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viernes, 9 de septiembre de 2016

SALMO 83, QUÉ DESEABLES SON TUS MORADAS, SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS


Salmo
Sal 83,3.4.5-6.12

R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!



Mi alma se consume y anhela 
los atrios del Señor, 
mi corazón y mi carne 
retozan por el Dios vivo. R/. 

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; 
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos, 
Rey mío y Dios mío. R/. 

Dichosos los que viven en tu casa, 
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza 
al preparar su peregrinación. R/. 

Porque el Señor es sol y escudo, 
él da la gracia y la gloria; 
el Señor no niega sus bienes 
a los de conducta intachable. R/.

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