Papa Francisco explica cuál es el mejor antídoto para el cuidado de la casa común
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco destacó este miércoles 16 de septiembre durante la Audiencia General que el mejor antídoto para el cuidado de la casa común es la contemplación.
Durante su catequesis realizada en el patio de San Dámaso, el Santo Padre señaló que “para salir de una pandemia, es necesario cuidarse y cuidarnos mutuamente” y agregó que “el cuidado es una regla de oro de nuestra humanidad y trae consigo salud y esperanza”.
“Cuidarse y cuidarnos mutuamente. También debemos apoyar a quienes cuidan a los más débiles, a los enfermos y a los ancianos. Estas personas -bien definidas por el término español ‘cuidadores’-, quienes cuidan de los enfermos, desempeñan un papel esencial en la sociedad actual, aunque a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen”, afirmó.
En esta línea, el Papa dijo que “este cuidado abraza también a nuestra casa común: a la tierra y a cada una de sus criaturas” porque “todas las formas de vida están interconectadas y nuestra salud depende de la de los ecosistemas que Dios ha creado y que nos ha encargado cuidar” por lo que “abusar de ellos, en cambio, es un grave pecado que daña y hace mal y enferma”.
“El mejor antídoto contra este abuso de nuestra casa común es la contemplación”, expresó el Santo Padre quien advirtió que “cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso”.
Sin embargo, el Papa recordó que “nuestro hogar común, la creación, no es un mero ‘recurso’” ya que “las criaturas tienen un valor en sí y reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios” y para descubrir ese valor y ese rayo de luz divina es necesario “silencio, escucha y contemplación” porque “también la contemplación cura el alma”.
“Sin contemplación es fácil caer en un antropocentrismo desviado y soberbio que sobredimensiona nuestro papel de seres humanos y nos posiciona como dominadores absolutos de todas las criaturas”, explicó el Papa quien añadió que “naturalmente, podemos y debemos trabajar la tierra para vivir y desarrollarnos. Pero el trabajo no es sinónimo de explotación, y siempre va acompañado de cuidados: arar y proteger, trabajar y cuidar... Esta es nuestra misión”.
En esta línea, el Papa señaló también que “nuestros hermanos y hermanas más pobres y nuestra madre tierra gimen por el daño y la injusticia que hemos causado y reclaman otro rumbo. Reclaman de nosotros una conversión, otro camino, cuidar la tierra, lo creado” por lo que es necesario “recuperar la dimensión contemplativa” ya que “cuando contemplamos, descubrimos en los demás y en la naturaleza algo mucho más grande que su utilidad”.
“Hay una cosa que no debemos olvidar, quien no sabe contemplar la naturaleza, la creación, no sabe contemplar las personas... Si tú no sabes contemplar la naturaleza, será muy difícil contemplar la belleza de las personas”, advirtió el Papa.
En cambio, el Santo Padre destacó que “el que sabe contemplar, se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud” y “se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común”.
“El contemplativo en acción tiende a convertirse en custodio del medio ambiente, tratando de conjugar los conocimientos ancestrales de las culturas milenarias con los nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea siempre sostenible”.
En este sentido, el Papa dijo que el contemplar y el cuidar son las actitudes que “muestran el camino para corregir y reequilibrar nuestra relación como seres humanos con la creación” ya que “muchas veces nuestra relación con la creación parece una relación de enemigos… No olvidemos que esto se paga caro”.
Por ello, el Santo Padre exhortó a tener una “relación fraternal” para convertirnos en “custodios de la casa común, custodios de la vida y de la esperanza” y cuidar “el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo”.
Además, el Papa mencionó a los pueblos indígenas “con los que todos tenemos una deuda de reconocimiento y también de penitencia para reparar el mal que hemos hecho a ellos” así como también en los “movimientos, asociaciones y grupos populares, que se esfuerzan por proteger su territorio con sus valores naturales y culturales” porque “no siempre son apreciados e incluso, a veces, se les obstaculiza, porque no producen dinero, pero en realidad, contribuyen a una revolución pacífica, podemos llamarla la ‘revolución del cuidado’”.
Finalmente, el Santo Padre dijo que “cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un ‘custodio de la casa común’, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas” y agregó que para ello es importante el contemplar para cuidar, para proteger y para dejar una herencia a las futuras generaciones.
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