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martes, 28 de junio de 2011

VIDA ESPIRITUAL

Vida Espiritual
Madre Teresa de Calcuta

              Si no tenemos a Dios en nuestros corazones es imposible que se lo podamos llevar a los demás, afirmaba la Madre Teresa de Calcuta.
        Y agrega: "todos debemos ser portadores del amor de Dios, seguros de que él vive en nuestra alma.
        Para sentir su presencia debemos cultivar la vida de oración, la interiorización y las vivencias de fe.
        Unidos a Dios podemos llevar paz, amor y comprensión al mundo.
        No necesitamos bombas ni armas para hacerlo.
        Lo que necesitamos es fuerte dosis de tolerancia, una espiritualidad profunda y muchos deseos de servir. El amor y la comprensión crecen desde adentro, si llevamos a Dios con nosotros y lo amamos de verdad.
        Entonces somos capaces de ver al mismo Dios en los demás, sobre todo, en los más pobres y los más necesitados".
        ¡Qué bueno poder aprender a amar como seres tan especiales como la Madre Teresa! Ella no hablaba de religión, ella vivía porque amaba a Dios en los demás.

DOS AMIGOS Y UN OSO

Dos amigos y un oso
Autor:  Padre Justo López Melús

La historia está llena de gestos de generosidad. Abundan los casos de personas, de amigos, que habiendo podido salvarse prefirieron esperar a su amigo, ayudarle a salvarse, aun a riesgo de perecer ellos también... Dos amigos atravesaban un bosque, cuando de pronto apareció ante ellos un oso en actitud amenazadora. Uno de los amigos huyó rápido y se subió a un árbol, sin preocuparse del compañero.

El otro no encontró medio mejor que tirarse en tierra, quedándose inmóvil y sin respirar, fingiéndose muerto. Llegó el oso, le lamió un buen rato y, creyéndole muerto, se marchó. Cuando el oso desapareció acudió el amigo que se había subido y le preguntó: «Cuando el oso se acercó parecía que te estaba hablando. ¿Qué te dijo?». «Me ha dicho solamente una cosa: que no me fíe nunca de los amigos como tú».

PADRE NUESTRO, A MANOS LLENAS...

Padre Nuestro, a manos llenas
Autor: Fran Alvarez


¡Oh Padre Nuestro! que estás en el cielo,
llevo tu nombre como voz que suena
en ese espacio que llevamos dentro,
santificando todas nuestras penas.

Cierra la herida que se abrió en mi pecho
y que tu Reino rompa mis cadenas,
tu voluntad será mi fe y silencio
y correrá tu sangre por mis venas.

Danos el pan que amasas en tu templo,
escancia el vino de la última cena,
perdona ofensas que pagué en el tiempo
que yo también perdonaré condenas.

Tú eres el Padre que cubrió mi cuerpo
con esa miel que dejan tus colmenas,
sobre tus labios colgaré mis versos
al aire limpio de tu luz serena.

Que no tropiece en tentación mi vuelo,
colma mi vientre de almas y azucenas
y no permitas que roce el invierno
mi corazón, que es tuyo a manos llenas

¡Oh Padre Nuestro!, que estás en el cielo,
danos el pan y el vino de tu cena.
Tú eres el Padre que ha puesto en mi cuerpo
un corazón, que es tuyo a manos llenas.

ORACIÓN ANTE UNA IMAGEN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

ORACIÓN ANTE UNA IMAGEN  DEL SAGRADO CORAZÓN

Oh amantísimo Jesús, como expresión de mi gratitud y en satisfacción de mis pecados yo (decir tu nombre), te doy mi corazón. Me consagro enteramente a Ti y me propongo nunca más ofenderte o despreciar tu santa gracia. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío!

CON MARIA EN BUSCA DEL SAGRADO CORAZÓN

Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, en busca del Sagrado Corazón de Jesús
Amar el Corazón de Cristo es tratar de imitarle, en todo, en cada momento, tratar de comprender, cuánto te ama.
 
Con María, en busca del Sagrado Corazón de Jesús


María Santísima, el proximo viernes celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, quisiera prepararme bien para ella… pero… ¿Cómo prepararme para aquello que aún no comprendo bien?. Sí, asistiré a misa, dejaré mis peticiones y agradecimientos en el Corazón de tu Hijo. ¿Puedes ayudarme a comprender lo que realmente significa amar el Corazón de Jesús?.

Puedo sentir que me miras desde tu imagen, puedo y quiero leer en tus ojos la respuesta….

- ¿Por qué no se lo preguntas a Jesús mismo?... vamos, atrévete… Él está muy ansioso por hacerte comprender.

- Señora mía... es que… no me atrevo, soy tan pecadora, tengo tanto de que arrepentirme.

- Vengan a mí todos los que estén cansados, que yo los aliviaré…

Y las palabras de tu Hijo resuenan en mi corazón.

- ¿Has comprendido, hija mía? Jesús te espera desde siempre, no debes rendir examen para acercarte a Él, solo ámale, camina hacia Él con toda tu carga y deposítala a sus pies. Él hará el resto.

Siento que somos tres conversando, que Jesús me vuele a repetir…

- “...Aprende de mí, que soy paciente y humilde de corazón...” (Mt. 11,29).

- ¿Ves hija, cómo te va mostrando el camino? Amar el Corazón de Cristo es tratar de imitarle, en todo, en cada momento, tratar de comprender, dentro de lo que puedas, cuánto, cuánto, cuánto te ama.

- Señora…imitarle… sí, pero es que, no sé como se hace eso en mi día a día…

- Pues… paso a paso, en cada decisión que tomes piensa: “¿Le será agradable a Jesús?”. Cuando hables con las personas piensa: “¿Si fuese Jesús quien está escondido tras ese rostro?”. Sobre todo cuando te enojes con alguien o cuando tu orgullo herido reclame a gritos una reparación, piensa: “¿Jesús verá con buenos ojos mi reacción?” Si ya hablaste por tu vanidad herida, medita: “¿Me alcanzarán estos argumentos ante Cristo?”. Hija querida, no hacen falta, para imitar a Cristo, grandes y titánicas obras. No pretendas abrir tú sola las aguas del mar… no, pequeña, sólo trata de actuar en cada momento como Él espera que lo hagas. No por presión, no como un amo severo que se la pasa controlándote para , al menor descuido, volcar su ira sobre ti. Nada más lejos de eso. Míralo como un compañero de viaje que te indica la ruta más segura. Como un maestro que te enseña el camino. Como un padre que no quiere que te lastimes. Cada palabra, cada consejo, nacido del profundo amor de su Sagrado Corazón, es para que tú no te pierdas.

- Voy entendiendo…poco a poco, voy entendiendo.

- ¿Recuerdas cuando un leproso se le acercó?, suplicándole de rodillas: “Si quieres puedes curarme… a Él se le conmovió el Corazón” (Mc. 1,41). Así pasa contigo. Pero analiza bien este hecho, el leproso “se le acercó” o sea, caminó hacia Jesús, recorrió la distancia que lo separaba de Él, con todo lo que significaba esa decisión. Luego le dijo “si quieres…puedes...” o sea, reconoció que Cristo podía hacer lo que Él le pedía, mas nada le exigía, sólo aceptaba su voluntad. Es entonces cuando a Jesús “se le conmovió el Corazón”. ¿Comprendes, hija?. Conmover el corazón de Cristo no es difícil sólo debes: acercarte a Él, pedirle, confiar y por último, aceptar su voluntad.

- Señora mía, me hablas con tu corazón, le hablas al mío. ¿Quién soy yo para que te dignes explicarme tanto?.

- Eres mi hija ¿Lo has olvidado? Una y mil veces te hablaría hasta que encontraras el camino y la paz.

- “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba, si cree en mí. Pues como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva” (Jn. 7,37-39).

- ¿Escucha tu alma las promesas de mi Hijo?.

Claro que mi alma las escucha. Poco a poco voy comprendiendo que no existe mejor lugar para el alma, que el Corazón de Cristo. Es un sitio lleno de amor, de paz, de profunda serenidad, tiene la calma de todos los atardeceres, el perfume de todas las flores, el canto de todos los pájaros, y el amor más grande, más profundo, más exquisito que hubiera existido jamás.

- Los apóstoles ya habían descubierto el inmenso tesoro del Corazón del Mesías. San Agustín lo notó, por eso dijo: “San Juan, en la Cena, se reclinó en el pecho del Señor para significar así que bebía de su Corazón los más profundos secretos...” Para que entiendas más aún, te contaré lo que es para mí ese Corazón amado… cuyos primeros latidos imaginaba al colocar mi mano temblorosa sobre mi vientre, en aquellos días de Nazaret…, después, en Belén, cuando José puso su pequeño cuerpecito entre mis brazos, sentí ese suave y acompasado latido. A medida que iba creciendo, fui aprendiendo el lenguaje de ese corazón, en cada palabra, en cada gesto, en cada mirada, ERA Y ES un corazón rebosante de amor y misericordia… El día que lo comprendas desde el fondo de tu alma, ya nunca estarás sola.



Me besas la frente y te vas. Lentamente, te mezclas entre la gente… tus palabras quedan en mi alma… esperando…esperando…esperando… sigo orando para que yo sepa ver, poco a poco, cuán bello es el sitio que me tienes reservado en tu SAGRADO CORAZÓN.




NOTA DE LA AUTORA "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."




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