NOVENA A SAN PÍO DE
PIETRELCINA
Día Cuarto
EL AMOR DEL PADRE
PÍO A LA EUCARISTÍA
Reflexión: La Eucaristía
es la acción de gracias por las maravillas que Dios ha hecho por nosotros con la
muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo. Jesús ha querido quedarse con
nosotros real y sustancialmente con su cuerpo, sangre, alma y divinidad como
sacrificio, es decir, memorial de su muerte y como alimento espiritual en la
comunión sacramental.
Dios llamó al padre Pío a
ser sacerdote y víctima. Gentes de todo el mundo acudían a San Giovanni Rotondo
para ver de cerca al estigmatizado padre Pío celebrar la santa misa.
Cristo crucificado se
hacía presente visiblemente en la persona de su ministro: su pasión y su muerte
se reflejaba durante la celebración del sacrificio del Calvario, celebrada por
un sacerdote que en aquel momento le prestaba voz, manos y corazón.
Lo que más me hiere
–escribe el padre Pío a su director espiritual- es el abandono en que se
encuentra Jesús en el Santísimo Sacramento. Mi corazón se siente como atraído
por una fuerza superior antes de unirme a él al comulgar. Siento tanta hambre y
sed de recibirlo, que falta poco para que no muera de ansia.
A veces voy a recibirlo
como con fiebre. Y esta hambre y sed en lugar que se apague, después que lo he
recibido, se acrecientan siempre más en mí, al grado de decirle a Jesús:
¡Basta!, Porque no aguanto más.
Oremos: Padre celestial,
para la mayor gloria de tu santo nombre y por el mayor bien de las almas, te
suplicamos por intercesión de san Pío de Pietrelcina, que multipliques el número
de tus sacerdotes. Derrama sobre ellos tu divino Espíritu, enamóralos de la cruz
y haz muy fecundo su apostolado. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén
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