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martes, 28 de enero de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 28 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la 3ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 28 de enero de 2020


Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (6,12b-15.17-19):

En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,7.8.9.10

R/. ¿Quién es ese Rey de la gloria?
Es el Señor en persona

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 28 de enero de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

“Vosotros sois santuario de Dios, y el espíritu de Dios habita en vosotros”, decía Pablo a los corintios (1Co 3,16). Y la primera carta de Pedro llama a los cristianos “piedras vivas”, con las que ese templo se construye (1Pe 2,5). Pero se tardó mucho en llegar a esa identificación del templo con la comunidad creyente; antes se tratabas de un edificio, especialmente el templo de Jerusalén, lugar de encuentro con Dios para el judío piadoso: “Qué alegría… vamos a la casa del Señor” (Sal 121,1), o “una cosa pido al señor, habitar en su templo” (Sal 27,4).

El precedente del templo fue el arca de la alianza. Ante ella David danzaba de gozo y ofrecía sacrificios, porque la veía como el lugar privilegiado de la presencia de Yahvé en medio de su pueblo. Pero ya los profetas zaherían a los que cifraban su religiosidad en decir “templo de Yahvé, templo de Yahvé” (Jr 7,4), y Dios mismo preguntaba: “¿qué templo podréis construirme o qué lugar para mi descanso?” (Is 66,1). Jesús no fue especialmente devoto del templo; y el IV evangelista considera que el templo definitivo es Jesús mismo (Jn 2,21), nuestro lugar de encuentro con la divinidad. En adelante, “los verdaderos adoradores de Dios lo harían en espíritu y en verdad” (Jn 4,23), prescindiendo de Jerusalén y del Garizín. El Dios inabarcable se hace inmediatamente accesible en el hombre. No es extraño que a un miembro preeminente de la Iglesia, a María, se la invoque como “arca de la alianza”. David, venerando aquel templo rudimentario, nos enseña a buscar a Dios, a festejarlo; pero el NT puntualiza que el templo más auténtico de Dios son los hermanos. Nuestros templos de piedra poseen una gran dignidad justamente por ser el lugar de encuentro de la comunidad creyente.

El pasaje evangélico de hoy nos es bien conocido. La adhesión a Jesús establece entre él y nosotros el parentesco más noble: el de la fe. Él tenía motivo muy especial para esa opción, pues, según Mc 3,21, “los suyos habían ido a llevárselo porque le consideraban trastornado”, y Jn 7,5 se afirma que “sus hermanos no creían en él”.

Sabemos poco de la familia de Jesús; y nuestras lucubraciones sobre ella han estado envueltas en polémicas doctrinales, v. gr. cómo compatibilizar a los “hermanos de Jesús” con la comúnmente admitida virginidad perpetua de María. El asunto no ocupó el interés de los evangelistas; no se esmeraron en aclarárnoslo. Lo que ellos subrayan es que quien opta por una vida profética, totalmente consagrada a la causa de Dios, suele chocar con incomprensiones, incluso entre los más allegados.

Jesús lo dijo en términos radicales: “Quien no pospone (“odia”) a su padre, a su madre, esposa, hijos, hermanos… no puede ser discípulo mío” (Lc 14,26). Son textos que tienen mucho de autobiográficos, y Jesús desearía que se convirtiesen en biografía de sus adeptos. A nosotros nos obligan a preguntarnos por nuestro grado de adhesión a Él. ¿Es Él el primero en todo, o ponemos otras cosas, proyectos… por delante del suyo?

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

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