LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 13
Toda persona humana tiene los mismos derechos a la verdad y a la libertad; pero no son sujetos de libertad ni de derecho el error, el mal, el desorden ni la anarquía.
En consecuencia, la persona humana podrá usar de su libertad para bien suyo; pero nunca y bajo ningún concepto para dañar al prójimo, para producirse un mal.
No has de pensar que cuando se te impone alguna cosa, sea en el orden del entendimiento o de la voluntad, de las costumbres o de la vida, de las creencias o del afecto, con ello se coarta tu libertad. Todo lo contrario: sometiéndote voluntaria y conscientemente a ello se perfeccionará tu voluntad.
La libertad del entendimiento consiste en ser esclavo de la verdad, y la libertad de la voluntad en ser esclavo de la virtud. El acto de libertad más sublime es llevar a cabo el acuerdo y la armonía más perfecta posible entre su libertad personal y la voluntad de Dios.
“Es la persona humana la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad…” (GS 3). No caigamos ni en un materialismo crudo ni en un angelismo ingenuo: apuntemos más bien a un humanismo integral y cristiano.
* P. Alfonso Milagro
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