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miércoles, 2 de diciembre de 2020

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 30 DE NOVIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera como el Eterno Padre, dándonos al Hijo por Redentor, por víctima, por precio de nuestro rescate; no podía darnos motivos más poderosos de esperanza, de amor para inspirarnos confianza, para obligarnos a amarle. Dándonos el Padre al Hijo, dice San Agustín. Quiere que nosotros apreciemos este inmenso don, a fin de adquirirnos la salvación eterna y toda gracia que nos sea necesaria para conseguirla, mientras que en Jesús hallamos cuanto podemos desear: luces, fortaleza, paz, confianza, amor y gloria eterna.

Siendo cierto que Jesucristo es un don que contiene todos los otros dones, ¿qué podemos buscar y desear? ¿Cómo no nos donó con él todas las cosas? dice san Pablo. Habiéndonos Dios dado a su amado Hijo, que es la fuente y tesoro de todos los bienes, ¿quién puede temer que quiera negarnos alguna gracia que le pidamos? Jesucristo, dice el mismo Apóstol, ha sido hecho por Dios, sabiduría, y justificación, santificación, y redención.

Dios ha dado a nosotros ciegos e ignorantes, como luz y sabiduría, para caminar por la senda de la salvación a nosotros reos e ingratos, como justicia, para satisfacer por nuestras culpas, a nosotros pecadores, para santificarnos. Finalmente, Dios ha dado a nosotros esclavos del demonio, como rescate, para adquirir la libertad de hijos de Dios.

En suma, concluye el Apóstol, con Jesucristo nosotros somos enriquecidos en todas cosas, de manera que no nos falte cosa alguna en ninguna gracia’. Y este don que nos ha hecho Dios de su Hijo, es un don hecho a cada uno de nosotros; pues que él le ha dado todo a cada uno, como si a él solo fuese donado; así es que cada uno de nosotros puede decir: Jesús es todo mío; mío es su cuerpo y su sangre: mía es su vida, sus dolores, su muerte: míos son sus méritos.

Por esto decía san Pablo: Me amó y se entregó a sí mismo por mí’. Y lo mismo puede decir cada uno: Mi Redentor me ha amado, y por el amor que me ha tenido, se ha entregado todo a mí.

(San Alfonso María de Ligorio)

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