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lunes, 2 de septiembre de 2013

DECÁLOGO CONTRA LA DEPRESIÓN


Decálogo contra la depresión

Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor


Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor. «¿Qué inútil soy!», decimos en voz alta. No damos una de derechas y lo negro se apodera de nuestra mente. Estamos en la antesala de la depresión. Un estado de ánimo que se ha generalizado tanto en los últimos años que habita en cualquier casa de nuestra ciudad. Está claro que no hemos aprendido a vivir. Sí, sí, mucha coña marinera con los masters, la informática, el inglés del niño o la play-station, pero saber vivir con la sabiduría de ese abuelo que todos hemos conocido, cuidador de cabras, sin un duro, ceporro él hasta la boina en eso de los «avances del mundo», pero sobresaliente, cum laude, en saber de que va la vida, y el secreto para ser el más feliz del mundo. En fin, aquí va un decálogo contra la depresión escrito por el gran Paco Cerro, director de la revista «Agua viva». Creo que le ayudará a combatir las causas que nos llevan a la depresión: 

1.- Aceptaré lo que no puedo cambiar, y cambiaré lo que no debo aceptar.

2.- Cada día me levantaré con la alegría de que todo puede ir bien.

3.- Pensaré en lo positivo de todas las cosas, y hasta encontrarlo no pararé.

4.- Sonreiré siempre, aunque a veces no tenga ganas, porque la sonrisa puede cambiar muchas cosas.

5.- Sólo por hoy y en estos momentos intentaré ser lo más feliz posible.

6.- Dejaré el pasado a la Misericordia de Dios, pues no puedo cambiarlo pero sí aceptarlo.

7.- Abandonaré el futuro en manos de Dios, pues no debe ser fuente de preocupación cuando Dios es Padre y yo soy su hijo querido.

8.- Descansaré y me tomaré la vida con más calma, pues yo no soy la Divina Providencia.

9.- Tendré sentido del humor y me reiré mucho, pues es bastante sano.

10.- Cuando no pueda más, pensaré que todavía Tú... ¿menos mal que estás siempre ahí, Señor!

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