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sábado, 28 de abril de 2018

CÓMO VENCER LA FATIGA


Cómo vencer la fatiga
La mayoría de las personas responde a dos clases de fatiga.





Ricardo Núñez trabaja en el campo. Pasa el día acarreando pesados sacos de trigo, roturando la tierra; arando y sembrando; inspeccionado los abonos, y controlando el crecimiento del maíz. Cuando por la noche se sienta a leer el diario, se queda dormido. Está agotado, la fatiga lo ha dejado completamente exhausto. Este tipo de fatiga se denomina "hipotónica",

Aldo Pérez está sentado en su oficina durante todo el día. Revisa rápidamente la pila de correspondencia, dicta las repuestas hasta el mediodía, come un sándwich por almuerzo y se sienta una vez más frente al escritorio para repasar una larga lista de informes, que obligan a esforzar la mente. Aldo trata de dormir cuando llega a su casa por la noche, pero se halla tan exhausto mentalmente que esta tenso y nervioso. Tampoco puede evitar alguna eventual discusión con su esposa. Aldo sufre de fatiga "hipertónica".

Ricardo y Aldo necesitarían intercambiar sus respectivos trabajos durante una semana, para balancear sus diferentes estilos de vida. Por supuesto, lo ideal sería que Ricardo trabajara medio día en el campo y medio día en la oficina, y que Aldo ayudara durante medio día en el campo y el resto del día lo pasara en la oficina. Una tarea que balanceara el trabajo físico y la actividad mental ayudaría a miles de personas. Pero la vida no siempre es como quisiéramos que fuera.

¿Existe una repuesta? ¿Hay alguna repuesta para esta situación?

Muchos seguirán con este ritmo de vida hasta que la fatiga les produzca un colapso cardíaco. Entonces no tendrán más de que preocuparse. Pero veamos otra alternativa.

Betty y Jim han estado casados por unos diez años y tienen dos hijos de edad escolar. Betty es enfermera de tiempo completo. Jim es redactor de un periódico local. Cuando por la tarde Jim regresa a su hogar, la charla de los chicos acerca de lo que hicieron en la escuela aumenta su dolor de cabeza.

¿Y qué hace Betty? Le hace poner los pies en agua caliente. Es un buen remedio; el cerebro se descongestiona y el dolor de cabeza se alivia. Un baño tibio, acompañado de un buen masaje, pueden ayudar a relajarse. Luego la familia cena bien temprano con alimentos sencillos para poder dormir bien. Y después cumplen una regla muy especial; "charlan poco, porque mamá y papá están escuchando música favorita o leyendo párrafos de sus libros preferidos", mientras los hijos escuchan o juegan.

Entonces salen para realizar la tarea más importante de todos: ¡El ejercicio físico! Durante la primavera y el verano, cuando los días son más largos, toda la familia trabaja en el jardín. En el otoño, pedalean en sus bicicletas, cubriendo cuadras del vecindario. En el invierno, todos ayudan a quitar la nieve y finalizan su labor construyendo con la misma un enorme muñeco. A medida que se utilizan los músculos, la fatiga se evapora como el agua.

El aburrimiento y la fatiga

Hay otra familia, si la podemos llamar así, menos afortunada que la anterior. Está compuesta por una sola persona. Los vecinos de la cuadra la llaman la abuela Ana. Vive en una casa de dos pisos, con ladrillos rojos y escalones blancos gastados por el tiempo. Se mudó a esa casa hace cincuenta años, cuando llegó al pueblo con su marido, eran recién casados. Ahora, hace diez años que es viuda.

La abuela Ana se cansó de permanecer sentada mirando por la ventana, sonriendo a las mismas personas que pasaban por la acera. Permanecía así sentada durante largo tiempo, meciéndose. A veces se preparaba alimentos sencillos. Y, muy de vez en cuando, se acercaba al almacén de la esquina. Con cierta frecuencia, un muchachito del barrio le hacia los mandados. Realmente, ella no hacía casi nada, y sin embargo siempre estaba cansada.  Estaba aburrida. Al igual que la tensión, el aburrimiento produce fatiga.

Un día, durante una visita, el pastor de la iglesia de la abuela Ana realizo un descubrimiento realmente interesante.
- Sí, pastor -dijo la anciana-  es verdad. Cuando vivía en otra calle, era la organista de la iglesia, pero ahora no me acuerdo de nada...
-Dígame -insistió el pastor- ¿no estaría dispuesta a ayudarnos un poquito tocando el piano para los niños? La señora que desempeñaba ese campo se mudó y nos quedamos sin pianista para ellos. Las canciones infantiles son realmente sencillas. Lo único que esos niños necesitan es el empuje inicial.

Por el brillo de los ojos de la abuela Ana, el pastor tuvo la seguridad de que había ganado la batalla. Se había inflamado el deseo y, desde las profundidades de un tesoro secreto, brillaba una luz.
-Haré lo posible -dijo con determinación la abuela Ana.

¿Adivine usted, quién está dando clases preparatorias de piano para los niños, tres veces por semana, en el viejo  piano de la iglesia...?
¡La abuela Ana! Realmente le encanta su tarea. Ya no se aburre y, lo que es más, rara vez se siente cansada.

¡Usted puede vencer la fatiga! Sí, usted puede vencer la fatiga si se lo propone. Haga algún ejercicio. Trate de pasar más tiempo al aire libre. Cultive un jardín en miniatura, en su cocina. Compre libros que traten acerca de Suiza, Austria, Japón, el Triángulo de las Bermudas, o cualquier otro sitio interesante, y compruebe si es cierta la fase de Emily Dickinson: "No hay mejor fragata que un libro".  Si le gusta la pintura,  ¿por qué no vencer sus lienzos? Y para el hombre habilidoso hay centenares de fascinantes esculturas y juguetes funcionales que pueden fabricarse de objetos desechados.

Para vivir de verdad, todo lo que Ud. tiene que hacer es desearlo. Ponga su facultad creativa en funcionamiento ahora mismo. Propóngase vencer la fatiga.  Expúlsela de su vida con ejercicios, arte, música y jardinería. Diga con convencimiento: "Relajación, allá voy" y experimente el milagro de la alegría..



Roberto Ellis

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