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miércoles, 5 de octubre de 2011

EL ATARDECER DE LA VIDA...

El atardecer de la vida

La cruz que llevamos nos parece la más pesada. Creemos que somos los únicos que caminamos por el mundo con ella a cuestas. A veces su peso nos ahoga, sentimos que el pecho se cierra y nos deja sin aire en cada intento de seguir, pesa... sí, pesa...

La cruz que nadie desea llevar... la que queremos abandonar... la que nos tocó en suerte...

La cruz que hizo añicos nuestra felicidad, que oscureció nuestra morada, que lastimó nuestro cuerpo y nuestro espíritu...

La cruz de los problemas, de la infelicidad, de la soledad, del abandono, de la infancia sin juguetes, de la niñez sin padres, del crecimiento a solas, del hogar destruido, de los hijos abandonados, de la mentira, de la estafa, de los que ya no están y dejan en nosotros el dolor de la ausencia...

La cruz de la infidelidad, del engaño, del divorcio, de la humillación, de la perdida de autoestima, del sentir que no somos valiosos...

La cruz de la envidia, de la gula, de la codicia, del egoísmo...

La cruz de la enfermedad que no encuentra su cura, del miedo...

La cruz del trabajo perdido, de la búsqueda incierta...

La cruz de la necesidad, del hambre, de la incertidumbre...

¡Mi cruz es la más pesada!¿Por qué a mi? ¿por qué...? ¿por qué...? ¿por qué...?

Mira a tu alrededor, hay miles caminando contigo, todos llevan una cruz más grande, más chica, más liviana, más pesada...

Algunos caminan arrastrándose porque ya no soportan más su peso, se doblan sus rodillas, porque llevan años cargándola en sus hombros y están lastimados...pero no gritan, no piden ayuda, ni siquiera piensan en detenerse... Siguen... Llevan una sonrisa y la palabra de aliento a quienes la necesitan... Utilizan su experiencia para ayudar a otros... Siembran esperanza en cada lugar por el que pasan...

Mira a tu alrededor...

¿Es tu cruz la más pesada?

Esa cruz que es el símbolo de la vida.

Tu cruz, mi cruz... No son prestadas, son nuestras.

En cada marca de esa cruz se esconde el interior de quien la carga.

La verdadera vida es sólo de aquellos que aprendieron a llevar su cruz con valentía, esfuerzo, voluntad, y por sobre todo con amor, con verdadero amor aún cuando la cruz pesó tanto que se sintieron desfallecer y hoy son ejemplos y modelos para quienes los acompañan en este camino.

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