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martes, 26 de octubre de 2021

¿SOY REALMENTE LIBRE?



¿Soy realmente libre?


1)  Para saber

En la famosa novela de Juan Ramón Jiménez, “Platero y yo”, se cuenta la historia de un canario enjaulado que deseaba y envidiaba la libertad del burrito. Por fin un día pudo salir de la jaula y voló al tejado de la casa, donde se posó por un largo tiempo. Pero al atardecer y venir la oscuridad, apareció alegremente metido otra vez en la jaula. Resultó que vivir en la jaula, con alimento y protección no era, después de todo, tan desagradable.

Continuando con su reflexión sobre la carta de san Pablo a los gálatas, el Papa Francisco abordó el tema de la libertad, la cual, dijo, parece que solo la sabemos valorar cuando la perdemos. Pero la libertad es un tesoro que nos ha sido concedido, más que un derecho adquirido. En torno al tema de la libertad hay muchos malentendidos, y diferentes visiones enfrentadas. Se puede hablar de diversos tipos de libertad, pero la más profunda y radical es la que nos fue ganada por Jesucristo y otorgada en el bautismo.

 

2)  Para pensar

En una ocasión fue invitado a dar una serie de conferencias a los Estados Unidos de América un psicólogo de renombre mundial, Víctor Frankl. En su intervención aludía a la famosa estatua de la Libertad que se eleva en Staten Island, en la costa este del país. Decía que le agradaba mucho admirarla. Pero añadía que le sorprendía que no se hubiera construido otra estatua dedicada a la Responsabilidad en la costa oeste del país.

Parece que algunos de los oyentes se desconcertaron y se sintieron heridos. Pero Frankl tenía razón, no basta una libertad absoluta, sin límites, sin tener que responder a nadie. La libertad ha de saber elegir lo correcto. ¿Cómo saber elegir lo mejor? El Papa Francisco recurre al Evangelio de Juan: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (8,31-32). La llamada, por tanto, es sobre todo a permanecer en Jesús, fuente de la verdad que nos hace libres.

 

3)  Para vivir

Se pierde la libertad cuando algo nos impide obtener algo querido. Por ejemplo, se quita una libertad material, cuando uno es encerrado o encarcelado, imposibilitando dirigirse a cualquier lugar. Pero hay una libertad más importante que es la que nos permite alcanzar la vida eterna, entrar en comunión con Dios en el Cielo. Lo que nos quita esa libertad es el pecado. Por eso se dice con acierto que el pecado esclaviza, pues nos impide alcanzar el bien eterno. Y esa esclavitud es de la que Nuestro Señor Jesucristo nos liberó con la Redención. Con su muerte y resurrección, Jesús nos consiguió toda la gracia para ser liberados de la muerte eterna y del pecado. Pero esa gracia ganada por Cristo ha de ser aplicada a cada alma y eso se lleva a cabo con los Sacramentos, empezando por el Bautismo. 

La libertad cristiana, dice el Papa Francisco, se funda sobre dos pilares fundamentales: primero, la gracia del Señor Jesús; segundo, la verdad que Cristo nos desvela y que es Él mismo. Pero de ello trataremos la siguiente ocasión. Por lo pronto, que la consideración de esa libertad otorgada, nos lleve a agradecerle al Señor el ser libres para dirigirnos a Él.



(Pbro. José Martínez Colín) 

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