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domingo, 5 de agosto de 2018

CAPARAZÓN DE TORTUGA


Caparazón de la tortuga



No te aísles dentro de ti mismo, no te cierres en tus propias necesidades y problemas; no limites tu preocupación solamente a ti o a tu hogar. Convéncete más bien de que, de una o de otra forma, todos los seres humanos son tuyos. Despreocuparse de los demás es empobrecerse, quedar gravemente menoscabado y atrofiado. Es una falta de madurez.

Cuenta una leyenda griega que, para celebrar sus bodas, Zeus, padre de los dioses, invitó a todos los animales. Sólo faltó la tortuga. Intrigado por su ausencia, le preguntó al día siguiente: —¿Cómo solamente tú entre todos los animales no viniste a mi festín? —¡Hogar familiar, hogar ideal! —respondió la tortuga. Zeus, indignado contra ella, la condenó a llevar siempre su casa a cuestas (Esopo).

Hay quienes no temen asumir compromisos en su entorno social. Pero otros adoptan como norma el "no te metas", egoísta y estéril. Una cosa es meterse y otra muy distinta "entrometerse". Está bien que no te entrometas en la vida ajena. Pero métete con ellos, en el sentido de comprometerte, preocuparte por su bien, por sus problemas, por sus necesidades.



* Enviado por el P. Natalio

PELEA DE HERMANITOS

Pelea de hermanitos



Hoy recordamos al patrono de los curas párrocos, san Juan Vianney. Un hombre humilde que a duras penas pasó los exámenes antes de ser ordenado sacerdote. Durante décadas multitudes acudían a venerarlo como a una reliquia. Eran personas de toda clase y condición que deseaban confesarse con el carismático Cura de Ars.

Juan Vianney poseía un Rosario que apreciaba mucho. A su hermanita, a quien superaba en dieciocho meses, le agradó también y quiso apoderarse de él. Hubo una escena violenta entre los hermanitos: gritos, pataleo y un amago de combate... El niñito corrió hacia su madre, entristecido. «Hijo mío, dale tu Rosario, le dijo con voz dulce, pero firme; sí dáselo por amor de Dios». Y al instante el niño le alargó sollozando el Rosario. Notable sacrificio de un niñito de cuatro años. Para consolarlo la madre le dio una pequeña imagen de madera de la Virgen María. Quedó muy contento. «Cuánto amaba yo aquella imagen, nos dirá pasados setenta años. No podía separarme de ella ni de día ni de noche. La Santísima Virgen es mi mayor afecto; la amaba aun antes de conocerla». 

Un día de 1829, después de la oración de la tarde, el Cura de Ars acababa de subir a su habitación. De repente, un recio puñetazo conmueve la puerta del patio. Después de dos o tres sacudidas a cuál más violenta, el Cura se decide a bajar y abrir. Un carretero le está aguardando. Ha dejado los animales delante de la iglesia. “Venga, le dice, es un asunto delicado; quiero confesarme y enseguida”. Haz una oración por tu párroco en su día.



* Enviado por el P. Natalio

ESTÓMAGOS AGRADECIDOS? - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 AGOSTO 2018


¿Estómagos agradecidos? 



Las personas, por lo que sea, nos dejamos seducir rápidamente por los sucesos extraordinarios. ¿Qué tiene el espectáculo que tanto atrae? Pues eso: espectacularidad, morbo. Nos deslumbra todo aquello que, aparentemente, está fuera de lo común.

En el Evangelio de hoy, en la memoria de muchos, sigue viva la multiplicación de los panes. Sus bocas todavía permanecían abiertas ante el milagro: ¡hubo pan para todos! Pero, Jesús, era consciente de que aquella amistad que le brindaban, no era del todo sincera. Era un tanto interesada.

Siempre recuerdo aquel viejo refrán: “el amigo bueno es como la sangre, acude a la herida”. Jesús, como buen amigo, había acudido en socorro de los que tenían hambre material. Pero no quería que se quedasen en el aquel milagro. Para Jesús, el milagro, seguía siendo palabra. Una buena catequesis, una dinámica para despertar la fe en aquellos corazones cerrados a Dios. ¿Lo entendieron así aquellos estómagos agradecidos? ¿Buscaban a Jesús por la fuente de sus palabras o porque les colmaba de pan? ¿Amaban a Jesús por el Reino que traía entre sus manos o porque les había llenado de alimento sus manos abiertas?

También a nosotros, queridos amigos, el Señor nos interpela en este domingo. ¿Por qué le buscamos? ¿Porque en algunos momentos nos ha confortado en nuestra soledad? ¿Porque, tal vez, ha sido bálsamo en horas amargas o en momentos de pruebas? ¿Por qué buscamos al Señor? ¿Por qué y para qué venimos a la Eucaristía de cada domingo? Sería bueno, amigos, un buen examen de conciencia: ¿qué es Cristo para mí?

La Iglesia, en estos momentos, también tiene el mismo problema que sufrió Jesús en propias carnes. Hay muchos que, lejos de verla como un signo de la presencia de Dios en el mundo, la toleran porque hace el bien. Porque soluciona problemas. Porque llega a los lugares más recónditos del mundo levantando hospitales, construyendo orfanatos o cuidando a los enfermos de Sida. Pero, la Iglesia, no desea que sea apreciada por su labor social o humana. Su fuerza, su orgullo y su poder no está en esas obras apostólicas (que están bien y son necesarias para calmar tantas situaciones de miseria o injusticias). El alma de nuestra Iglesia, de nuestro ser cristiano es Jesús. Un Jesús que tan sólo nos pide creer en Él como fuente de vida eterna. Como salvación de los hombres y de todo el mundo.

Hay un viejo canto que dice “todos queremos más y más y más; el que tiene un euro quiere tener dos; el que tiene cuatro quiere tener seis…..” Y a Jesús, primero, le pedían pan. Luego le exigían más y, al final, solicitaban de Cristo, todo, menos lo esencial: su Palabra, su Reino, la razón de su llegada al mundo.

Que sigamos viviendo nuestra fe con la seguridad de que, Jesús, sigue siendo el pan de la vida. Y, sobre todo, que amemos al Señor no por aquello que nos da, sino por lo que es: Hijo de Dios.



© Padre Javier Leoz

PAPA FRANCISCO: MÁS IMPORTANTE QUE LAS COSAS MATERIALES ES CULTIVAR LA FE


Más importante que las cosas materiales es cultivar la fe, subraya el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Antes del rezo del Ángelus del domingo, el Papa Francisco explicó el Evangelio del día en el que la muchedumbre busca a Jesús, pero a este “no le basta que la gente lo busque, quiere que la gente lo conozca, quiere que la búsqueda de Él y el encuentro con Él vayan más allá de la satisfacción inmediata de la necesidad material”.

“El Señor nos invita a no olvidar que, si es verdad que es necesario preocuparnos por el pan material, todavía más importante es cultivar la relación con Él, reforzar nuestra fe en Él que es el pan de vida, que ha venido para saciar nuestra hambre de verdad, justicia, de amor”, explicó.

El Pontífice, desde la ventana del Palacio Apostólico afirmó que “Jesús ha venido a traernos algo más, a abrir nuestra existencia a un horizonte más amplio respecto a las preocupaciones cotidianas que son el alimentarse, vestirse, la carrera”.


“Él, verdadero ‘pan de vida’, quiere saciar no solo los cuerpos sino también las almas, dando el alimento espiritual que puede satisfacer el hambre más profunda”, añadió.

Francisco habló de la invitación de Jesús a la gente para que “consiga no el alimento que no dura, sino el que permanece para la vida eterna”. “Se trata de un alimento que Jesús nos dona cada día: su Palabra, su Cuerpo, su Sangre. La gente escucha la invitación del Señor, pero no comprende su sentido”, explicó.

“Los que escuchan a Jesús piensan que Él les pide la observancia de los preceptos para obtener así otros milagros, como el de la multiplicación de los panes. Es una tentación común esta e reducir la religión a la práctica de las leyes, proyectando sobre nuestra relación con Dios la imagen de la relación entre los siervos y su padrón: lo siervos deben seguir las tareas que el jefe ha asignado para obtener así su benevolencia”.

Pero la respuesta de Jesús, dijo el Papa, es la misma para hoy día: “la obra de Dios no consiste tanto en el ‘hacer’ las cosas, sino en el ‘creer’, en Aquél que Él ha mandado; o mejor, la fe en Jesús nos permite realizar las obras de Dios”.

“Si nos dejamos envolver en esta relación de amor y fidelidad con Jesús, seremos capaces de cumplir obras buenas que huelen a Evangelio por el bien y la necesidad de los hermanos”.  

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 5 AGOSTO



LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
5 agosto



Decirle al cristiano que debe hablar de Cristo no es otra cosa que decirle que tiene que amar a Jesucristo; y decirle eso, ¿no parece innecesario? Un cristiano sin amor a Jesucristo es un soldado sin armas, un cuerpo sin vida, ojos sin luz, pulmones sin oxigeno.


Pero si el cristiano tiene a Cristo y lo ama de veras con amor profundo, entonces el cristiano debe hablar de Jesucristo. Sin miedos de ninguna especie. Digamos ante todo que, tanto en esto como en lo demás, el creyente debe ser y manifestarse como un hombre cien por ciento normal; debe aborrecer las extravagancias, rarezas y exageraciones, pero guardando  esa áurea regla de la corrección y de la prudencia, deberá desperdiciar ninguna oportunidad de hablar del Señor y de sus cosas; no ha de tener ningún miedo de dar la impresión de que para él ningún tema hay de mayor interés que Cristo y sus cosas; otros tendrán otros ideales; el ideal del cristiano es Jesucristo.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Domingo 18º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 5 de agosto de 2018


Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (16,2-4.12-15):

En aquellos días, en el desierto, comenzaron todos a murmurar contra Moisés y Aarón, y les decían: «¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartarnos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre.»
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Voy a hacer que os llueva comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.» 
Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: "Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios."» 
Aquella misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto. 
Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían unos a otros: «¿Y esto qué es?» 
Moisés les dijo: «Éste es el pan que el Señor os da como alimento.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 77

R/. El Señor les dio un trigo celeste

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación: 
las alabanzas del Señor, su poder. R/.

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R/.

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,17.20-24):

En el nombre del Señor os digo y encargo que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos. Pero vosotros no conocisteis a Cristo para vivir de ese modo, si es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,24-35):

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún. 
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» 
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?» 
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.» 
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."» 
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.» 
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 5 de agosto de 2018
 Fernando Torres cmf


El pan que da la vida

      Hay muchas clases de pan. Quizá porque hay muchas clases de hambre. Hay personas que viven pensando y deseando tanto el pan de mañana que se olvidan de disfrutar el pan que tienen delante ahora mismo. O quizás lloran porque ayer no tuvieron pan, sin ver el banquete que está preparado ante ellos. También están los que sólo son capaces de preocuparse por su propio estómago, incapaces de darse cuenta de que hay hermanos y hermanas cerca que carecen del necesario pan.

Comentario al Evangelio del domingo, 5 de agosto de 2018      Y la mayoría de la humanidad trabaja duramente cada día para procurarse el pan, o el arroz, o el maíz, necesario para sobrevivir, para poder llegar al día siguiente. Sólo ellos saben lo necesario que es el “pan nuestro de cada día”. Y generalmente son ellos los que mejor saben gozar, y agradecer, y disfrutar del pan que tienen en la mesa cada día, tanto si es fruto de su trabajo como si es un regalo. Cuando la vida se vive pendiente de un hilo, todo lo que se tiene es pura gracia y se recibe como un regalo.

      Los que habían comido del pan que les había dado Jesús, fueron a buscarle, cuando se dieron cuenta de que había desaparecido. Habían gozado tanto. Estaba tan rico aquel pan. Para aquellos cuya vida había significado sólo lucha y sufrimiento el hecho de haber sido regalados con semejante banquete, un poco de pan y un poco de pescado, fue motivo suficiente para ir a la búsqueda del que se lo había regalado. Por eso, buscan a Jesús.

      Ciertamente aquellos que buscaban a Jesús, de los que nos habla el Evangelio de hoy, no entendieron a la primera lo que significaba que Jesús fuera el “pan de vida”. Ellos lo que entendían con total claridad era el pan y el pescado que comieron, que Jesús les había dado, que les hizo sentirse saciados y quizá les posibilitó hasta dormir una buena siesta. Y lo entendían sencillamente porque tenían hambre. Será necesario un largo proceso hasta que lleguen a pasar del hambre físico al hambre de vida que era el que Jesús les estaba ofreciendo saciar. Pero, al menos, el primer paso ya lo han dado. Por el contrario, los que no tienen hambre desprecian el pan, los que se sienten saciados no necesitan de nada. Jesús puede estar en su vida, pero no pasará de ser un adorno más.



Para la reflexión 

      ¿Qué tipos de hambres descubrimos en nuestro mundo? ¿En nuestra comunidad? ¿En nuestra familia? ¿En nosotros mismos? ¿Es Jesús sólo un adorno en nuestra vida o en nuestra familia o realmente encontramos en él el “pan de vida”? ¿Qué significa para nosotros que Jesús es el “pan de vida”?