Páginas

miércoles, 5 de agosto de 2020

SOLO TENÍAN UNA FRUTA


Solo tenían una fruta



La humildad lleva al hombre a ubicarse con verdad ante Dios, nuestro creador. Él ve los corazones y conoce nuestros sentimientos. Dice Dios (Is. 66, 2): “En ése tengo puestos mis ojos, en el humilde y abatido, en el que se estremece ante mis palabras”. La humildad va de la mano con el santo temor de Dios.

Una vez tres hombres se perdieron en la montaña. Casi desfallecían de hambre y solamente quedaba una fruta. Apareció entonces Dios y les dijo que probaría su sabiduría. Les preguntó qué podían pedirle para arreglar el problema de alimento. Uno dijo: "Pues, haz aparecer más comida". Dios contestó que no se debe pedir soluciones mágicas: hay que trabajar con lo que se tiene. Dijo otro: "Haz que la fruta crezca para que sea suficiente". La solución no está en pedir multiplicación de lo que se tiene, pues los hombres nunca quedarían satisfechos. El tercero dijo: "Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños para que la fruta nos alcance". Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y pequeño ante mis ojos, verá la prosperidad".

Seremos felices cuando aprendamos que la forma de pedir a Dios es reconocernos débiles, y ser humildes dejando de lado nuestro orgullo. Y veremos que, al empequeñecernos en lujos y ser mansos de corazón, baja a nosotros la prosperidad del Señor que escucha nuestra oración. Pídele a Dios que te haga pequeño... ¡Haz la prueba!


* Enviado por el P. Natalio

No hay comentarios:

Publicar un comentario