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martes, 23 de septiembre de 2014

LOS GRUPOS DE ORACIÓN DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA


Grupos de Oración del Padre Pío de Pietrelcina


“La oración es la mejor arma, es la llave que abre el corazón de Dios”. Aconsejó la oración insistente “ya que la insistencia pone de manifiesto la fe”. "Lo que falta a la humanidad” - repetía con frecuencia el Padre Pío- “es la oración”

El Padre Pío oró durante muchos años, por la mañana, al mediodía y al atardecer, con los miles de peregrinos que llegaban cada día al Santuario de Nuestra Señora de las Gracias, en San Giovanni Rotondo, y, para secundar las llamadas a la oración  del papa Pío XII, después de la Segunda Guerra Mundial, promovió, a partir del año 1947, los Grupos de Oración, que muy pronto se extendieron por todo el mundo y para los que celebró su última Misa y a los que impartió su última bendición el 22 de septiembre de 1968, pocas horas antes de su muerte y que  definió como:

La idea de los “Grupos de Oración” la mantuvo el Padre Pío como ayuda al mundo que sufre. Su corazón deseaba mucho más, al fundar los “Grupos de Oración” veía una corriente de oraciones, extendiéndose cada vez más y abrazando a tantos otros corazones,  que lograse aunar a todos los hermanos que sufren, a todo necesitado corporal.

A la muerte del Beato Padre Pío, en 1968 los Grupos eran 726, número que se ha multiplicado y a la fecha son cientos y miles de miembros en todo el mundo.


Juan Pablo II un dí­a después de la Beatificación del padre Pío dijo:

"En cuanto a los grupos de oración quiso que fueran faros de luz y de amor en el mundo. Deseaba que muchas almas se le asociaran en la oració: «Orad -decía-, orad al Señor conmigo, porque todo el mundo tiene necesidad de la oración. Y todos los días, cuando vuestro corazón más sienta la soledad de la vida, rogad, rogad junto con el Señor, porque también Dios necesita de nuestra oración». Su intención era crear un ejército de orantes, de personas que fueran "levadura" en el mundo con la fuerza de la oración. Y hoy toda la Iglesia le está agradecida por esta preciosa herencia".

Es por ello que los Capuchinos de México-Texas junto con un grupo de fieles queremos continuar esta obra que es el centro de su enseñanza, y así­, a través de los grupos de oración estemos unidos a toda la Iglesia para colaborar en la obra Redentora de Cristo.

El centro de nuestra espiritualidad quiere ser la misma que impulsó la vida del padre Pí­o: "Amor a Marí­a y a la Eucaristí­a para la Salvación del Mundo".

Actualmente ya existen algunos grupos de oración del padre Pí­o en México que siguen su propia dinámica, y a través de esta página queremos ir ofreciendo material de apoyo que pueda servir para un conocimiento más profundo de la vida del padre Pío y su espiritualidad.



EL LEGADO DEL PADRE PÍO:
LOS GRUPOS DE ORACIÓN

Los Grupos de Oración surgieron gracias a la intuición del Padre Pío de Pietrelcina, en vista de las necesidades espirituales de nuestra época. El propósito de ellos es cooperar en la realización del Reino de Dios, según las enseñanzas de Jesús, quien reiteradamente ha insistido en la necesidad de la Oración y nos ha indicado el modo. Los Grupos desean obrar obedeciendo a las repetidas invitaciones que, en tal sentido, han sido formuladas por los Sumos Pontífices y por la Jerarquía Eclesiástica, según la tradición expresada admirablemente por los Concilios Ecuménicos y especialmente por el Concilio Vaticano II.

Los Grupos se proponen seguir los principios generales de la espiritualidad franciscana del Padre Pío: Plena e incondicional adhesión a la doctrina de la Iglesia Católica, guiada por el Papa y por los Obispos. Obediencia al Papa y a los Obispos, cuyo portavoz, dentro del Grupo, es el Sacerdote Director Espiritual, nombrado por el Obispo.

Oración con la Iglesia, por la Iglesia y en la Iglesia, con la Participación activa en la vida litúrgica y sacramental, vivida como vértice de la íntima comunión con Dios. Reparación a través de la participación de los sufrimientos de Cristo, según las enseñanzas de San Pablo. Caridad activa e laboriosa en el alivio de los que sufren y de los necesitados, como actuación práctica de la caridad hacia Dios.

Los Grupos de Oración están constituidos por fieles que se proponen poner en práctica la invitación de Jesucristo a la oración, confirmada por los Sumos Pontífices; son establecidos en una Iglesia o en un oratorio por el Ordinario del lugar o, por lo menos, por él aprobados, y allí se reúnen periódicamente, bajo la guía del Director Espiritual, para rezar y para invitar a otras personas a la oración, en comunión con la Jerarquía Eclesiástica y de acuerdo con las orientaciones espirituales indicadas por el Padre Pío de Pietrelcina. Los miembros de los Grupos cuidarán con esmero la propia formación espiritual, asistiendo a las reuniones dedicadas a profundizar la doctrina católica y llevarán a cabo el apostolado promoviendo iniciativas particulares de evangelización, en plena adhesión y realización de la acción pastoral de la Iglesia particular y local.
Pueden ser miembros de los Grupos de Oración tanto los laicos como los sacerdotes y los religiosos.

A los Grupos de Oración se encomiendan las siguientes intenciones generales:
-La Iglesia, el Papa, los Obispos, las Vocaciones Eclesiásticas y Religiosas, la santificación del Clero, el fervor de la vida cristiana, la conversión de los pecadores y de los ateos, los enfermos, especialmente los incurables, los ancianos y otras intenciones relativas a las necesidades contingentes de la Iglesia y de la Sociedad.
-Los adherentes a los Grupos se dedicarán a la oración de reparación y, siguiendo la enseñanza del apóstol Pablo, ofrecerán sus sufrimientos participando de la Pasión de Cristo, Redentor del mundo.

-A fin de que las oraciones sean más gratas a Dios, los miembros de los Grupos de Oración efectuarán obras de penitencia y de reparación y tratarán de ser un ejemplo en la aceptación de los sufrimientos y de los sacrificios inherentes al propio estado y a la práctica sincera de la vida cristiana. En particular se dedicarán a las obras de caridad, especialmente con los enfermos, los ancianos y los segregados.

“Llegaré a la puerta del cielo, pero no entraré hasta que todos mis hijos espirituales no hayan entrado” dijo el Padre Pío. Si quieres ser su hijo espiritual, no tienes más que tomar su legado y hacerlo propio. El te estará esperando en las puertas del Cielo cuando llegues allí.

TESTIMONIO SOBRE LA BILOCACIÓN DE SAN PÍO DE PIETRELCINA


 Nuevo y Sorprendente testimonio 
sobre la "Bilocación" de San Pío de Pietrelcina


El libro "Padre Pio. La sua chiesa, i suoi luoghi, tra devozione storia e opere d´arte" contiene un inédito testimonio que confirma su don.

La santidad del sacerdote capuchino Francesco Forgione (nacido en Pietrelcina, Italia el año 1885) era una devota certeza para muchos fieles, antes de los “dones” que la historia y testigos consignan: estigmas, bilocaciones (estar en dos lugares al mismo tiempo), capacidad de leer las conciencias al confesar, mediar en oración para que Dios sanare a personas… Antes incluso que el santo Papa Juan Pablo II lo canonizara oficialmente el 16 de junio del año 2002 como san Pio de Pietrelcina y cuya fiesta la Iglesia celebra el 23 de septiembre.

Francesco fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Beneveto, y el 28 de julio de 1916 se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, el 23 de septiembre de 1968. Es allí donde se inicia el apostolado de Francesco (padre Pio) que toca el corazón de los pobres y enfermos… los del cuerpo y el alma, sus predilectos. Salvar almas era su norte y quizás por ello también el demonio le dedicó permanentes acosos que Dios permitió acorde al misterio salvífico que deseaba expresar a través de Padre Pío.

Cientos de libros, películas y sitios en internet dan cuenta de su vida y la acción de la gracia de Dios que por su mediación muchos alcanzan incluso en nuestros días. Por ello sus muchos se devotos se alegrarán con las revelaciones que contiene el libro Padre Pio. "La sua chiesa, i suoi luoghi, tra devozione storia e opere d’arte"... según señala en un reciente artículo el conocido vaticanista Andrea Tornielli.

El testigo que entrevistó al propio Padre Pío

En la obra dice Andrea T., está el relato de Angelo Battisti, director de la Casa Alivio del Sufrimiento y dactilógrafo de la Secretaría de Estado del Vaticano. Battisti fue uno de los testigos en el proceso de beatificación del santo religioso.

El Cardenal József Mindszenty, arzobispo de Esztergom, Primado y Regende de Hungría, fue encarcelado por las autoridades comunistas en diciembre de 1948 y condenado a prisión perpetua el año siguiente.

Fue falsamente acusado de conspirar contra el gobierno socialista. Pasó ocho años en la cárcel y en prisión domiciliar hasta ser liberado durante la revuelta popular de 1956, cuando se refugió en la delegación comercial de los Estados Unidos, en Budapest, hasta 1873, año en que Paulo VI impuso su salida y su renuncia a la arquidiócesis.

En aquellos años de prisión se habría dado la bilocación, que llevó al Padre Pio hasta la celda del Cardenal.

Batista describe como sigue en el referido libro la escena milagrosa:

“El capuchino estigmatizado, mientras se encontraba en San Giovanni Rotondo, fue a llevarle al Cardenal el pan y el vino destinados a transformarse en el cuerpo y sangre de Cristo. (…)."

“Es simbólico el número de registro del detenido impreso en su pijama de presidiario: 1956, año de la liberación del Cardenal."

“Como es sabido (cuenta Battisti) el cardenal Mindszenty fue preso, colocado en la cárcel y vigilado permanentemente. Con el pasar del tiempo, crecía fuertemente su deseo de poder celebrar la Santa Misa."

“Una mañana, se presentó delante de él el Padre Pio, con todo lo que él precisaba. El Cardenal celebra su misa y el Padre Pio le sirve (como acólito). Después conversaron y, al final, el Padre Pio desaparece con todo lo que había llevado."

“Un padre venido de Budapest me habló confidencialmente sobre el hecho, preguntando si yo podría obtener una confirmación del Padre Pio. Le dije que si yo hubiese preguntado una cosa de esas, el Padre Pio me habría expulsado a los rezongos."

Pero una noche de marzo de 1965, al final de una conversa, Battisti preguntó al capuchino estigmatizado:

- Padre, ¿el Cardenal Mindszenty lo reconoció a usted?
- Después de una primera reacción de irritación, el santo respondió:
- “Nosotros nos encontramos y conversamos, ¿y a ti te parece que no me habría reconocido?
Confirmando así la bilocación a la cárcel, que habría sucedido algunos años antes.

“Entonces (agrega Battisti) el Padre Pio se volvió triste y agregó: "El diablo es feo, pero lo habían dejado más feo que el diablo”, refiriéndose a los malos tratos que sufría. Lo que demuestra que el Padre Pio lo había socorrido desde el inicio de la prisión, porque no se puede concebir, humanamente hablando, cómo el Cardenal fue capaz de resistir a todo el sufrimiento a que fue sometido y que él describe en sus memorias.

El Padre Pio entonces concluyó: “Acuérdese de rezar por ese gran confesor de la Fe, que tanto sufrió por la Iglesia”.

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 23 DE SEPTIEMBRE DEL 2014


Autor: Comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro | Fuente: Catholic.net
Los parientes de Jesús
Lucas 8, 19-21. Tiempo Ordinario. Que nuestras obras demuestren que seguimos a Cristo.
 
Los parientes de Jesús
Los parientes de Jesús
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo fueron a buscar a Jesús su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».

Oración introductoria

Señor, ayúdame a escuchar tu Palabra y a ponerla en práctica, porque eso es lo único que realmente cuenta para la eternidad. María fue la primera en entender y vivir esta verdad, por eso, tomado de su mano, le suplico que me guíe en esta oración.

Petición

María, intercede ante Dios por mí; alcánzame la gracia de amar a Jesús con tanto amor como lo hiciste tú.

Meditación del Papa Francisco

Contemplamos a aquella que conoció y amó a Jesús como a ninguna otra criatura. El Evangelio muestra la actitud fundamental con la que María expresó su amor a Jesús: hacer la voluntad e Dios. "El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre". Con estas Palabras Jesús deja un mensaje importante: la voluntad de Dios es la ley suprema que establece la verdadera pertenencia a Él. Por ello María instaura un vínculo de parentesco con Jesús antes aún de darle a luz: se convierte en discípula y madre de su Hijo en el momento en que acoge las palabras del Ángel y dice: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Este “hágase” no es sólo aceptación, sino también apertura confiada al futuro. ¡Este "hágase" es esperanza! (S.S. Francisco, 21 de noviembre de 2013).

Reflexión

Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Esto nos recuerda otra sentencia: "No todo el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre..." O aquella otra: "Por sus obras lo conoceréis".

Y es que el seguimiento de Jesús hay que hacerlo desde la vida y la realidad de la fe. María, su familia, habían acompañado a Jesús en su crecimiento humano; ahora se les está invitando a dar el paso a la dimensión de la fe. Acompañar a Jesús en la tangibilidad de la carne, en cierto modo se hace fácil, pero adentrarse en su dimensión divina se vuelve todo un misterio difícil de asumir. Querer apresar a Jesús dentro de nuestros conceptos es la tentación de cada día, por eso la llamada constante a transcendernos, a vivir los valores del espíritu, a dejar a Dios ser Dios asumiendo con docilidad sus planes.

Propósito

Hacer hoy una oración especial por la unidad de todos los miembros de la Iglesia.

Diálogo con Cristo 

Oh, Dios, que a través de tu Hijo te has hecho Palabra encarnada, te pedimos quieras concedernos una mirada limpia para descubrirte en toda ocasión y así podamos disfrutar de la presencia de tu Rostro.

SAN PÍO DE PIETRELCINA, PRESBÍTERO CAPUCHINO, SEPTIEMBRE 23


Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org 
Padre Pío de Pietrelcina (Francisco Forgione), Santo
Presbítero Capuchino, Septiembre 23
 
 Padre Pío de Pietrelcina (Francisco Forgione), Santo
Un hombre de oración y sufrimiento

Martirologio Romano: San Pío de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados, terminando en este día su peregrinación terrena y configurándose con Cristo crucificado (1968)
"Siempre humíllense amorosamente ante Dios y ante los hombres. Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones."

San Giovanni Rotondo, Italia.

En un convento de la Hermandad de los Capuchinos, en la ladera del monte Gargano, vivió por muchísimos años el que probablemente fuera el Sacerdote Místico más destacado del siglo XX, a punto actualmente de ser declarado Santo por el Vaticano. El Padre Pío, nacido en Pietrelcina en 1887, fue un hombre rico en manifestaciones de su santidad. Enorme cantidad de milagros rodearon su vida, testimoniados por miles de personas que durante décadas concurrieron allí a confesarse. Sus Misas, a decir de los concurrentes, recordaban en forma vívida el Sacrificio y Muerte del Señor a través de la entrega con que el Padre Pío celebraba cada Eucaristía. 

Es notable su carisma de bilocación: la capacidad de estar presente en dos lugares al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia muchas veces. El Padre Pío raramente abandonó San Giovanni Rotondo; sin embargo se lo ha visto y testimoniado curando almas y cuerpos en diversos lugares del mundo en distintas épocas. También tenía el don de ver las almas: confesarse con el Padre Pío era desnudarse ante Dios, ya que él decía los pecados y relataba las conciencias a sus sorprendidos feligreses (a veces con gran dureza y enojo, ya que tenía un fuerte carácter, especialmente cuando se ofendía seriamente a Dios). Tenía también el don de la sanación (a través de sus manos Jesús curó a muchísima gente, tanto física como espiritualmente) y el don de la profecía (anticipó hechos que luego se cumplieron al pie de la letra).

Vivió rodeado de la Presencia de Jesús y María, pero también de Santos y Angeles, y de almas que buscaban su oración, para subir desde el Purgatorio al Cielo. Pero su gracia más grande radicó, sin duda alguna, en sus estigmas: en 1918 recibe las cinco Llagas de Cristo en sus manos, en sus pies y en su costado izquierdo. Estas llagas sangraron toda su vida, aproximadamente una taza de té por día, hasta su muerte ocurrida en 1968. Múltiples estudios médicos y científicos se realizaron sobre sus Estigmas, no encontrándose nunca explicación alguna a su presencia u origen.

Su sangre y cuerpo emanaban un aroma celestial, a flores diversas, que acariciaba no solo a los asistentes a sus Misas, sino también a quienes se encontraban con él en otras ciudades del mundo, a través de sus dones de bilocación. Vivió sufriendo ataques del demonio, tanto físicos como espirituales, que se multiplicaron a medida que las conversiones y la fe crecían a su alrededor.

En diciembre de 2001 el Vaticano emite el decreto que aprueba los milagros necesarios para canonizar a nuestro héroe, San Pío de Pietrelcina y fué canonizado el 16 de julio de 2002.

Vivimos en un mundo que niega lo sobrenatural, se aferra a lo material y a todo lo que pueda ser explicado a través de la razón, o percibido por los sentidos. Sin embargo, Dios prescinde de nuestra razón y de nuestros sentidos, a la hora de someternos a las pruebas de nuestra fe. De cuando en cuando nos prodiga con regalos del mundo sobrenatural, a través del testimonio y el acceso a la divinidad de los seres Celestiales. El Padre Pío es una puerta abierta a Cristo, a María, a los ángeles y los santos. Es también un testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia (la voluntad de Dios), sino simplemente a unir nuestra voluntad a la de Dios, y ser lisa y llanamente su instrumento, como el Padre Pío lo fue.

La vida entera del Padre Pío no puede ser explicada a través de la razón o la lógica humana. La fe y fuerza del Santo del Gargano dan por tierra con todas las escuelas filosóficas terrenales, dejando una sola salida a todo intento de crecimiento del hombre: el encuentro con el Dios eterno, el que nos mira desde lo alto y nos pide, por medio de Su infinita Misericordia, que nos entreguemos simplemente a Su Voluntad. La negación de nuestro yo (la muerte de nuestro ego), se constituye en la principal meta de nuestra evolución, porque SÓLO DIOS ES ! 

Debemos negarnos a nosotros mismos y vivir para y por Él. El Padre Pío vivió en la más absoluta humildad y negación de sí mismo, y miren los prodigios que Jesús hizo a través suyo ! 


CRISTO FUE EL HOMBRE MÁS FELIZ



Autor: Padre Sergio P. Larumbe, I.V.E. | Fuente: Catholic.net 
Cristo fue el hombre más feliz
Porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás.



Cristo fue el hombre más feliz

Quien no antepone nada al amor de Dios será la persona más dichosa, ya que en Dios está nuestra felicidad. La demostración de este principio está en que las cosas creadas no tienen la capacidad de colmar todas nuestras ansias y nuestras apetencias de infinito, que sólo Dios puede colmar, ya que solo Él es infinitamente perfecto, poderoso, bondadoso y lleno de atributos que serían innumerables y de nunca acabar.

Los santos fueron hombres alegres, y no se conocen santos que hayan sido frustrados, amargados o tristes, y el motivo es porque supieron no anteponer nada al amor de Dios.

Dice el salmista "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros? tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo".(Salmo 4,7-8) Por lo tanto, debemos afirmar que se aleja la felicidad del alma cuando se aleja el rostro de Dios de nosotros. Y ¿Cómo se aleja su rostro de nosotros? Cuando anteponemos otros amores al amor de Dios.

Por eso que la felicidad debe ser conquistada. La felicidad consiste en el Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Como dice la carta a los Gálatas, la alegría, es decir la felicidad, es fruto del Espíritu (Gal. 5,22) , y como tal debe ser conquistado con el amor a Dios sobre toda las cosas. Si miramos siempre a Dios en todo y en Él ponemos nuestro corazón, la luz de su rostro no se apartará de nosotros y su felicidad invadirá todo nuestro corazón.

Un alma triste es un alma que algo le esta negando a Dios, como el joven rico del evangelio, que tras al haber sido invitado a seguir a Cristo dejándolo todo no quiso porque tenia muchas riquezas y dice el evangelio que al oír esto, "se puso muy triste, porque era muy rico". (Lc. 18,23) 


Cristo el hombre más feliz

Siguiendo este principio, de que la felicidad depende de no negar nada a Dios, y no anteponer nada a su amor, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.

Cristo fue el hombre más feliz de todos porque su voluntad humana estaba en perfecta armonía con el plan divino. 

Nada interpuso al Plan de Dios, al Plan de “Su Padre Celestial” y por eso que no sólo en cuanto Dios, sino que también en cuanto hombre fue el más feliz de todos. 

Él mismo enseñaba a rezar a que se haga la voluntad de Dios por encima de todo: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo" (Mt. 6,9-10). Enseñaba que lo primero era hacer la voluntad de Dios: "No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt. 7,21). Y si enseñaba a cumplir la voluntad de Dios era porque él mismo la ponía por obra porque no enseñaba nada que antes no practicará él primero. De hecho se decía de Cristo que "les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas" (Mt. 7,29).

Por eso que no sólo enseña a que se haga la voluntad de Dios sino que él mismo busca cumplir esa voluntad y ese plan con su misma vida. Abundan las citas Bíblicas en donde se ve el deseo de Cristo de Cumplir con la Voluntad del Padre celestial: Estando en el huerto de los olivos, momentos previos a su prendimiento rezaba de esta manera: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). Se pueden ver también los paralelos a este evangelio. Cristo no antepone nada al plan de Dios, su voluntad humana está en perfecta armonía con el plan de salvación del Padre y por eso a pesar de sus sufrimientos, Cristo es el hombre más feliz. En el fondo de su corazón esconde su alegría.

Cristo vino para hacer la voluntad del Padre: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra."(Jn 4,34)) No vino para sí mismo sino para el Padre y por nosotros y toda su vida la gasta en esta misión sin mirarse a sí mismo. Y en otro pasaje dice "no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado" (Jn 5,30) . Siempre busca no anteponer nada al amor de Dios. También leemos en el mismo evangelio de Juan "porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día" (Jn 6,38-40) . La Obra de Cristo está centrada en Dios y en el prójimo, y Cristo la cumplió a la perfección, por lo que no podemos dudar de que en él hubo una gran alegría a pesar de sus sufrimientos. 

Cristo fue el hombre más feliz porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás.

Cuando Cristo se retiró a un lugar solitario y lo siguieron dice la escritura que "Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida» Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer»"(Mt 14,14-16) . Cristo venía ya haciendo muchas curaciones, y siempre se preocupaba de los demás, ahora podía preocuparse de si mismo, pero como se ve en el evangelio citado, Cristo se preocupa de la muchedumbre. En el mismo evangelio, un poco mas adelante Jesús dice a sus discípulos "Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino" (Mt 15,32). Hace tres días que están con Cristo. Él esta predicando, curando, haciendo el bien, y sigue preocupándose por los demás sin tenerse en cuenta a si mismo. Nada antepone al amor de Dios y al amor del prójimo.

Cristo es el hombre más feliz porque nada antepuso al amor de Dios haciéndose servidor de todos. 

Como él mismo lo dijo: "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos".(Mt 20,28) Y en el evangelio de Lucas nos dice: "Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lc 22,25-27).

Cristo es el hombre más feliz porque no le negó nada a su Padre dando su vida en rescate por el género humano cumpliendo con el plan de salvación. 

Así, él entrega su cuerpo y su sangre: "Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: « Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros". (Lc 22,19)

Él mismo entrega su vida: "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre."(Jn 10,17-18) Y al final de su vida dice: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu." (Lc 23,46)

Por estos motivos debemos decir, que aunque Cristo haya sufrido y Dios haya permitido que por momentos sintiese tristeza de muerte, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.