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lunes, 2 de septiembre de 2013
ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
Señor Jesús, que me conozca a mi
y que te conozca a Ti,
Que no desee otra cosa sino a Ti.
Que me odie a mí y te ame a Ti.
Y que todo lo haga siempre por Ti.
Que me humille y que te exalte a Ti.
Que no piense nada más que en Ti.
Que me mortifique, para vivir en Ti.
Y que acepte todo como venido de Ti.
Que renuncie a lo mío y te siga sólo a Ti.
Que siempre escoja seguirte a Ti.
Que huya de mí y me refugie en Ti.
Y que merezca ser protegido por Ti.
Que me tema a mí y tema ofenderte a Ti.
Que sea contado entre los elegidos por Ti.
Que desconfíe de mí
y ponga toda mi confianza en Ti.
Y que obedezca a otros por amor a Ti.
Que a nada dé importancia sino tan sólo a Ti.
Que quiera ser pobre por amor a Ti.
Mírame, para que sólo te ame a Ti.
Llámame, para que sólo te busque a Ti.
Y concédeme la gracia
de gozar para siempre de Ti. Amén.
NO PIDAMOS COSAS MÁGICAS A JESÚS
No pidamos cosas mágicas a Jesús
El éxito de la vida es tenerlo a Él mismo como Amigo, y con Él tenemos todo lo demás; para verlo así necesitamos conversión
Dios no se asusta de mí. Quizá hayas visto la película "Tarzán en Nueva York". Describe las divertidas aventuras de Tarzán y Chita cuando son trasladados en avión desde la selva a la ciudad de los rascacielos, donde todo les llena de asombro y les ocurren mil peripecias. Chita protagoniza una de las sorpresas: al llegar a la habitación del hotel ve reflejada su fea cara sobre el gran espejo del armario. El susto fue tan descomunal que, lanzando un terrible bramido presa de pavor, salió corriendo: no se imaginaba que aquel feísimo "monstruo" que había visto en la habitación era su propia imagen reflejada en el espejo. La escena acaba bien: Chita se refugió en los brazos de Tarzán, que la acogió con afecto, calmándola con sus caricias. Y es que Tarzán quería a Chita como era: con sus pelos negros y largos, su rostro de irracional y su mirada extraviada.
Dios nos quiere a cada uno de nosotros infinitamente más: sabe mejor que nadie cómo somos; conoce nuestros fallos; no ignora que somos miserables y que tenemos muchos defectos. Nos conoce mucho mejor que podemos conocernos a nosotros mismos, y tiene en cuenta nuestras cosas buenas y nuestros deseos de mejorar. Dios no se asusta de nuestras tonterías. Gracias, Dios mío, porque me quieres a mí y a cada uno más que todas las madres del mundo puedan querer a sus hijos; no te asustas ante nuestras torpezas, ni ante nuestras miserias, y nos acoges con un cariño infinitamente mayor que el que tenía Tarzán a Chita. El problema es que cuando yo voy descubriendo mis limitaciones, fallos, miserias, etc., me puedo "medio asustar" y pensar que no me es posible ser santo, que no puedo estar cerca de ti, entonces puedo desanimarme, olvidarme de que Tú me quieres como soy, y alejarme de Ti. Que no me pase esto, Señor. Si alguna vez me alejo de Ti, volveré corriendo a tu lado contándote lo que me pasa. Y también a las personas de quienes me fío: padres, hermanos, abuelos, parientes, en el cole el preceptor o tutor, amigos y sacerdote, etc., porque cuando se me mete una idea de que soy súper-raro y el único al que le pasa algo, como que tengo una cara fea porque me sale un grano, en cuanto lo cuento y me dicen que es normal… me quedo ya tranquilo. Y esto en todo…
Jonás fue a Nínive, la gran ciudad, y predicó durante un día entero: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". Los ninivitas creyeron en Dios: promulgaron un ayuno y todos, grandes y pequeños, se vistieron de sayal. También el rey de Nínive, al enterarse, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de sayal y se sentó en el suelo. Luego mandó pregonar en Nínive este bando: "Por orden del rey y sus ministros, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado, ni pasten ni beban agua. Que se vistan de sayal, clamen a Dios con fuerza y que todos se conviertan de su mala conducta y de sus violentas acciones". Y Dios protegió la ciudad.
Jesús dice hoy que la Reina de Saba “vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás”. Le pedimos que no tengamos el corazón duro, y hagamos caso de esta llamada a mejorar.
¡Qué pena, cuando Jesús «vino a los suyos y los suyos no le reconocieron»! Hoy hace una semana que iniciamos la Cuaresma con el rito de la ceniza.
¿Hemos entrado en serio en este camino de los 40 días?,
¿en casa notan ya que estoy mejorando?: si controlo un poco más el potro salvaje que llevo dentro, que hay que domar (ayuno, sacrificio). Si conecto con Jesús como hijo de Dios que es algo mucho más mágico que los de Avatar conectando con la madre tierra o con su cabalgadura pues así “cargamos las pilas” y nos encendemos de energía de amor de Dios, nos revestimos de la coraza de la fortaleza para arrancar las malas hierbas del egoísmo en nuestra vida (oración).
Si una vez hemos preparado nuestra alma sembramos la buena semilla del amor y la llevamos a todos con el servicio y la sonrisa (caridad): «Señor, mira complacido a tu pueblo, que desea entregarse a Ti con una vida santa; y a los que moderan su cuerpo con la penitencia, transfórmales interiormente mediante el fruto de las buenas obras». Hay quien piensa que ser feliz es tener una consola o el último juego de la Wii, o tener suerte con los exámenes o con los amigos o con la lotería, tener éxito. Pero el éxito es tener a Jesús, ahí está todo.
Él dice: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre», el “todo será mejor” del cielo. Queremos ver a Jesús, que se haga realidad todo lo que soñamos, ese mundo mejor, y, de este modo, estar seguros. Jesús responde: «Sí, podéis ver». Ese mundo mágico del Padre se ha hecho visible en el Hijo. Ver a Jesús; ésta es la respuesta.
Rezar nos cansa a veces, no sabemos. Hemos de purificarnos, nuestra alma está “miope”, por eso ahora que dentro de cuarenta días será Pascua, la gran fiesta de nuestra salvación, vamos a prepararnos… con el salmo de hoy: «oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme». Nos invita la Iglesia a pedir perdón y a perdonarnos unos a otros. Y por mucho que nos cueste algo, más grande es la misericordia de Dios. Vamos aprendiendo a hacer la confesión con sinceridad, como dice el salmo:
“¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! / ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! / Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. / No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu”.
Jonás lo pasó mal, cuentan que no se portaba muy bien y se lo tragó un monstruo marino y los tres días y las tres noches que pasó en el corazón de la tierra, en «lo profundo de los infiernos» quedó marcado, las huellas de la experiencia de la muerte le hicieron madurar, dejó de ser un joven frívolo y salió hecho un profeta de pies a cabeza. Señor, si a veces lo paso mal, y Tú lo permites, que aproveche aquel “castigo” no para encerrarme en mis tonterías, sino para madurar.
No para quedarme en mi habitación llorando sin abrir a nadie diciendo “no quiero cenar ni hablar con nadie”, “quiero morirme”, “no quiero respirar”, sino diciéndome: “si Tú quieres esto, Señor, será como tus tres días de estar en la Cruz y en el sepulcro, será para resucitar como el gusano que se transforma en mariposa, para vivir a una vida mejor, para transformarme en una persona mucho más fuerte y aprovechar de esta “crisis” y con ayuda de la Virgen, que me trae toda Gracia, que sea una “oportunidad” de victoria.
POR QUÉ CREO EN LA IGLESIA CATÓLICA
Autor: P. Jordi Rivero | Fuente: Corazones.org Por qué creo en la Iglesia católica | |||
La Iglesia es institución divina y no capricho humano | |||
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DECÁLOGO CONTRA LA DEPRESIÓN
Decálogo contra la depresión
Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor
Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor. «¿Qué inútil soy!», decimos en voz alta. No damos una de derechas y lo negro se apodera de nuestra mente. Estamos en la antesala de la depresión. Un estado de ánimo que se ha generalizado tanto en los últimos años que habita en cualquier casa de nuestra ciudad. Está claro que no hemos aprendido a vivir. Sí, sí, mucha coña marinera con los masters, la informática, el inglés del niño o la play-station, pero saber vivir con la sabiduría de ese abuelo que todos hemos conocido, cuidador de cabras, sin un duro, ceporro él hasta la boina en eso de los «avances del mundo», pero sobresaliente, cum laude, en saber de que va la vida, y el secreto para ser el más feliz del mundo. En fin, aquí va un decálogo contra la depresión escrito por el gran Paco Cerro, director de la revista «Agua viva». Creo que le ayudará a combatir las causas que nos llevan a la depresión:
1.- Aceptaré lo que no puedo cambiar, y cambiaré lo que no debo aceptar.
2.- Cada día me levantaré con la alegría de que todo puede ir bien.
3.- Pensaré en lo positivo de todas las cosas, y hasta encontrarlo no pararé.
4.- Sonreiré siempre, aunque a veces no tenga ganas, porque la sonrisa puede cambiar muchas cosas.
5.- Sólo por hoy y en estos momentos intentaré ser lo más feliz posible.
6.- Dejaré el pasado a la Misericordia de Dios, pues no puedo cambiarlo pero sí aceptarlo.
7.- Abandonaré el futuro en manos de Dios, pues no debe ser fuente de preocupación cuando Dios es Padre y yo soy su hijo querido.
8.- Descansaré y me tomaré la vida con más calma, pues yo no soy la Divina Providencia.
9.- Tendré sentido del humor y me reiré mucho, pues es bastante sano.
10.- Cuando no pueda más, pensaré que todavía Tú... ¿menos mal que estás siempre ahí, Señor!
EL EVANGELIO DE HOY: 02.09.2013
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net Jesús en Nazaret | |
Lucas 4, 16-30. Tiempo Ordinario. En nuestra vida como cristianos todos tenemos una misión muy concreta que realizar. | |
En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy. Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es éste el hijo de José? Él les dijo: Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria. Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio. Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó. Oración introductoria Jesús, concédeme iniciar esta meditación con una actitud abierta y dócil para poder escuchar y percibir tu presencia. No quiero ser un pasivo espectador, con un corazón duro y ciego, insensible y mediocre… porque estoy hecho para ser el reflejo de tu amor. Quiero reconocerte en todas las personas que hoy podría, por amor a Ti, servir. Petición Dios mío, dame la gracia de reconocerte y amarte más el día de hoy. Meditación del Papa En el evangelio de san Mateo, en uno de los momentos que Jesús regresa a su pueblo, a Nazaret, y habla en la sinagoga, se pone de relieve el estupor de sus conciudadanos por su sabiduría, y la pregunta que se plantean: "¿No es el hijo del carpintero?". Jesús entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de María por obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo protege y le enseña también su trabajo. Jesús nace y vive en una familia, en la Sagrada Familia, aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de Nazaret, compartiendo con él el trabajo, la fatiga, la satisfacción y también las dificultades de cada día. Esto nos remite a la dignidad y a la importancia del trabajo. El libro del Génesis narra que Dios creó al hombre y a la mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y dominarla, lo que no significa explotarla, sino cultivarla y protegerla, cuidar de ella con el propio trabajo. El trabajo forma parte del plan de amor de Dios; nosotros estamos llamados a cultivar y custodiar todos los bienes de la creación, y de este modo participamos en la obra de la creación. El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de una persona» (S.S. Francisco, 1 de mayo de 2013). Reflexión Es muy común preguntar a los niños pequeños: ¿qué quieres ser cuando seas grandes? Y para orgullo de los padres los niños responden: "quiero ser como mi papá". Si esta misma pregunta se la hiciéramos a Cristo durante su vida oculta en Nazaret, no cabe duda que respondería que Él sería lo que su Padre ha pensado para Él desde siempre. Prueba de ello es la respuesta que dio a su madre angustiada cuando se perdió en el templo: "pero no sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre", no debería haber motivo de preocupación por mi ausencia. En nuestra vida como cristianos todos tenemos una misión muy concreta que realizar. Cristo desenrolló las escrituras (porque estaban en forma de pergaminos) y encontró justamente aquello que Dios Padre deseaba de Él. "Anunciar la Buena Nueva, proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". Todo esto lo cumplió Jesús a lo largo de su vida terrena y aunque algunos se empeñaban en no abrir su corazón a las enseñanzas de Cristo, como es le caso de los escribas y fariseos. A pesar de su obstinada actitud Cristo no desmayó en su esfuerzo por predicarles la ley del amor. Propósito De la misma forma que Cristo predicaba las enseñanzas de su Padre nosotros también atrevámonos a predicar el evangelio sin temor ni vergüenza. Antes bien pidámosle confianza y valor para que nos haga auténticos defensores de nuestra fe. Diálogo con Cristo Padre Santo, ¿por qué tanta cerrazón y dureza de corazón? Tú siempre dispuesto a darme todo lo que me puede llevar a la santidad y yo pretendiendo ser el protagonista principal en vez de darte el lugar que te corresponde en mi vida. Gracias, Señor, por el don de mi fe que me lleva a reconocerte en el amor, en el ejercicio continuo de la caridad. Ayúdame a ser santo desde ahora para aprovechar, así, la fe que me has dado. |