuestras llamadas. A Dios no le gusta revelarse de forma espectacular, forzando nuestra libertad. Él nos da a conocer sus planes con suavidad, no nos deslumbra con visiones impactantes, sino que se dirige a nuestra interioridad delicadamente, acercándose íntimamente a nosotros y hablándonos por medio de nuestros pensamientos y sentimientos. Y así, como hizo con san José, nos propone metas altas y sorprendentes.

Los sueños condujeron a José a aventuras que nunca habría imaginado. El primero desestabilizó su noviazgo, pero lo convirtió en padre del Mesías; el segundo lo hizo huir a Egipto, pero salvó la vida de su familia; el tercero anunciaba el regreso a su patria y el cuarto le hizo cambiar nuevamente sus planes llevándolo a Nazaret, el mismo lugar donde Jesús iba a comenzar la proclamación del Reino de Dios. En todas estas vicisitudes, la valentía de seguir la voluntad de Dios resultó victoriosa.

Así pasa en la vocación: la llamada divina siempre impulsa a salir, a entregarse, a ir más allá. No hay fe sin riesgo. Sólo abandonándose confiadamente a la gracia, dejando de lado los propios planes y comodidades se dice verdaderamente “sí” a Dios. Y cada “sí” da frutos, porque se adhiere a un plan más grande, del que sólo vislumbramos detalles, pero que el Artista divino conoce y lleva adelante, para hacer de cada vida una obra maestra. En este sentido, san José representa un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios. Pero su acogida es activa, nunca renuncia ni se rinde, «no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte» (Carta ap. Patris corde, 4). Que él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos; que inspire la iniciativa valiente para decir “sí” al Señor, que siempre sorprende y nunca decepciona.

La segunda palabra que marca el itinerario de san José y de su vocación es servicio. Se desprende de los Evangelios que vivió enteramente para los demás y nunca para sí mismo. El santo Pueblo de Dios lo llama esposo castísimo, revelando así su capacidad de amar sin retener nada para sí. Liberando el amor de su afán de posesión, se abrió a un servicio aún más fecundo, su cuidado amoroso se ha extendido a lo largo de las generaciones y su protección solícita lo ha convertido en patrono de la Iglesia. También es patrono de la buena muerte, él que supo encarnar el sentido oblativo de la vida. Sin embargo, su servicio y sus sacrificios sólo fueron posibles porque estaban sostenidos por un amor más grande: «Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez. Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración» (ibíd., 7).

Para san José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana. Él se esforzó por encontrar y adaptar un lugar para que naciera Jesús, hizo lo posible por defenderlo de la furia de Herodes organizando un viaje repentino a Egipto, se apresuró a regresar a Jerusalén para buscar a Jesús cuando se había perdido y mantuvo a su familia con el fruto de su trabaja, incluso en tierra extranjera. En definitiva, se adaptó a las diversas circunstancias con la actitud de quien no se desanima si la vida no va como él quiere, con la disponibilidad de quien vive para servir. Con este espíritu, José emprendió los numerosos y a menudo inesperados viajes de su vida: de Nazaret a Belén para el censo, después a Egipto y de nuevo a Nazaret, y cada año a Jerusalén, con buena disposición para enfrentarse en cada ocasión a situaciones nuevas, sin quejarse de lo que ocurría, dispuesto a echar una mano para arreglar las cosas. Se podría decir que era la mano tendida del Padre celestial hacia su Hijo en la tierra. Por eso, no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas.

Me gusta pensar entonces en san José, el custodio de Jesús y de la Iglesia, como custodio de las vocaciones. Su atención en la vigilancia procede, en efecto, de su disponibilidad para servir. «Se levantó, tomó de noche al niño y a su madre» (Mt 2,14), dice el Evangelio, señalando su premura y dedicación a la familia. No perdió tiempo en analizar lo que no funcionaba bien, para no quitárselo a quien tenía a su cargo. Este cuidado atento y solícito es el signo de una vocación realizada, es el testimonio de una vida tocada por el amor de Dios.

¡Qué hermoso ejemplo de vida cristiana damos cuando no perseguimos obstinadamente nuestras propias ambiciones y no nos dejamos paralizar por nuestras nostalgias, sino que nos ocupamos de lo que el Señor nos confía por medio de la Iglesia! Así, Dios derrama sobre nosotros su Espíritu, su creatividad; y hace maravillas, como en José.

Además de la llamada de Dios -que cumple nuestros sueños más grandes- y de nuestra respuesta -que se concreta en el servicio disponible y el cuidado atento-, hay un tercer aspecto que atraviesa la vida de san José y la vocación cristiana, marcando el ritmo de lo cotidiano: la fidelidad. José es el «hombre justo» (Mt 1,19), que en el silencio laborioso de cada día persevera en su adhesión a Dios y a sus planes. En un momento especialmente difícil se pone a “considerar todas las cosas” (cf. v. 20). Medita, reflexiona, no se deja dominar por la prisa, no cede a la tentación de tomar decisiones precipitadas, no sigue sus instintos y no vive sin perspectivas. Cultiva todo con paciencia. Sabe que la existencia se construye solo con la continua adhesión a las grandes opciones. Esto corresponde a la laboriosidad serena y constante con la que desempeñó el humilde oficio de carpintero (cf. Mt 13,55), por el que no inspiró las crónicas de la época, sino la vida cotidiana de todo padre, de todo trabajador y de todo cristiano a lo largo de los siglos. Porque la vocación, como la vida, sólo madura por medio de la fidelidad de cada día.

¿Cómo se alimenta esta fidelidad? A la luz de la fidelidad de Dios. Las primeras palabras que san José escuchó en sueños fueron una invitación a no tener miedo, porque Dios es fiel a sus promesas: «José, hijo de David, no temas» (Mt 1,20). No temas: son las palabras que el Señor te dirige también a ti, querida hermana, y a ti, querido hermano, cuando, aun en medio de incertidumbres y vacilaciones, sientes que ya no puedes postergar el deseo de entregarle tu vida. Son las palabras que te repite cuando, allí donde te encuentres, quizás en medio de pruebas e incomprensiones, luchas cada día por cumplir su voluntad. Son las palabras que redescubres cuando, a lo largo del camino de la llamada, vuelves a tu primer amor. Son las palabras que, como un estribillo, acompañan a quien dice sí a Dios con su vida como san José, en la fidelidad de cada día.

Esta fidelidad es el secreto de la alegría. En la casa de Nazaret, dice un himno litúrgico, había «una alegría límpida». Era la alegría cotidiana y transparente de la sencillez, la alegría que siente quien custodia lo que es importante: la cercanía fiel a Dios y al prójimo. ¡Qué hermoso sería si la misma atmósfera sencilla y radiante, sobria y esperanzadora, impregnara nuestros seminarios, nuestros institutos religiosos, nuestras casas parroquiales! Es la alegría que deseo para ustedes, hermanos y hermanas que generosamente han hecho de Dios el sueño de sus vidas, para servirlo en los hermanos y en las hermanas que les han sido confiados, mediante una fidelidad que es ya en sí misma un testimonio, en una época marcada por opciones pasajeras y emociones que se desvanecen sin dejar alegría. Que san José, custodio de las vocaciones, los acompañe con corazón de padre.

Roma, San Juan de Letrán, 19 de marzo de 2021, 

Solemnidad de San José


FRANCISCO

DESCANSA EN PAZ MONSEÑOR LUIS BAMBAREN!!!! OBISPO EMÉRITO DE CHIMBOTE, PERÚ



 Fallece obispo jesuita peruano por COVID-19

Redacción ACI Prensa

 Crédito: ANDINA.



El polémico obispo jesuita Mons. Luis Bambarén falleció este 19 de marzo a los 93 años en Lima (Perú), a causa de la pandemia de coronavirus COVID-19.

En un comunicado difundido en redes sociales, la Compañía de Jesús (Jesuitas) confirmó la muerte de Mons. Bambarén, Obispo Emérito de Chimbote y ex presidente de la Conferencia Episcopal Peruana.

“Elevamos nuestras oraciones por su descanso en los brazos del Padre, a quien sirvió de modo ejemplar en la Iglesia peruana y en el país”, señalaron los jesuitas peruanos.

Mons. Bambarén nació en Yungay, en la región Ancash (Perú), en 1928. Fue ordenado sacerdote de la Compañía de Jesús en 1958.

Fue nombrado Obispo Auxiliar de Lima por el Papa Pablo VI en 1967. Once años más tarde, el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo de Chimbote, en la región de Ancash.

Juan Pablo II aceptó su renuncia al cargo por límite de edad en 2004, cuando Mons. Bambarén tenía 76 años.

Mons. Bambarén fue secretario de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y presidente de la Comisión de Comunicación Social. En 1998 fue elegido Presidente de la CEP, cargo que ocuparía por dos periodos hasta 2002.

El episcopado de Mons. Bambarén estuvo marcado por polémicas y enfrentamientos con autoridades civiles y eclesiásticas.

En 1971, su defensa de una invasión en una zona desértica de Lima, en la zona hoy conocida como Villa El Salvador, llevó a que el entonces ministro del Interior de la dictadura del General Juan Velasco Alvarado, el General Armando Artola Azcárate, lo arrestara por varias horas. El Episcopado peruano respaldó en esa ocasión a Mons. Bambarén, que fue liberado por Velasco Alvarado.

También es conocido que por esos años su anillo episcopal tenía un emblema que asemejaba una hoz y un martillo, símbolo del comunismo.

Sin embargo, durante sus años sirviendo en la Conferencia Episcopal Peruana es recordado como un importante defensor de la vida y la familia, así como un claro opositor a cualquier intento de legalizar el aborto.

En 2011, en medio de un debate que buscaba legalizar las uniones homosexuales en Perú, Mons. Bambarén criticó el uso de la palabra “gay” para referirse a los homosexuales.

“¿Por qué hablas tanto de gay? Hablemos en castellano, en criollo, maricones, así se dice ¿no?, hablemos clarito”, dijo en esa ocasión.

En 2015, al criticar a un político homosexual peruano que renovaba el pedido de legalizar la entonces llamada “unión civil” de personas del mismo sexo, Mons. Bambarén insistió en sus críticas y dijo que “el gay no es palabra peruana, la palabra peruana es ‘maricón’”.

Un año antes, Mons. Luis Bambarén aseguró que el Papa Francisco lo llamó “el obispo revolucionario del Perú”.




EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 19 DE MARZO DE 2021, FIESTA DE SAN JOSÉ



 Lecturas de hoy San José

Hoy, viernes, 19 de marzo de 2021



Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

- «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El cons¬truirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." ».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 88,2-3.4-5.27.29


R/. Su linaje será perpetuo


Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,

más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.


Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:

«Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades.» R.


El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios,

mi Roca salvadora.»

Le mantendré eternamente mi favor,

y mi alianza con él será estable. R.



Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 

(4,13.16-18):

Hermanos:

No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su

descendencia la promesa de heredar el mundo.

Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.»

Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán

creyó.

Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.


Palabra del Señor



«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer»

+ Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)



Hoy, celebra la Iglesia la solemnidad de San José, el esposo de María. Es como un paréntesis alegre dentro de la austeridad de la Cuaresma. Pero la alegría de esta fiesta no es un obstáculo para continuar avanzando en el camino de conversión, propio del tiempo cuaresmal.

Bueno es aquel que, elevando su mirada, hace esfuerzos para que la propia vida se acomode al plan de Dios. Y es bueno aquel que, mirando a los otros, procura interpretar siempre en buen sentido todas las acciones que realizan y salvar la buena fama. En los dos aspectos de bondad, se nos presenta a San José en el Evangelio de hoy.

Dios tiene sobre cada uno de nosotros un plan de amor, ya que «Dios es amor» (1Jn 4,8). Pero la dureza de la vida hace que algunas veces no lo sepamos descubrir. Lógicamente, nos quejamos y nos resistimos a aceptar las cruces.

No le debió ser fácil a San José ver que María «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,18). Se había propuesto deshacer el acuerdo matrimonial, pero «en secreto» (Mt 1,19). Y a la vez, «cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños» (Mt 1,20), revelándole que él tenía que ser el padre legal del Niño, lo aceptó inmediatamente «y tomó consigo a su mujer» (Mt 1,24).

La Cuaresma es una buena ocasión para descubrir qué espera Dios de nosotros, y reforzar nuestro deseo de llevarlo a la práctica. Pidamos al buen Dios «por intercesión del Esposo de María», como diremos en la colecta de la misa, que avancemos en nuestro camino de conversión imitando a San José en la aceptación de la voluntad de Dios y en el ejercicio de la caridad con el prójimo. A la vez, tengamos presente que «toda la Iglesia santa está endeudada con la Virgen Madre, ya que por Ella recibió a Cristo, así también, después de Ella, San José es el más digno de nuestro agradecimiento y reverencia» (San Bernardino de Siena). 

FELIZ DÍA DE SAN JOSÉ!!! 19 DE MARZO DE 2021









 

jueves, 18 de marzo de 2021

EL SUEÑO DE SAN JOSÉ



 El sueño de José


I.

Ha pasado muchas noches de insomnio. Y ésta ha sido de sueño difícil: le ha costado mucho dormirse. Con frecuencia se ha despertado presa de una idea que le persigue: soñaba que los hombres de la plaza se reían de él. Ahora ha logrado conciliar el sueño sobre su humilde lecho, después de pensar y pensar.

Ocurre que José está ante una tremenda disyuntiva: sabe que María va a ser madre, no lo puede dudar; y sabe también que es pura y sin mancha, no lo puede dudar. Y José ha suspendido el juicio. María permanece silenciosa. Heroica, prefiere sufrir la sospecha y la deshonra antes que descubrir el secreto.

Él sabe con certeza que su esposa va a ser madre, se lo dijeron las amigas al principio, cuando vinieron a felicitarlo y él quedó con una amarga espina clavada en el corazón. Se lo dice la gente del pueblo, que lo comenta. Se lo dicen sus ojos. Calla también, sufre… y no juzga mal.

Está seguro de la pureza inmaculada de la Niña Virgen, se lo dicen sus ojos limpios, su bondad, su dulzura, su recia personalidad. Hay algo en ella que se impone, tan fuerte, tan decisivo, tan sobrenatural, que detiene la conclusión de la verdad que los ojos enseñan. Para los dos es una gran prueba.

Pavorosa lucha interior que las gentes no advierten. Angustiosas tormentas que los hombres vulgares no comprenden. Pelea por mantenerse fiel cuando todas las razones empujan a lo contrario. La santidad exige la prueba. Todos creen que él es el padre. Y él sabe que no. Sufre ante el misterio, y respeta la situación.

La ley manda apedrear a las mujeres adúlteras. ¡Es tan grande el pecado! Pero ella no puede estar en ese caso. Sin embargo, José no se lo explica. Y su espíritu lucha entre esos dos extremos que lo ahogan: la pureza de María que se impone, y el hecho de que va a ser madre. Y José suspende el juicio.

 

II.

Lo hace así porque es justo, aunque él sólo tenga razones para sentirse gravemente ofendido. Y no aplica el recurso legal de darle el acta del divorcio, que traería consigo la reprobación pública de la repudiada, sino que sigue la insinuación de la caridad, prefiriendo dejarla secretamente, para no dañar su fama.

Y nosotros, tan veloces en concluir… condenando. Preferimos pensar mal para no engañarnos; pero es mejor engañarse muchas veces pensando bien de hombres malos, que equivocarse alguna vez teniendo mal concepto de una persona buena, pues en este caso hay injuria, cosa que no ocurre en el primero.

Es preciso saber detener el juicio, y más aún la lengua, aunque sea su conclusión lo más lógico, lo más natural. Muchas veces son inocentes aquellos contra los que se dirigen nuestras pruebas, pues en todo caso ignoraremos motivos personales de su actuación, que pueden justificarles plenamente.

Pensar bien trae consigo, además, una gran paz del alma y nos ahorra muchas amarguras.

José detiene el juicio respecto a María, aunque le asaltan clarísimas razones, aunque esa situación le produce honda herida.

 

III.

Decide hacer lo que cree que es mejor. Es el juicio que formula respecto a su personal conducta ante aquella situación. Ya tiene su propio criterio, después de pensar y pensar. Y su juicio es un juicio santo.

 

Un ángel del Señor se le aparece:

-José, hijo de David, no tengas recelo en recibir a María, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su vientre es obra del Espíritu Santo…

Le ordena el nombre que le ha de poner, y le comunica su misión. José cae en la cuenta de que esos hechos cumplen la profecía.

A veces se nos pide, además, el rendimiento del propio juicio, aunque haya sido formulado con toda rectitud. 

José había amasado su decisión con lágrimas, caridad y justicia. Llegó a esa conclusión por un camino penoso y Santo. Ahora le piden que rinda su criterio, que lo someta. Su juicio es lo mejor que se puede hacer humanamente, pero no es lo mejor para los planes de Dios.

Rendir el juicio, hazaña propia de los mejores. ¡Es que mi idea está elaborada con toda rectitud y cuidado! ¡Es que no es ni vulgar ni imprudente! Te contesto: Tampoco lo era la de José. 

¡Es que a él le avisó un ángel! El ángel también es una criatura, y Dios tiene muchos medios de avisar, para enseñarnos que nuestras razones no tienen razón. José rindió su juicio sin dilación, y, al despertarse, hizo lo que le mandó el ángel del Señor.


(“Caminando con Jesús”, J.A. González Lobato, Ediciones RIALP)

¿FUERON JOSÉ Y JESÚS CARPINTEROS?



¿Fueron José y Jesús carpinteros?


Hoy es un buen día para acordarnos de San José, que es Patrono de la Iglesia Universal. Sobre todo, de su faceta como trabajador, que compartía con su Hijo, y en la que sí nos parecemos a ambos: como ellos, también nosotros encontramos a Dios en nuestro trabajo…

La pregunta que formulamos en el título afecta de modo especial al Hijo de Dios: ¿Fue también Jesús de profesión carpintero?

Esa ha sido la creencia popular. Que José fue el carpintero de Nazaret y transmitió su oficio a Jesús, quien ejerció también esa profesión hasta el comienzo de su vida pública. Pero ¿es eso lo que nos dicen los Evangelios?

El relato de San Mateo incluye un versículo en el original griego (“oùj oûtos estin ho toû téktonos huiós”) que durante siglos se ha traducido así: “¿No es éste el hijo del carpintero?” (Mt 13,55). Una expresión muy parecida se recoge también en San Marcos: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María?” (“oûj oûtos estin ho tekton, ho huiòs tes Marías”). En ambos lugares, la palabra griega “tekton” se ha traducido como carpintero, pues se trataba de un trabajador manual que trabajaba la madera para confeccionar muebles, puertas, etc.

Recientes investigaciones han puesto de manifiesto que con esa expresión se designaba en general al profesional que trabajaba artesanalmente la madera y la piedra, especialmente en la construcción; de modo que al imaginarnos el oficio de José y de Jesús hemos de pensar más bien en lo que hoy sería una mezcla de albañil y artesano, y no tanto en un carpintero como los de hoy.

De ahí que la frase del Evangelio que hemos citado al principio habría que traducirla así: “¿No es éste el hijo del artesano?”, tal como leemos hoy en las ediciones modernas. De hecho, la palabra “arquitecto” designaba a aquel jefe de obra que dirigía a los diversos “tectones” que intervenían en la construcción.

Esa es, justamente, la imagen del oficio de Jesús que muestra la película “El hombre que hacía milagros”. En la primera secuencia de ese filme vemos a Jesús trabajando la piedra y la madera en las obras de la sinagoga de Séforis. Y uno podría preguntarse: “¿Pero Jesús no vivía en Nazaret?”. En efecto, así lo refieren los Evangelios.

Pero las últimas excavaciones arqueológicas han revelado, por una parte, que Nazaret era entonces un pueblo pequeño y pobre, en el que dudosamente habría trabajo para un carpintero durante todo el año; y, por otra, han situado en Séforis la residencia de Herodes Antipas.

Antipas, tetrarca de Galilea y Perea entre los años 4-39 d.C. (es decir, toda la infancia y la juventud de Jesús), había hecho de Séforis la capital de aquel territorio: la había fortificado y la había embellecido con grandes obras públicas, para lo que había sido preciso contratar a cientos de obreros, carpinteros y artesanos. A esto se añade que Séforis se encuentra a sólo 5 Km. de Nazaret: es decir, a una hora a pie. Si imaginamos a Jesús y a José, artesanos que sabían trabajar la piedra y la madera, en una pequeña aldea en la que no había mucho trabajo… es bastante verosímil pensar que ambos hubieran trabajado allí, esporádicamente o de modo estable, justo en los años anteriores al comienzo de la vida pública de Jesús. De hecho, esto es lo que se nos muestra el principio de “El hombre que hacía milagros”.

Así pues, José y Jesús fueron carpinteros, pero algo más que eso. Fueron artistas que sirvieron con su trabajo a una población mucho más amplia que la de Nazaret. Y con ese oficio se santificaron y santificaron también la realidad que les tocó vivir.


(Alfonso Méndiz)

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