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domingo, 3 de mayo de 2020

PASTOR Y GUÍA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY


Pastor y guía



Celebramos el domingo conocido como del Buen Pastor. Es difícil hacer un paralelismo entre Jesús (Buen Pastor que nos conduce hacia valles llenos de vida) y el pastor que, con su rebaño por delante o por detrás, intenta lo mejor para él. ¿Dónde han quedado los rebaños de hoy? Contemplar la figura de un pastor rodeado de cientos de ovejas es hoy, poco menos que un privilegio de unos pocos.

Aun así, la figura del Buen Pastor, por ser una de las más antiguas en la iconografía cristiana sigue teniendo una irresistible atracción y con unas connotaciones muy profundas:

🕊 Jesús, cada domingo, nos preside la Eucaristía a todos aquellos que, perdidos o centrados, caminamos detrás de Él porque sabemos que sus Palabras no nos dejan indiferentes. Y, entre otras cosas, porque caminar a la sombra de su cayado es saber que problemas, inquietudes, desesperanzas y mil ansiedades tienen solución y respuesta, al igual que en los discípulos de Emaús, con Jesús.

🕊 Por otro lado, en una sociedad tan colapsada y confundida por palabras interesadas y maquilladas en falsas apariencias, el Buen Pastor habla como nadie y con sinceridad al corazón de cada persona. ¿Cuál es, además, su originalidad? Pues, ni más ni menos, que lo hace para cada persona y para cada situación. El Buen Pastor, no solamente tiene palabras de vida eterna, es que además tiene mensajes personales. Esa voz que, cuando uno la escucha llega a concluir: esto, Jesús, lo ha dicho por mí y para mí.

🕊 Además, Jesús, como Buen Pastor quiere no un rebaño de borregos (creyentes que viven al amparo de su fe pero no se comprometen ni piensan en su causa). El Señor quiere un equipo de personas que, avanzando en la misma dirección, trabajen por hacer presente el Reino que Él nos trajo con su nacimiento, y que rubricó impresionantemente con su pasión, muerte y resurrección.

Para ello, claro está, la Eucaristía es el mejor alimento con el que, los creyentes, tonificamos el espíritu, fortalecemos el corazón y entramos en comunión con Aquel que se ofrece, se parte y comparte su existencia con los que creen y esperan en Él. ¿Sentimos la Eucaristía como el alimento que el Pastor pone a disposición de su rebaño? ¿Conocemos la vida, la historia, la grandeza de Aquel que va por delante indicándonos el camino que conduce hasta el Padre? ¿Nos dejamos conocer por El? ¿Intentamos que nuestra vida sea traspasada por ese lenguaje de vida y de verdad que es el Evangelio?

Hoy, un cristiano sin un conocimiento auténtico y radical de Jesucristo, corre el riesgo de tener una fe pendiente de cuatro hilos de simple formalismo, tradición o ritos. Jesús, si pronuncia nuestros nombres, si conoce la verdad o la mentira de nuestra existencia, si nos conoce de arriba abajo… ¿no merece también un tiempo y un interés por nuestra parte? ¿No merece que, su persona, sea conocida, seguida, reverenciada, amada y respetada?

Que el Buen Pastor, Aquel sobre el que descansan nuestras vidas y se amortiguan nuestros temores, nos ayude a dar y cumplir con esa hoja de ruta que no es otra que el camino de una vida nueva traspasada por la alegría de la Pascua.

Que el Buen Pastor, referencia de todos los sacerdotes (débiles pero probados pastores que intentan asemejarse a Cristo) nos anime también a trabajar, potenciar, rezar y presentar en nuestras comunidades cristianas la vida sacerdotal, como necesaria e interpelante a un mundo que necesita menos líderes y personas más sacrificadas, entregadas y que se desvivan contracorriente a favor de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.



* Padre Javier Leoz

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