Todo con amor
La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.
Es bueno hacer lo que Dios quiere; pero quizá sea mejor, y cueste más, querer lo que Dios hace. Y todavía puedes dar otro paso adelante: querer lo que Dios hace, pero quiérelo con amor; porque lo que en la vida se hace sin amor, vale muy poco; en cambio, lo que se hace con amor, vale más que el oro.. Entre un ramo de flores que te tiran a la cara, o el capullito que te ofrecen con cariño, con razón tú preferirás lo segundo. Si las cosas de tu vida las realizas con amor y por amor, nadie te preguntará qué es lo que has hecho, sino más bien se fijarán en el amor con que lo has hecho. Nadie te preguntará; tampoco Dios, que no se fija tanto en lo que hacemos cuanto en el amor con que lo hacemos. Ama: ésta es la ley, el consejo, la meta, todo.
El amor auténtico se manifiesta en servir, ayudar, proteger. “Obras son amores, y no buenas razones”, dice el refrán español. Bajar a lo concreto, aterrizar en la realidad de la vida, es el signo del amor maduro. Evidentemente esto requiere sacrificio, entrega y olvido de ti mismo.
* Enviado por el P. Natalio
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