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martes, 17 de junio de 2014
¿QUÉ ES LA TRANSUBSTANCIACIÓN?
Autor: P. Carlos Miguel Buela, VE | Fuente: www.iveargentina.org ¿Qué es la Transubstanciación? | |||
Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación! | |||
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EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 18 DE JUNIO DEL 2014
Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net Rectitud de intención | |
Mateo 6, 1-6 16-18. Tiempo Ordinario. Hagamos las cosas por Dios y Él, que ve en lo secreto, nos recompensará. | |
Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Cuando des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve lo oculto, te premiará. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas, que demudan su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Oración introductoria Señor, vivir el mandamiento de tu amor es imposible sin tu gracia. Ilumina este momento de oración, porque amándote a Ti, con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, podré amar a los demás. Petición Padre bueno, dame la gracia de poder amar a los demás, como Tú me amas a mí. Meditación del Papa Francisco Se creen los sabios, que saben todo... Y se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen: el propio yo, mis ideas, mi comodidad... Hoy en día, todos nosotros. No es sólo una cosa histórica, aún hoy por el camino hay ídolos... Todos tenemos algún ídolo oculto en el interior. Podemos preguntarnos delante de Dios: ¿cuál es mi ídolo oculto?, ¡el cual le quita el lugar al Señor! [...] Jesús aconseja: no miren las apariencias, vayan directo a la verdad. El plato es plato, pero lo que es más importante es lo que está dentro del plato: la comida. Pero si eres vanidoso, si eres es un arribista, si eres un ambicioso, entonces eres una persona que siempre se jacta de sí mismo al cual le gusta presumir, porque piensas que eres perfecto; haz un poco de limosna y eso sanará tu hipocresía. Ese es el camino del Señor: es adorar a Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo. ¡Es tan simple, pero a la vez tan difícil! Esto solo se puede hacer con la gracia. Pidamos la gracia... (Cf. S.S. Francisco, 15 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta). . Reflexión Qué fácil es quedarse sólo con lo que nos muestran la televisión o los periódicos. Nos entra la fiebre de la fama. Deseamos que nos vean. Queremos ser famosos. Recibir halagos. Buscamos ser tomados en consideración. El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que Dios nos creó para ser felices, sirviéndole y amándole en esta vida, y así, luego, gozar de Él eternamente. Cuando contemplamos la vida de la Madre Teresa de Calcuta; cuando escuchamos las múltiples narraciones de cientos de misioneros que, día tras día, en el anonimato, en un país que ni siquiera sabemos ubicar en el mapa, consumen sus vidas al servicio de los más necesitados, nos preguntamos: ¿quiénes son los hombres realmente felices en este mundo? ¡Cuántas personas que, aparentemente lo tienen todo, son, las más de la veces, personas inmensamente tristes. Su vida no tiene sentido. Se trata sólo de una imagen, de una apariencia más o menos hermosa. Cuando Cristo nos pide que obremos el bien y que lo hagamos delante del Padre que ve en lo secreto, nos invita a buscar la verdadera felicidad. Esa felicidad que el "mundo" no nos puede dar. Ese ámbito del secreto, del oculto, se refiere a la conciencia. ¡Paz a vosotros! - dijo Cristo Resucitado a sus discípulos. Una paz que es serenidad interior. Paz que es armonía y amistad con Dios. Paz que es verdadera felicidad. No cabe duda de que, los hombres plenamente felices de este mundo, son los que, segundo tras segundo, dejan su vida, callada y amorosamente, para servir a sus hermanos. ¡Qué hermosa la mirada y la sonrisa del que vive delante de Dios y no de cara a los hombres! Si logramos ser fieles a la voz de Dios en nuestro interior, entonces realizaremos nuestro fin como creaturas: ser felices. "Para Ti nos hiciste Señor, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti" – decía San Agustín. Vayamos hacia Dios y Él, que ve en lo secreto, nos recompensará con creces y para siempre. Propósito Privarme de alguna comida o de un bien material, ofreciendo este sacrificio por quienes no tienen lo necesario para comer. Diálogo con Cristo Qué difícil, Señor, es confiar plenamente en tu divina Providencia. Por naturaleza me gusta el aplauso y el reconocimiento de los demás; frecuentemente convierto mi oración en un pliego de peticiones, o lo que es peor, en reclamos. No me gusta renunciar a algo y sacrificarme. Gracias por tu paciencia y tu misericordia, con tu gracia podré vencer mis malas inclinaciones para poder cumplir así el mandamiento de tu amor. |
PONER LOS OJOS EN ÉL
Poner los ojos en Él
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro
Un joven acudió una vez a un anciano y le pidió que orara por él:
–– “Me doy cuenta que estoy cayendo continuamente en la impaciencia, ¿podría orar por mí para que pueda ser más paciente?”.
El anciano accedió. Se arrodillaron, y el hombre de Dios comenzó a orar:
–– “Señor, mándale tribulaciones a este joven esta mañana, envíale tribulaciones en la tarde…”
El joven le interrumpió y le dijo:
–– “¡No, no! ¡Tribulaciones no! ¡Paciencia!”.
--“Pero la tribulación produce paciencia –contestó el anciano–. Si quieres
tener paciencia, tienes que tener tribulación”.
Cualquier caminante necesita echar mano de la paciencia, pues en todo camino se presentan dificultades y tribulaciones de todo tipo.
Jesús aparece como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,16), el nuevo mediador de Dios y la definitiva revelación de Dios.
Jesús señala las condiciones de este camino para entrar en el Reino. El caminar cristiano es una carrera. Para caminar hay que poner lo ojos en Jesús y peregrinar sin poseer una ciudad permanente siendo huéspedes de este mundo).
La vida cristiana se llama en los Hechos de los Apóstoles “el camino” (9,2).
El símbolo del “Camino” nos evoca el seguimiento, el proceso espiritual, nos habla de nuestra condición de peregrinos. Somos extranjeros y peregrinos, somos ciudadanos del cielo, buscamos otra ciudad. Aquí estamos de paso, esta tierra no es nuestra morada permanente.
El Señor resucitado nos invita a abandonar Jerusalén y a volver a Galilea -donde todo comenzó-, pues allí le veremos, nos invita a salir y ponernos en camino.
No es fácil responder a esta llamada, ya que amamos la seguridad y estabilidad que nos ofrecen las instituciones y todo tipo de seguridades que nos hemos ganado. Tendemos a instalarnos en nuestras ideas, en nuestros sentimientos, en nuestros trabajos, en nuestras seguridades.
Jesús estuvo sometido a constantes tentaciones, que le invitaban a escoger otro camino más fácil, pero las venció todas y perseveró hasta el final. Nosotros también sufrimos el acoso de las tentaciones para dejar el camino.
El seguir a Jesús requiere el poner los ojos en él, en tener sus mismos sentimientos y actitudes, en dar la vida. Y en este camino se sube bajando, se entra saliendo, se es espiritual, encarnándose y se gana la vida perdiéndola. Es un camino totalmente imprevisible. En este camino hacia Dios abundan las pruebas y caídas, las grandes privaciones y el hacerse violencia. Pero en esta carrera el ser humano no camina solo, Dios es su compañero. Tenemos que tener confianza y saber que Él nos acompaña y que aunque caminemos por cañadas oscuras nada debemos temer, porque Él va con nosotros. Su vara y su cayado nos sosiegan.
Nos puede ayudar a caminar el poner los ojos en Jesús, el acordarnos de Él. Pablo trata de que pongamos todo nuestro foco de atención en Jesucristo: "Acuérdate de Jesucristo..." (2Tm 2,8).
El recuerdo de Dios, el tener presente a Jesús nos lleva a ser agradecido con el pasado, a vivir el presente en paz y a no temer el futuro.
Los místicos han tenido una rica experiencia de Dios, han saboreado y vivido en su presencia. Teresa tuvo la certeza de que Dios vivía en ella y no podía dudar de esta gran verdad. Así dice ella: "en un sentimiento de la presencia de Dios, que en ninguna manera podía [yo] dudar que [Él] estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en él".
El Dios que vive en Teresa es un Dios fuerte, bondadoso, misericordioso, e interesado por ella. "Muchas veces he pensado, espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia”. La experiencia religiosa vivida por Teresa es experiencia de Dios en Cristo. Cristo es “el libro abierto”, habla con ella, la consuela, la anima. “Espera y verás”. “Ahora ten fuerte...” “Yo soy”. El es el Cristo del Amor, el esposo, el amigo, “amigo verdadero que nunca falla”...
Ante la realidad del mundo, "estáse ardiendo el mundo", ante las "grandes necesidades de la Iglesia", ella se compromete con su oración y con su vida. Teresa se siente hija de la Iglesia, y como tal sufre con ella y le duelen sus males y quiere hacer todo lo que está a su alcance.
La oración es un momento especial para recordar las maravillas que Dios ha hecho en María, en nuestros familiares y a lo largo de toda nuestra historia. Quien vive en la presencia de Dios, quien se acuerda de Jesucristo, encontrará fuerza para poner los ojos, el corazón y la vida en él.
El camino es largo, arduo y costoso, decía san Juan de la Cruz. Si no ponemos los ojos en Él, si no nos acordamos de que Él es el Camino y nos acompaña en nuestro caminar, es posible que nos resulte muy difícil el llegar a la meta.
REFLEXIONES DIARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: MARTES 17 DE JUNIO
JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Una reflexión para cada día del mes de junio.
Oración introductoria de cada día
Corazón amantísimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.
Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.
Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.
Dispón de mí y de mis cosas,Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.
P. León Dehón
17.- SEMBRAR OBRAS DE BIEN
El Corazón de Jesús habló claro y fuerte: Toda la ley divina se compendia en los mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo. Sin estos dos amores es imposible agradar al Señor, es imposible entrar en el Cielo. Pocos comprenden bien en qué consiste el amor al prójimo. Si crees que amar al prójimo basta con no odiarlo, no hacerle mal, sólo crees a medias. No, esto será de buenos hombres, pero no de buenos cristianos. El amor es operativo y debe manifestarse haciendo aquello que queremos y deseamos se nos haga a nosotros. La prueba generosa de este amor viene dada por el ejercicio de las obras de misericordia.
Jesús tiene como hecho a sí mismo todo lo que se hace a los pobres en su nombre. Y cuando alguna persona está enferma, busca una media hora para visitarla, para darle una palabra de ánimo, para consolarla en sus dolores, para animarla a la paciencia, a la santa resignación a la voluntad de Dios.