LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 17
Hay que saber dialogar con los que nos rodean; es muy triste no conocer otra cosa que el monólogo; y dialogar es saber escuchar y es ponerse en disposición de comulgar con el otro.
Hablar y escuchar son dos actos de idéntico valor humano, son en realidad un mismo acto.
Quien no sabe escuchar, ni siquiera hablará con plenitud: buceará, gritará, monologará. Pero nada de esto es positivo. Cuando no se sabe dejar hablar terminará uno escuchando sus propios gritos.
Solo los humildes son capaces de dialogar; sin un sincero espíritu de acogida, no es posible el diálogo; hay que acoger al prójimo llámese esposo, hijos, empleados, amigos, etc. para poder dialogar.
Hay silencios o monólogos que huelen a muerto: ha muerto el amor. Si hay amor surgirá el diálogo, pues el amor hace milagros. ¡Cuántos silencios hostiles entre esposos, hermanos, amigos... y cuánta carga de agresividad en esos silencios!
“La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios” (GS 19). Dios nos habla por la Sagrada Escritura y por medio de sus inspiraciones; nosotros le hablamos por medio de la oración.
* P. Alfonso Milagro
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