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sábado, 21 de mayo de 2016

DOCE CLAVES SOBRE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


12 claves para comprender el dogma de la Santísima Trinidad



 (ACI).- Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, misterio central de la fe cristiana. Aquí te presentamos 12 datos importantes que debes saber al respecto:

1. La palabra Trinidad nace del latín

Proviene de la palabra latina “trinitas”, que significa “tres” y “triada”. El equivalente en griego es “triados”.

2. Fue utilizada por primera vez por Teófilo de Antioquía

El primer uso reconocido del término fue el dado por Teófilo de Antioquía alrededor del año 170 para expresar la unión de las tres divinas personas en Dios. 

En los tres primeros días que preceden a la creación del sol y de la luna, el Obispo ve imágenes de la Trinidad: “Los tres días que preceden a la creación de los cuerpos luminosos son símbolos de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría”. (Para Autólicus 2:15)

3. Trinidad significa un solo Dios y tres personas distintas

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (CCIC) lo explica así: “La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente distintas entre sí, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo, el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo”. (CCIC, 48)

4. La Trinidad es el misterio central de la fe cristiana

Sí, y el Compendio lo explica de esta forma: “El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (CCIC, 44)

5. La Iglesia definió de forma infalible el dogma de la Santísima Trinidad

El dogma de la Trinidad se definió en dos etapas, en el primer Concilio de Nicea (325 D.C.) y el primer Concilio de Constantinopla (381 D.C.).


En el Concilio de Nicea se definió la divinidad del Hijo y se escribió la parte del Credo que se ocupa de Él. Este concilio fue convocado para hacer frente a la herejía arriana, que afirmaba que el Hijo era un ser sobrenatural pero no Dios.

En el Concilio de Constantinopla se definió la divinidad del Espíritu Santo. Este concilio combatió una herejía conocida como macedonianismo (porque sus defensores eran de Macedonia), que negaba la divinidad del Espíritu Santo.

6. La Trinidad se sustenta en la revelación divina dejada por Cristo

La Trinidad solo puede probarse a través de la revelación divina que Jesús nos trajo. No se puede demostrar por la razón natural o únicamente desde el Antiguo Testamento. El CCIC explica:

“Dios ha dejado huellas de su ser trinitario en la creación y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón humana e incluso a la fe de Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos los demás misterios”. (CCIC, 45).

Aunque el vocabulario utilizado para expresar la doctrina de la Trinidad tomó tiempo para desarrollarse, se puede demostrar los distintos aspectos de esta doctrina con las Sagradas Escrituras.

7. La Biblia enseña que existe un solo Dios

El hecho de que solo hay un Dios se puso de manifiesto en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el libro de Isaías dice:

"Ustedes son mis testigos, dice Yahvé, y son mi servidor, que he elegido; sépanlo, pues, y crean en mí, y comprendan que Yo Soy. Ningún Dios fue formado antes de mí, y ningún otro existirá después”. (Is. 43:10)

“Así habla el rey de Israel y su redentor, Yahvé de los Ejércitos: ‘Yo soy el primero y el último; no hay otro Dios fuera de mí’. (Is. 44: 6).

8. El Padre es proclamado como Dios numerosas veces en el Nuevo Testamento

Por ejemplo, en las epístolas de San Pablo se narra lo siguiente: “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación (…)”. (II Cor. 1: 3).

“Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos. (Ef. 4: 5-6)

9. La Biblia también demuestra que el Hijo es Dios

Esto es proclamado en varias partes del Nuevo Testamento, incluyendo al comienzo del Evangelio de San Juan:

“En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios (…) Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad”. (Jn. 1: 1, 14)

También:

“Después dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree’. Tomás exclamó: ‘Tú eres mi Señor y mi Dios’”. (Jn. 20: 27-28)

10. El Espíritu Santo es Dios y así lo afirman las Escrituras

En el libro de Hechos, el Espíritu Santo es retratado como una persona divina que habla y que a la que no se le puede mentir:

“Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: ‘Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado’”. (Hechos 13: 2)

“Pedro le dijo: ‘Ananías, ¿por qué has dejado que Satanás se apoderara de tu corazón? Te has guardado una parte del dinero; ¿por qué intentas engañar al Espíritu Santo? Podías guardar tu propiedad y, si la vendías, podías también quedarte con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios’”. (Hechos 5: 3-4)

11. La distinción de tres Personas divinas se demuestra con la Biblia

La distinción de las Personas se puede demostrar, por ejemplo, en el hecho de que Jesús habla a su padre. Esto no tendría sentido si fueran una y la misma persona.

“En aquella ocasión Jesús exclamó: ‘Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer”. (Mt. 11: 25-27).

El hecho de que Jesús no es la misma persona que el Espíritu Santo se revela cuando Jesús -que ha estado funcionando como Paráclito (en griego, Parakletos) de los discípulos- dice que va a orar al Padre y el Padre les dará “otro Paráclito", que es el Espíritu Santo. Esto demuestra la distinción de las tres Personas: Jesús que ora; el Padre que envía; y el Espíritu que viene:

“y yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté con ustedes para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero ustedes lo conocen, porque mora con ustedes”. (Jn. 14: 16-17)

12. El Hijo procede del Padre y el Espíritu procede del Padre y del Hijo

“Es ciertamente de fe que el Hijo procede del Padre por una verdadera generación. Según el Credo Niceno-Constantinopolitano, Él es “engendrado antes de todos los siglos". Pero la procesión de una Persona Divina, como el término del acto por el cual Dios conoce su propia naturaleza, es propiamente llamada generación” (Enciclopedia Católica).

El hecho de que el Hijo es generado por el Padre está indicado por los nombres de esas Personas. La segunda persona de la Trinidad no sería un Hijo si no hubiera sido generado por la primera persona de la Trinidad.

El hecho de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo se refleja en otra declaración de Jesús:

“Cuando venga el Paráclito que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí”. (Jn. 15: 26)

Esto representa al Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo ("que yo os enviaré"). Las funciones exteriores de las Personas de la Trinidad reflejan sus relaciones mutuas entre sí. También puede decirse que el Espíritu Santo procede del Padre por medio del Hijo.




Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.

POR QUÉ TANTO LUJO EN ALGUNAS PRIMERAS COMUNIONES?


¿Por qué tanto lujo en algunas primeras comuniones?
¿Es que los niños han de parecerse a príncipes y princesas?



Por: Salvador Aragonés | Fuente: El ojo crítico Forum Libertas 




Artículo original de http://www.forumlibertas.com/
El mes de mayo es el tiempo de las primeras comuniones, en las que tantos miles y miles de niños de todo el mundo se acercan a recibir por vez primera a Jesús en la Eucaristía, presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Estos niños y niñas, con sus almas sencillas y tiernas se preparan para recibir el mismo Dios por ese milagro permanente que es la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, que padeció y murió por nosotros en la Cruz y después resucitó. Es el mismo Jesús hijo de María, quien en unión con el Padre y el Espíritu Santo, está escondido en la Sagrada Hostia.
Los niños, cuando se les ha explicado, entienden muy bien la presencia real de Cristo en la Eucaristía, porque tienen el alma entera abierta al Creador, y porque la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, cuida de estos niños con un mimo especial, con ternura.
Sin embargo, en algunos lugares, o mejor dicho en algunas familias, confunden esta realidad espiritual de los niños con unas fiestas que alteran el significado de la primera Comunión sin la necesaria austeridad y el recogimiento espiritual del niño o de la niña que recibe por vez primera el Cuerpo de Jesús.


Hace unos días me comentó un amigo que se quedó sorprendido cuando un pariente suyo le invitó a la primera Comunión de su hija Isabel. Según su testimonio, la familia de la niña –los padres—habían invitado a unas 70 personas entre parientes y amigos. Tras la Comunión debía celebrarse un banquete  en un conocido restaurante, con tanto de entremeses, primer plato, segundo, postre, tarta y regalitos, que venía a costar unos 80 euros el cubierto. O sea 5.600 euros solo la comida. Luego había copas y baile. O sea como un banquete de bodas. ¡Había también una lista de regalos!
Esto no era todo. Querían vestir a la niña de blanco, con velo y vestido largo de tul, casi como si fuera una princesa, o una novia. Un peinado especial –que dijo que le favorecía porque tenía el cabello largo—unos zapatos blancos de diseño, una corona especial y varios complementos. Era prácticamente una novia de 11 años.
Mi amigo estaba preocupado, tanto que quiso hablar en serio con su pariente y decirle que aquello era un disparate. La niña Isabel, dijo mi amigo, estaba más pendiente de la fiesta, de los regalos que recibía, del peinado, del vestido, del maquillaje, que de lo realmente importante: recibir por vez primera a Jesús en el Sacramento de la Eucaristía.
El padre de la niña le sorprendió el comentario de su pariente, mi amigo, pues era su única hija y no le importaba “tirar la casa por la ventana”. Además, dijo el padre de Isabel, todo está reservado, hemos dado paga y señal y no hay vuelta atrás.
Esta situación me hizo pensar que hoy todavía hay padres que confunden una primera Comunión con un festín por todo lo alto, desdibujando de este modo la necesaria austeridad de una fiesta que tiene que ser más íntima, aunque festiva, para el niño o niña que hace la primera Comunión.
Y pensé: ¿vale la pena gastarse tanto dinero en una primera Comunión? ¿No estamos desfigurando lo que es principal y prioritario? No falta quienes incluso quieren transformar en un acto social de “prestigio” la primera Comunión de su hijo/a. Incluso hay padres que quieren emular el “standing” de otros y se endeudan. O lo que ya circula hoy: los padres no creyentes o de otra religión, empujados por sus hijos o por el ambiente, quieren celebrar “comuniones civiles”, poniendo a la niña de largo y organizando una fiesta parecida sin pasar por la parroquia.
Todo ello lleva a diluir el sentido religioso profundo de la fiesta de la primera Comunión. No faltarán tampoco problemas cuando un padre divorciado está de nuevo casado con otra mujer, y quiere recibir la comunión con su hijo/a.
¿Qué dice el papa Francisco en estos casos? Hay que discernir, informar bien, comprender, pero sin ceder en lo que es esencial en el Sacramento de la Eucaristía y sobre quién lo puede recibir y cuáles son las condiciones que establece la Iglesia. Las fiestas excesivas no son buenas. El lujo y el boato no encajan con la Eucaristía. Cuando se da toda la información con la caridad necesaria, y cuando hay comprensión, los problemas se evaporan.
Hoy se comenta poco, pero conviene insistir que para comulgar los fieles deben cumplir ciertas condiciones, como estar en gracia y haberse confesado de sus pecados. Y hablando uno a uno con claridad y caridad todo se soluciona.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: SÁBADO 21 DE MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Mayo 21



Tomar a cargo la felicidad de otro es el primer movimiento y la primera exigencia del verdadero amor; y es que el amor no se fija en sí, sino que se fija en la persona amada.

Luego, siempre que te busques a ti mismo en primera línea, no amas con auténtico amor, siempre que prefieras tu propia satisfacción o utilidad a la satisfacción y tranquilidad de los otros, no amas de verdad.

Es decir, no amas a los otros, te amas a ti mismo; pero como amarse a sí mismo en detrimento de los otros es destruirse a sí mismo, y eso no es amarse, solamente te amarás a ti mismo cuando ames de veras a los otros, cuando te entregues por los otros, cuando te preocupes por los otros, cuanto te sacrifiques a ti mismo por los otros.

No te olvides: para que el amor sea verdadero, ha de ser total, único y entregado. Cuando uno se sirve de otro sin una perspectiva de entrega profunda, es imposible el amor.

“Soporto estas pruebas por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna” (2 Tim 2,10). Rubén Darío escribió: “hemos de acordarnos que somos hermanos, hemos de acordarnos del dulce Pastor, que crucificado, lacerado, exánime, para sus verdugos imploró perdón”.


* P. Alfonso Milagro