Páginas

lunes, 2 de enero de 2017

CON MARÍA, PAZ Y AÑO NUEVO


Alabado sea Jesucristo…
Con María: ¡Paz y Año Nuevo!



Un año viejo se ha cerrado. Dios, que es ante todo Padre, nos da una nueva oportunidad. Él pone ante nosotros doce meses que son, como 12 oportunidades, para intentarlo de nuevo.

Quiero comenzar, este primer día del año, invitando a vivirlo con intensidad desde estas primeras horas: ¡Feliz Año Nuevo! ¡Hagamos posible la paz! ¡Santa María viene con nosotros!
Dejemos atrás lo que ya no tiene remedio. Intentemos, como si fuésemos paredes recién pintadas, reservar un paño limpio para que, Jesús, pueda forjar obras grandes en nosotros. Para que la paz, en nuestra mente limpia y lúcida, además de pensamiento, sea un firme convencimiento de ocuparnos por ella.

¡Claro que tenemos que orar por la Paz en esta Jornada Mundial! Pero también es verdad, amigos, que hemos de pedir al Señor y, especialmente a María, que nos regale el gran don de la paz con nosotros mismos. La persona que está en paz consigo misma, irradia paz. Y, en el mundo, en la política, en la iglesia, en la familia y en todos los ámbitos, hoy más que nunca, son necesarias personas que estén primero en armonía y en paz consigo mismas.
En este primer día del año pidamos a la Reina de la Paz, a Santa María Madre de Dios, que no nos conformemos con ser pacíficos. Que trabajemos, además, por conseguir esa conciliación que es garantía de derechos y de vida, de futuro y de alegría. ¿Para qué un nuevo año si, del viejo año, seguimos arrastrando las antiguas guerras? Intentemos, de verdad, allá donde nos movamos –como decía San Francisco de Asís– ser instrumentos de paz, de perdón, de fe y de tantos valores que no están de vigentes, ni en la educación para la ciudadanía ni en otros tantos modales de muchos ciudadanos de a pie.

Que Santa María, la Madre de Dios, la que vivió con paz y en paz toda su existencia, nos acompañe en este peregrinar de 12 meses.


© Padre Javier Leoz

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 2 DE ENERO 2017


¿Quién eres Tú para mí, Señor?
Juan 1, 19-28. Feria del tiempo de Navidad. Ciclo A.



Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te doy gracias, Señor, por permitirme estar de nuevo delante de Ti. Sé que Tú también deseabas ardientemente que viniera a compartir contigo este rato de intimidad. Señor, enséñame a orar como enseñaste a los apóstoles. Dame la gracia de vivir siempre unido a Ti y no permitas que nada ni nadie rompa mi amistad contigo. Aumenta mi fe y mi confianza en Ti y ayúdame a amarte cada día más y mejor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 1, 19-28
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
Él reconoció y no negó quien era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías".  De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?".  Él les respondió: "No lo soy". "¿Eres el Profeta?".  Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?". Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Enderecen el camino del Señor', como anunció el profeta Isaías".
Los enviados que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si  no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".  Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias". Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Todavía en este período de navidad la liturgia me invita a seguir meditando en tu Encarnación. En el pasaje de hoy me lanzas una pregunta: ¿quién eres Tú? Ésta es también la pregunta sobre la que te propongo centrar este rato de encuentro contigo.
Señor, hoy de nuevo te pregunto quién eres. ¿Quién eres Tú, Jesús? ¿Quién ese niño que contemplo pobre, tiritando de frío, con las manitas juntas, durmiendo acostado en un pesebre? ¿Quién es ese hombre sangrado, malherido, agonizante que miro a diario colgado de una cruz? ¿Quién es esa persona oculta pero real, que me acompaña hasta el fin del mundo en la Eucaristía? ¿Quién eres Señor? ¿Quién eres que obras de esta manera? Porque descubriendo tu actuar, puedo descubrir quién eres.
Pero puedo hacerte más directa la pregunta: ¿quién eres Tú para mí, Señor? Puede ser que seas sólo una idea bonita, una teoría, un simple conocimiento de una doctrina, un personaje histórico como otro. Necesito saber quién eres Tú en mi vida, qué lugar ocupas.
Hoy te puedo contemplar como una persona. Tú, Jesús, eres una persona viva y real. Una persona presente en mi vida, que conoce mi realidad, mi situación; que me acompaña y sobre todo que me ama. Te descubro persona en Belén, en el Calvario y en la Eucaristía.
Dame la gracia, Señor, de ser como Juan el Bautista un portador de la Buena Nueva al mundo. Un testigo veraz de tu existencia y tu poder. Un apóstol que sea capaz de dar la vida, no por una idea, un pensamiento, un mito, un personaje histórico del pasado, sino por una persona, una persona que me ama sin medida y a la que quiero corresponderle.
«Si miramos a nuestro alrededor, nos encontramos con personas que estarían disponibles para iniciar o reiniciar un camino de fe, si se encontrasen con cristianos enamorados de Jesús. ¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros esos cristianos? Os dejo esta pregunta: «¿De verdad estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación?». Y, si estoy enamorado, debo darlo a conocer. Pero tenemos que ser valientes: bajar las montañas del orgullo y la rivalidad, llenar barrancos excavados por la indiferencia y la apatía, enderezar los caminos de nuestras perezas y de nuestros compromisos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy hablaré de Cristo a alguna persona durante el día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO EN LA SOLEMNIDAD DE MARÍA MADRE DE DIOS


La emotiva oración del Papa Francisco en la Solemnidad de María Madre de Dios 2017
Por Walter Sánchez Silva
 Foto: Martha Calderón (ACI Prensa)



VATICANO, 01 Ene. 17 / 08:10 am (ACI).- En sus palabras antes del rezo del ángelus este domingo 1 de enero de 2017 en la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Francisco también incluyó una bella y emotiva oración a la Virgen.


A continuación la oración completa del Santo Padre:

Gracias, oh Santa Madre del Hijo de Dios, Jesús, ¡Santa Madre de Dios!
Gracias por tu humildad que ha atraído la mirada de Dios;
gracias por la fe con la que has acogido su Palabra;
gracias por el coraje con el que has dicho “aquí me tienes”,
olvidándote de ti, fascinada por el Amor Santo,
hecha toda una con su esperanza.
Gracias, ¡oh Santa Madre de Dios!
ruega por nosotros, peregrinos en el tiempo;
ayúdanos a caminar por el camino de la paz.
Amén.

PROPÓSITOS PARA EL AÑO NUEVO


Propósitos para el Año Nuevo
Ofrecemos una lista de 12 propuestas que pueden ayudarte a definir tus propósitos para el año que comienza.


Por: Mauricio I. Pérez | Fuente: www.semillasparalavida.com 




Es costumbre al fenecer el año, revisar nuestra vida y plantearnos metas y propósitos para el Año Nuevo. Muchos se esfuerzan por realmente cumplir y vivir según los propósitos trazados. Otros tantos -los más- suelen quedarse en el camino. Sus buenos propósitos se quedaron tan solo en buenas intenciones. Pero alguien dice por ahí -y quizás diga bien- que de buenas intenciones, está empedrado el camino del infierno.

Los hijos de Dios debemos ser hombres y mujeres de palabra. Jesús nos enseñó a decir “Sí” cuando sea sí, y a decir “No” cuando sea no. En esta línea, es preciso al definir nuestros propósitos para el año que comienza, tomárnoslos en serio. Y hacer de ellos un verdadero compromiso.

Hay quienes optan por plantearse propósitos materiales: nuevo auto, el viaje jamás realizado, una casa más grande, un mayor sueldo. Esto está bien si es que estos objetivos no se definen como una mera meta -lo cual sería simplemente materialista- sino más bien como medios para algo más importante, como dar un mayor bienestar a la familia.

Unos más, prefieren definir propósitos que les ayuden a ser mejores personas. En esta línea, lectora, lector querido, quisiera compartir contigo una lista de 12 propósitos que pueden ayudarnos a ser sobre todo, mejores cristianos. Se trata de hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras. También de asumir ciertas actitudes y dejar de lado otras tantas.

1. Acercarnos más a Dios. Es innegable que de esto se desprende todo lo demás. Incluso el éxito al lograr cumplir con el resto de nuestros objetivos depende en gran medida de la cercanía a Dios. Pues sin Cristo, nada podemos hacer. Es importante aumentar nuestro tiempo de oración y participar de manera más consciente en los sacramentos. También bendecir siempre nuestros alimentos sea quien sea nuestro comensal.

2. Confiar más en Dios. Muchos se frustran porque Dios no les habla. ¿Quieres escuchar a Dios? Abre tu empolvada Biblia y léela. Te garantizo que si lo haces con la frecuencia debida -es decir, diario- escucharas de Dios las palabras que necesitas. No le exijas ni demandes favores, pídele todo pidiendo siempre que se haga su voluntad, pues Él sabe cuándo, cómo y en qué medida. Y al tener frente a ti las oportunidades que necesitas, acéptalas. Deja de cuestionar cada oportunidad, quedarte inmóvil y dejar de actuar. Dios te ayuda, pero necesita de tu parte. Dios te inspira, pero necesita de tu inteligencia. Dios te cuida, pero necesita tu confianza. Este año confía más en Dios, acepta lo que te envía y actúa en consecuencia.

3. Dejar de Murmurar y de ver la Paja en Ojo Ajeno. Es increíble lo rápida que es nuestra lengua para desatarse y correr cual caballo desbocado en contra de alguien más. Y lo peor es que muchas veces murmuramos en contra de alguien según nosotros en aras de la justicia divina: porque éste peca mucho, porque ésta gasta mucho dinero, porque este otro es muy sucio y descuidado, porque esta otra es una chismosa, porque este va a misa pero se pelea con todos al salir y entrar en su automóvil, porque esta otra también va a misa pero se queda dormida… La lista es inacabable. ¿Qué tal como propósito de este año dejar de murmurar y mejor mirar a nuestro interior cada vez que algo nos parece mal? Porque es un hecho irrefutable que casi siempre que nos disgusta algo que vemos que otro hace, ¡es porque en el fondo nos disguta que nosotros hacemos lo mismo! Por eso advertía Jesús que es fácil ver paja en el ojo ajeno y no la viga que se lleva en el propio. Hagámonos el propósito de que al sentir la tentación de murmurar, cerrar la boca, ver a nuestro interior y en justicia decidir qué actitud debemos nosotros mismos cambiar, qué debemos dejar de hacer o que debemos comenzar a hacer.

4. Ser Portadores de Ayuda y Generadores de Cambio. Es fácil criticar lo que no nos gusta. Pero eso rara vez sirve de algo. A lo largo de este año, hagámonos el firme propósito de que cada vez que algo nos parezca malo, pensemos cómo ayudar para corregirlo o cambiarlo y actuemos en consecuencia. Si nada podemos hacer, mejor no estorbemos. Igualmente, seamos solícitos para ayudar a todo aquél que lo necesita.

5. Dejar de Ofendernos por Todo y de Pelear contra Todos. Jesús declaró bienaventurados a los mansos, porque heredarán la tierra. La mansedumbre es una virtud que nos ayuda a dejar de lado la violencia. Cuántas personas se ofenden por la forma en que los saluda el empleado de una tienda. Cuántos más se indignan porque el mesero no los vio al pasar frente a ellos. Cuántos estallan porque el conductor de adelante no va más de prisa. Cuántos se encolerizan porque su hija no guardó el cepillo y el espejo. Y en consecuencia agreden, gritan, insultan, ofenden, se vengan, toman represalias y lo peor, ¡se amargan la vida y se la amargan a los demás! “¡¿Y cómo no me voy a enojar?!” es su típica justificación. Pero esa actitud no es digna de un hijo de Dios. Este año hagámonos el propósito de evitar pleitos y riñas. Desarrollemos mejor la virtud de la mansedumbre. Además de vivir en paz con los demás, seremos bienaventurados y heredaremos la tierra que el Señor nos tiene prometida.

6. Desarrollar la Pulcritud. Esto a muchos les cuesta trabajo. Pero es necesario reconocer que no podemos comprender el concepto de un “alma limpia” si no somos capaces de vestir una camisa limpia. El desaliño no es virtud, es por el contrario, un vicio terrible. No hay que confundir no ser vanidosos con ser sucios y desaliñados. Ir despeinados, con la ropa sucia y arrugada no es propio de un hijo de Dios. Porque nuestro cuerpo es un templo vivo del Espíritu Santo. Y ese templo debe siempre ser digno, tanto en su interior como en su exterior.

7. Ser más Laboriosos. Sobre todo a los laicos, Dios nos ha confiado el orden de la creación. Debemos trabajar para hacer del mundo que Dios nos ha regalado, uno mejor. Debemos también trabajar para crecer como personas, en talento y dignidad. Para el hijo de Dios, es inaceptable el trabajo a medias, entregado tarde o mal hecho. El hijo de Dios debe poner su sello en todas sus obras. Este año propongámonos hacer nuestro trabajo con pasión y calidad, recordando siempre cuando Dios puso en manos de Adán el Paraíso que había creado.

8. Ser Limpios de Corazón. Jesús prometió que los limpios de corazón verán a Dios. Sin embargo, los programas de TV cada vez más vulgares, las conversaciones con amigos y compañeros de trabajo cargados de palabras soeces, los chistes en doble sentido son fuertes barreras para mantener limpio el corazón. Este año que comienza, comprometámonos a mantener una diversión sana, conversaciones en la línea del respeto y un humor blanco que siempre divierte sin ofender ni contrariar a nadie más.

9. Dar Más Tiempo a Nuestra Familia. Bien que lo sabemos. Pero bien que fingimos excusas para no cumplirlo. Necesitamos trabajar mil horas extras para pagar más horas de guardería y más maestros privados y más cursos de qué se yo para que nuestros hijos estén en un lugar seguro para poder trabajar más para tener más dinero para pagar más guarderías, maestros privados y cursos mientras trabajamos más… El ridículo torbellino que termina por destruir las familias mientras alguien escala peldaños y amasa fortunas. Basta ya. Este año fijemos bien nuestras prioridades: Dios, familia y trabajo. En ese orden. El resto, Dios nos lo dará por añadidura.

10. Disfrutar más la Vida que Dios nos Da. Ya basta de quejarnos de todo. Es suficiente de encontrarle peros a todo. Es hora de dejar de encontrarle a todo su lado malo. Acepta por el contrario con gozo todo lo que Dios te da, agradécelo y alaba al Señor por su bondad.
Encuentra la mano de Dios en todo lo que tienes. Mira a cuántos más les hace falta. Alaba a Dios por cada mañana, por la frescura del agua que corre en la ducha, por el desayuno que te da energía, por el sol que te calienta. Alábalo por la taza de café que te devuelve el buen ánimo, por la galleta dulce que lo acompaña, por quien te hace compañía mientras la bebes. Disfruta al “perder el tiempo” con tus hijos, pues son una de las mayores bendiciones que Dios te ha dado. Disfruta tus ratos de enfermedad, pues te dan tiempo para leer aquél libro pendiente y hasta para acercarte más a Dios. Que este sea uno de nuestros propósitos más firmes para este año. Pues así viviremos en paz, llenos de gozo y siendo infinitamente agradecidos a nuestro Dios.

11. Bajar de Peso. ¿Y por qué no? Este casi siempre es un propósito de Año Nuevo de casi todas las personas adultas. Y curiosamente, es el propósito menos cumplido. Sin embargo, para los hijos de Dios resulta importante porque bajar de peso va más allá que una cuestión de vanidad corporal. El exceso de peso en gran parte se debe al pecado capital de la gula. Y bajo esa óptica es que los cristianos debemos afrontar esta situación. Los pecados capitales se llaman así porque de ellos se desprenden muchos más hasta poner fuertemente en riesgo la integridad de la persona. Quien come demás, desarrolla usualmente otro pecado: la pereza, manifestada en la falta de ejercicio. El exceso al comer suele acompañarse en excesos al beber. Y tras las comidas, al fumar. La cadena puede no tener fin y los riesgos para la salud corporal e innegablemente para la salud del espíritu son muchos. Hagámonos pues el propósito para este año, de declara la guerra a la gula que nos ha esclavizado. Dejar atrás este pecado y mejorar la salud del cuerpo que Dios nos ha dado.

12. Ser Portadores de la Bendición de Dios. Las personas que necesitan de la bendición de Dios no precisan de un momento de éxtasis en que Jesús o la Virgen se les manifiesten y con su mano en la frente los bendigan. Necesitan más bien de cariño, de alguien que los escuche, de alguien que los ayude, de alguien que les dé trabajo, de alguien que les dé pan. Siendo hijos de Dios, hagámonos el propósito este año de ser portadores de las bendiciones de Dios para los demás: con nuestro tiempo, con nuestra ayuda, con nuestras manos, con nuestros labios y con nuestros bienes materiales.

Deseo que esta lista te ayude a definir tus propósitos para el año que comienza. Que Dios te bendiga y sostenga con su mano providente, bendiga todos tus sueños y te ayude a alcanzar cada una de tus metas.

¡Apasiónate por Nuestra Fe!

TE DESEO UN FELIZ AÑO


Te deseo un año feliz



Al comenzar un nuevo año te deseo doce meses de crecimiento. La superación personal comienza con el conocimiento de ti mismo: tus fortalezas y tus debilidades. Sé sincero contigo mismo, no confundas lo que te gustaría ser, con lo que realmente eres. Crecer supone repetición de actos en la dirección correcta. Colabora con tu voluntad y esfuerzo. Dios ayuda al valiente.

Te deseo que este año tengas suficiente felicidad para mantenerte dulce; suficientes problemas para mantenerte fuerte; suficientes penas para mantenerte humano; suficiente esperanza para mantenerte feliz; suficientes fracasos para mantenerte humilde; suficientes éxitos para mantenerte sereno; suficientes amigos para recibir consuelo; suficientes entradas para cubrir tus necesidades; suficiente entusiasmo para enfrentar las dificultades; suficiente confianza en ti mismo para no caer en depresiones; suficiente determinación y valor para hacer que este año sea el mejor de tu vida.

Tu crecimiento personal depende de los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de éstos es la actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondadosa bendición.


* Enviado por el P. Natalio

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, 1 DE ENERO


¡Feliz Solemnidad de María, Madre de Dios!
1 de enero


(ACI).- Un nuevo año comienza y la Iglesia, cada 1 de enero, lo inicia celebrando la Solemnidad de “María, Madre de Dios” para pedir la protección de aquella que tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador. Conoce aquí cómo es que surge este título en honor a la Virgen y lo que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.

La Fiesta de “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la más antigua que se conoce en Occidente. En las Catacumbas o antiquísimos subterráneos de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Santa Misa, se encuentran pinturas con esta inscripción.


Según un antiguo testimonio escrito en el siglo III, los cristianos de Egipto se dirigían a María con la siguiente oración: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita" (Liturgia de las Horas).

En el Siglo IV el término Theotokos se usaba con frecuencia en Oriente y Occidente porque ya había entrado a formar parte del patrimonio de la fe de la Iglesia.

Sin embargo, en el siglo V, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”.

Nestorio había caído en un error debido a su dificultad para admitir la unidad de la persona de Cristo y su interpretación errónea de la distinción entre las dos naturalezas – divina y humana – presentes en Él.

Los obispos, por su parte, reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo. A su vez declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".

Luego, acompañados por el pueblo y portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, reflexionó sobre las objeciones planteadas por Nestorio para que se comprenda mejor el título “María, Madre de Dios”.

“La expresión Theotokos, que literalmente significa ‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina”, dijo el Pontífice.

“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”, añadió.

Asimismo, señaló que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.

Para terminar, es importante recordar que María no es sólo Madre de Dios, sino también nuestra porque así lo quiso Jesucristo en la cruz. Por ello, al comenzar el nuevo año, pidámosle a María que nos ayude a ser cada vez más como su Hijo.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 2 DE ENERO


Los cinco minutos de María
Enero 2


En las letanías invocamos a María como Reina de la paz y la misma celestial Señora nos ha prometido que la paz vendrá sobre el mundo si nos consagramos a su Inmaculado Corazón.

Desde el principio del año debemos comprometernos a vivir esa consagración al Inmaculado Corazón de María, haciendo que nuestra Señora sea la dueña de nuestra vida y ofreciendo cada mañana nuestras obras a su amor de Madre, simbolizado en su Inmaculado Corazón.

Todo lo haremos pidiendo su bendición maternal y todo lo haremos para agradarla y, por ella, agradar a Jesús.
María, que has visto consagrada tu morada por Dios, ayúdanos a vivir la consagración al señor que iniciamos con nuestro bautismo.


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 1 DE ENERO


Los cinco minutos de María 
Enero 1



En ninguna criatura se da tan perfectamente que Dios viviera en ella y que ella viviera en Dios como en María Santísima. Entre Dios y María hubo una estrechísima relación: Dios habitó en María en toda su plenitud, haciéndola su templo sagrado, y María vivió en Dios, entregada a la total realización de sus planes.
No nos olvidemos, y no dejemos a un lado, los planes de Dios sobre nosotros. Iniciemos el año poniéndonos a su disposición.
María, que recibiste la bendición y la misericordia de Dios, nuestro Salvador, ayúdanos a estar abiertos a Dios y a su amor en nuestra vida.


* P. Alfonso Milagro