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miércoles, 2 de diciembre de 2020

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 2 DE DICIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera como habiendo criado Dios al primer hombre para que le sirviese y amase en esta vida, y después conducirle a la vida eterna, a reinar en el paraíso; a este fin le enriqueció de luces y de gracias. Pero el hombre ingrato se reveló contra Dios, negándole la obediencia que le debía de justicia y por gratitud, quedando de esta suerte el miserable privado con toda su descendencia de la divina gracia y excluido por siempre del paraíso. Mira después de esta ruina del pecado perdidos a todos los hombres. Todos vivían ciegos entre las tinieblas, en las sombras de la muerte. Mas Dios, viéndolos reducidos a este miserable estado, determina salvarlos. Y ¿cómo?  No manda ya a un ángel o a un Serafín; si que para manifestar al mundo el amor inmenso que tenía a estos gusanos ingratos, envío a su mismo Hijo a hacerse hombre y a vestirse de la misma carne de los pecadores, para que satisficiese con sus penas y con su muerte a la justicia divina por los delitos de ellos, y así los librase de la muerte eterna; y reconciliándolos con su divino Padre, les alcanzase la Divina Gracia, y los hiciese dignos de entrar en el reino eterno. Pondera aquí de una parte la ruina inmensa que trae el pecado, privándonos de la amistad de Dios y del paraíso, y condenándonos a una eternidad de penas. Pondera de la otra el amor infinito que Dios mostró en esta grande obra de la Encarnación del Verbo, haciendo que su Unigénito viniese a sacrificar su vida Divina por manos de verdugos sobre la cruz en un mar de dolores y vituperios, para alcanzarnos el perdón y la salvación eterna. ¡Ah! Que al contemplar este gran misterio y este exceso de amor cada cual no debería hacer otro que exclamar: ¡Oh Bondad Infinita! ¡Oh Misericordia Infinita! ¡Oh Amor Infinito! ¿Un Dios hacerse hombre, para venir a morir por mí...?

(San Alfonso María de Ligorio)

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 1 DE DICIEMBRE



Meditaciones de Adviento


Si Dios hubiese criado mil mundos mil veces más grandes y más bellos que el presente, es cierto que esta obra sería infinitamente menor que la Encarnación del Verbo. Para ejecutar la obra del a Encarnación se ha necesitado toda la omnipotencia y sabiduría infinita de un Dios, haciendo que la naturaleza humana se uniese a una persona divina, y que una persona divina se humillase a tomar la naturaleza humana; de manera, que Dios se hizo hombre y el hombre se hizo Dios; y habiéndose unido la divinidad del Verbo al alma y al cuerpo de Jesucristo, se hicieren divinas todas las acciones de este hombre-Dios: divinas sus oraciones, divinos los padecimientos, divinos los vagidos, divinas las lágrimas, divinos los pasos, divinos los miembros, divina aquella sangre, para hacer de ella un baño de salud destinado a lavar todos nuestros pecados, y un sacrificio de infinito valor, para aplacar la justicia del Padre justamente indignado con los hombres.

Y ¿quiénes son al fin estos hombres? Miserables criaturas, ingratas y rebeldes. 

Y ¡por ellas hacerse un Dios hombre! ¡Sujetarse a las mismas miserias humanas! ¡Padecer y morir por salvar a estos seres indignos! Se humilló a si mismo, dice san Pablo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Flp 2, 8).

¡Oh fe santa! Si tú no nos asegurases de esto, ¿quién podría creer jamás que un Dios de infinita majestad se haya abajado hasta hacerse pasible y mortal como nosotros, para salvarnos a costa de tantas penas e ignominias, y de una muerte cruel y vergonzosa? ¡Oh gracia! ¡Oh fuerza de amor! Exclama san Bernardo. ¡Oh gracia! que ni aun podrían imaginársela los hombres si Dios mismo no hubiera pensado hacérsela! ¡Oh amor divino, que no podrá jamás comprenderse! ¡Oh misericordia! ¡Oh caridad infinita, digna solamente de una bondad infinita!

(San Alfonso María de Ligorio) 

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 30 DE NOVIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera como el Eterno Padre, dándonos al Hijo por Redentor, por víctima, por precio de nuestro rescate; no podía darnos motivos más poderosos de esperanza, de amor para inspirarnos confianza, para obligarnos a amarle. Dándonos el Padre al Hijo, dice San Agustín. Quiere que nosotros apreciemos este inmenso don, a fin de adquirirnos la salvación eterna y toda gracia que nos sea necesaria para conseguirla, mientras que en Jesús hallamos cuanto podemos desear: luces, fortaleza, paz, confianza, amor y gloria eterna.

Siendo cierto que Jesucristo es un don que contiene todos los otros dones, ¿qué podemos buscar y desear? ¿Cómo no nos donó con él todas las cosas? dice san Pablo. Habiéndonos Dios dado a su amado Hijo, que es la fuente y tesoro de todos los bienes, ¿quién puede temer que quiera negarnos alguna gracia que le pidamos? Jesucristo, dice el mismo Apóstol, ha sido hecho por Dios, sabiduría, y justificación, santificación, y redención.

Dios ha dado a nosotros ciegos e ignorantes, como luz y sabiduría, para caminar por la senda de la salvación a nosotros reos e ingratos, como justicia, para satisfacer por nuestras culpas, a nosotros pecadores, para santificarnos. Finalmente, Dios ha dado a nosotros esclavos del demonio, como rescate, para adquirir la libertad de hijos de Dios.

En suma, concluye el Apóstol, con Jesucristo nosotros somos enriquecidos en todas cosas, de manera que no nos falte cosa alguna en ninguna gracia’. Y este don que nos ha hecho Dios de su Hijo, es un don hecho a cada uno de nosotros; pues que él le ha dado todo a cada uno, como si a él solo fuese donado; así es que cada uno de nosotros puede decir: Jesús es todo mío; mío es su cuerpo y su sangre: mía es su vida, sus dolores, su muerte: míos son sus méritos.

Por esto decía san Pablo: Me amó y se entregó a sí mismo por mí’. Y lo mismo puede decir cada uno: Mi Redentor me ha amado, y por el amor que me ha tenido, se ha entregado todo a mí.

(San Alfonso María de Ligorio)

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 29 DE NOVIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera como Dios, después del pecado de Adán, dejó pasar cuatro mil años antes de enviar a la tierra su Hijo para redimir al mundo. Y mientras tanto ¡Oh! ¡Qué tinieblas de ruina ocupaban la tierra! El verdadero Dios no era conocido ni adorado sino en un ángulo del mundo apenas. Por todo reinaba la idolatría, siendo adorados por dioses los demonios, las bestias y las piedras. Pero admiremos en esto la sabiduría divina, qué difirió la venida del Redentor para hacerla al hombre más digna de agradecimiento; la difirió, para que se conozca mejor la malicia del pecado, la necesidad del remedio y la gracia del Salvador. Si luego de haber pecado Adán hubiese venido Jesucristo, se habría estimado poco la grandeza del beneficio.

Agradezcamos, pues, la bondad de Dios por habernos hecho nacer después que ya se ha cumplido la grande obra de la Redención. Ved llegado ya el tiempo dichoso que fue llamado la plenitud de todos ellos, por el lleno de la gracia que el Hijo de Dios vino a comunicar a los hombres por medio de la Redención. El Ángel embajador es enviado a la ciudad de Nazaret a la Virgen María, para anunciarle la venida del Verbo, que quiere encarnarse en su seno; la saluda, la llama llena de gracia y la bendita entre las mujeres.

Ella, la elegida por Madre del Hijo de Dios, la humilde Virgen se turba al oír estas alabanzas; mas el Ángel la anima, y le dice que ha hallado gracia delante de Dios, esto es, aquella gracia que traía la paz entre Dios y los hombres, y la reparación de la ruina ocasionada por el pecado. Le advierte después el nombre de Salvador, que debe imponerle a este su Hijo, y que era al mismo tiempo Hijo de Dios, que debía redimir al mundo y reinar sobre los corazones de los hombres.

Miremos finalmente como María acepta el ser Madre de tal Hijo al pronunciar aquellas palabras: «hágase en mí según tu palabra.» Fiat mihi secundum verbum tuum. «El Verbo eterno toma carne y se hace hombre:» et Verbum caro factum est. Demos gracias a este Hijo, y démoslas también a esta Madre, que al aceptar serlo de un tal Hijo, acepta al mismo tiempo ser madre de nuestra salvación, y juntamente Madre de dolores, resignándose desde luego al anuncio de los que había de padecer, por ser madre de su Hijo, que venía a padecer y morir por los hombres.

(San Alfonso María de Ligorio)

PERDONAR, SANAR, RESTAURAR, RENOVAR



 Perdonar, sanar, restaurar, renovar...

Y el perdón... es la medicina que sana el dolor del alma, es el sentimiento que devuelve la esperanza.

Por: P. Jaime Forero | Fuente: Fray Nelson



“El mayor espectáculo del mundo es ver un hombre esforzado luchando solo contra la adversidad; pero hay uno todavía más sorprendente y es el ver a otro hombre lanzarse en su ayuda sin que este se lo pida”

Valores humanos: viviendo la sobriedad. Vivir la sobriedad nos permite controlar nuestros deseos e impulsos, sin embargo no siempre es fácil saber aplicar este valor en la vida ordinaria.

Porque existen recuerdos, situaciones, acontecimientos, personas, que más que huellas han dejado heridas en el alma y se convierten en la piedra en el zapato que no nos deja avanzar puesto que duele y lastima cada vez que intentamos caminar. Por esto urge, es necesario aprender a perdonar…

Y el perdón… es la medicina que sana el dolor del alma, es el sentimiento que devuelve la esperanza, es el milagro que renueva o restaura, es la magia que nos permite recordar sin sufrir, y muchas veces olvidar aquello que tanto nos hizo llorar, nos robó la fe en el amor, en la amistad, en Dios, en uno mismo, en los demás.

Perdonar: Por ello debemos aprender a Perdonar; quizás a Dios, no porque haya hecho algo mal… sino por aquello por lo que lo hemos culpado: enfermedades, accidentes, consecuencias de los errores de la humanidad, infertilidad, hijos con características no esperadas, abundancias o carencias, inconformidades propias que nos impiden encontrar la paz. Hacemos de nuestra oración un muro de lamentos, nos alejamos de El porque no logramos entender o discernir cuál es su voluntad, le culpamos de los errores de otros…

Sanar: Para poder renovar nuestro interior, es preciso liberar de toda culpa a Dios, aprender a descubrir y experimentar su inmenso amor y encontrar en él la sanación interior…

Hay casos en los que nos cuesta reconocer, que es a nosotros mismos a los que debemos perdonar; porque nos culpamos de muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor, juzgamos muy severamente nuestros errores, nos atormentamos por lo que dejamos de hacer o hicimos mal; divorcios, muertes, separaciones, palabras dichas y otras que no se dijeron, flores marchitas, historias de amor y amistad que no lograron terminar de escribirse o que tuvieron un triste final… y nos quedamos estancados en el pasado sin poder avanzar; negándonos la oportunidad de empezar de nuevo, liberarnos, restaurar, renovar…

Perdonarnos, es ser capaces de aceptar e indultar nuestra propia humanidad; pasar la hoja, atrevernos a escribir un nuevo capítulo de nuestra historia personal.

Para encontrar la paz del alma, hace falta perdonar también a los demás; la palabra que dolió, la traición que golpeó, la acción que la vida destrozó, el abandono que dejó vacíos internos, la omisión, la indiferencia, los acosos, el cansancio, la fragilidad humana del otro que tanto hirió, que robó La fe, la esperanza de creer en el amor, en la amistad, aún en el mismo perdón…

Perdonar al otro es liberarnos de sentimientos que causan mucho más dolor; porque nos encasillan en hechos que ya pasaron, en tormentas que cesaron, en diluvios y terremotos que aunque arrasaron con lo mejor de nosotros mismos, no todo se lo han robado; porque mientras nuestro corazón siga latiendo, tenemos la oportunidad de seguir viviendo, restaurando lo que está destruido, renovar el corazón herido, devolviendo la fe y la paz que se había perdido…

Restaurar: El perdón sale de nosotros mismos, de nuestra capacidad de amar, de volver a empezar… El aprender a perdonar surge de esa experiencia que tengamos del Amigazo Dios que nos enseñó a perdonar, saldando El mismo todas nuestras deudas, liberándonos de toda culpa, regalándonos la nueva vida en el amor que a diario nos manifiesta, en esa cruz, que más que condenarnos nos redime y nos libera…

Perdonar es empezar de nuevo, amar con tanta intensidad que hagamos del perdón el milagro que restaure nuestra vida, le devuelva la paz y la esperanza perdida; y nos llene de fuerza y fe para hacer nuestros sueños realidad….

Renovar: Por ello, revisa tu interior y piensa: ¿Qué te hace falta perdonar? ¿Qué te impide avanzar?… ¿Estás listo para empezar de nuevo, reparar, restaurar, renovar?… Solo Dios nos da esa capacidad de perdonar; de El recibimos y aprendemos el perdón que le devuelve la paz al corazón… Cada día en nuestra oración repetimos: Perdónanos como perdonamos… Digámosle también, enséñanos a perdonar como Tu nos has perdonado…

El autor es el P. Jaime Forero, Terciario Capuchino fallecido el 11 de Abril de 2007, aunque él se apoyó ampliamente en textos de otros autores, de modo que su trabajo no tiene pretensión de originalidad sino sólo de servicio.



 Lecturas de hoy Miércoles de la 1ª semana de Adviento

Hoy, miércoles, 2 de diciembre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (25,6-10a):

EN aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos,

en este monte, un festín de manjares suculentos,

un festín de vinos de solera;

manjares exquisitos, vinos refinados.

Y arrancará en este monte

el velo que cubre a todos los pueblos,

el lienzo extendido sobre a todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.

Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,

y alejará del país el oprobio de su pueblo

—lo ha dicho el Señor—.

Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.

Esperábamos en él y nos ha salvado.

Este es el Señor en quien esperamos.

Celebremos y gocemos con su salvación,

porque reposará sobre este monte la mano del Señor».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 22,1-3a.3b-4.5.6


R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término


V/. El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R/.


V/. Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.


V/. Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R/.


V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):

EN aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.

Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.

La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».

Los discípulos le dijeron:

«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».

Jesús les dijo:

«¿Cuántos panes tenéis?».

Ellos contestaron:

«Siete y algunos peces».

Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.

Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.


Palabra del Señor.



«‘¿Cuántos panes tenéis?’. Ellos dijeron: ‘Siete, y unos pocos pececillos’»


Rev. D. Joan COSTA i Bou

(Barcelona, España)

Hoy contemplamos en el Evangelio la multiplicación de los panes y peces. Mucha gente —comenta el evangelista Mateo— «se le acercó» (Mt 15,30) al Señor. Hombres y mujeres que necesitan de Cristo, ciegos, cojos y enfermos de todo tipo, así como otros que los acompañan. Todos nosotros también tenemos necesidad de Cristo, de su ternura, de su perdón, de su luz, de su misericordia... En Él se encuentra la plenitud de lo humano.

El Evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta, a la vez, de la necesidad de hombres que conduzcan a otros hacia Jesucristo. Los que llevan a los enfermos a Jesús para que los cure son imagen de todos aquellos que saben que el acto más grande de caridad para con el prójimo es acercarlo a Cristo, fuente de toda Vida. La vida de fe exige, pues, la santidad y el apostolado.

San Pablo exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (cf. Fl 2,5). Nuestro relato muestra cómo es el corazón: «Siento compasión de la gente» (Mt 15,32). No puede dejarlos porque están hambrientos y fatigados. Cristo busca al hombre en toda necesidad y se hace el encontradizo. ¡Cuán bueno es el Señor con nosotros!; y ¡cuán importantes somos las personas a sus ojos! Sólo con pensarlo se dilata el corazón humano lleno de agradecimiento, admiración y deseo sincero de conversión.

Este Dios hecho hombre, que todo lo puede y que nos ama apasionadamente, y a quien necesitamos en todo y para todo —«sin mi no podéis nada» (Jn 15,5)— necesita, paradójicamente, también de nosotros: éste es el significado de los siete panes y los pocos peces que usará para alimentar a una multitud del pueblo. Si nos diéramos cuenta de cómo Jesús se apoya en nosotros, y del valor que tiene todo lo que hacemos para Él, por pequeño que sea, nos esforzaríamos más y más en corresponderle con todo nuestro ser.

INTENCIONES DE ORACIÓN 2020: EL PAPA FRANCISCO DESTACA IMPORTANCIA DE LA VIDA DE ORACIÓN



VIDEO#12 intenciones de oración 2020: El Papa destaca importancia de la vida de oración

Redacción ACI Prensa


Este 1 de diciembre la Santa Sede divulgó el video con la intención de oración del Papa Francisco para este mes de diciembre de 2020 en el que destaca la importancia de la vida de oración.

En este nuevo video, el Santo Padre recordó que “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración” y añadió que “la oración es la llave para que podamos entrar en un diálogo con el Padre”.

“Cada vez que leemos un pequeño pasaje del Evangelio escuchamos a Jesús que nos habla, conversamos con Jesús, escuchamos a Jesús y respondemos y esto es la oración”, explicó el Papa.

En esta línea, el Pontífice dijo que a través de la oración “cambiamos nuestros corazones” y advirtió que “podemos hacer muchas cosas, pero sin oración no funciona”.

“Recemos para que nuestra relación con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración”, pidió el Santo Padre.

El video de las intenciones de oración del Papa es una iniciativa de la Red Mundial de Oración del Papa.

Como se explica en su sitio web, la Red Mundial de Oración del Papa es una obra pontificia que tiene como misión movilizar a los cristianos por la oración y la acción, ante los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia.

 

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 2 DE DICIEMBRE DEL 2020

 

Habacuc, SantoHabacuc, Santo
Profeta A.T., 2 de diciembre
Silverio, SantoSilverio, Santo
LVIII Papa, Diciembre 2
Iván Slezyuk, BeatoIván Slezyuk, Beato
Obispo y Mártir, 2 de diciembre
Rafael Chylinski, BeatoRafael Chylinski, Beato
Presbítero Franciscano, Diciembre 2
Juan Ruysbroeck (Rusbroquio), BeatoJuan Ruysbroeck (Rusbroquio), Beato
Canónigo Regular, 2 de diciembre
María Ángela Astorch, BeataMaría Ángela Astorch, Beata
Religiosa Clarisa, 2 de diciembre
Bibiana (Viviana), SantaBibiana (Viviana), Santa
Mártir, 2 de diciembre