lunes, 28 de septiembre de 2020

HOY SE INICIA LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO, DEL 28 DE SEPTIEMBRE AL 6 DE OCTUBRE

  


Hoy 28 de septiembre  se inicia la novena a Nuestra Señora del Santo Rosario

 (ACI).- El 7 de octubre es fiesta de Nuestra Señora del Santo Rosario. Según la tradición fue la propia Madre de Dios quien un día se le apareció a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), le enseñó a rezar el Santo Rosario y le pidió que se propagara esta práctica, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.


A pocos días de la gran celebración en honor a Nuestra Señora del Santo Rosario, aquí una novena para pedir su intercesión:



Primer Día de la Novena a Nuestra Señora Del Rosario


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Primer día
"Dios te salve". ¡Cuánto mi alma se alegra, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Se llena de gozo mi corazón al decir el "Ave María", para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escuchar de boca del Ángel, alegrándome de la elección que de ti hizo el omnipotente para darnos el Señor. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Segundo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Segundo día

¡"María" nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de las súplicas nuestras, dándonos el consuelo de que lo atienda benignamente tu Hijo Jesús, para que alcancemos aburrimiento grande a todas las vanidades del mundo, firme afición a la virtud, y ansias continuas de nuestra eterna salvación. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Tercer día
"Llena eres de gracia". ¡Dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies se presenta desnuda mi pobre alma, pidiendo la gracia y amor de Dios, con el que fuiste enriquecida, haciéndote llena de virtud, llena de santidad, y llena de gracia. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Cuarto día
"El Señor es contigo". ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia se halla con todas las cosas, está en ti y contigo por modo muy superior. Madre mía venga por ti a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón de tan poca limpieza, aquel Señor, que para hacernos habitación suya, quiso con tal prodigio, que no se perdiese, siendo Madre tu virginidad? ¡Oh! muera en nosotros toda impureza para que habite en nuestra alma el Señor. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Quinto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Quinto día
ujeres". Tú eres la gloria de Jerusalén: tú la alegría de Israel: tú el honor del pueblo santo de Dios. Obtenga por tu intercesión nuestro espíritu la más viva fe, para considerar y adorar con tu santo Rosario las misericordias que en ti y por ti hizo el Hijo de Dios. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Sexto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Sexto día
"Bendito es el fruto de tu vientre Jesús". Lloro, oh Madre mía, que haya yo hecho tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en cruz a tu Hijo. Sea el fruto de mi oración, que no termine nunca de llorarlos, hasta poder bendecir eternamente aquel purísimo fruto de tu vientre. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Séptimo día
"Santa María, Madre de Dios". No permitas se pierda mi alma comprada con el inestimable precio de la sangre de Jesús. Dame un corazón digno de ti, para que amando el recogimiento, sean mis delicias obsequiártelo con el santo Rosario, adorando con él a tu Hijo, por lo mucho que hizo para nuestra redención, y por lo que te ensalzó, haciéndote Madre suya. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Octavo día
"Ruega por nosotros pecadores". ¡Madre de piedad! A ti solo dijo aquel Rey soberano de la gloria: Tú eres mi Madre. Alcánzame humildad y plena confianza, dispuesto de este modo, con el auxilio de Dios, a recibir los favores de la Divina misericordia, por los méritos de tu Hijo y Redentor nuestro. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Noveno Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Noveno día
"Ahora, y en la hora de nuestra muerte", estamos siempre expuestos a perder la gracia de Dios. Haz que no se aparte de mi memoria al último momento de la vida, que habrá de ser decisivo de mi eterna suerte. ¡Oh Madre de piedad! concédeme el consuelo de morir bajo tu protección y en el amor de mi Jesús. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

SANTORAL DE HOY LUNES 28 DE SEPTIEMBRE DE 2020

 

Venceslao (Wenceslao) de Bohemia, SantoVenceslao (Wenceslao) de Bohemia, Santo
Patrono de la República Checa, 28 de septiembre
Lioba o Leoba, SantaLioba o Leoba, Santa
Abadesa, 28 de septiembre
Nicetas Budka, BeatoNicetas Budka, Beato
Obispo y Mártir, 28 de septiembre
Simón de Rojas, SantoSimón de Rojas, Santo
Sacerdote, 28 de septiembre
Exuperio, SantoExuperio, Santo
Obispo, 28 de septiembre
Bernardino de Feltre, BeatoBernardino de Feltre, Beato
Sacerdote, 28 de septiembre
Fausto, SantoFausto, Santo
Obispo, 28 de septiembre
Lorenzo Ruiz y 15 compañeros, SantosLorenzo Ruiz y 15 compañeros, Santos
Santos Mártires en Japón, 28 de septiembre

FELIZ LUNES

 




domingo, 27 de septiembre de 2020

ME GUSTA LA GENTE


 Me gusta la gente

La persona plenamente humana es aquella que consigue ser ella misma, que actúa por sus propias convicciones, y no por reacción a como actúan con él los demás. Para vivir la vida con autenticidad, hace falta mucho valor y querer nadar contracorriente. Vivir con autenticidad supone arriesgarse, atreverse.

Me gusta la gente que ríe, llora, se emociona con una simple carta, un llamado, una canción suave, una buena película, un buen libro, un gesto de cariño, un abrazo. Gente que ama y tiene nostalgias; le gustan los amigos, cultiva flores, ama los animales, admira paisajes, la poesía y sabe escuchar. Gente que tiene tiempo para sonreír, pedir perdón, repartir ternuras, compartir vivencias. Gente de corazón desarmado, sin odio ni prejuicios, con mucho amor dentro de sí. Gente que se equivoca y lo reconoce, cae y se levanta, asimila los golpes, aprendiendo lecciones de sus errores. Me gusta mucho la gente así.

Recuerda que los demás te necesitan tal como el Señor ha querido que fueras. No conviene que te pongas una máscara o representes una comedia. Puedes decirte a ti mismo: “voy a llevarles algo especial, pues nunca se encontraron ni se encontrarán con alguien como yo; soy una persona única salida de las manos de Dios”. Dios te valora, hazlo tú también.


* Enviado por el P. Natalio

CAMINOS PARA APRENDER A SER FELICES


 Caminos para aprender a ser felices

Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma:

 

Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos, no tener que esperar a encontrarnos con un ciego para enterarnos de lo hermosos e importantes que son nuestros ojos.

Asumir después serenamente las partes negativas o deficitarias de nuestra existencia: No encerrarnos masoquistamente en nuestros dolores.

No sufrir por temores o sueños de posibles desgracias que probablemente nunca nos llegaran.

Vivir abiertos al prójimo: Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces que pasarnos la vida desconfiando de los demás.

Ceder siempre que no se trate de valores esenciales. No confundir valores esenciales con nuestro egoísmo.

Tener un gran ideal: algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestra existencia. Aceptar la lenta maduración de todas las cosas, dar cada día un paso.

Creer descaradamente en el bien: Tener confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga- terminará siempre por imponerse.

No angustiarse si otros avanzan aparentemente más deprisa por caminos torcidos. Creer también en la eficacia del amor. Saber esperar.

Elegir, si se puede un trabajo que nos guste: Y si esto imposible tratar de amar el trabajo que tenemos, encontrando en él sus aspectos positivos.

Revisar constantemente nuestras escalas de valores: Cuidar que el dinero no se apodere de nuestro corazón... Descubrir que la amistad, la belleza, la naturaleza, los placeres artísticos y muchos otros valores son infinitamente más rentables

Descubrir que Dios es alegre: Que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque Dios o es Dios o es un ídolo.

Procurar sonreír, con ganas o sin ellas: Estar seguros que el hombre es capaz de superar muchos dolores, mucho más de lo que el mismo hombre sospecha.


Autor: José Luis Martín Descalzo

RECTIFICAR HOY - REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 27 DE SEPTIEMBRE DE 2020


 Rectificar hoy


“Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar a la viña. Él contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue... En verdad os digo: los publicanos y las meretrices os precederán en el reino de Dios” (Mt 21,28-31)


Los pecadores no precederán a los demás en el cielo por el hecho de pecar, sino por haber amado mucho, por haber hecho penitencia. Lo peor no es pecar, sino no arrepentirse. Los fariseos y ancianos de Israel estaban tan pagados de sí mismos, que se creían ya justificados ante Dios y no sentían la necesidad de convertirse. Por eso no querían reconocer que Jesús era el Mesías, porque ya estaban satisfechos con su modo de vida y no deseaban un mesías que les hablara de la verdad y del amor. Es muy cómodo formarse una teoría subjetiva con la que justificar los errores y no tener que cambiar de vida. ¡Cuántas veces, en cambio, para quien es patente su pecado, es más fácil la conversión!

Lo que importa no es preceder a los demás en esta tierra, sino en santidad en el cielo. Y en el cielo hay santos que han sido grandes pecadores, que dijeron a Dios que no querían trabajar por Él, pero se arrepintieron y fueron después a trabajar a su viña. Mientras estamos en el mundo nunca estamos abocados al infierno, todo tiene arreglo, porque siempre tenemos la posibilidad de rectificar. Es cuestión de humildad, de agachar la cabeza y cumplir lo que Dios quiere para nosotros.

Hemos de descubrir la maravilla de la confesión frecuente como medio para aclarar la conciencia y de hacer penitencia, pues, como recomienda la Iglesia, con su uso frecuente «crece la humildad cristiana, se hace frente a la tibieza e indolencia espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la saludable dirección de las conciencias y aumenta la gracia en virtud del Sacramento mismo» (Pío XII, Enc. Mystici Corporis).

¡Cuántas veces digo yo que no a Dios, y prefiero otra cosa! Pero ya desde ahora te digo, Señor, que sí quiero. Estoy dispuesto a rectificar cuantas veces haga falta. Dame la humildad para reconocer el mal que hago y el bien que dejo de hacer.


(Padre Jesús Martínez García)

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y REFUGIADO

 












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