El sentido de las reliquias cristianas
Las reliquias cristianas nos remiten a aquellos de quienes fueron o tuvieron contacto con ellas, y a través de ellos a Aquel a Quien siguieron, el Señor Jesús Resucitado.
Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Catholic.net
Las reliquias son frágiles signos que nos conectan con Dios.
Dios se nos hace presente, nos habla y actúa a través de la vida de los santos, testigos y seguidores suyos.
Y también sigue haciéndose presente, hablándonos y actuando a través de ellos después de su muerte terrenal.
Las reliquias de algún santo es una presencia particular de Dios en nuestras vidas a través de su actuación en la vida de él.
¿Cuál es la importancia de estas reliquias, cuál su significado, y qué relación tienen con nuestra vida?
La Iglesia, desde sus inicios, supo brindar especial cuidado a la veneración de los santos, tanto que sus mismas tumbas se convirtieron rápidamente en lugar de peregrinación.
Es que sus cuerpos habían recibido a Jesús Resucitado en la eucaristía, y habían tenido una presencia y experiencia especial de Él. Y así todo lo que entraba en contacto con ellos, principalmente sus vestidos.
La veneración a los santos y sus despojos no nos distraen, sino que más bien nos acercan a Jesús, del cual ellos estaban repletos.
Las reliquias son solo signos pobres y frágiles de lo que fueron sus cuerpos y pertenencias, y a través de estos signos tenues y pequeños Dios quiere manifestar su Presencia, su Poder y su Gloria.
Como narran los Hechos de los Apóstoles de los pañuelos y vestidos “que habían tocado el cuerpo de Pablo”, que curaban a los enfermos (Hch. 19, 12).
Él actúa a través de signos. De quien eran y los llevara había manifestado gran amor a Jesús. Jesús ahora manifiesta su amor a través de los signos de quien los poseyera y llevara manifestándole amor a Él.
Esas reliquias manifiestan también nuestra fe en la Resurrección: Esos pobres vestigios son los signos sensibles de la futura transfiguración corporal.
Y por las reliquias nos remontamos a aquel o aquella de quien fueron, y a través de él o ella a Aquel a Quien siguieron y amaron, el Señor Jesús, término de todos nuestros desvelos y afanes de felicidad, consuelo, prosperidad y dicha.
Es una de las maneras en que los santos y santas de Dios siguen evangelizando y estando sensiblemente entre nosotros, acompañándonos en nuestros caminar.
Manifiestan su cercanía y, a través de ella, la Presencia transfigurante de Jesús.
Nos recuerdan y enseñan que si ellos pudieron llevar una vida acorde con la Voluntad de Dios e inspirados por su Espíritu le supieron decir que sí, ¿por qué no vamos a poder hacerlo nosotros, que somos seres mortales, caducos y peregrinos igual que ellos?.
Sólo tenemos que tener la audacia de que, a pesar de nuestras limitaciones, nos abandonemos en los brazos del Padre y confiemos absolutamente en su bondad salvadora, tal como ellos lo hicieron y experimentaron.
Gustavo Daniel D´Apice
Profesor de Teología
Pontificia Universidad Católica
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