LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Abril 4
Razonamos con frecuencia; no tan frecuentemente tenemos razón; porque son dos cosas muy distintas razonar y tener razón.
Razonamos cuando discurrimos y defendemos nuestra posición, damos argumentos para hacer ver que nuestra actitud es la más correcta, la más conveniente, la única que debe imponerse. Éso es razonar: dar razones, presentar argumentos.
Pero no siempre que razonamos tenemos razón; porque a veces hasta nosotros mismos sospechamos que no tenemos razón y, sin embargo, seguimos en nuestra posición, la defendemos pese a todo.
¿Por qué será? ¿No habrá allí buena dosis de soberbia, de engreimiento, de orgullo que nos impide dar el brazo a torcer? ¿Y no empleamos entonces la razón en nuestras argumentaciones, precisamente para cohonestar una sinrazón?
Los argumentos siempre necesitan de la razón para ser verdaderos y honestos; la razón no siempre necesita de los argumentos, pues se impone por sí misma, por su misma fuerza, por el peso de la verdad.
“Los exhorto a vivir de una manera digna de la vocación que han recibido, con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, soportándose mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz” (Ef 4,1-2)
* P. Alfonso Milagro
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