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sábado, 1 de agosto de 2020

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 1 DE AGOSTO DE 2020 - SAN ALFONSO MARÍA LIGORIO


Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario - Año Par
Hoy es: San Alfonso Mª de Ligorio (1 de Agosto de 2020)


“ La gente lo tenía por profeta ”


Primera lectura
Lectura de la profecía de Jeremías 26, 11-16. 24
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a la gente:
«Este hombre es reo de muerte, pues ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis podido oír vosotros mismos».
Jeremías respondió a los magistrados y a todos los presentes:
«El Señor me ha enviado a profetizar contra este templo y esta ciudad todo lo que acabáis de oír.
Ahora bien, si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones y escucháis la voz del Señor vuestro Dios, el Señor se arrepentirá de la amenaza que ha pronunciado contra vosotros.
Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca.
Pero sabedlo bien: si me matáis, os haréis responsables de sangre inocente, que caerá sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque es cierto que el Señor me ha enviado para que os comunique personalmente estas palabras».
Los magistrados del pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas:
«Este hombre no es reo de muerte, pues nos ha hablado en nombre del Señor nuestro Dios».
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías para que no lo entregaran al pueblo y le dieran muerte.




Salmo
Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34 R/. 
En el día de la gracia, escúchame, Señor.


Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mi. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran, y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.


Reflexión del Evangelio de hoy
Me ha enviado el Señor a predicar la palabra


Vemos en este relato el trato que da el pueblo de Israel a sus profetas, prólogo de lo que harán con el mayor de los enviados, el Hijo de Dios.

Pero aun sabiendo Jeremías que la empresa que le manda el Señor no será grata para los habitantes de Judá, él no puede dejar de cumplir su mandato.

En esta lectura vemos dos actitudes a destacar: los que no reconocen la autoridad de Jeremías, y los que sí. ¿De cuáles somos nosotros? ¿Vemos en los demás la mano de Dios? ¿Reconocemos y aceptamos cuando alguien nos habla en nombre del Señor?

Por otra parte, vemos la fuerza con la que Jeremías habla al pueblo, no puede por menos que cumplir con lo que le ha sido encomendado, y acepta las consecuencias. Esto también nos lleva a preguntarnos si somos capaces de cumplir con lo que el Señor nos pide, si, aun sabiendo las consecuencias que para nuestra vida puede tener, aceptamos ser instrumento de Dios.

Ahora que estamos en un período de relax y de familia, busquemos unos minutos para reflexionar y preguntarle a Dios… ¿qué quieres de mí en el ahora de mi vida?


Juan el Bautista precede a Jesús y anticipa su final
En esta lectura que la Iglesia nos proclama en medio del tiempo ordinario, al igual que hemos podido ver en la lectura anterior, la Iglesia proclama la suerte que corren los que aceptan ser “voceros del Señor”.

Juan el Bautista, el que precede a Jesús y allana su camino, el que lo reconoce y lo muestra a la humanidad, muere por el egoísmo y la cobardía de los hombres. También en su muerte precede a Jesús, y anticipa lo que será su final.

Los seres humanos contamos con muchos valores, muchas actitudes positivas que pueden hacernos ser personas integras, coherentes, responsables… Pero también con actitudes que pueden destrozarnos como personas y hacer mucho daño a los demás.

Vemos cómo Herodes, a pesar de sus convicciones, tiene que ir en contra de ellas por su egoísmo y falta de justicia.

Un reto el que hoy se nos presenta… ¿Cuántas veces nuestros egoísmos nos hacen actuar como a Herodes, cambiando de opinión para quedar bien, para caer bien a los demás?

Criticar, despreciar, murmurar en contra de alguien es condenar, matar metafóricamente a esa persona; desvelar algún secreto confiado, es destruirla, destrozarla. ¡Qué fácil es la murmuración! ¡Qué destructiva es la crítica!

Reconocer y aceptar a los profetas de hoy, los profetas del siglo XXI, es difícil, nos lleva muchas veces a desear ser como ellos, y caemos en el descredito para ser nosotros ensalzados. Lamentablemente esto es muy fácil encontrarlo en las familias, en las comunidades, en los grupos de fe.

Ojalá podamos ver en los demás la mano de Dios, aceptarla y dar gracias por los dones que cada uno tenemos, así nuestras vidas serán mucho más ricas y nos fortaleceremos todos con los dones. Seremos la Iglesia que Jesucristo quiso.




Dña. Rosa María García O.P. y D. José Llópez O.P.
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Torrent, Valencia.

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